martes, 11 de diciembre de 2007

DISCURSO DE CRISTINA FERNÁNDEZ DE KIRCHNER EN EL ACTO DE ASUNCIÓN DEL MANDO EN EL CONGRESO DE LA NACION (10 de diciembre de 2007)

Muchas gracias. ¡Viva, viva la Patria, sí! (APLAUSOS)

Señores Jefes de Estado presentes; señores Jefes de Delegaciones; señores gobernadores; autoridades civiles, militares, eclesiásticas; pueblo de la Patria y Honorable Asamblea Legislativa: vengo esta tarde a dar cumplimiento al artículo 93 de la Constitución Nacional. Luego de haberse realizado elecciones el 28 de octubre, la fórmula que encabecé junto al ingeniero Julio Cobos, obtuvo más del 45 por ciento de los votos válidos emitidos y, por lo tanto, no corresponde, tal cual ha proclamado esta misma Asamblea Legislativa convocar a una segunda vuelta. En esos términos y en los términos del artículo 97, vengo a tomar posesión del cargo de Presidenta de la República Argentina (APLAUSOS), el honor más grande que puede tener una argentino o una argentina, ser elegida por sus compatriotas para representarlos.

Este es un escenario diferente al de hace apenas cuatro años y medio, el 25 de Mayo de 2003. El Presidente, que está sentado a mi izquierda, junto a todos los argentinos cambió en estos cuatro años y medio ese escenario que teníamos aquel 25 de Mayo. Lo hizo en nombre de sus convicciones que son las mías y las de muchísimos argentinos que siempre creímos en el país y en sus hombres y en sus mujeres, en el pueblo y en la Nación, palabras que tal vez en tiempos de la globalización no suenen bien o suenen raro al menos, pero a poco de conocer a los países con más desarrollo económico y social e indagar en las claves de su crecimiento y de su desarrollo, uno puede encontrar en la defensa irrestricta de sus propios intereses, como Estados y sociedades, la clave de ese avance, la clave de ese desarrollo.

Por eso, pueblo y nación en tiempos de globalización siguen más vigentes que nunca, representar los intereses de los argentinos. (APLAUSOS)

Puede tal vez parecer una paradoja, pero la diferencia de 22,25 puntos porcentuales que nuestra fuerza obtuvo con la que salió en segundo término, son casi los mismos 22,24 puntos que usted, Presidente, obtuvo por todo concepto en las elecciones de abril de 2003.

Usted, sentado en este mismo lugar, con más desocupados que votos, se propuso dar término a dos mandatos constitucionales: el que había sido iniciado el 10 de diciembre de 1999 por imperio de la voluntad popular y el que se había iniciado un 2 de enero por voluntad de esta misma Asamblea Legislativa, luego de los trágicos sucesos del 2001.

Ninguno de los dos mandatos constitucionales pudo cumplir los tiempos de la Constitución y usted pudo junto a todos los argentinos, revertir aquella sensación de frustración, de fracaso, de no poder que millones de argentinos sentíamos en esos días que corrían. Lo hizo en nombre de un proyecto político. Usted, después de todo, nunca fue un posmoderno; en tiempos de la posmodernidad, usted es un Presidente de la modernidad y me parece que yo también. (APLAUSOS)

Creemos firmemente en los proyectos políticos; creemos que es posible superar la individualidades que muchas veces con una frase pretendidamente escandalizadora pretenden ocupar, claro, lugares que demandan mucho más lugar si son ideas.

Siempre digo, una idea, una propuesta alternativa, seria, viable, realizable lleva mucho más que dos minutos de televisión o cinco centímetros en las columnas de los diarios. (APLAUSOS)

Las ideas, los proyectos es lo que triunfaron este 28 de Octubre. Yo no me engaño, nunca he creído en los triunfos personales e individuales, descreo profundamente de ellos, porque creo en las construcciones colectivas y la sociedad. Este último 28 de octubre precisamente convalidó, ratificó una construcción política, social y económica diferente, lo hicimos con todos los argentinos.

En el día de hoy, yo no quiero compartir con ustedes cifras o datos o venir a contar las cosas que hemos hecho en estos cuatro años y medio que han sido tan importantes, la renegociación, el pago del Fondo, la lucha sin tregua contra la desocupación, la indigencia, la pobreza en la que vamos obteniendo batallas y triunfos importantes, no el definitivo, porque siempre va a faltar la victoria definitiva mientras haya un pobre en la Patria. Esto lo tenemos muy claro. (APLAUSOS)

Pero quiero en esta tarde y en este lugar en el que estuve tantos años, reflexionar con ustedes acerca de lo que para mí son los cuatro capítulos fundamentales de este proceso que hemos iniciado el 25 de mayo de 2003 y que tiene en las instituciones, en la sociedad, en un modelo económico de acumulación con matriz diversificada e inclusión social y en nuestra inserción en el mundo, los cuatro ítems fundamentales: las instituciones.

Yo he pertenecido durante doce años a este Parlamento, he estado sentada en esas bancas como ustedes y con ustedes, como diputada y como senadora. Recuerdo madrugadas, fines de semanas enteros aquí sancionando el ajuste permanente; "lo pide el Fondo si no se acaba todo" era la frase que más escuchábamos en aquellos días. De allí de la política del ajuste permanente que caracterizó la década de los ´90 pasamos al otro Parlamento, al que aplaudía el default. De la hazaña del ajuste a la hazaña de no pagar.

Creo que, amigos y amigas senadores y diputados de todas las bancadas, hemos logrado recuperar el equilibrio, el rol constitucional que nos asigna precisamente nuestra Carta Magna, volver a ser unos los representantes del oficialismo, los otros los representantes de la oposición; cada uno cumpliendo el mandato popular que le ha conferido la ciudadanía pero volviendo a tener en el rol de senadores y diputados la libertad que no nos imponían desde el Fondo y que tal vez, desde el advenimiento de la democracia no habíamos tenido, porque si en los ´90 tuvimos la presión permanente sobre el Parlamento de los organismos multilaterales y también, de otros argentinos que creían que ese era el camino, porque ellos solos no podían, se hubieran encontrado otros argentinos que le hubieran dicho que no.

En los años ´80 también, arrancados a este mismo Parlamento, las leyes de Obediencia Debida y Punto Final, el poder militar o el partido militar que terminaba en las postrimerías del siglo XX al luego poder económico característico de los ´90 y de la globalización.

Creo sinceramente que hemos recorrido un largo camino en estos años de democracia y espero profundizar este rol del Congreso, donde podamos discutir y debatir sin adjetivaciones, sin agravios, con propuestas alternativas y viables, con memoria histórica de dónde viene cada uno, qué hizo cada uno y qué representó cada uno que es lo que nos da legitimidad para poder plantear una propuesta. (APLAUSOS)

Quiero decirles que tengo grandes esperanzas, porque creo que estamos reconstruyendo el sistema de decisión que priva la Constitución para todos sus poderes. El Presidente que está a mi izquierda lo hizo en la Casa Rosada, volvió a resituar la política como el instrumento válido para mejorar la calidad de vida de los ciudadanos y para torcer un destino que parecía incierto, que parecía casi maldito por momentos.

Curiosamente fue desde la política donde por primera vez en la República Argentina se empezó a gobernar sin déficit fiscal. Fue desde la política donde por primera vez se comenzó un proceso de desendeudamiento del país. Fue desde la política donde decidimos cancelar nuestras deudas con el Fondo Monetario Internacional, precisamente para tener nuestro modelo de acumulación con autonomía razonable en un mundo globalizado. Fue precisamente entonces desde la política y desde la Casa Rosada donde pudimos evidenciar que los argentinos podíamos porque empezábamos a creer en nosotros mismos. Y también de estos dos poderes, del Ejecutivo y del Poder Legislativo, saldamos una deuda que teníamos con los argentinos: dar una Corte Suprema de Justicia a los argentinos que no los avergonzara, honorable. (APLAUSOS)

Falta aún que también abordemos el resto del Poder Judicial en la reforma que necesariamente deberemos darle, para que la gente, la sociedad, los argentinos vuelvan a sentir a la Justicia como un valor reparador y equilibrador y que también será imprescindible en la reconstrucción del valor "seguridad" para todos los ciudadanos en momentos donde muchas veces resultan incomprensibles muchas decisiones que causan estupor en la ciudadanía que no alcanza a comprender en virtud de qué códigos, de qué principios o de qué leyes, se producen determinadas decisiones judiciales. (APLAUSOS)

Quiero que cuando discutamos estos temas lo hagamos en la misma manera de lo que decía hace unos instantes, todavía tengo presente la discusión que tuvimos durante el año 2005 cuando aprobamos la iniciativa de reforma del Consejo de la Magistratura que comenzó a tener vigencia hace ya más de un año.

Recuerdo los argumentos de muchos opositores y de los medios de comunicación, que no son lo mismo pero a veces se parecen bastante. (APLAUSOS) Y quiero decirles que aquellas profecías que se desgranaron en radio, en televisión, en río de tinta acerca de que íbamos a manipular la Justicia o perseguir a los jueces probos, resultó desestimada, no por otros discursos, sino por la realidad, por la práctica concreta de un nuevo Consejo de la Magistratura que por primera vez es presidido por un académico que precisamente no es de nuestro partido, y que además, a iniciativa de una consejera oficialista y con la aprobación de todos sus miembros, por primera vez los argentinos vamos a conocer las declaraciones juradas de los hombres y mujeres que deciden sobre nuestra vida, libertad y patrimonio. (APLAUSOS)

No es una cuestión menor, también espero que podamos colocar a todos los argentinos en pie de igualdad tributaria, de modo tal que no haya ningún argentino que no pague impuestos. Muchas veces cuando uno escucha algunas declaraciones precisamente de aquellos hombres que deben aplicar la ley y la Constitución, pero por sobre todas las cosas la garantía de la igualdad, porque si algo debe caracterizar el ejercicio de la democracia es la igualdad ante la ley, no solamente la libertad, es la libertad y la igualdad, la una sin la otra no funcionan. Y entonces cuando uno muchas veces escucha algunas declaraciones en cuanto a que esto no es posible, comprende muchas veces la desazón que envuelve a los ciudadanos y a las ciudadanas de a pie, como a mí me gusta llamarles.

Y en esta tarea de reconstruir institucionalidad, sistema democrático constitucional, creo que también ambos poderes del Estado, el Poder Ejecutivo, el Poder Legislativo y también la Corte Suprema de Justicia, los tres poderes del Estado, hemos finalmente derribado el muro de la impunidad y decretada la anulación de las leyes de Obediencia Debida, Punto Final e Indultos, hemos aportado a la construcción del sistema democrático. (APLAUSOS)

Yo espero que en estos cuatro años de mi mandato, estos juicios que han demorado más de treinta años en ser iniciados, puedan ser terminados. Tenemos la obligación desde el Ejecutivo, desde el Parlamento, desde la propia Corte Suprema de Justicia y de los Tribunales, de adoptar y diseñar los instrumentos que garantizando todos los derechos y garantías que otros argentinos no tuvieron, permitan finalmente enjuiciar y castigar a quienes fueron responsables del mayor genocidio de nuestra historia. (APLAUSOS)

Se lo debemos a quienes fueron las víctimas; se lo debemos a sus familiares, a las Abuelas, a las Madres, se lo debemos a los sobrevivientes que no pueden seguir estando sometidos a la tortura del relato permanente de la tragedia. Y se lo debemos también a las Fuerzas Armadas, para que de una vez y para siempre, en vistas al Bicentenario, se pueda separar la paja del trigo y entonces los argentinos podamos todos volver a mirarnos a la cara. (APLAUSOS)

Creo también que no solo las instituciones del Estado en sus tres poderes deben abordar la reconstrucción de este nuestro país, creo que también otros estamentos de la sociedad, empresariales, dirigenciales, medios de comunicación deben saber que el hecho de no integrar el espacio público gubernamental, no los exime también de la tarea y de la responsabilidad que a cada uno de aquellos argentinos que tiene un poco más de poder, bastante más poder -diría yo- que el resto de los ciudadanos, tienen también obligación moral de construir un país distinto.

