martes, 4 de diciembre de 2007

ALGUNAS EXPERIENCIAS EN LA HISTORIA DE NUESTRO PARTIDO (MAO TSE TUNG, 25 de septiembre de 1956)

El imperialismo norteamericano es enemigo de ustedes, enemigo también de nosotros y enemigo de todos los pueblos del mundo. A él se le hace más difícil intervenir en nuestros asuntos que en los de ustedes. Una de las razones es que los Estados Unidos están muy lejos de nosotros. Sin embargo, el imperialismo norteamericano ha extendido hasta muy lejos sus tentáculos, hasta nuestro territorio de Taiwán, Japón, Sur de Corea, Sur de Viet Nam, Filipinas y otros lugares. Estados Unidos tiene tropas acantonadas en Inglaterra, Francia, Italia, Islandia y Alemania Occidental y ha establecido bases militares en África del Norte y el Cercano y Medio Oriente. Ha extendido sus tentáculos por todo el mundo. Es un imperialismo de carácter mundial. Es un maestro por lo negativo para los pueblos del mundo entero. Estos deben unirse, ayudarse mutuamente y cortarle los tentáculos adonde quiera que lleguen. Cada vez que le cortemos uno de sus tentáculos, nos sentiremos un poco más a gusto.

Antes, China fue también un país oprimido por el imperialismo y el feudalismo, y nuestra situación ha sido muy semejante a la de ustedes. Que en un determinado país la población rural sea numerosa y haya fuerzas feudales, tiene su lado negativo, pero es, a la vez, una cosa buena para la revolución dirigida por el proletariado, pues nos brinda una amplia fuerza aliada, que es el campesinado. En la Rusia anterior a la Revolución de Octubre, era muy grave la presencia del feudalismo; pero, gracias al apoyo de las grandes masas campesinas, el Partido bolchevique llevó la revolución a la victoria. Y esto es todavía más cierto en el caso de nuestro país. China es un país agrícola, con más de quinientos millones de sus habitantes ubicados en las zonas rurales. En el pasado, hicimos la guerra apoyándonos principalmente en los campesinos. Hoy, si la burguesía urbana de nuestro país se ha sometido rápidamente a la transformación socialista, es porque los campesinos ya están organizados y la agricultura, cooperativizada. De ahí la extraordinaria importancia del trabajo del Partido entre los campesinos.

A mi juicio, en los países donde es grave la presencia del feudalismo, el partido político proletario debe ir a las zonas rurales en busca de los campesinos. Pero, si los intelectuales que van allí adoptan una actitud incorrecta, no podrán ganarse su confianza. Los intelectuales de la ciudad conocen poco de las cosas del campo y de la psicología de los campesinos, de modo que no saben dar una solución muy adecuada al problema campesino. Según nuestra experiencia, no se puede conquistar la victoria a menos que, en el curso de un período muy largo, nos identifiquemos verdaderamente con los campesinos y los convenzamos de que luchamos en su beneficio. No se debe, en absoluto, pensar que ellos van a creer en nosotros de un día para otro. Tengan bien presente que no basta dar alguna ayuda a los campesinos para que depositen su confianza en nosotros.

El campesinado es el aliado principal del proletariado. En un principio, tampoco nuestro Partido comprendió la importancia del trabajo entre los campesinos, y por eso puso en el primer lugar el trabajo urbano y, en el segundo, el trabajo rural. A mi modo de ver, los Partidos de algunos países asiáticos, como el de la India y el de Indonesia, no han hecho bien el trabajo rural.

Al comienzo, nuestro Partido no tuvo éxito en su trabajo entre los campesinos. Los intelectuales tenían cierto aire, justamente el aire de intelectuales. Con tal aire, no querían ir al campo y lo despreciaban. Los campesinos, a su vez, no los miraban con buenos ojos. Por otro lado, nuestro Partido no había encontrado aún los métodos para lograr una comprensión del campo. Más tarde, cuando fuimos allí de nuevo, encontramos esos métodos, hicimos un análisis de las clases en el campo y llegamos a conocer cuáles eran las reivindicaciones revolucionarias de los campesinos.

