La iniciativa gubernamental en materia de derechos de exportación excedió la capacidad decisional de sus fuerzas en el orden social, legislativo y ejecutivo. Más en castellano, los otros eran más que nosotros. Esto es, la propuesta de las retenciones móviles no se compadecía con el poder propio existente. Ello no fue transparente al principio. Por el contrario, el Gobierno dictó la resolución 125 en la creencia de que sería aceptada, aún a regañadientes. Sin embargo, la tempestad que se levantó superó con mucho las expectativas gubernamentales, y ello repercutió en un proceso revelador.
Nuestros partidos políticos son casi inexistentes. En muchos casos adoptan la forma de catch all, partidos "toma todo", con ideologías blandas que se adaptan de acuerdo con el público, el territorio y las circunstancias. Si a ello se le agrega la heterogeneidad estructural de la Argentina, en varios casos se trata de confederaciones provinciales; de ligas de gobernadores. En este contexto, no es de extrañar que una medida donde se discutía más lo ideológico que otra cosa, casi todas las estructuras estallaron. Por supuesto, el Partido Justicialista, pero también la Concertación Plural y los socialistas.
Quizás éste sea el saldo más positivo de esta batalla perdida. El pragmatismo está dejando lugar a las concepciones, y es bueno que así sea. Obviamente, si el Gobierno insiste por un camino de transformación social, ha tenido un momento espectacular para saber quién es quién, en particular para conocer cuál es la fuerza propia y reposicionarse desde esa certeza: La sociedad también ha tenido sus descubrimientos: a Barrionuevo, Miguens, Lozano, Llambías, Carrió y otros sólo les falta venerar un macho cabrío para conformar un aquelarre, que no será de la Edad Media porque es auspiciado por Clarín.
De ambas certezas, batalla perdida y reconocimiento de las propias fuerzas, se deducen las próximas actividades; mas aún si se tiene en cuenta la emergencia de una militancia incipiente que ha tenido una prueba de fuego con simbología incluída.
Reconocer la derrota, reagrupar y posicionar las propias fuerzas, dar señas inequívocas de la dirección asumida, constituyen piezas ineludibles para esta situación que tendrá otros contextos y otros nombres pero que se inscribe en la gran zaga de todas las naciones en conformación: si economía de enclave o economía integrada, si asimilación o autonomía, son preguntas que se resuelven a diario en la calle, en las leyes y en la orientación de los funcionarios.
Nuestros partidos políticos son casi inexistentes. En muchos casos adoptan la forma de catch all, partidos "toma todo", con ideologías blandas que se adaptan de acuerdo con el público, el territorio y las circunstancias. Si a ello se le agrega la heterogeneidad estructural de la Argentina, en varios casos se trata de confederaciones provinciales; de ligas de gobernadores. En este contexto, no es de extrañar que una medida donde se discutía más lo ideológico que otra cosa, casi todas las estructuras estallaron. Por supuesto, el Partido Justicialista, pero también la Concertación Plural y los socialistas.
Quizás éste sea el saldo más positivo de esta batalla perdida. El pragmatismo está dejando lugar a las concepciones, y es bueno que así sea. Obviamente, si el Gobierno insiste por un camino de transformación social, ha tenido un momento espectacular para saber quién es quién, en particular para conocer cuál es la fuerza propia y reposicionarse desde esa certeza: La sociedad también ha tenido sus descubrimientos: a Barrionuevo, Miguens, Lozano, Llambías, Carrió y otros sólo les falta venerar un macho cabrío para conformar un aquelarre, que no será de la Edad Media porque es auspiciado por Clarín.
De ambas certezas, batalla perdida y reconocimiento de las propias fuerzas, se deducen las próximas actividades; mas aún si se tiene en cuenta la emergencia de una militancia incipiente que ha tenido una prueba de fuego con simbología incluída.
Reconocer la derrota, reagrupar y posicionar las propias fuerzas, dar señas inequívocas de la dirección asumida, constituyen piezas ineludibles para esta situación que tendrá otros contextos y otros nombres pero que se inscribe en la gran zaga de todas las naciones en conformación: si economía de enclave o economía integrada, si asimilación o autonomía, son preguntas que se resuelven a diario en la calle, en las leyes y en la orientación de los funcionarios.
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