Nos debemos también un relato diferente de nosotros mismos los argentinos, no autocomplacencia, no de ocultamiento, pero sí el necesario reconocimiento a los logros obtenidos y, en todo caso, a marcar lo que falta, pero reconocer lo que se ha logrado.

También creo que la sociedad es parte importante. No se puede cambiar un país únicamente con un buen gobierno en sus tres poderes. Para cambiar un país hace falta un buen gobierno y una buena sociedad, donde cada uno de los ciudadanos sepa que todos los días cuando toma decisiones, está también construyendo el modelo de sociedad en la que quiere vivir.

Debemos interpelarnos cada uno de nosotros, más allá de los lugares que ocupemos, como ciudadanos qué hacemos todos los días para ser un poco mejores y entonces vivir en un país mejor. Esto no significa diluir responsabilidades, sino simplemente que cada uno se haga cargo de la que le corresponde en la construcción de una sociedad diferente. Pero instituciones y sociedad solo se reconocen cuando pueden lograr objetivos de mejorar la calidad de vida de la gente.

Quiero poner entonces, en este nuevo modelo económico de matriz diversificada, de acumulación con inclusión social que se ha puesto en marcha la clave para los tiempos que vienen; un modelo que, reconoce en el trabajo, en la producción, en la industria, en la exportación, en el campo, la fuerza motriz que ha permitido que millones de argentinos vuelvan a recuperar no solo el trabajo, sino además las esperanzas y las ilusiones de que una vida mejor es posible.

Creo que debemos superar ese tabú histórico que siempre hubo entre todos los argentinos de que si el modelo era la industria, de que si el modelo era el campo. Creo que podemos y lo estamos demostrando que en un modelo de acumulación campo e industria tienen sinergia.

Siempre digo, me encantaría vivir en un país donde los mayores ingresos tal vez los produjera la industria. Seguramente estaríamos viviendo en los grandes países desarrollados, donde la industria siempre ha subsidiado al campo. Pero este es el modelo que se eligió muchas veces en el siglo pasado y de lo que se trata entonces es de consensuar esencialmente la profundización de este modelo que nos ha permitido mejorar sustancialmente la calidad de vida de los argentinos. Y aquí hay roles importantes que cumplir, el acuerdo al que hemos hecho mención permanente durante toda nuestra campaña y que no es un acuerdo de precios y salarios. Yo no he venido a ser Presidenta de la República para convertirme en gendarme de la rentabilidad de los empresarios; que se olviden. (APLAUSOS) Tampoco he venido a ser Presidenta para convertirme en parte de alguna interna sindical o política. Tampoco, tampoco. (APLAUSOS)

El acuerdo del que hablo es el acuerdo de las grandes metas, de los grandes objetivos, cuantificables, verificables y luego iremos por sector y por actividad analizando cuál es más competitivo, cuál nos puede dar mejor ventaja, dónde se necesita inversión, dónde innovación tecnológica. Tampoco es casual la decisión de haber elevado a rango de ministerio a la investigación y la tecnología. Creo que allí está la clave o una de las claves para que la competitividad no solamente sea por el tipo de cambio, sino también por la innovación y la investigación. Esto lleva tiempo, esfuerzo, perseverar en los objetivos. Nadie puede hacer las cosas en dos o tres años.

Se trata entonces de poder sentar las bases de acumulación para que luego las elecciones democráticas que marca la Constitución no signifiquen que cada cuatro años los argentinos cambiamos de modelo económico y en una política pendular terminamos frustrando todo. Nadie puede vivir cada cuatro años cambiando absolutamente todo. Siempre hay que cambiar las cosas que se han hecho mal o hacer las que no se han podido hacer, pero rescatando y profundizando las que se hicieron bien. Este tipo de discusión, este tipo de debate es, el que creo, nos debemos todos los argentinos.

En los roles también está el del Estado, el de un Estado que ha decidido colocar a la educación como el otro eje fundamental de transformación y de agregar competitividad. El Presidente que está a mi izquierda y yo somos hijos de la escuela pública y de la universidad pública y gratuita. No es casualidad, no somos hijos de personas con mucho dinero, somos hijos de trabajadores y él es Presidente y yo soy Presidenta; somos eso, producto de la educación pública.

Pero también quiero decir que aquella educación pública no es la de hoy. Quiero decirlo con valentía porque lo siento. Yo me eduqué en una escuela donde había clases todos los días, donde los maestros sabían más que los alumnos, donde nosotros teníamos que estudiar todo el día para poder aprobar y pasar (APLAUSOS), porque creíamos en el esfuerzo, porque creíamos en el sacrificio. Lo recuerdo como si fuera hoy, seguramente mi madre aquí también me recuerda, horas sentada estudiando. Porque no hay financiamiento estatal que valga. Podemos destinar no seis puntos del Producto Bruto, podemos destinar diez, pero si no hay capacitación y formación docente, si los alumnos no estudian, si la familia no se hace cargo, en fin si todos no trabajamos y nos esforzamos y cooperamos en lograr el bien común, va a ser muy difícil no solamente lograr una mejor calidad de educación sino también seguramente un mejor país. Y a eso los convoco a todos, a los padres, a los alumnos, a los docentes, a una escuela pública diferente. (APLAUSOS)

Debemos encontrar aquellos que siempre hemos defendido a la educación pública, porque además, hoy, cuando se producen brechas de equidad en la sociedad son precisamente los sectores más vulnerables, los más pobres los que van a la escuela pública. Los que tienen plata pueden mandar a sus hijos a una universidad privada o a un colegio privado. Los que no tienen nada los mandan cuando pueden a la escuela pública, entonces todos los que formamos y forman parte de la escuela pública debemos encontrar formas dignas de lucha por los derechos que cada uno tiene pero esencialmente defendiendo con inteligencia a la escuela pública. (APLAUSOS) Porque muchas veces con grandes objetivos, grandes discursos y grandes ideales hemos llegado a grandes fracasos. Mi generación de eso puede dar cátedra. Quiero entonces convocar precisamente para esta tarea que nos debemos todos los argentinos.

Un Estado también que coloque a la infraestructura económica y social como otro de los ejes de la inversión y del desarrollo de la actividad económica, como lo hemos hecho en estos últimos cuatro años y medio donde estamos transformando el país. Pueden dar fe de ello los gobernadores que hoy nos acompañan, de todos los partidos políticos y el Presidente que está sentado a mi izquierda. Es casualidad no más que esté sentado a mi izquierda porque yo lo he repetido varias veces, no sea que se lo crea. (APLAUSOS)

Creo que esta gestión ha dado muestra suficiente de que no se ha reparado cuál era el origen partidario o ideológico del gobernador o del intendente. Creemos profundamente en la transformación, en el hacer y en el trabajar y hemos fructificado uniéndonos a hombres y mujeres de distinta pertenencia partidaria con un solo objetivo: cumplir con el mandato popular. No nos votan para que nos peleemos entre nosotros. Nos votan para que trabajemos por ellos, los ciudadanos y las ciudadanas. (APLAUSOS) Esto creo, es lo que también tenemos que hacer para mejorar la movilidad social ascendente que ha sido precisamente lo que ha caracterizado a este país dándonos una poderosa clase media y que permite que hijos de trabajadores puedan llegar a la Primera Magistratura del país. Ese es el país que tenemos que reconstruir los argentinos, reconociéndonos -es cierto- en nuevos instrumentos y en nuevas políticas, porque vivimos también en un mundo diferente y de esto finalmente es de lo que quiero hablar, de nuestra inserción en el mundo.

Ayer, en el Salón Blanco de la Casa de Gobierno tuve la fotografía que creo que es la fotografía de nuestra historia, de nuestros orígenes, de nuestros intereses. Allí, el Presidente del Brasil que hoy nos acompaña, el Presidente de Ecuador, el Presidente de Paraguay, el Presidente de Bolivia, el Presidente de Venezuela junto a nuestro Presidente (APLAUSOS) firmaban el Acta Fundacional de lo que espero sea un instrumento para la transformación económica y social de nuestros pueblos. Esta es nuestra Casa la América latina que también tiene nombre de mujer (APLAUSOS) y que no significa que nos neguemos al mundo, el MERCOSUR, nuestro espacio al que esperamos que se incorpore a la brevedad Venezuela para cerrar la ecuación energética de América latina (APLAUSOS), porque alimentos y energía serán la clave de un futuro que ya está aquí en la puerta, que no es tan lejano.

Quiero también agradecer la presencia del Presidente de la República Oriental del Uruguay, el doctor Tabaré Vázquez (APLAUSOS) Quiero decirle con toda la sinceridad que siempre he tenido en toda mi práctica política, que no va a tener de esta Presidenta un solo gesto que profundice las diferencias que tenemos, pero también con la misma sinceridad quiero decirle que esta situación que hoy atravesamos no nos es imputable. Porque más allá de medidas que muchas veces podemos no compartir, lo cierto es que nosotros nos hemos presentado en la Corte Internacional de La Haya porque se ha violado el Tratado del Río Uruguay al instalar las pasteras. (APLAUSOS)

Este y no otro es el conflicto; resituar el conflicto requiere también un ejercicio de sinceridad por parte de todos nosotros que no significa ahondar la diferencia; simplemente saber cuál es la diferencia para darle gobernabilidad a esa conflictividad hasta tanto resuelva como corresponde a los Estados de derecho el Tribunal Jurídico Internacional que ambos pactamos en el caso de controversias. Esta es hoy la situación pero sepan compatriotas del Uruguay, de la Patria Grande, que lo sentimos los argentinos y lo vamos a sentir siempre nuestros hermanos. Que de esto no haya ninguna duda. (APLAUSOS)

Quiero también hacerme eco del llamado al Presidente de la República Argentina por parte del señor Presidente de la República de Francia, Nicolás Sarkozy, para que colaboremos en la negociación o en lo que podamos hacer en cuanto a lograr la liberación de la ciudadana franco-colombiana Ingrid Betancourt cuya madre hoy también nos acompaña aquí. (APLAUSOS)

Quiero comprometer el esfuerzo de nuestra diplomacia, el esfuerzo de nuestro país y también solicitar a Dios ilumine al señor Presidente de la hermana y querida República de Colombia para poder alumbrar a una solución que exige el derecho humanitario internacional, sin que esto signifique inmiscuirnos de ningún modo en cuestiones internas de otro país. Pero creo que hay un derecho humanitario internacional que amerita que pongamos todo el esfuerzo, toda la voluntad posible para no llegar demasiado tarde. Allí estará la Argentina ayudando en todo lo que sea posible para lograr una solución.

Finalmente, queremos en este mundo global también fijar nuestra posición en cuanto a una necesidad imperiosa, la reconstrucción del multilateralismo. Un mundo unilateral es un mundo más inseguro, más injusto.