En un primer período, no teníamos una idea clara de lo que era el campo. Por aquel entonces, la línea oportunista de derecha de Chen Tu-siu hizo que se abandonara a este principalísimo aliado, el campesinado. Muchos de nuestros camaradas veían el campo como una cosa plana en lugar de verlo en sus tres dimensiones, es decir, no sabían ver el campo desde el punto de vista clasista. Sólo más tarde, habiendo llegado a comprender el marxismo, empezaron a enfocar el campo desde el punto de vista clasista. Se dieron cuenta entonces de que el campo no era una cosa plana, sino que allí había ricos y pobres, e incluso gente pobrísima, que allí la población se dividía en asalariados agrícolas, campesinos pobres, campesinos medios, campesinos ricos y terratenientes. En este período hice un estudio del campo y abrí escuelas del movimiento campesino en las que dimos varios cursos sucesivos, pero mi comprensión de este problema no era profunda, aunque sabía algo de marxismo.

Vino luego el segundo período. Aquí tenemos que agradecer a ese excelente maestro nuestro que es Chiang Kai-shek. Nos lanzó al campo. Ese fue un período muy largo, diez años de guerra civil, diez años de lucha contra él, y eso nos obligó a hacer un estudio del campo. En los primeros años de ese decenio, todavía no pudimos conocer muy a fondo el campo y fue sólo más tarde cuando llegamos a conocerlo mejor adquiriendo una comprensión más o menos profunda. En ese período, las tres líneas oportunistas de "izquierda", representadas por Chü Chiu-pai, Li Li-san y Wang Ming, acarrearon pérdidas muy grandes a nuestro Partido, y sobre todo la línea oportunista de "izquierda" de Wang Ming le hizo perder la gran mayoría de sus bases de apoyo en el campo.

Llegamos luego al tercer período, el de la Guerra de Resistencia contra el Japón. Al invadirnos el imperialismo japonés, suspendimos la guerra con el Kuomintang y pasamos a la guerra contra este imperialismo. En ese entonces, nuestros camaradas pudieron ir abiertamente a las ciudades de las zonas dominadas por el Kuomintang. Wang Ming, que había cometido errores propios de una línea oportunista de "izquierda", incurrió esta vez en errores propios de una línea oportunista de derecha. Antes había ejecutado la política ultraizquierdista de la Internacional Comunista, y ahora pasaba a aplicar una política ultraderechista. Para nosotros, él es también un excelente maestro por lo negativo, que ha educado a nuestro Partido. Tenemos otro excelente maestro por lo negativo, que es Li Li-san. El principal error que cometieron ellos en su tiempo fue el dogmatismo, la copia mecánica de las experiencias extranjeras. Nuestro Partido liquidó cuentas con las erróneas líneas representadas por ellos y encontró realmente el camino de integración de la verdad universal del marxismo-leninismo con las condiciones concretas de China. Esto hizo posible que en el cuarto período, cuando Chiang Kai-shek desencadenó su ofensiva contra nosotros, lo derribáramos y fundáramos la República Popular China.

La experiencia de la revolución china, que consiste en crear bases de apoyo en las zonas rurales, utilizar el campo para rodear las ciudades y finalmente tomarlas, no necesariamente es aplicable para muchos de sus países, pero puede servirles de referencia. Les aconsejo a ustedes que tengan mucho cuidado de no copiar mecánicamente la experiencia china. La experiencia de cualquier país extranjero sólo puede servir de referencia y no debe ser tomada como dogma. Es imperativo integrar estos dos aspectos: la verdad universal del marxismo-leninismo y las condiciones concretas del propio país.

