"Siempre hubo en el imaginario colectivo, en la creencia popular, imaginar en tal o cual circunstancia política del país qué hubiera hecho Evita..."
Yo recuerdo todavía, en mi casa, a mi abuelo hablando con mi madre, repitiendo siempre invariablemente: “Si Evita hubiera estado, el 55 no hubiera pasado, si Evita hubiera estado Perón no hubiera caído”. Unos años más tarde, cuando toda una generación de argentinos, inclusive algunos, muchísimos hijos de antiperonistas rabiosos de aquel 55, se incorporan a la vida política del país, se incorporan al peronismo -¿se acuerda, Presidente, no?- esa generación lleva como estandarte, como bandera a esa Evita combativa, irreductible. Esa Evita -yo recién miraba las imágenes-, esa Evita en blanco y negro, ¿vieron? Todas las fotos reales, todas las películas reales de Evita son en blanco y negro. Ella era así, era en blanco y negro, sin grises. Todo o nada, amigo o enemigo y así fue también en cierta manera nuestra generación.
Debo confesarles algo y les juro por Dios que no es una cuestión de género. Perón fue el gran estadista, el que impresiona, el gran político, como le gusta decir a muchos de nuestros compañeros, el conductor. A mí me gusta más hablar de dirección política, porque conductor siempre parece que es una persona. Cuando uno habla de dirección, además, habla de proyecto, habla de política, además del hombre. Perón siempre impresiona, pero Evita es otra cosa, Evita conmueve, Evita conmociona, Evita se hace carne porque fue algo más que la participación de la mujer en la política, fue algo más que la incorporación de los trabajadores en el sistema de la decisión nacional. Evita simboliza la transformación social, económica y política de todo un país y entra de “prepo” en la historia, no para convertirse en bronce, no para ser estatua, Evita de carne y hueso entra en la historia, eterna y definitiva para quedarse y para no irse más. (Aplausos).
Siempre pienso en esta Argentina de tantas tragedias, en esta Argentina que ha sido saqueada económicamente, que ha sido devastada cultural y moralmente, ¿dónde estaría Evita?, ¿qué haría Evita? ¿Lo ha pensado, usted, señor Presidente, en algún momento? ¿La imagina a Evita enojada con usted o tratando de que no pelee más con el Fondo Monetario ni con nuestros acreedores, que tenga mejores modales o al contrario, pidiéndole que no se doblegue, que no se entregue, que pelee por los intereses de los argentinos? (Aplausos) ¿Dónde la imaginan, en qué vereda, en qué lado, junto a quiénes, en qué proyectos? ¿Dónde la imagina a Evita diciéndole como cuando usted denunciaba con nombre y apellido, o mejor dicho con marca de combustible, cuando querían saquear el bolsillo de los argentinos? ¿De qué lado la imagina, tratándolo de que no se puede conducir de esta manera o apoyando esa defensa irreductible de los intereses de los trabajadores, de los consumidores, de los argentinos? ¿Dónde la imaginan a Evita, pidiendo no volver al pasado o al lado de las Madres y de las Abuelas de Plaza de Mayo? ¿Adónde la imaginan a Evita? (Aplausos) ¿Dónde estaría Evita? ¿Cómo trataría Evita a aquellos que, en nombre del peronismo, saludaron a los almirantes que derrocaron a Perón en el 55, se abrazaron con el capitán ingeniero y su emblemática hija, entregaron el patrimonio de los argentinos, les cercenaron derechos a los trabajadores? ¿Diría, como dicen algunos y comentan, “es sólo la interna del partido del Gobierno” o como Jesús echaría a los mercaderes del Templo? ¿Quiero saber dónde imaginan ustedes a esa Evita? (Aplausos)
Y yo quiero decirle, señor Presidente, la imagino junto al resto de los argentinos que lo acompañan a usted en la construcción de un país diferente, en la construcción de un país donde el trabajo vuelva a ser el gran articulador social. Allí la imagino, junto a millones de argentinos.