Hemos vivido los argentinos dos veces, en 1992 y 1994, los ataques del terrorismo global. La lucha en la que estamos comprometidos contra ese terrorismo tampoco nos debe llevar a justificar que por temor al terrorismo global incurramos en la violación global de los derechos humanos. No creo en esa ecuación. (APLAUSOS) No lo creo por convicción y no lo creo por estrategia política en la lucha contra el terrorismo. Creo que, por el contrario, es una estrategia que abona y que es absolutamente funcional a los objetivos que ellos pretenden lograr.

Por eso creo que es no solamente de gente sensible ante la condición humana, sino inteligente adoptar metodologías que precisamente no conlleven ningún tipo de violación a los derechos humanos.

Quiero también reafirmar, una vez más, nuestro reclamo irrenunciable e indeclinable a la soberanía sobre nuestras Islas Malvinas (APLAUSOS) y llamamos al país ocupante, que en todos los foros internacionales luce como adelantado y respetuoso, que hay una situación de enclave colonial aquí denunciada ante Naciones Unidas y que es hora de volver a cumplir el mandato de esas mismas Naciones Unidas de las que todos formamos parte. (APLAUSOS)

Creo entonces que la reconstrucción de la multilateralidad es un poco más seguro, porque bueno es decirlo las cosas han cambiado de tal modo que no solamente la multilateralidad sino la equidad serán las que permitirán vivir en un mundo más seguro.

Para terminar, quiero convocar a todos los hombres y mujeres de mi país, a los jóvenes, a los ciudadanos, a las ciudadanas, a las que nos votaron y a los que no lo hicieron, porque en definitiva hoy estamos representando los intereses de todos, quiero hacerlo también desde mis convicciones, ustedes lo saben, como quien se va, como el Presidente formamos parte y muchos de ustedes también de los que están aquí sentados, que no somos marcianos ni Kirchner ni yo, somos miembros de una generación que creyó en ideales y en convicciones y que ni aún, ante el fracaso y la muerte perdimos las ilusiones y las fuerzas para cambiar al mundo. (APLAUSOS)

Tal vez, estemos un poco más modestos y humildes. En aquellos años soñábamos con cambiar el mundo, ahora nos conformamos con cambiar este nuestro país, nuestra casa. (APLAUSOS)

Sé que faltan muchas cosas, sé que tendremos que corregir otras. Estoy convencida de que lo vamos a poder hacer con el esfuerzo y el trabajo de todos los argentinos. También -porque saben, que la sinceridad es uno de mis datos proverbiales- sé que tal vez me cueste más porque soy mujer, porque siempre se puede ser obrera, se puede ser profesional o empresaria, pero siempre nos va a costar más. Estoy absolutamente convencida. (APLAUSOS)

Pero creo tener la fuerza para poder hacerlo y además el ejemplo, el ejemplo no solamente de Eva que no pudo, no pudo, tal vez ella lo merecía más que yo, el ejemplo de unas mujeres que con pañuelo blanco se atrevieron donde nadie se atrevía y lo hicieron. (APLAUSOS) Ese era el ejemplo de ellas, de las Madres y de las Abuelas, de las Madres y de las Abuelas de la Patria. (APLAUSOS) Ese era el ejemplo de ellas y también de nuestros próceres, de Mariano Moreno, de San Martín y de Belgrano.

Quiera Dios y me ilumine para que me equivoque lo menos posible, que me ayude a escuchar, que me ayude a decidir. Lo voy a hacer como siempre he hecho todas las cosas que he emprendido en mi vida: con mis convicciones, con mis ideas y, por sobre todas las cosas, con mi inmenso y eterno compromiso con la Patria.

Muchas gracias. (APLAUSOS)

martes, 4 de diciembre de 2007

ALGUNAS EXPERIENCIAS EN LA HISTORIA DE NUESTRO PARTIDO (MAO TSE TUNG, 25 de septiembre de 1956)

El imperialismo norteamericano es enemigo de ustedes, enemigo también de nosotros y enemigo de todos los pueblos del mundo. A él se le hace más difícil intervenir en nuestros asuntos que en los de ustedes. Una de las razones es que los Estados Unidos están muy lejos de nosotros. Sin embargo, el imperialismo norteamericano ha extendido hasta muy lejos sus tentáculos, hasta nuestro territorio de Taiwán, Japón, Sur de Corea, Sur de Viet Nam, Filipinas y otros lugares. Estados Unidos tiene tropas acantonadas en Inglaterra, Francia, Italia, Islandia y Alemania Occidental y ha establecido bases militares en África del Norte y el Cercano y Medio Oriente. Ha extendido sus tentáculos por todo el mundo. Es un imperialismo de carácter mundial. Es un maestro por lo negativo para los pueblos del mundo entero. Estos deben unirse, ayudarse mutuamente y cortarle los tentáculos adonde quiera que lleguen. Cada vez que le cortemos uno de sus tentáculos, nos sentiremos un poco más a gusto.

Antes, China fue también un país oprimido por el imperialismo y el feudalismo, y nuestra situación ha sido muy semejante a la de ustedes. Que en un determinado país la población rural sea numerosa y haya fuerzas feudales, tiene su lado negativo, pero es, a la vez, una cosa buena para la revolución dirigida por el proletariado, pues nos brinda una amplia fuerza aliada, que es el campesinado. En la Rusia anterior a la Revolución de Octubre, era muy grave la presencia del feudalismo; pero, gracias al apoyo de las grandes masas campesinas, el Partido bolchevique llevó la revolución a la victoria. Y esto es todavía más cierto en el caso de nuestro país. China es un país agrícola, con más de quinientos millones de sus habitantes ubicados en las zonas rurales. En el pasado, hicimos la guerra apoyándonos principalmente en los campesinos. Hoy, si la burguesía urbana de nuestro país se ha sometido rápidamente a la transformación socialista, es porque los campesinos ya están organizados y la agricultura, cooperativizada. De ahí la extraordinaria importancia del trabajo del Partido entre los campesinos.

A mi juicio, en los países donde es grave la presencia del feudalismo, el partido político proletario debe ir a las zonas rurales en busca de los campesinos. Pero, si los intelectuales que van allí adoptan una actitud incorrecta, no podrán ganarse su confianza. Los intelectuales de la ciudad conocen poco de las cosas del campo y de la psicología de los campesinos, de modo que no saben dar una solución muy adecuada al problema campesino. Según nuestra experiencia, no se puede conquistar la victoria a menos que, en el curso de un período muy largo, nos identifiquemos verdaderamente con los campesinos y los convenzamos de que luchamos en su beneficio. No se debe, en absoluto, pensar que ellos van a creer en nosotros de un día para otro. Tengan bien presente que no basta dar alguna ayuda a los campesinos para que depositen su confianza en nosotros.

El campesinado es el aliado principal del proletariado. En un principio, tampoco nuestro Partido comprendió la importancia del trabajo entre los campesinos, y por eso puso en el primer lugar el trabajo urbano y, en el segundo, el trabajo rural. A mi modo de ver, los Partidos de algunos países asiáticos, como el de la India y el de Indonesia, no han hecho bien el trabajo rural.

Al comienzo, nuestro Partido no tuvo éxito en su trabajo entre los campesinos. Los intelectuales tenían cierto aire, justamente el aire de intelectuales. Con tal aire, no querían ir al campo y lo despreciaban. Los campesinos, a su vez, no los miraban con buenos ojos. Por otro lado, nuestro Partido no había encontrado aún los métodos para lograr una comprensión del campo. Más tarde, cuando fuimos allí de nuevo, encontramos esos métodos, hicimos un análisis de las clases en el campo y llegamos a conocer cuáles eran las reivindicaciones revolucionarias de los campesinos.

En un primer período, no teníamos una idea clara de lo que era el campo. Por aquel entonces, la línea oportunista de derecha de Chen Tu-siu hizo que se abandonara a este principalísimo aliado, el campesinado. Muchos de nuestros camaradas veían el campo como una cosa plana en lugar de verlo en sus tres dimensiones, es decir, no sabían ver el campo desde el punto de vista clasista. Sólo más tarde, habiendo llegado a comprender el marxismo, empezaron a enfocar el campo desde el punto de vista clasista. Se dieron cuenta entonces de que el campo no era una cosa plana, sino que allí había ricos y pobres, e incluso gente pobrísima, que allí la población se dividía en asalariados agrícolas, campesinos pobres, campesinos medios, campesinos ricos y terratenientes. En este período hice un estudio del campo y abrí escuelas del movimiento campesino en las que dimos varios cursos sucesivos, pero mi comprensión de este problema no era profunda, aunque sabía algo de marxismo.

Vino luego el segundo período. Aquí tenemos que agradecer a ese excelente maestro nuestro que es Chiang Kai-shek. Nos lanzó al campo. Ese fue un período muy largo, diez años de guerra civil, diez años de lucha contra él, y eso nos obligó a hacer un estudio del campo. En los primeros años de ese decenio, todavía no pudimos conocer muy a fondo el campo y fue sólo más tarde cuando llegamos a conocerlo mejor adquiriendo una comprensión más o menos profunda. En ese período, las tres líneas oportunistas de "izquierda", representadas por Chü Chiu-pai, Li Li-san y Wang Ming, acarrearon pérdidas muy grandes a nuestro Partido, y sobre todo la línea oportunista de "izquierda" de Wang Ming le hizo perder la gran mayoría de sus bases de apoyo en el campo.

Llegamos luego al tercer período, el de la Guerra de Resistencia contra el Japón. Al invadirnos el imperialismo japonés, suspendimos la guerra con el Kuomintang y pasamos a la guerra contra este imperialismo. En ese entonces, nuestros camaradas pudieron ir abiertamente a las ciudades de las zonas dominadas por el Kuomintang. Wang Ming, que había cometido errores propios de una línea oportunista de "izquierda", incurrió esta vez en errores propios de una línea oportunista de derecha. Antes había ejecutado la política ultraizquierdista de la Internacional Comunista, y ahora pasaba a aplicar una política ultraderechista. Para nosotros, él es también un excelente maestro por lo negativo, que ha educado a nuestro Partido. Tenemos otro excelente maestro por lo negativo, que es Li Li-san. El principal error que cometieron ellos en su tiempo fue el dogmatismo, la copia mecánica de las experiencias extranjeras. Nuestro Partido liquidó cuentas con las erróneas líneas representadas por ellos y encontró realmente el camino de integración de la verdad universal del marxismo-leninismo con las condiciones concretas de China. Esto hizo posible que en el cuarto período, cuando Chiang Kai-shek desencadenó su ofensiva contra nosotros, lo derribáramos y fundáramos la República Popular China.

La experiencia de la revolución china, que consiste en crear bases de apoyo en las zonas rurales, utilizar el campo para rodear las ciudades y finalmente tomarlas, no necesariamente es aplicable para muchos de sus países, pero puede servirles de referencia. Les aconsejo a ustedes que tengan mucho cuidado de no copiar mecánicamente la experiencia china. La experiencia de cualquier país extranjero sólo puede servir de referencia y no debe ser tomada como dogma. Es imperativo integrar estos dos aspectos: la verdad universal del marxismo-leninismo y las condiciones concretas del propio país.