Si uno quiere ganarse a los campesinos y apoyarse en ellos, debe hacer una investigación sobre el campo. El método consiste en investigar una, dos o varias aldeas y, en el término de unas semanas, adquirir una clara idea sobre las fuerzas de clase, la situación económica, las condiciones de vida y otros problemas del campo. Un dirigente principal como el secretario general del Partido debe ocuparse personalmente de este trabajo yendo a conocer una o dos aldeas; debe tratar de encontrar el tiempo para ello, pues bien vale la pena. Aunque son muchos los gorriones, no hay necesidad de examinar a cada uno de ellos; basta con hacer la disección de uno o dos. Cuando el secretario general ha investigado una o dos aldeas y está al tanto de las cosas, puede ayudar a sus camaradas a conocer el campo y a adquirir una clara idea de las condiciones concretas reinantes allí. Tengo la impresión de que los secretarios generales de los Partidos de muchos países no conceden importancia a la disección de uno o dos "gorriones"; de entender, algo entienden del campo, pero no profundamente, y por eso sus instrucciones no concuerdan mucho con las condiciones del campo. Los camaradas responsables de los organismos dirigentes del Partido, incluidos los de los niveles nacional, provincial y distrital, deben también investigar personalmente una o dos aldeas, hacer la disección de uno o dos "gorriones". Esto es lo que se llama "anatomía".

Hay dos maneras de investigar: Una consiste en ver las flores desde un caballo al trote y la otra, en desmontar para ver las flores. Viendo las flores desde un caballo al trote, uno no puede lograr un conocimiento profundo de ellas, pues ¡son tan abundantes! Ustedes, que han venido a Asia desde América Latina, lo que están haciendo es ver las flores desde un caballo al trote. Pero en sus países hay tantas flores que es muy poco darles una mirada y luego marcharse; se necesita entonces acudir a la segunda manera: desmontar para ver las flores, observándolas minuciosamente, analizando una "flor" o haciendo la disección de un "gorrión".

En los países que sufren la opresión imperialista, hay dos tipos de burguesía: la burguesía nacional y la burguesía compradora. ¿Existen estos dos tipos de burguesía en sus países? Seguramente en todos ellos existen.

La burguesía compradora es siempre lacaya del imperialismo y blanco de la revolución. Ella se desglosa, a su vez, en diferentes sectores dependientes de diversos grupos monopolistas: los de Estados Unidos, Inglaterra, Francia y otros países imperialistas. En la lucha contra los sectores de la burguesía compradora, hay que utilizar las contradicciones interimperialistas y enfrentar primero a uno de esos sectores, golpeando al enemigo principal del momento. Por ejemplo, en el pasado, la burguesía compradora china tenía un sector proinglés, otro pronorteamericano y otro projaponés. Durante la Guerra de Resistencia contra el Japón, explotamos las contradicciones entre Inglaterra y los Estados Unidos, por un lado, y el Japón, por el otro, para echar abajo primero a los invasores japoneses y al sector de la burguesía compradora que dependía de ellos. Luego pasamos a combatir a las fuerzas agresoras de los Estados Unidos e Inglaterra y a derribar los sectores pronorteamericano y proinglés de la burguesía compradora. Dentro de la clase terrateniente también hay fraccionas. Entre los terratenientes, los más reaccionarios representan una minoría y, cuando se los golpea, no hay que revolver con ellos a los que son patriotas y están en favor de la lucha contra el imperialismo. Es preciso, además, hacer una distinción entre los terratenientes grandes y los pequeños. No se debe asestar golpes a un mismo tiempo a demasiados enemigos, sino a un pequeño número, e incluso de entre los grandes terratenientes hay que dirigir el golpe sólo contra el reducido número de los más reaccionarios. Golpear a todos a la vez parece muy revolucionario, pero en realidad causa mucho daño.