El otro día, usted en Ezeiza decía que le critican la ropa, ese saco abierto, cruzado eternamente abierto, esos mocasines tal vez sin lustrar. No se preocupe, son los mismos que me critican a mí por la ropa, porque tengo un pelo más, porque tengo un pelo menos, son los que no entienden, son los que decían que cuando viniera al Conurbano tenía que venir de zapatillas y vaqueros, subestimando al pueblo. No conociéndome, como si se necesitarán disfraces. Nunca nos hemos disfrazado de nada, señor Presidente. Ni con la ropa, ni con las ideas. Somos así, como nos ven, con aciertos y con errores, pero como nos ven, sin imposturas, con ideas, con convicciones. (Aplausos)
¿Sabe por qué? Porque en el fondo, señor Presidente, no son sus mocasines ni su saco lo que les molesta, tampoco mi ropa o mis pelos. En realidad lo que les molesta es verlo a usted sentado en la Casa Rosada, con las convicciones de siempre, desmintiendo que hay que mentir en la campaña para ganar en el Gobierno. Eso es lo que no aguantan, viéndolo representar a su pueblo, a los intereses de los trabajadores, de las mujeres, de los jóvenes. No me aguantan a mí, no aguantan que esté allí con sus convicciones. (Aplausos) Como tampoco aguantan que aún sin renunciar a mi condición de mujer, no haya sido cortesana del poder de turno y que no me haya movido ni un centímetro de las posiciones que históricamente asumí como legisladora nacional, defendiendo el territorio de los argentinos, no votando nunca una reforma laboral con soborno ni sin soborno, señor Presidente, defendiendo los intereses en los que siempre creí. Ni un centímetro nos hemos movido, esas son las cosas. (Aplausos)
¿Porque sabe qué pasa, señor Presidente? Siempre es bueno demostrarle a los ciudadanos que los políticos cambian y los traicionan; siempre es bueno para algunos intereses que no son los del pueblo, hacerles creer a ese mismo pueblo que la política no sirve para nada y que los políticos siempre traicionan. Eso es lo que no nos perdonan: que no traicionemos, y no lo vamos a hacer, señor Presidente. (Aplausos) No lo vamos a hacer.
Hemos puesto mucho en esto, años de nuestra vida, nuestra propia vida familiar, nuestra propia historia, hemos puesto todo lo que hemos tenido que poner y que vamos a seguir haciéndolo, porque estamos convencidos de que Argentina puede ser diferente.
Vamos a vencer a esos cultores obsesivos del fracaso colectivo, vamos a demostrar a los argentinos que además de éxitos individuales, podemos construir el éxito colectivo que es el éxito de los argentinos, el éxito de la Patria.
Lo vamos a hacer porque tenemos la obligación moral, no lo estamos haciendo de héroes ni de considerarnos los mejores. Somos apenas hombres y mujeres comunes, como a usted le gusta decir, pero que asumimos la responsabilidad histórica que la hora y la historia demandan. Hacernos cargo junto a los argentinos de cambiar el país. Que el trabajo vuelva a ser el gran articulador, que también el empresariado con responsabilidad social, comprenda que aumentar la rentabilidad, hay que hacerlo con producción y con inversión, no saqueando a los trabajadores en sus salarios o a los consumidos en sus bolsillos. Necesitamos empresarios capitalistas en serio que entiendan de una buena vez por todas que no va a haber grandeza para ellos si no hay grandeza para el país. (Aplausos)
Es necesario que recorramos todos y cada uno de los rincones de esta bendita Provincia. Es necesario que cada argentino, desde el Norte al Sur del país, comprenda que esto es un proyecto que nos trasciende a todos, que esto no es un partido político, que esto no es una cuestión de “en qué lugar me ubico yo o qué voy a hacer yo”, sino qué vamos a hacer nosotros.
Empecemos a tomar el ejemplo de ella que renunció a ser ella misma para representar a los demás. En este país, enfermo de dirigentes que sólo se representan a sí mismos, Eva supo representar a los demás, a los millones de argentinos y por eso entró en la historia, no porque estuvo casada con un presidente, no porque fue primera dama, sino porque decidió representar a los demás. (Aplausos) Esa es la clave de su paso a la Eternidad, ésa es la clave de su ingreso a la historia: volver a representar políticamente, volver a representar a las grandes mayorías, volver a representar esos intereses, los de los trabajadores, los de los consumidores, los de los jóvenes, los de los empresarios.