Si uno quiere ganarse a los campesinos y apoyarse en ellos, debe hacer una investigación sobre el campo. El método consiste en investigar una, dos o varias aldeas y, en el término de unas semanas, adquirir una clara idea sobre las fuerzas de clase, la situación económica, las condiciones de vida y otros problemas del campo. Un dirigente principal como el secretario general del Partido debe ocuparse personalmente de este trabajo yendo a conocer una o dos aldeas; debe tratar de encontrar el tiempo para ello, pues bien vale la pena. Aunque son muchos los gorriones, no hay necesidad de examinar a cada uno de ellos; basta con hacer la disección de uno o dos. Cuando el secretario general ha investigado una o dos aldeas y está al tanto de las cosas, puede ayudar a sus camaradas a conocer el campo y a adquirir una clara idea de las condiciones concretas reinantes allí. Tengo la impresión de que los secretarios generales de los Partidos de muchos países no conceden importancia a la disección de uno o dos "gorriones"; de entender, algo entienden del campo, pero no profundamente, y por eso sus instrucciones no concuerdan mucho con las condiciones del campo. Los camaradas responsables de los organismos dirigentes del Partido, incluidos los de los niveles nacional, provincial y distrital, deben también investigar personalmente una o dos aldeas, hacer la disección de uno o dos "gorriones". Esto es lo que se llama "anatomía".

Hay dos maneras de investigar: Una consiste en ver las flores desde un caballo al trote y la otra, en desmontar para ver las flores. Viendo las flores desde un caballo al trote, uno no puede lograr un conocimiento profundo de ellas, pues ¡son tan abundantes! Ustedes, que han venido a Asia desde América Latina, lo que están haciendo es ver las flores desde un caballo al trote. Pero en sus países hay tantas flores que es muy poco darles una mirada y luego marcharse; se necesita entonces acudir a la segunda manera: desmontar para ver las flores, observándolas minuciosamente, analizando una "flor" o haciendo la disección de un "gorrión".

En los países que sufren la opresión imperialista, hay dos tipos de burguesía: la burguesía nacional y la burguesía compradora. ¿Existen estos dos tipos de burguesía en sus países? Seguramente en todos ellos existen.

La burguesía compradora es siempre lacaya del imperialismo y blanco de la revolución. Ella se desglosa, a su vez, en diferentes sectores dependientes de diversos grupos monopolistas: los de Estados Unidos, Inglaterra, Francia y otros países imperialistas. En la lucha contra los sectores de la burguesía compradora, hay que utilizar las contradicciones interimperialistas y enfrentar primero a uno de esos sectores, golpeando al enemigo principal del momento. Por ejemplo, en el pasado, la burguesía compradora china tenía un sector proinglés, otro pronorteamericano y otro projaponés. Durante la Guerra de Resistencia contra el Japón, explotamos las contradicciones entre Inglaterra y los Estados Unidos, por un lado, y el Japón, por el otro, para echar abajo primero a los invasores japoneses y al sector de la burguesía compradora que dependía de ellos. Luego pasamos a combatir a las fuerzas agresoras de los Estados Unidos e Inglaterra y a derribar los sectores pronorteamericano y proinglés de la burguesía compradora. Dentro de la clase terrateniente también hay fraccionas. Entre los terratenientes, los más reaccionarios representan una minoría y, cuando se los golpea, no hay que revolver con ellos a los que son patriotas y están en favor de la lucha contra el imperialismo. Es preciso, además, hacer una distinción entre los terratenientes grandes y los pequeños. No se debe asestar golpes a un mismo tiempo a demasiados enemigos, sino a un pequeño número, e incluso de entre los grandes terratenientes hay que dirigir el golpe sólo contra el reducido número de los más reaccionarios. Golpear a todos a la vez parece muy revolucionario, pero en realidad causa mucho daño.

La burguesía nacional es nuestra contrincante. En China hay un proverbio que reza: "Los contrincantes se encuentran siempre." La experiencia de la revolución china enseña que es necesario tratar con prudencia a la burguesía nacional. Ella es contraria a la clase obrera y, al mismo tiempo, contraria al imperialismo. En vista de que nuestra tarea principal reside en luchar contra el imperialismo y el feudalismo y que sin haber derribado a estos dos enemigos el pueblo no puede emanciparse, debemos esforzarnos por hacer que la burguesía nacional luche contra el imperialismo. Esta no tiene interés en la lucha contra el feudalismo, porque mantiene estrechos vínculos con la clase terrateniente. Además, oprime y explota a los obreros. Por lo tanto, debemos luchar contra ella. Sin embargo, con el propósito de lograr que combata junto con nosotros al imperialismo, nuestra lucha contra ella no debe ir más allá de lo conveniente, debe librarse con razón, con ventaja y sin sobrepasarse. Valga decir, al librar la lucha, debemos contar con la razón, tener la seguridad de vencer y no sobrepasarnos una vez alcanzada determinada victoria. De ahí la necesidad de investigar la situación de ambas partes, tanto la de los obreros como la de los capitalistas. Si sólo conocemos a los obreros y desconocemos a los capitalistas, no sabremos cómo celebrar negociaciones con éstos. En este terreno también hace falta investigar ejemplos típicos, hacer la disección de uno o dos "gorriones"; igualmente es menester emplear los dos métodos, el de ver las flores desde un caballo al trote y el de desmontar para ver las flores.

En todo el período histórico de la lucha contra el imperialismo y el feudalismo, debemos ganarnos a la burguesía nacional y unirnos con ella para que se coloque del lado del pueblo y combata al imperialismo. Después de terminada en lo fundamental la tarea de la lucha antiimperialista y antifeudal, todavía tenemos que mantener la alianza con ella durante un determinado tiempo. Esta manera de proceder es favorable para enfrentar la agresión imperialista, desarrollar la producción y estabilizar el mercado, así como para ganarnos y remodelar a los intelectuales burgueses.

Ustedes no han conquistado todavía el Poder y están preparándose para tomarlo. Frente a la burguesía nacional, se debe seguir la política de "unidad y lucha". Hay que unirse con ella en la lucha común contra el imperialismo y apoyar todos sus actos y palabras antiimperialistas, y asimismo luchar en Forma adecuada contra todos sus actos y palabras reaccionarios, opuestos a la clase obrera y al Partido Comunista. Es erróneo limitarse a un solo lado: Mera lucha sin unidad es error de "izquierda", y mera unidad sin lucha, error de derecha. Ambos errores los cometió nuestro Partido, y la experiencia fue dolorosa. Luego, resumimos estos dos tipos de experiencia y adoptamos la política de "unidad y lucha", luchando contra la burguesía nacional cuando era necesario y uniéndonos con ella cuando era posible. El objetivo de esta lucha era unirnos con la burguesía nacional para conquistar la victoria sobre el imperialismo.

En los países víctimas de la opresión imperialista y feudal, el partido político del proletariado debe tomar en sus manos la bandera de la lucha nacional, darse un programa de unión nacional y unirse con todas las fuerzas unibles, exceptuando, desde luego, a los lacayos del imperialismo. Debemos dejar ver a todo el pueblo cuán patriota es el Partido Comunista, cómo ama la paz y cómo quiere la unión nacional. Actuar así contribuirá a aislar al imperialismo y sus lacayos, aislar a los grandes terratenientes y la gran burguesía.

Los comunistas no deben tener miedo a cometer errores. Los errores tienen doble carácter. Por un lado, perjudican al Partido y al pueblo y, por el otro, son buenos maestros, pues educan muy bien al Partido y al pueblo, lo que es beneficioso para la revolución. El fracaso es madre del éxito. Si el fracaso no tuviera ventajas, ¿cómo podría ser madre del éxito? Cuando se ha cometido demasiados errores, necesariamente las cosas pasan a su lado opuesto. Esto es marxismo. "Una cosa se convierte en su contrario cuando llega al extremo"; cuando los errores se han amontonado, no se hará esperar la llegada de la luz.

lunes, 19 de noviembre de 2007

20 de noviembre - Aniversario del Combate de Vuelta de Obligado - Día de la Soberanía Nacional

"Vamos a asistir a uno de los más bellos y heroicos hechos de nuestra historia. La escuadra aliada va a subir por el Paraná. Rosas, que lo tiene previsto, ha venido preparándose para obstruir el paso. Dirigirá la defensa el General Lucio Mansilla, a quien Rosas le viene dando instrucciones. En su carácter de comandante interino del departamento del Norte, ha formado un pequeño ejército con gente de la comarca. Ha instalado baterías en las barrancas de Obligado. Algunas están a veinte metros de altura sobre el río. De orilla a orilla del Paraná, que allí tiene un ancho de ochocientos metros, han anclado los cascos de veinticuatro pontones que sostienen tres gruesas cadenas. Banderas argentinas sobre los pontones y dos mil quinientos soldados en las barrancas. Ha construido parapetos de barro, anchos de más de dos metros, para defender a las treinta y cinco piezas de artillería y ocultarlas. Hay mucho patriotismo y pocas municiones".

"Es el 20 de noviembre. Los grandes barcos de 'la misión de paz' se acercan. Las dos márgenes aparecen llenas de hombres vestidos de colorado. Son las nueve y media de la mañana. Himno Nacional. ¡Oíd mortales el grito sagrado! Un unánime y ardiente '¡Viva la patria!' lo termina. Tambores argentinos resuenan en la mañana de oro. ¡Fuego contra los infames agresores! De la parte de los patriotas salen proyectiles macizos, balas de las metrallas, cohetes a la Congreve. Pero los enemigos tienen ochenta y ocho cañones, todos de gran calibre. Y pasa la mañana en medio de la lucha heroica. Mansilla la dirige. A las cinco de la tarde termina el combate. Los buques extranjeros han logrado abrirse paso. Sus marineros y soldados desembarcan. Mansilla dirige personalmente una carga a la bayoneta para defender las baterías. Han muerto ciento cincuenta argentinos y han sido heridos noventa. Han caído también algunas mujeres que atendían los heridos. Un diario montevideano, sin embargo, declara que 'nunca, desde la paz napoleónica, hallaron franceses e ingleses tan heroica resistencia'. Toda la América admira el coraje y el patriotismo de los hombres de Rosas. La figura americana del Restaurador se agiganta. ¿Ha sido suya la idea de ponerle cadenas al río? Así nos autoriza a creerlo la carta que el jefe del puerto de Buenos Aires le escribe a Oribe por orden de Rosas, en la que le anuncia el cierre del Paraná. De cualquier modo, él no lo ha hecho con la esperanza del triunfo, sino como una afirmación simbólica del cierre de los ríos, como una afirmación de nuestro tenaz empeño de resistir hasta la muerte, de ser independientes y libres. A todo esto se preguntará: ¿y los Estados Unidos?, ¿y la doctrina de Monroe? Los Estados Unidos, por esos días, están ocupados en robarle a Méjico el inmenso territorio de Tejas... "

Texto extraído de Vida de Don Juan Manuel de Rosas, de Manuel Gálvez.

lunes, 5 de noviembre de 2007

Compañera, Camarada y Compatriota Cristina Fernández de Kirchner (Hugo Chávez)

Compañera, Camarada y Compatriota
Cristina Fernández de Kirchner
Presidenta Electa de la República Argentina

Querida Cristina, amiga mía: Compañera Presidenta,
Con el más hondo sentimiento de júbilo, saludo la gran victoria popular del 28 de octubre de 2007 como la más hermosa reafirmación colectiva y soberana de la Argentina que llevo y llevaré siempre en el corazón. Hablo en nombre de mi Pueblo, este Pueblo venezolano que ama entrañablemente al Pueblo argentino y que ha hecho suya vuestra victoria.