La burguesía nacional es nuestra contrincante. En China hay un proverbio que reza: "Los contrincantes se encuentran siempre." La experiencia de la revolución china enseña que es necesario tratar con prudencia a la burguesía nacional. Ella es contraria a la clase obrera y, al mismo tiempo, contraria al imperialismo. En vista de que nuestra tarea principal reside en luchar contra el imperialismo y el feudalismo y que sin haber derribado a estos dos enemigos el pueblo no puede emanciparse, debemos esforzarnos por hacer que la burguesía nacional luche contra el imperialismo. Esta no tiene interés en la lucha contra el feudalismo, porque mantiene estrechos vínculos con la clase terrateniente. Además, oprime y explota a los obreros. Por lo tanto, debemos luchar contra ella. Sin embargo, con el propósito de lograr que combata junto con nosotros al imperialismo, nuestra lucha contra ella no debe ir más allá de lo conveniente, debe librarse con razón, con ventaja y sin sobrepasarse. Valga decir, al librar la lucha, debemos contar con la razón, tener la seguridad de vencer y no sobrepasarnos una vez alcanzada determinada victoria. De ahí la necesidad de investigar la situación de ambas partes, tanto la de los obreros como la de los capitalistas. Si sólo conocemos a los obreros y desconocemos a los capitalistas, no sabremos cómo celebrar negociaciones con éstos. En este terreno también hace falta investigar ejemplos típicos, hacer la disección de uno o dos "gorriones"; igualmente es menester emplear los dos métodos, el de ver las flores desde un caballo al trote y el de desmontar para ver las flores.

En todo el período histórico de la lucha contra el imperialismo y el feudalismo, debemos ganarnos a la burguesía nacional y unirnos con ella para que se coloque del lado del pueblo y combata al imperialismo. Después de terminada en lo fundamental la tarea de la lucha antiimperialista y antifeudal, todavía tenemos que mantener la alianza con ella durante un determinado tiempo. Esta manera de proceder es favorable para enfrentar la agresión imperialista, desarrollar la producción y estabilizar el mercado, así como para ganarnos y remodelar a los intelectuales burgueses.

Ustedes no han conquistado todavía el Poder y están preparándose para tomarlo. Frente a la burguesía nacional, se debe seguir la política de "unidad y lucha". Hay que unirse con ella en la lucha común contra el imperialismo y apoyar todos sus actos y palabras antiimperialistas, y asimismo luchar en Forma adecuada contra todos sus actos y palabras reaccionarios, opuestos a la clase obrera y al Partido Comunista. Es erróneo limitarse a un solo lado: Mera lucha sin unidad es error de "izquierda", y mera unidad sin lucha, error de derecha. Ambos errores los cometió nuestro Partido, y la experiencia fue dolorosa. Luego, resumimos estos dos tipos de experiencia y adoptamos la política de "unidad y lucha", luchando contra la burguesía nacional cuando era necesario y uniéndonos con ella cuando era posible. El objetivo de esta lucha era unirnos con la burguesía nacional para conquistar la victoria sobre el imperialismo.

En los países víctimas de la opresión imperialista y feudal, el partido político del proletariado debe tomar en sus manos la bandera de la lucha nacional, darse un programa de unión nacional y unirse con todas las fuerzas unibles, exceptuando, desde luego, a los lacayos del imperialismo. Debemos dejar ver a todo el pueblo cuán patriota es el Partido Comunista, cómo ama la paz y cómo quiere la unión nacional. Actuar así contribuirá a aislar al imperialismo y sus lacayos, aislar a los grandes terratenientes y la gran burguesía.

Los comunistas no deben tener miedo a cometer errores. Los errores tienen doble carácter. Por un lado, perjudican al Partido y al pueblo y, por el otro, son buenos maestros, pues educan muy bien al Partido y al pueblo, lo que es beneficioso para la revolución. El fracaso es madre del éxito. Si el fracaso no tuviera ventajas, ¿cómo podría ser madre del éxito? Cuando se ha cometido demasiados errores, necesariamente las cosas pasan a su lado opuesto. Esto es marxismo. "Una cosa se convierte en su contrario cuando llega al extremo"; cuando los errores se han amontonado, no se hará esperar la llegada de la luz.

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