Porque es necesario comprender que trabajo y producción van de la mano. Pero ellos también tienen que comprender que sin consumo no hay producción, que sin consumo no hay capital, que sin consumo, mis queridos amigos y amigas, el país se torna inviable. Ya tuvieron un claro ejemplo cuando el país implosionó en el año 2001.
Por eso, recordar a Evita, no puede ser liturgia, recodar a Evita es algo más, es hacerse cargo del ejemplo militante, es hacerse cargo de lo que significa el rol de cada militante, de cada hombre y mujer, no importa el partido en que lo haga, no importa si es un militante social y no lo hace en un partido político, tenemos que concebir que el éxito de cada uno de nosotros está ligado al del resto de los argentinos. Porque de esa manera, de esa única manera, es que vamos a construir un país diferente.
Hoy, Presidente, hace tres años que usted, un 26 de julio como hoy, recordaba a Evita y presentaba su proyecto al país en el Estadio de Obras Sanitarias. Parece que hubiera sido hace tres siglos, pero no, hace apenas tres años. Usted les mostró sus manos y les dijo que además, era lo único que venía a prometer, que iba a trabajar día y noche representando los intereses de los argentinos. Me acuerdo como si fuera hoy. Creo que además dijo también que venía a ofrecer su corazón.
Y es cierto, ha puesto manos, ha puesto corazón, ha puesto coraje, ha puesto todo lo que un hombre tiene que poner para representar los intereses que toda su vida quiso representar. (Aplausos)
Yo quiero decirle, en nombre de miles de compañeros y compañeras, de millones de ciudadanos y ciudadanas, siga adelante, no se deje intimidar, el pueblo lo va a ayudar, el pueblo lo va a apoyar, porque sabe que usted los está representando. (Aplausos)
Muchas gracias, muchas gracias a todos por estar esta noche aquí juntos, construyendo una nueva Argentina, construyendo un nuevo país, una nueva forma de hacer la política, una nueva forma de entender la participación popular, todos juntos sabiendo que tenemos que representar a esos millones de argentinos que habían sido dejados de la mano de Dios. Juntos podemos, juntos sé que vamos a poder cambiar la historia, cambiar el país y también cambiar la provincia de Buenos Aires.
Muchas gracias. (Aplausos)
Yo recuerdo todavía, en mi casa, a mi abuelo hablando con mi madre, repitiendo siempre invariablemente: “Si Evita hubiera estado, el 55 no hubiera pasado, si Evita hubiera estado Perón no hubiera caído”. Unos años más tarde, cuando toda una generación de argentinos, inclusive algunos, muchísimos hijos de antiperonistas rabiosos de aquel 55, se incorporan a la vida política del país, se incorporan al peronismo -¿se acuerda, Presidente, no?- esa generación lleva como estandarte, como bandera a esa Evita combativa, irreductible. Esa Evita -yo recién miraba las imágenes-, esa Evita en blanco y negro, ¿vieron? Todas las fotos reales, todas las películas reales de Evita son en blanco y negro. Ella era así, era en blanco y negro, sin grises. Todo o nada, amigo o enemigo y así fue también en cierta manera nuestra generación.
Debo confesarles algo y les juro por Dios que no es una cuestión de género. Perón fue el gran estadista, el que impresiona, el gran político, como le gusta decir a muchos de nuestros compañeros, el conductor. A mí me gusta más hablar de dirección política, porque conductor siempre parece que es una persona. Cuando uno habla de dirección, además, habla de proyecto, habla de política, además del hombre. Perón siempre impresiona, pero Evita es otra cosa, Evita conmueve, Evita conmociona, Evita se hace carne porque fue algo más que la participación de la mujer en la política, fue algo más que la incorporación de los trabajadores en el sistema de la decisión nacional. Evita simboliza la transformación social, económica y política de todo un país y entra de “prepo” en la historia, no para convertirse en bronce, no para ser estatua, Evita de carne y hueso entra en la historia, eterna y definitiva para quedarse y para no irse más. (Aplausos).