En una carta del 11 de septiembre de 1848 dirigida al General Ramón Castilla, San Martín habla de sí mismo de esta forma: Una reunión de americanos en Cádiz, sabedores de los primeros movimientos acaecidos en caracas, Buenos Aires, etc., resolvimos regresar cada uno al país de nuestro nacimiento, a fin de prestarle nuestros servicios en la lucha, pues calculábamos se había de empeñar. José de San Martín volvió a América, su América, en 1812, porque sintió el llamado en lo más íntimo de su alma y poseyó la suficiente fuerza de carácter como para no desoírlo. Nuestro compromiso, tú lo sabes, está en sentir ese llamado en lo más íntimo del alma, cada día, y tener la fuerza de carácter para oírlo y obedecerlo: es el compromiso que nos exigen nuestros Pueblos.

El gran Pueblo argentino votó por la continuidad del proceso de liberación nacional que comenzó en el año 2003 con el liderazgo del compañero Néstor Kirchner. Un proceso de liberación nacional firmemente arraigado en la memoria histórica: nada ni nadie pudo borrar al peronismo como encarnación de la esperanza popular y como expresión combativa del anhelo de justicia e igualdad de los descamisados.

Es por eso que el luminoso 28 de octubre de 2007 es un día de victoria para Mi general Perón: Perón ha seguido ganando batallas tras su desaparición física y estoy seguro que las seguirá ganando de cara al porvenir. El peronismo contemporáneo ha sabido recoger su bandera para retomar, con coraje y lucidez, el camino de la construcción de una Patria real y verdaderamente libre, real y verdaderamente soberana.

Recuerdo, ahora, aquellas 20 verdades que constituyen la matriz ideológica del ideario peronista y que fueron dadas a conocer por el General Perón el 17 de octubre de 1950. Recuerdo, sobre todo, la última de ellas porque creo que es la clave que le da sentido a todas: En esta tierra lo mejor que tenemos es el Pueblo. Esta inmensa verdad ha sido demostrada y ratificada, una vez más, el 28 de octubre.

Le tocó a Néstor abrir el camino para dejar atrás, definitivamente atrás, la larga noche neoliberal, recogiendo e interpretando el clamor insurgente del Argentinazo: merece y merecerá todo el reconocimiento por ello. Estoy plenamente seguro que con tu liderazgo, el proceso de liberación nacional seguirá avanzando a paso de vencedoras y vencedores.

Cristina:
Celebrar contigo esta victoria popular de Argentina es celebrar y honrar la viva presencia de Evita en el sentimiento nuestroamericano. Por esta razón hoy quiero recordar, junto a ti, unas palabras que pronunciara el 27 de enero de 1947: La mujer debe afirmar su acción. La mujer debe optar. La mujer, resorte moral de un hogar, debe ocupar su quicio, en el complejo engranaje social de un pueblo. Lo pide una necesidad nueva de organizarse, en grupos más extendidos y remozados. Lo exige en suma, la transformación del concepto de la mujer, que ha ido aumentando sacrificadamente el número de sus deberes, sin pedir el mínimo de sus derechos.

Me atrevo a decir, entonces, que tu rotundo triunfo electoral no es otra cosa que la esperada afirmación –esperada desde siempre- de la acción de todas las mujeres argentinas: el comienzo de la transformación de un concepto que, para que sea tal, ha de fundarse en el merecido lugar que le corresponde en el complejo engranaje social del Pueblo, y hacer valer, ahora sí, el máximo de sus derechos. A menos no puede aspirar la mujer argentina, como tú bien lo has dicho: Sé que podemos desarrollar una gran tarea por nuestras aptitudes especiales por haber sido ciudadanas de lo privado y de lo público, por haber articulado el mundo de la familia y de la militancia. Y por haber hecho bien las dos cosas.

Necesario es reconocerlo: Argentina y Venezuela todavía están pagando las consecuencias de un modelo político, económico y social desastroso y excluyente y que, por tanto, tenía que hacer caer todo el peso del desastre y la exclusión en la mujer. Me refiero al neoliberalismo. No es extraño, entonces, que a partir de la imposición del modelo económico neoliberal en todo el mundo es cuando comienza a hablarse de feminización de la pobreza. Si la pobreza tiene rostro de mujer, la Segunda Independencia de Nuestra América y su más profunda y efectiva emancipación tiene, también, rostro de mujer.

Querida Presidenta:
El 28 de octubre ha vencido la Argentina que ha hecho suya la causa de la integración y la unidad. Y pongo sobre todo el acento en la unidad como el gran trabajo político a largo plazo: largo plazo, sí, que podría acortarse en la medida en que exista la voluntad necesaria. Recuerdo siempre estas palabras de Perón en La hora de los pueblos: La integración de la América Latina es indispensable: el año 2000 nos encontrará unidos o dominados.

La alianza estratégica entre la Argentina y Venezuela es la reafirmación de dos Pueblos que decidieron andar unidos para nunca más ser dominados. Es una alianza estratégica ejemplar y modélica a la que hay que seguir fortaleciendo e incrementando porque prefigura, así lo creo, la gran unidad política que debemos construir. Ganémosle, Cristina, tiempo al tiempo. Y parafraseando a Perón, digamos ahora: el año 2020 nos encontrará unidos y liberados.

Vuelvo a recordar, una vez más, las palabras del Libertador, de 1818, en carta de Juan Martín de Pueyrredón, Supremo Director de las Provincias del Plata: Excelentísimo Señor: cuando el triunfo de las armas de Venezuela complete la obra de su independencia, o que circunstancias más favorables nos permitan comunicaciones más frecuentes, y relaciones más estrechas, nosotros nos apresuraremos, con el más vivo interés, a entablar, por nuestra parte, el pacto americano, que, formando de todas nuestras repúblicas un cuerpo político, presente la América al mundo con un aspecto de majestad y grandeza sin ejemplo en las naciones antiguas. La América así unida, si el cielo nos concede este deseado voto, podrá llamarse, la reina de las naciones, y la madre de las repúblicas. Completar la independencia de cada una de nuestras Patrias y entablar un nuevo pacto americano son los asuntos determinantes en la definición y construcción del presente y del porvenir. En esa dirección políticamente coincidente, avanzamos Argentina y Venezuela.

Querida Cristina:
Vaya para ti y para Néstor, el más fuerte y fervoroso abrazo. Quiero desearte el más exitoso desempeño en la continuidad del proceso de liberación nacional de la Argentina que ahora te toca liderar. Para ello, como bien sabes, tendrás a este tu amigo, como un soldado. Y a Venezuela como una leal servidora. Transmite a tu Pueblo todo mi infinito cariño, pleno de respeto y admiración, junto con el renovado sentimiento de hermandad del Pueblo venezolano. Un fraterno beso, amiga mía, junto con el testimonio de mi amistad.

¡¡¡Hasta la Victoria Siempre!!!
¡¡Venceremos!!
Hugo Chávez Frías

miércoles, 31 de octubre de 2007

El fenómeno peronista analizado por Carlos Altamirano (Revista Criterio, octubre de 2007)

El egresado de Letras, hace una comparación entre el mundo intelectual y social, antes y después de la asunción de Juan Domingo Perón, el rol ideológico de Evita; el presente y futuro kirchnerista.

Llegó luego a Buenos Aires y, poco a poco, su interés por la literatura fue cediendo ante el de las ciencias sociales. “Además –agrega Carlos Altamirano– necesitaba ganarme la vida; así, empecé a trabajar en temas sociales y cursé varias materias de Sociología en la UBA”.

Con Beatriz Sarlo realizaron una serie de trabajos donde se cruzan sus respectivas competencias. “Fue entonces –admite– que retomé el interés y el contacto con los textos literarios, desde una perspectiva sociológica”. A partir de entonces su producción se fue deslizando cada vez más hacia lo que da en llamarse “historia intelectual”, siguiendo una denominación de origen anglosajón, “intelectual history”, para diferenciarla de la historia tradicional de las ideas. Entre sus obras: “Ensayos argentinos” (con Beatriz Sarlo), “Peronismo y cultura de izquierda”, “Bajo el signo de las masas”; y recientemente un trabajo sobre los intelectuales, “Los intelectuales, nota de investigación”.

Fue también cofundador, junto con Sarlo, de la prestigiosa revista “Punto de Vista”.

- A través de la relectura de publicaciones de temas político-culturales en la Argentina de las primeras décadas del siglo XX, Carlos Floria observaba la decadencia de los debates actuales: en la década del 30 las polémicas entre nacionalistas, conservadores, izquierdistas o liberales tenían un nivel hoy inhallable. ¿Comparte esta percepción?

- Mi impresión es que todavía en los ’30, y hasta en los ’40, el mundo intelectual estaba relativamente unificado. No diría que todos los protagonistas tenían un trato frecuente, pero sí que se conocían. A partir de 1955 el mundo intelectual se amplía. Sin duda se trata de una fecha política con repercusión social. Ese mundo recluta nuevos miembros en otras clases, y tienden a generarse sub-culturas dentro del mundo intelectual. Es frecuente que los hombres de la cultura de izquierda hablen para la izquierda. Los conservadores tienen sus supuestos y piensan para otros conservadores o para quienes están más próximos. Los nacionalistas son una especie en extinción. Tal vez también los católicos hablan para sí mismos. No rechazo la descripción de Floria, pero la re-situaría en este proceso de ampliación del espacio de los intelectuales y de la fragmentación interna. Se hablaba a quienes formaban parte de la misma tribu o del mismo espacio tribal.

- Esa ampliación del mundo intelectual, ¿sería, a su juicio, producto de lo que el peronismo había suscitado en la Argentina?

- Ciertamente. Y muy poco tiempo después de la caída del peronismo, se produjo una división dentro del “pacto anti-peronista” de 1954 y 1955. En el ’56 ya podían verse fisuras allí donde confluían la mayoría de las familias ideológicas de la Argentina: los católicos, los laicos, los nacionalistas y los liberales. Ese conjunto que no pudo definir otro objetivo común que el derrocamiento de Perón, no alcanzó después la convexidad que le permitiera mantener la unidad lograda en ese año y medio. Allí se produjo una fuerte fractura ligada a qué hacer con el peronismo: ¿cómo integrar este hecho que no admitía retorno a la situación de 1943?

El peronismo va a reconfigurar el mundo político e ideológico dividiendo a la sociedad en campos antagónicos de difícil simplificación. Va a dividir a los católicos, a los nacionalistas, a los radicales, a los conservadores, a los demócrata-cristianos y a las izquierdas. Obviamente, ello no pudo dejar de influir en el campo intelectual donde estas posiciones estaban representadas. A partir de 1955 el ambiente político-intelectual argentino siguió esa dinámica ideológica.

El clima reinante inmediato a la caída de Perón era: en la Argentina estamos en el año cero, o muy próximos al año cero; si no en 1810, tal vez como en 1852. Había que discutir desde la Constitución que nos iba a regir (la de 1949, la de 1853) hasta el rumbo de la economía, el papel de la industria en la configuración de la economía: desde la visión que otorga al Estado un papel de vanguardia, dirigente, estratégico, con visión desarrollista, hasta la menos favorable a que los actores económicos (como se dice hoy) sean los encargados de definir la cuestión (una versión más liberal).

¿Qué lugar tendría en la nueva república, en el nuevo orden, lo que se había expresado a través de Perón? Para algunos se trataba de trabajar para extirpar –así se decía– todo lo que el totalitarismo peronista había inculcado en las masas. Ninguna verdadera democracia podría construirse mientras estos elementos estuvieran presentes. Por lo tanto, unos se inclinaban a prolongar el régimen provisional, el de la Revolución Libertadora; y otros pensaban que sólo bastaban las elecciones, porque ellos serían los herederos. Esta era la tendencia general dentro del radicalismo, aun cuando no fue el único factor de la división entre radicales Intransigentes y radicales del Pueblo. Esta discusión dividió a todas las fuerzas. Un sector del conservadurismo se articuló con los núcleos más liberales de la conjunción liberal-conservadora; otro, el de Vicente Solano Lima, buscó retomar ciertos elementos de la tradición populista del conservadurismo, asumir el legado del peronismo y reintegrarlo. Con los católicos va a ocurrir lo mismo, y se reflejará en la Democracia Cristiana.

