viernes, 2 de marzo de 2007

DISCURSO DE EMILIO PÉRSICO EN EL ENCUENTRO DE LA MILITANCIA (10 de diciembre de 2006)

Compañeros: En primer lugar agradezco su presencia, en especial a los del interior que viajaron muchos kilómetros para venir a esta discusión. Veo una bandera de Ushuaia. ¿Lejos, no?

Segundo, agradecer a los compañeros organizadores con remeras azules, que están desde ayer a las 7 de la mañana para que todo esté bien. Agradecerle a Santiago (Martorelli), que dice que nunca le agradezco.

Me acuerdo que antes de las elecciones (de 2003) éramos una organización social que enfrentábamos al gobierno y al modelo neoliberal. Y cuando discutíamos el gobierno que venía, lo hacíamos con dos personas. Uno, con el viejito Cepernic (gobernador santacruceño electo en 1973), que hablaba de la buena gobernación de Kirchner y otro más cercano, que conocíamos más, con quien fuimos charlando las etapas: el Flaco Kunkel. Desayunando en su casa, nos decía: “Emilio, vamos a cambiar el país con el nuevo Presidente”.

Éramos una pequeña organización social y miren, ahora hay compañeros de Pirané, en el medio del impenetrable formoseño. Lo fuimos logrando con mucho esfuerzo, casi sin nada. Me llena de orgullo ver tantos compañeros de todo el país con los que logramos reunirnos en tan poco tiempo.

Pero la fuerza que construimos no alcanza para cambiar al país. Por eso nos juntamos acá. Venimos a refundirnos en una cosa nueva. Todos los años buscamos disolver lo construido y ampliarlo mucho más. Necesitamos una fuerza mucho mayor. Una nueva fuerza que en marzo pueda refundarse amplia, generosa, fuerte, capaz de dar las batallas políticas necesarias. Necesitamos mucho más poder. Y para eso estamos acá. Para discutir sobre esa fuerza.

Tenemos una nueva oportunidad histórica. Como dijo el gobernador: ya no es solamente una islita la que se anima. Es un continente el que se pone de pie. No creemos en un internacionalismo vaciado de contenido. Creemos en el gasoducto que será la espina dorsal de América Latina. Creemos en el Banco Central de América Latina, para que nuestros ahorros no vayan a la Reserva Federal. Sin eso no podremos construir la Patria que soñamos.

Para estabilizar este país necesitamos una gran fuerza. Esto nos llevará a incorporar contradicciones. Hoy me decían los compañeros de cada distrito: “acá es diferente, ¿cómo vamos a construir con estos tipos?”. Tenemos que construir la fuerza del cambio, como el Flaco nos enseñó cuando éramos pibitos. Tenemos que liberar el país. Para eso necesitamos la fuerza que dé vuelta este país, pero también la que lo estabilice. Es contradictorio, pero así es. Al igual que el salario y la inflación, que contienen el problema de la demanda y el de la producción. De resolver correctamente esta contradicción depende el futuro del proceso. En otras oportunidades históricas no supimos hacerlo. Ahora lo vamos a hacer con la fuerza del cambio pero también con la de la estabilidad. Eso no nos transforma en una bolsa de gatos.

A cada modelo económico le corresponde uno político. Al neoliberalismo le correspondió el neoconservador en lo político. Esto se expresó en los distritos alambrados, en los referentes-punteros. Así destruyeron el trabajo y las familias y luego nos bombardearon con comidas y planes. Hicieron de cada compañero un puntero y del vecino un cliente. Esto tenemos que cambiarlo porque también está en nosotros. Como por ejemplo en poner los nombres antes que el proyecto político. Tenemos que cambiar.

Las dos movidas de Kirchner, ponerla a Cristina como candidata a presidente y a Scioli como gobernador demuestra que lo importante no son los nombres sino el proyecto nacional y las fuerzas capaz de cambiarlo.

Tenemos que devolverle a los compañeros del barrio la política como herramienta de transformación. La política es la herramienta de los Pueblos para liberarse y distribuir la riqueza. No estamos cambiando por caras bonitas. Buscamos un cambio de fondo, que abra el Estado a las contradicciones del Pueblo, que las ingresen al Estado. Que vean al conflicto social no como un enemigo sino como militancia social. Meter el conflicto al Estado no es cambiar de nombres. Esto nos demuestra Kirchner.

Dicen “el Presidente no habla con la prensa, es malo, es tosco”. Es así. Porque habla con los hechos. Somos a partir de lo que hacemos, no de lo que decimos. Dice que va para allá porque va para allá. Por supuesto, nosotros estamos detrás del proyecto que encarna el Presidente. Por eso no tenemos que entrar en la pelea por los nombres.

Nosotros necesitamos dos cosas para armar el proyecto nacional:

Primero, estamos conformes de nuestro crecimiento. Hasta hace poco nos trepábamos a los colectivos para visitar Formosa. Hoy ya construimos en muchas provincias. Pero no alcanza. Hay más compañeros que unir. El arma central de las ofensivas populares es la unidad, como para el enemigo es la división. Necesitamos a todos: al rengo, al manco, a todos.

Segundo. Construir los frentes de masas. Sino, no hay manera de romper esta política de alambrado. Yo tuve que aprenderme las secciones electorales. Una entelequia que sirve para tener diputados alambrados. Lo que rompe eso es el frente de masas. Tenemos que construir la juventud, fortalecer el paso de los jóvenes.

Planteé muchas cosas, pero también pasamos por muchas cosas. El Flaco fue el inventor de todo esto. De la bandera de JP, que hoy nos acompaña. Los jóvenes son el sector central: hay que volver a afirmarlo. Tenemos que recuperar la rebeldía de la juventud. Que sea la esperanza del cambio. Que tenga el alma de Evita, de Perón, del Che, de San Martín como aquella bandera de Tandil. Nacional pero rebelde, que transgreda para avanzar.

Necesitamos de las mujeres. De las gordas que pusieron el pecho a la crisis en nuestros barrios. Las que enfrentaron la tragedia, como las Madres de Plaza de Mayo. Las que enfrentaron al gatillo fácil, a la delincuencia, al paco. Es la que más pelea en los barrios, la que sufre la doble explotación por ser mujer y ser pobre. Esa tiene que estar acá.

Tenemos que construir mucho más en los barrios. La fuerza territorial que sea el lugar de resistencia última. Que no nos escuche el enemigo. Los barrios tienen que defender este proceso y ser revolucionarios. Porque nacimos y vinimos para cambiar las cosas.

Tenemos que ver como construir en lo sindical. El Flaco insiste y tiene razón. Necesitamos poder sindical, discutir qué significa un sindicalismo combativo. Que sea amplio y generoso en esa construcción. Sino, ¿cómo vamos a distribuir el ingreso? ¿Sin pelear con la patronal, sin delegados? Pongamos esfuerzo en eso también.

Necesitamos para construir el país mucho más poder popular. Como decía la diputada Vaca Narvaja: poder popular y representación política. Y como decía el gobernador: pelear por lo que queremos.

Tenemos adelante una gran oportunidad. Estamos en condiciones de ir cambiando la Argentina. Pero seguimos en el infierno y nos debemos dos tareas:

Uno, la del Estado: cambiar las condiciones sociales y la distribución.

Dos, construir el Movimiento Nacional.

Avancemos en las dos. Tenemos muchos problemas con la construcción de esa fuerza y tampoco salimos del infierno, pero vamos en esa dirección. Estamos en el camino de la historia. Estamos otra vez en condiciones de reconstruir la Patria que soñaron los compañeros que hoy no están acá. Ustedes son los protagonistas, nada más.

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