Siempre pienso en esta Argentina de tantas tragedias, en esta Argentina que ha sido saqueada económicamente, que ha sido devastada cultural y moralmente, ¿dónde estaría Evita?, ¿qué haría Evita? ¿Lo ha pensado, usted, señor Presidente, en algún momento? ¿La imagina a Evita enojada con usted o tratando de que no pelee más con el Fondo Monetario ni con nuestros acreedores, que tenga mejores modales o al contrario, pidiéndole que no se doblegue, que no se entregue, que pelee por los intereses de los argentinos? (Aplausos) ¿Dónde la imaginan, en qué vereda, en qué lado, junto a quiénes, en qué proyectos? ¿Dónde la imagina a Evita diciéndole como cuando usted denunciaba con nombre y apellido, o mejor dicho con marca de combustible, cuando querían saquear el bolsillo de los argentinos? ¿De qué lado la imagina, tratándolo de que no se puede conducir de esta manera o apoyando esa defensa irreductible de los intereses de los trabajadores, de los consumidores, de los argentinos? ¿Dónde la imaginan a Evita, pidiendo no volver al pasado o al lado de las Madres y de las Abuelas de Plaza de Mayo? ¿Adónde la imaginan a Evita? (Aplausos) ¿Dónde estaría Evita? ¿Cómo trataría Evita a aquellos que, en nombre del peronismo, saludaron a los almirantes que derrocaron a Perón en el 55, se abrazaron con el capitán ingeniero y su emblemática hija, entregaron el patrimonio de los argentinos, les cercenaron derechos a los trabajadores? ¿Diría, como dicen algunos y comentan, “es sólo la interna del partido del Gobierno” o como Jesús echaría a los mercaderes del Templo? ¿Quiero saber dónde imaginan ustedes a esa Evita? (Aplausos)
Y yo quiero decirle, señor Presidente, la imagino junto al resto de los argentinos que lo acompañan a usted en la construcción de un país diferente, en la construcción de un país donde el trabajo vuelva a ser el gran articulador social. Allí la imagino, junto a millones de argentinos.
El otro día, usted en Ezeiza decía que le critican la ropa, ese saco abierto, cruzado eternamente abierto, esos mocasines tal vez sin lustrar. No se preocupe, son los mismos que me critican a mí por la ropa, porque tengo un pelo más, porque tengo un pelo menos, son los que no entienden, son los que decían que cuando viniera al Conurbano tenía que venir de zapatillas y vaqueros, subestimando al pueblo. No conociéndome, como si se necesitarán disfraces. Nunca nos hemos disfrazado de nada, señor Presidente. Ni con la ropa, ni con las ideas. Somos así, como nos ven, con aciertos y con errores, pero como nos ven, sin imposturas, con ideas, con convicciones. (Aplausos)
¿Sabe por qué? Porque en el fondo, señor Presidente, no son sus mocasines ni su saco lo que les molesta, tampoco mi ropa o mis pelos. En realidad lo que les molesta es verlo a usted sentado en la Casa Rosada, con las convicciones de siempre, desmintiendo que hay que mentir en la campaña para ganar en el Gobierno. Eso es lo que no aguantan, viéndolo representar a su pueblo, a los intereses de los trabajadores, de las mujeres, de los jóvenes. No me aguantan a mí, no aguantan que esté allí con sus convicciones. (Aplausos) Como tampoco aguantan que aún sin renunciar a mi condición de mujer, no haya sido cortesana del poder de turno y que no me haya movido ni un centímetro de las posiciones que históricamente asumí como legisladora nacional, defendiendo el territorio de los argentinos, no votando nunca una reforma laboral con soborno ni sin soborno, señor Presidente, defendiendo los intereses en los que siempre creí. Ni un centímetro nos hemos movido, esas son las cosas. (Aplausos)
¿Porque sabe qué pasa, señor Presidente? Siempre es bueno demostrarle a los ciudadanos que los políticos cambian y los traicionan; siempre es bueno para algunos intereses que no son los del pueblo, hacerles creer a ese mismo pueblo que la política no sirve para nada y que los políticos siempre traicionan. Eso es lo que no nos perdonan: que no traicionemos, y no lo vamos a hacer, señor Presidente. (Aplausos) No lo vamos a hacer.
Hemos puesto mucho en esto, años de nuestra vida, nuestra propia vida familiar, nuestra propia historia, hemos puesto todo lo que hemos tenido que poner y que vamos a seguir haciéndolo, porque estamos convencidos de que Argentina puede ser diferente.