El Partido Socialista también se dividió, aunque no sólo por esto. Durante un tiempo, el Partido Comunista pareció escapar a esta dinámica, pero no por mucho y terminó corroído por las divisiones. Obviamente, también jugaban otros factores, pero pesaba “el hecho peronista”, como decían los nacionalistas. Frente a lo que ellos llamaban la izquierda liberal, se daba un hecho que no se podía sobrevolar, ignorar o disolver con una campaña ideológica. Esta sería la versión de Mario Amadeo, que expresó a un sector importante del nacionalismo católico. Correlativamente a este proceso en el mundo de las ideas, el ámbito universitario registró otros cambios. Se trata del incremento constante de su población, y por lo tanto del mundo intelectual. La matrícula universitaria irá creciendo cada vez más hasta llegar a la universidad de masas que conocemos hoy.

- El ingreso de nuevos interlocutores en el escenario cultural, ¿produce en las viejas élites un fenómeno de repliegue, una actitud autista?

-En efecto, eso ocurrió desde mediados de los ’50. La posibilidad de renovar y de poner a prueba las propias hipótesis o convicciones se restringe si uno busca sólo a aquellos interlocutores que comparten los supuestos a partir de los cuales se razona. En los ’80, en los años del alfonsinismo, pareció que esta clausura tendía a romperse. Afloró la idea de que los intelectuales debían hablar “a la sociedad” y no sólo a los propios adeptos. Y si bien esta expectativa no se generalizó, no creo que haya desaparecido. Hay revistas procedentes de la izquierda intelectual, como Punto de Vista, que tienen un reconocimiento en espacios que no son de izquierda. El hecho que Beatriz Sarlo, su directora, sea una intelectual no sólo seguida o interrogada por los medios de la izquierda, sino con audiencia y lectores tanto en el mundo del diario La Nación como en el de la misma revista Criterio, por ejemplo, es un caso muy claro; y no el único. Hoy el mundo intelectual está mucho más comunicado que en 1970. Evidentemente, la dureza de la experiencia de los años 76 -82 tuvo un papel determinante. A partir del ’83 el ámbito universitario tendió a ser reconocido, al menos por un tiempo, como un espacio universal; quienes daban clases o hablaban en la universidad, lo hacían por su competencia en un ámbito determinado del conocimiento, en una disciplina determinada. Esto abrió un espacio de interacción entre personas que incluso no formaban parte de la misma tribu, ideológicamente hablando. Es probable que la crisis de las creencias ideológicas, que hasta los años 70 habían llevado a un enfrentamiento muy exasperado, haya contribuido a este proceso de comunicación.

- ¿Qué elementos marcan, sin embargo, la decadencia del debate en el mundo intelectual no obstante su heterogeneidad?

- No se trata de un problema circunscripto a los intelectuales. La Argentina en general encuentra difícil darle un rostro al futuro, y los intelectuales no escapan a ese límite. La nuestra es una sociedad muy inclinada a la nostalgia. Cada uno reivindica “su” pasado: el de la Argentina del Centenario, el de los años peronistas del ’45 en adelante, el de los años desarrollistas, el de la militancia setentista… Somos una sociedad que piensa que lo mejor está en el pasado. Tenemos dificultades para conectarnos con el futuro. Futuro que no tiene porqué traducirse en un único proyecto, sino tal vez en varios. Nos debemos ese debate.

- La dificultad de proyectarse y de acordar sobre qué cuestiones discutir, ¿tendría su correlato en la desconexión de nuestro país con el mundo?

-La desconexión de la Argentina con el mundo guarda relación con su ignorancia del mundo: se cree que hay cosas que sólo suceden en la Argentina. Por ejemplo: la desconfianza de los ciudadanos respecto de la política. Cuando uno está en Italia, en Francia, ve que la prensa y los intelectuales dicen lo mismo. De modo que la ignorancia del mundo no implica sólo ignorancia de posibilidades o perspectivas, sino también de problemas que no son de nuestra exclusividad, sino que más bien se relacionan con la difícil etapa por la que atraviesa la civilización occidental en su conjunto.

La ignorancia del mundo no tiene un único efecto. Por ejemplo, alimenta la idea que se propagó entre fines de los ’80 y principios de los ’90 de que había un mundo donde las cosas salían muy fácilmente si uno tomaba ciertos caminos. Algo fácil y rápido, sin costos. Una visión de los Estados Unidos trasmitida por personas que parecían no haber estado en ese país. Allí todo funcionaba… La ignorancia del mundo hace también que se alimenten representaciones fantásticas del mundo exterior: la Argentina es el blanco deseado por la codicia exterior o, por el contrario, puede encontrar fácilmente la respuesta a sus problemas en el exterior. En ambos casos encontramos la misma ignorancia del mundo y la misma desconexión.

Creo que estamos perdiendo la oportunidad de aprovechar el estímulo que significa la celebración del próximo bicentenario de la Independencia para pensar cuál debe ser la inserción de la Argentina en el mundo. En 2004-2005, una vez atravesada la emergencia, se daban las condiciones para empezar una discusión al respecto. Pero, al parecer, el Bicentenario tendrá una celebración vacía en términos de perspectivas, de visiones. Necesitamos superar esta inercia con algo que no sea simplemente hacer una y otra vez la recapitulación de nuestros males.

- Ciertas categorías de ubicación política se han ido desdibujado, pero cuando se habla de católicos –en rigor, una categoría religiosa–, el concepto puede prestarse a confusión dado que hay católicos peronistas, anti-peronistas, nacionalistas, liberales… ¿Cómo define usted al grupo católico argentino en categorías políticas?

- Cuando uno habla de católicos no hace referencia a los bautizados sino a los católicos en cuanto actores políticos. En el mundo católico percibo un segmento popular, y a veces populista, y otro más elaborado, complejo, intelectual. No creo que estos dos impulsos convivan tranquilamente en el catolicismo. Representan dos clases de actores: los primeros están más vinculados al movimiento social, y por lo tanto con posibilidades de entrar en comunicación más o menos fluida con el peronismo, que es lo que conecta al mundo popular. Los otros pertenecen a un catolicismo más intelectual, que en el pasado tenía dos versiones: la nacionalista y la liberal. Hoy diría que la nacionalista –con excelentes plumas, como la de Marcelo Sánchez Sorondo– ya ha prácticamente desaparecido. Mientras que la vertiente que busca reconciliar al catolicismo con el mundo moderno está más próxima al liberalismo. Veo más ligada a la militancia a la que tiene mayor comunicación con el mundo popular. Es la que representaría, por ejemplo, un Fortunato Mallimaci, a quien aprecio mucho.

- Si hoy es imposible decir que peronismo e izquierda son irreconciliables, en los años 60 y 70 hubo un matrimonio fallido, pero matrimonio al fin. Desde el punto de vista político, Juan Domingo Perón era un hombre de derecha, más amante del autoritarismo que de la democracia. ¿Por qué usted considera legítimo hablar de peronismo de izquierda?¿No se trata de una comedia de engaños?

-Dejando de lado lo que haya de comedia de engaños (que siempre hay), creo que la izquierda peronista tiene dos raíces: una externa y otra interna. Respecto de la primera, ya en los años iniciales de Perón, algunos círculos consideraban que el sindicalismo peronista constituía la base para un partido revolucionario. Detestaban muchas cosas, pero creían que –aunque de manera poco elaborada– el peronismo expresaba una aspiración de las masas de tipo nacional-revolucionario. Mario Amadeo detectó muy bien esto cuando habló de izquierda anti-liberal. Una izquierda que dice: “peronismo más nosotros”, es decir, le añade un plus de radicalidad a aquello que está dentro del peronismo. Está convencida –aquí aparece el elemento marxista– del papel mesiánico que la historia le confía a la clase obrera, al proletariado. Esta sería la raíz externa.

La interna diría que es posterior al ’55, y tiene una base juvenil que hace sus primeras experiencias de lucha contra la Revolución Libertadora, pero sobre todo contra Frondizi. Para este sector no es posible un esquema peronista sin Perón; por lo tanto no hay izquierda peronista sin Perón, la única pieza que no puede ser absorbida por el sistema. Por el contrario, para la raíz externa la cuestión de Perón era enteramente instrumental; más aún, al comienzo cree que Perón no va a volver, y se piensa a sí misma como heredera del radicalismo ideológico del movimiento peronista.

Juan José Hernández Arregui es el teórico del peronismo de izquierda. Y la divergencia que va a tener con Jorge Abelardo Ramos radica precisamente en la figura de Perón. Para Ramos el peronismo en ese momento sólo podía ser fiel a sí mismo yendo más allá de sí. Mientras que para Arregui sólo permaneciendo fiel a su origen y bajo la conducción de Perón, el peronismo podía cumplir su papel de movimiento de liberación. Así es como los montoneros se van a encontrar más próximos a Arregui que a otros teóricos de una izquierda cercana, pero no interna, al peronismo. En otra versión, tanto Rodolfo Puiggrós como Arregui van a pensar esto en términos de una dialéctica interna del peronismo, distante de una dialéctica externa con cuadros, grupos, que desde afuera traccione a las masas peronistas para darles una dirección revolucionaria.

-¿Y cómo juega la cuestión del autoritarismo en el peronismo?

- Ese es un tema ajeno a la familia peronista.

- ¿Y la división dentro de los católicos entre peronistas y anti-peronistas?

- La caída de Perón le crea un problema a los nacionalistas católicos aun después del desplazamiento de Lonardi. Ellos mismos son desplazados del equipo del gobierno. Y esto tiene que ver con el conflicto que acababa de tener Perón con la Iglesia, y que había arrojado a gran parte de los católicos a las filas de la oposición. Para éstos la reconciliación con Perón debía atravesar el difícil conflicto de la crisis con Roma. Este problema no existía para Puiggrós o para Ramos, que consideraban que la religión era finalmente una superestructura. Que Perón persiguiera a los curas en cierto momento podía significar una jacobinización del peronismo. Las primeras defensas de Perón surgen claramente desde esta izquierda. ¿Quiénes defienden al peronismo inmediatamente después de caído? Arturo Jauretche, Ramos, Puiggrós.

- Partiendo de la premisa de que la mediación de los partidos políticos es insoslayable en la democracia, ¿qué sucede cuando se pone todo el énfasis en la sociedad civil?

- La cuestión de los partidos tiene que ver con lo que se llama democracia de partidos. No todos entienden la democracia como democracia de partidos. La idea de una relación inmediata con el pueblo, sin que medien representantes o instituciones intermedias, forma parte de cierto imaginario democrático que podría autodenominarse “democracia radical”. Muchos movimientos sociales asumen que ese espacio les pertenece y que no es de los partidos. Piensan que el movimiento social debe absorberlo todo y que los políticos y los partidos quedan superados. Estamos hablando de ideas. En nuestro 2001-2002 los temas en las asambleas barriales eran muy repetitivos, nunca se iba más allá del “que se vayan todos”. Se hablaba de disconformidad, y traducían impulsos anárquicos de una sociedad que por momentos parecía rechazar toda instancia de mediación y representación. Su contraparte era la demanda de un amo, de un jefe que ponga límites a los impulsos desintegradores. El año 2002 no arrojó nada nuevo, pero afortunadamente no produjo lo peor; esto es, el descarrilamiento de la Argentina. Sin embargo, tampoco produjo el surgimiento de nuevas fuerzas políticas; de modo que terminó en reclamo de gobierno.

- ¿Se trata de un reclamo de instituciones o de personas?

- En principio es un reclamo de autoridad. Para una sociedad no hay nada más difícil de soportar que la incertidumbre. Llega un momento en que pide gobierno. Esta fue la demanda que explotó.

-¿Y qué futuro avizora?

En principio no estamos ante un precipicio. Tratando de pensar lo que pueda ocurrir –no lo que me gustaría que ocurriese–, sin proyectar aspiraciones, atendiendo a lo que ocurre efectivamente, diría que Néstor Kirchner ha contado con la gran ventaja de asumir con muy pocas expectativas depositadas en él. Pero había algo que estaba en el aire: que haya gobierno que gobierne. La administración de Fernando de la Rúa había producido una gran incertidumbre, porque no iba hacia ninguna parte. Un gobierno –sea conservador, liberal o socialista– tiene la obligación de dar certidumbre a sus gobernados. Se espera que no incremente las incertidumbres sino que las reduzca. Eso le dio a Kirchner dos años de crédito, en los que se mostró dispuesto a usar todos los enormes recursos del Ejecutivo.

- Muchos señalan que estamos ante una crisis terminal de los partidos tradicionales…

- Distingamos. Una cosa es Buenos Aires y otra el resto, el conjunto de la Argentina. Si uno sale del paisaje de Buenos Aires, encuentra que en el país hay partidos: el peronismo, el radicalismo y fuerzas locales. La constante impugnación de los partidos es un fenómeno porteño, multiplicado por los medios.

-¿Usted considera, entonces, la crisis del radicalismo y la compleja crisis del peronismo como una proyección porteña?

- Sería también exagerado afirmarlo, pero la percepción tiene su foco central en Buenos Aires. No se puede “leer” toda la Argentina desde el prisma de esta ciudad. Aquí el “fenómeno Macri” tal vez se consolide como una fuerza, pero habrá que ver a nivel nacional… Nadie puede afirmar hoy esa consolidación ni tampoco puede descartarla. Otro hecho que no ocurre, todavía al menos, es la presencia de una fuerza de centroizquierda. Es posible que esa crisis de los partidos dé paso a una recomposición. Pero difícilmente se pueda esperar la identificación que suscitaron los partidos históricos, porque acaso eso ya no sea posible dadas las características de la sociedad moderna. Me refiero a las fuertes identidades colectivas más propias de los siglos XIX y XX.

- Este gobierno se vio favorecido en lo económico por la coyuntura internacional…

- En este sentido Kirchner fue un presidente afortunado. Asumió con compromisos mínimos: por ejemplo, reactivar la producción. Ni siquiera el tema de los derechos humanos –independientemente de lo que él hizo o dejó de hacer en el pasado– formó parte de su campaña electoral. Como si fuera un presidente del Frepaso, al asumir inmediatamente lo hizo suyo, y neutralizó una zona sin mucho peso electoral pero sí de opinión. Un recurso político. Se movió muy rápidamente en el tema de la Corte, tema que estaba instalado en la opinión pública de la Capital Federal. Durante un tiempo fue un “presidente de opinión”. Su asignatura pendiente es la construcción de una fuerza política a partir de circunstancias favorables, como la coyuntura económica internacional.

martes, 23 de octubre de 2007

Entrevista con Nicolás Casullo

Por Enrique De la Calle

Casullo es ensayista, escritor, novelista; es profesor en las universidades de Buenos Aires y de Quilmes y dirige la revista “Pensamiento desde los confines”. En los ’70 militó en la “izquierda peronista”. Debió exilarse en el ’75, a causa de la Triple A.

Revista Evita: ¿Qué significa el kirchnerismo, qué representa en términos culturales, de proyecto de país?

Nicolás Casullo: El kirchnerismo es, en primer lugar, una circunstancia que se dio de forma azarosa, en nuestra historia. En el sentido de que las estructuras del peronismo, allá por el año 2000, no aportaron al kirchnerismo. Fue una feliz cuestión azarosa que emergió sobre otros candidatos. Se planteó desde el principio recuperar ciertas variables de un peronismo originario en cuanto a Justicia Social, Soberanía Nacional, posturas latinoamericanas, o a planteos productivistas, industrialistas, y mejoras en todos los sentidos luego de una gran crisis. Como novedad trajo una referencia, bastante marcada en un principio, a la generación de los ‘70, y a la recuperación de una noción de militancia, de compromiso político activo, características de aquellos años. Lo veo mucho más en ese sentido que en la reivindicación de políticas concretas de las organizaciones revolucionarias. Desde esa perspectiva, se encontró con un problema de difícil solución y que tiene que ver con la posibilidad de un “pos-peronismo” que pudo llamarse “transversalidad”. Se tenía conciencia de que 2001 había dejado atrás una época de identidades políticas y que el propio peronismo, durante la década del '90, había perdido el sentido originario de sus planteos políticos. Por lo cual, se le exigía al proyecto un determinado perfil de gobierno y también una resolución de la cuestión peronista. En este último punto, creo que la cosa está más empantanada, más confusa, reconociendo que es difícil plantearse un “pos-peronismo” que recoja con mayor legitimidad una sociedad como la actual, sobre todo en sus sectores jóvenes, y a su vez, desprenderse de una vieja identidad de corte popular que todavía contiene un alto porcentaje de apoyo social.

RE: A diferencia de Kirchner, Cristina ganaría con un gran apoyo social. ¿Qué escenario propone ese triunfo, con esas características?

NC: La situación es diferente. En el 2005, el kirchnerismo pasó del 23% al 44%, en ese sentido estamos en una situación parecida. Igualmente, el dilema no se ha resuelto y tal vez sea la tarea que para los próximos años: de qué manera, se consolida un proyecto político, una identidad política, se genera una nueva época de manera rotunda. Y no solamente como una salida del infierno al purgatorio. Se parte de un piso más alto, después de cuatro años reconocidos por la población. Se ha avanzado en la construcción de un proyecto, aunque no está totalmente definido. Sí hay un gobierno que se perfila en instancias decisivas de una manera de corte popular y nacional en un país muy peligroso que va utilizar los mecanismos más refinados en los próximos cuatro años, que van a ser muy difíciles.

RE: Esa consolidación del proyecto político va a estar en parte definida por el poder político que se obtenga en la elección...

NC: En parte, sí. Y en parte, de corregir errores: para generar una nueva etapa hay que tener una gran ambición en los campos culturales, intelectuales. Es evidente que el kirchnerismo tiene una perspectiva en crisis en relación con los sectores medios de la sociedad. No responden en relación a lo que es su propia mejora económica. Se ve en ciertos votos urbanos, que hay una interferencia cultural, ideológica. La batalla cultural es la que todavía el kirchnerismo está perdiendo, y lo hace diariamente. Y no es sólo por errores propios, sino por lo que es hoy el mundo mediático, de las comunicaciones. El peronismo ya ha vivido esta circunstancia: cayó el ’55 con un 60% de apoyo popular. La batalla cultural que debe enfrentar el peronismo o el kirchnerismo es de vital importancia: si no se la gana, se pierde la guerra.

RE: ¿Cuál es la relación del kirchnerismo con el campo intelectual?

NC: Es mala. Y por responsabilidad mutua. Del 2001 se sale de una forma extraña, confusa. Kirchner olfatea bien el 2001, en el sentido de entender que había identidades que se estaban perdiendo. Además, hay una intelectualidad que veía el agotamiento del peronismo. Entonces, se le reaparece el peronismo y se le complica el panorama. Sobre todo, un peronismo de centro izquierda que es el peronismo que más problemas genera en las capas progresistas. Porque es el peronismo que más remite a lo originario del peronismo. Por otro lado, el gobierno desconoció esa problemática, no estuvo abierto a ella, no la planteó con claridad. Sabiendo que en este país el pensamiento progresista gorila si no tiene una réplica es muy nocivo en lo que expande. Desde esa perspectiva, es evidente que hay un mundo de comunicadores antikirchneristas. Se refleja en Buenos Aires, donde el 60% votó a un personaje de una mediocridad absoluta como es Macri. Cristina es consciente de eso, y tal vez esté más capacitada que Kirchner para dar esa batalla cultural, le interesa más ese tipo de debates. Este es un tema que no es exclusivo de Argentina, ocurre en todo el mundo. El avance de las derechas, el progresismo falso, el progresismo verdadero, cómo se recomponen los centro-izquierda, es una problemática generalizada. Cristina tiene el desafío de vencer la batalla cultural. Digo, la creación de sentido común que esté acorde con lo que el kirchnerismo hizo. Se nota en la calle, de forma espontánea, por derecha o por izquierda, una crítica que es una crítica equivocada de lo que el kirchnerismo hizo.

RE: Los grandes rivales en ese enfrentamiento son los medios masivos de comunicación...

NC: Hoy hay que contar con eso. El verdadero partido de derecha es el “massmediático”, con capacidad de imponer agenda, de construir sentido común, espontáneo. Kirchner le ha dado importancia a los medios, pero evidentemente faltan las grandes convocatorias a las universidades, a los campos culturales, que no es una cultura estatizada, kirchnerista, pero que sí involucre más, sea más abierta. En este sentido, el kirchnerismo, por origen, es más retraído, no tiende a delegar, sino que verticaliza, es muy rígido. Lo que hace que para el mundo de la cultura, que busca las individualidades, la autonomía, que es muy posmoderno, caiga negativamente. Como se dice siempre, con los morochos solo no mantenés el poder en la Argentina. Este es un país que tiene una gran dinámica de los sectores medios de generación de opinión pública, disolvente, destituyente, muy fuerte. Por eso, la batalla cultural es fundamental. Y no me refiero a qué hacer con el Teatro Colón. La cultura, no son las bellas artes. Es un tema crucial, y no creo que se le esté dando esa importancia, por parte del Gobierno, pero también de la militancia. Te digo más: no es que la política deba pensar la cultura, sino la cultura debe pensar la política en un sentido amplio.

RE: ¿Qué significan hoy ideas, antes muy movilizadoras, como Pueblo, Justicia Social, y también peronismo?

NC: Como banderas históricas sobreviven, porque Argentina sigue siendo un país en crisis. El kirchnerismo, en lo que es su política de desarrollo, de trabajo, de relación con los organismos internacionales, frente a los EE.UU., de defensa de Derechos Humanos: el kirchnerismo tiene quince o veinte aplicaciones de las banderas históricas que lo convierten en el más reivindicable de los gobiernos desde el '55 en adelante, claramente. Porque el período camporista fue muy breve, y muy traumático. Esas banderas persisten como conciencia de fondo del Pueblo, este es un pueblo peronista hasta aquellos que se dicen antiperonistas. Ahora, de esas banderas a la identidad concreta, política, hay una distancia. Hay muchas generaciones de jóvenes que ven en el peronismo algo que debe ser superado desde otras perspectivas nacionales y populares, que retomen las banderas, y que se adapten a la época.

RE: ¿Qué ocurre con ese pensamiento nacional y popular que acompañó toda una época, en la actualidad?