Vamos a vencer a esos cultores obsesivos del fracaso colectivo, vamos a demostrar a los argentinos que además de éxitos individuales, podemos construir el éxito colectivo que es el éxito de los argentinos, el éxito de la Patria.
Lo vamos a hacer porque tenemos la obligación moral, no lo estamos haciendo de héroes ni de considerarnos los mejores. Somos apenas hombres y mujeres comunes, como a usted le gusta decir, pero que asumimos la responsabilidad histórica que la hora y la historia demandan. Hacernos cargo junto a los argentinos de cambiar el país. Que el trabajo vuelva a ser el gran articulador, que también el empresariado con responsabilidad social, comprenda que aumentar la rentabilidad, hay que hacerlo con producción y con inversión, no saqueando a los trabajadores en sus salarios o a los consumidos en sus bolsillos. Necesitamos empresarios capitalistas en serio que entiendan de una buena vez por todas que no va a haber grandeza para ellos si no hay grandeza para el país. (Aplausos)
Es necesario que recorramos todos y cada uno de los rincones de esta bendita Provincia. Es necesario que cada argentino, desde el Norte al Sur del país, comprenda que esto es un proyecto que nos trasciende a todos, que esto no es un partido político, que esto no es una cuestión de “en qué lugar me ubico yo o qué voy a hacer yo”, sino qué vamos a hacer nosotros.
Empecemos a tomar el ejemplo de ella que renunció a ser ella misma para representar a los demás. En este país, enfermo de dirigentes que sólo se representan a sí mismos, Eva supo representar a los demás, a los millones de argentinos y por eso entró en la historia, no porque estuvo casada con un presidente, no porque fue primera dama, sino porque decidió representar a los demás. (Aplausos) Esa es la clave de su paso a la Eternidad, ésa es la clave de su ingreso a la historia: volver a representar políticamente, volver a representar a las grandes mayorías, volver a representar esos intereses, los de los trabajadores, los de los consumidores, los de los jóvenes, los de los empresarios.
Porque es necesario comprender que trabajo y producción van de la mano. Pero ellos también tienen que comprender que sin consumo no hay producción, que sin consumo no hay capital, que sin consumo, mis queridos amigos y amigas, el país se torna inviable. Ya tuvieron un claro ejemplo cuando el país implosionó en el año 2001.
Por eso, recordar a Evita, no puede ser liturgia, recodar a Evita es algo más, es hacerse cargo del ejemplo militante, es hacerse cargo de lo que significa el rol de cada militante, de cada hombre y mujer, no importa el partido en que lo haga, no importa si es un militante social y no lo hace en un partido político, tenemos que concebir que el éxito de cada uno de nosotros está ligado al del resto de los argentinos. Porque de esa manera, de esa única manera, es que vamos a construir un país diferente.
Hoy, Presidente, hace tres años que usted, un 26 de julio como hoy, recordaba a Evita y presentaba su proyecto al país en el Estadio de Obras Sanitarias. Parece que hubiera sido hace tres siglos, pero no, hace apenas tres años. Usted les mostró sus manos y les dijo que además, era lo único que venía a prometer, que iba a trabajar día y noche representando los intereses de los argentinos. Me acuerdo como si fuera hoy. Creo que además dijo también que venía a ofrecer su corazón.
Y es cierto, ha puesto manos, ha puesto corazón, ha puesto coraje, ha puesto todo lo que un hombre tiene que poner para representar los intereses que toda su vida quiso representar. (Aplausos)
Yo quiero decirle, en nombre de miles de compañeros y compañeras, de millones de ciudadanos y ciudadanas, siga adelante, no se deje intimidar, el pueblo lo va a ayudar, el pueblo lo va a apoyar, porque sabe que usted los está representando. (Aplausos)
Muchas gracias, muchas gracias a todos por estar esta noche aquí juntos, construyendo una nueva Argentina, construyendo un nuevo país, una nueva forma de hacer la política, una nueva forma de entender la participación popular, todos juntos sabiendo que tenemos que representar a esos millones de argentinos que habían sido dejados de la mano de Dios. Juntos podemos, juntos sé que vamos a poder cambiar la historia, cambiar el país y también cambiar la provincia de Buenos Aires.
Muchas gracias. (Aplausos)
No hay comentarios:
Publicar un comentario