NC: Debe reconfigurarse porque los desafíos son distintos: culturalización, globalización, massmediatización, nuevas subjetividades y sensibilidades urbanas, la propia memoria del sujeto social es distinta. A partir de eso es evidente, hay que estar atento, y eso lo puede palpar una militancia que esté atenta, en los barrios, en las calles. Significa una reformulación muy grande, que actualice banderas. Por eso le doy tanta importancia a lo cultural: las actuales son sociedad mucho más culturalizadas que la nuestra. Componen sujetos más en términos socio-culturales que socio-económicos, a veces. Son sociedades muy complejas. Hay que pensar qué significa para la gente el kirchnerismo. En este sentido, se ha logrado algo decisivo que es que el Pueblo más necesitado, más carenciado, más expoliado, confíe en Kirchner. Sabe que no lo va a cagar. Eso es fundamental.

RE: Siguiendo con esto que decís. ¿Crees que el Pueblo hoy se movilizaría apoyando a Kirchner si fuera necesario?

NC: En lo inmediato no. Las conductas actuales son conductas votantes, no son de otro tipo de compromisos más amplios. Te digo otra cosa: hoy sale más a la calle la derecha. Es una época muy particular.

RE: ¿Cuánto ha avanzado el kirchnerismo en la construcción de cuadros militantes, que le den solidez al proyecto?

NC: Ese es un déficit muy grande. Con cuatro años fuertes, no hay figuras que hayan salido del riñón kirchnerista, de una cosa nueva; yo veo ahí una fragilidad que tiene que ver con la falta de delegación, esto de cerrarse sobre sí mismo, de tener muy poca confianza. Lo cual termina conspirando contra el propio proyecto. En este punto, es importante que Cristina amplíe variables. (Agencia Paco Urondo)

martes, 16 de octubre de 2007

Palabras de Juan D. Perón el 17 de octubre de 1945, a las 23.00 hs. desde el balcón de la Casa Rosada

Trabajadores: Hace casi dos años dije desde estos mismos balcones que tenía tres honras en mi vida: la de ser soldado, la de ser un patriota y la de ser el primer trabajador argentino. Hoy a la tarde, el Poder Ejecutivo ha firmado mi solicitud de retiro del servicio activo del Ejército. Con ello, he renunciado voluntariamente al más insigne honor al que puede aspirar un soldado: llevar las palmas y laureles de general de la Nación. Ello lo he hecho porque quiero seguir siendo el coronel Perón, y ponerme con este nombre al servicio integral del auténtico pueblo argentino. Dejo el sagrado y honroso uniforme que me entregó la Patria para vestir la casaca de civil y mezclarme en esa masa sufriente y sudorosa que elabora el trabajo y la grandeza de la Patria.

Por eso doy mi abrazo final a esa institución, que es el puntal de la Patria: el Ejército. Y doy también el primer abrazo a esa masa grandiosa, que representa la síntesis de un sentimiento que había muerto en la República: la verdadera civilidad del pueblo argentino. Esto es pueblo. Esto es el pueblo sufriente que representa el dolor de la tierra madre, que hemos de reivindicar. Es el pueblo de la Patria. Es el mismo pueblo que en esta histórica plaza pidió frente al Congreso que se respetara su voluntad y su derecho. Es el mismo pueblo que ha de ser inmortal, porque no habrá perfidia ni maldad humana que pueda estremecer a este pueblo, grandioso en sentimiento y en número. Esta verdadera fiesta de la democracia, representada por un pueblo que marcha, ahora también, para pedir a sus funcionarios que cumplan con su deber para llegar al derecho del verdadero pueblo. Muchas veces he asistido a reuniones de trabajadores. Siempre he sentido una enorme satisfacción: pero desde hoy, sentiré un verdadero orgullo de argentino, porque interpreto este movimiento colectivo como el renacimiento de una conciencia de trabajadores, que es lo único que puede hacer grande e inmortal a la Patria. Hace dos años pedí confianza. Muchas veces me dijeron que ese pueblo a quien yo sacrificara mis horas de día y de noche, habría de traicionarme. Que sepan hoy los indignos farsantes que este pueblo no engaña a quien lo ayuda. Por eso, señores, quiero en esta oportunidad, como simple ciudadano, mezclarme en esta masa sudorosa, estrecharla profundamente en mi corazón, como lo podría hacer con mi madre. (En ese instante, alguien cerca del balcón le gritó: ¡un abrazo para la vieja!) Perón le respondió: Que sea esta unidad indestructible e infinita, para que nuestro pueblo no solamente posea una unidad, sino para que también sepa dignamente defenderla. ¿Preguntan ustedes dónde estuve? ¡Estuve realizando un sacrificio que lo haría mil veces por ustedes! No quiero terminar sin lanzar mi recuerdo cariñoso y fraternal a nuestros hermanos del interior, que se mueven y palpitan al unísono con nuestros corazones desde todas las extensiones de la Patria. Y ahora llega la hora, como siempre para vuestro secretario de Trabajo y Previsión, que fue y seguirá luchando al lado vuestro para ver coronada esa era que es la ambición de mi vida: que todos los trabajadores sean un poquito más felices.

Ante tanta nueva insistencia, les pido que no me pregunten ni me recuerden lo que hoy ya he olvidado. Porque los hombres que no son capaces de olvidar, ni merecen ser queridos y respetados por sus semejantes. Y yo aspiro a ser querido por ustedes y no quiero empañar este acto con ningún mal recuerdo. Dije que había llegado la hora del consejo, y recuerden trabajadores, únanse y sean más hermanos que nunca. Sobre la hermandad de los que trabajan ha de levantarse nuestra hermosa Patria, en la unidad de todos los argentinos. Iremos diariamente incorporando a esta hermosa masa en movimiento a cada uno de los tristes o descontentos, para que, mezclados a nosotros, tengan el mismo aspecto de masa hermosa y patriótica que son ustedes.

Pido, también, a todos los trabajadores amigos que reciban con cariño éste mi inmenso agradecimiento por las preocupaciones que todos han tenido por este humilde hombre que hoy les habla. Por eso, hace poco les dije que los abrazaba como abrazaría a mi madre, porque ustedes han tenido los mismos dolores y los mismos pensamientos que mi pobre vieja querida habrá sentido en estos días. Esperamos que los días que vengan sean de paz y construcción para la Nación. Sé que se habían anunciado movimientos obreros; ya ahora, en este momento, no existe ninguna causa para ello. Por eso les pido, como un hermano mayor, que retornen tranquilos a su trabajo y piensen. Y hoy les pido que retornen tranquilos a sus casas, y esta única vez, ya que no se los puedo decir como secretario de Trabajo y Previsión, les pido que realicen el día de paro festejando la gloria de esa reunión de hombres que vienen del trabajo que son la esperanza más cara de la Patria. He dejado deliberadamente para lo último, el recomendarles que antes de abandonar esta magnífica asamblea, lo hagan con mucho cuidado. Recuerden que entre todos hay numerosas mujeres obreras, que han de ser protegidas aquí y en la vida por los mismos obreros; y finalmente, recuerden que estoy un poco enfermo de cuidado y les pido que recuerden que necesito un descanso que me tomaré en el Chubut ahora, para reponer fuerzas y volver a luchar codo a codo con ustedes, hasta quedar exhausto si es preciso. Pido a todos que nos quedemos por lo menos quince minutos más reunidos, porque quiero estar desde este sitio contemplando este espectáculo que me saca de la tristeza que he vivido en estos días.

miércoles, 10 de octubre de 2007

Carta del General Perón con motivo de la muerte del Che

Madrid, 24 de octubre de 1967

Compañeros:

Con profundo dolor he recibido la noticia de una irreparable perdida para la causa de los pueblos que luchan por su liberación. Quienes hemos abrazado este ideal, nos sentimos hermanados con todos aquellos que en cualquier lugar del mundo y bajo cualquier bandera, luchan contra la injusticia, la miseria y la explotación. Nos sentimos hermanados con todos los que con valentía y decisión enfrentan la voracidad insaciable del imperialismo, que con la complicidad de las oligarquías apátridas apuntaladas por militares títeres del pentágono mantienen a los pueblos oprimidos. Hoy ha caído en esa lucha, como un héroe, la figura joven más extraordinaria que ha dado la revolución en Latinoamérica: ha muerto el Comandante Ernesto "Che" Guevara.

Su muerte me desgarra el alma porque era uno de los nuestros, quizás el mejor: un ejemplo de conducta, desprendimiento, espíritu de sacrificio, renunciamiento. La profunda convicción en la justicia de la causa que abrazo, le dio la fuerza, el valor, el coraje que hoy lo eleva a la categoría de héroe y mártir.

He leído algunos cables que pretenden presentarlo como enemigo del Peronismo. Nada más absurdo. Suponiendo fuera cierto que en 1951 haya estado ligado a un intento golpista, ¿qué edad tenía entonces? Yo mismo, siendo un joven oficial, participé del golpe que derrocó al gobierno popular de Hipólito Irigoyen. Yo también en ese momento fui utilizado por la oligarquía. Lo importante es darse cuenta de esos errores y enmendarlos. ¡Vaya si el "Che" los enmendó!

En 1954, cuando en Guatemala lucha en defensa del gobierno de Jacobo Arbenz ante la prepotente intervención armada de los yanquis, yo personalmente dí instrucciones a al chancillería para que le solucionaran la difícil situación que se le planteaba a ese valiente joven argentino; y fue así como salió hacia México.

Su vida, su epopeya, es el ejemplo más puro en que se deben mirar nuestros jóvenes, los jóvenes de toda América Latina.

No faltarán quienes pretendan empalidecer su figura. El imperialismo temeroso del enrome prestigio que ya había ganado en las masas populares; otros, los que no viven las realidades de nuestros pueblos sojuzgados. Ya me han llegado noticias de que el Partido Comunista Argentino, solapadamente, está en campaña de desprestigio. No nos debe sorprender ya que siempre se ha caracterizado por marchar a contramano del proceso histórico nacional. Siempre ha estado en contra de los movimientos nacionales y populares. De eso podemos dar fe los peronistas.

La hora de los pueblos ha llegado y las revoluciones nacionales en Latinoamérica son un hecho irreversible. El actual equilibrio será roto porque es infantil pensar que se pueden superar sin revolución las resistencias de las oligarquía y de los monopolios inversionistas del imperialismo.

Las revoluciones socialistas se tienen que realizar; que cada uno haga la suya, no importa el sello que ella tenga. Por eso y para eso, deben conectarse entre sí todos los movimientos nacionales, en la misma forma en que son solidarios entre sí los usufructuarios del privilegio. La mayoría de los gobiernos de América Latina no van a resolverlos problemas nacionales sencillamente porque no responden a los intereses nacionales. Ante esto, no creo que las expresiones revolucionarias verbales basten. Es necesario entrar a la acción revolucionaria, con base organizativa, con un programa estratégico y tácticas que hagan viable la concreción de la revolución. Y esta tarea, la deben llevar adelante quienes se sientan capaces. La lucha será dura, pero el triunfo definitivo será de los pueblos. Ellos tendrán la fuerza material circunstancialmente superior a la nuestra; pero nosotros contamos con la extraordinaria fuerza moral que nos da la convicción en la justicia de la causa que abrazamos y la razón histórica que nos asiste.

El Peronismo, consecuente con su tradición y con su lucha, como Movimiento Nacional, Popular y Revolucionario, rinde su homenaje emocionado al idealista, al revolucionario, al Comandante Ernesto "Che" Guevara, guerrillero argentino muerto en acción empuñando las armas en pos del triunfo de las revoluciones nacionales en Latinoamérica.

Juan Domingo Perón