“El nacionalismo de los pueblos coloniales sabe que la celebración de la humanidad sólo se alcanzará con la destitución del nacionalismo de las metrópolis, para las cuales, el universo no es la humanidad, sino su universal opresión sobre la humanidad. Este es el desafío que nosotros argentinos e iberoamericanos, lanzamos al rostro de los enemigos interiores y exteriores de la patria ultrajada, a la que, ya lo hemos dicho, hay que rescatar, si es necesario, con las armas en la mano.”
J. J. Hernández Arregui, Nacionalismo y LiberaciónA 26 años de la guerra, y a 175 de la usurpación por parte de Gran Bretaña de esa porción de suelo nacional en el sur de nuestro continente, intentaremos abordar en estas breves líneas la cuestión Malvinas, destacando los que creemos que son los aspectos principales de este conflicto no resuelto. Este artículo surgió con la intención de aportar a una necesaria reflexión en torno a la cuestión Malvinas, a su significación para las mayorías populares, a la vergüenza que suscita entre ciertos sectores intelectualizados, y a la deuda social que tenemos todos los argentinos con los veteranos de la guerra.
La cuestión Malvinas, y más precisamente la guerra librada en 1982, comprendida como fenómeno social, político y militar, se encuentra atravesada por múltiples tensiones. Estas diversas dimensiones que la configuran deben ser incluidas en el análisis; pero sin perder de vista que debemos lograr definir y destacar los aspectos principales de la cuestión Malvinas, aquellos que la convierten en un elemento constitutivo y al mismo tiempo desgarrador de nuestra sociedad.
Primero y principal, los veteranos de Malvinas han insistido durante los 26 años que transcurrieron desde la guerra, que ellos no se consideran víctimas ni pobres pibes que fueron obligados a pelear en las islas. Precisamente el discurso de victimización es el que ha hegemonizado los medios masivos de comunicación y los ámbitos de elaboración intelectual desde el retorno a la democracia, y se enmarca en la política de desmalvinización que promovió el debilitamiento de la conciencia nacional y la imposición del modelo neoliberal dependiente.
Quienes pelearon valientemente en Malvinas contra el invasor inglés han sido y siguen siéndolo, combatientes por la soberanía nacional, y deben ser reconocidos como tales, más aún siendo que durante tantos años se los ignoró, se los olvidó, y en el mejor de los casos se los degradó victimizándolos. Los 649 caídos durante la guerra, los 350 veteranos que se quitaron la vida, y todos los argentinos que defendieron nuestra soberanía en las islas son héroes nacionales, patriotas que expusieron sus vidas enfrentando el colonialismo, honrando las luchas inconclusas libradas por tantos argentinos y tantos hermanos latinoamericanos por la definitiva emancipación de nuestros pueblos. Y es justamente en este sentido que podemos comprender y resaltar la solidaridad de los pueblos hermanos del continente americano durante la guerra, que se expresó en apoyo diplomático, y en ayuda militar y logística.
Una vez establecido esto, es necesario diferenciar los motivos que impulsaron a la guerra a la dictadura militar genocida, que no fueron otros que prolongar un régimen que ya evidenciaba signos de un agotamiento terminal. Esas cúpulas de militares serviles al imperialismo que se atribuían vencedoras de la subversión en la guerra librada contra el movimiento popular, no sólo condujeron de manera irresponsable la acción bélica en las islas, ni siquiera observaron, en muchos casos, un mínimo de dignidad frente al enemigo. (1)
En este mismo sentido, también merecen destacarse las dificultades congénitas de importantes sectores de las Fuerzas Armadas para comprender el rol de un verdadero ejército nacional, y para precisar la naturaleza de nuestras relaciones como nación con las potencias centrales.
Como así también se hace imprescindible reclamar por el crimen de lesa humanidad cometido por Margaret Thatcher al ordenar hundir el crucero ARA General Belgrano fuera de la zona de exclusión, con el resultado de 323 tripulantes muertos, casi la mitad de los argentinos caídos en la guerra. Un hecho violatorio del Derecho Internacional Humanitario que dio por tierra con las soluciones diplomáticas que impulsaba el gobierno peruano, justificando con este fracaso de las negociaciones la intervención estadounidense en apoyo a Gran Bretaña.
Recordar y homenajear a los héroes de Malvinas, reafirmar que las islas fueron, son y serán argentinas, es reavivar la memoria histórica, es hacer nuestros la dignidad y el patriotismo de los combatientes malvineros, renovando nuestro compromiso con la causa Malvinas, que es también la causa de una Patria Justa, Libre y Soberana. Una causa que hoy vuelve a renacer con la fuerza invencible de los pueblos en la unión latinoamericana y en el proyecto nacional en marcha en nuestro país a través de un gobierno que vuelve a levantar la bandera soberana de la causa Malvinas y reivindica a quienes tomaron las armas para defender la soberanía nacional.
(1) Ver Informe Rattenbach, en el cual se critica duramente a los mandos políticos y militares, precisándose episodios puntuales como los comportamientos de Astiz y Menéndez, quienes supieron destacarse a la hora de usar las armas contra compatriotas en la represión interna pero cuando tuvieron que defender nuestra enseña nacional del enemigo imperialista se rindieron cobardemente.
La cuestión Malvinas, y más precisamente la guerra librada en 1982, comprendida como fenómeno social, político y militar, se encuentra atravesada por múltiples tensiones. Estas diversas dimensiones que la configuran deben ser incluidas en el análisis; pero sin perder de vista que debemos lograr definir y destacar los aspectos principales de la cuestión Malvinas, aquellos que la convierten en un elemento constitutivo y al mismo tiempo desgarrador de nuestra sociedad.
Primero y principal, los veteranos de Malvinas han insistido durante los 26 años que transcurrieron desde la guerra, que ellos no se consideran víctimas ni pobres pibes que fueron obligados a pelear en las islas. Precisamente el discurso de victimización es el que ha hegemonizado los medios masivos de comunicación y los ámbitos de elaboración intelectual desde el retorno a la democracia, y se enmarca en la política de desmalvinización que promovió el debilitamiento de la conciencia nacional y la imposición del modelo neoliberal dependiente.
Quienes pelearon valientemente en Malvinas contra el invasor inglés han sido y siguen siéndolo, combatientes por la soberanía nacional, y deben ser reconocidos como tales, más aún siendo que durante tantos años se los ignoró, se los olvidó, y en el mejor de los casos se los degradó victimizándolos. Los 649 caídos durante la guerra, los 350 veteranos que se quitaron la vida, y todos los argentinos que defendieron nuestra soberanía en las islas son héroes nacionales, patriotas que expusieron sus vidas enfrentando el colonialismo, honrando las luchas inconclusas libradas por tantos argentinos y tantos hermanos latinoamericanos por la definitiva emancipación de nuestros pueblos. Y es justamente en este sentido que podemos comprender y resaltar la solidaridad de los pueblos hermanos del continente americano durante la guerra, que se expresó en apoyo diplomático, y en ayuda militar y logística.
Una vez establecido esto, es necesario diferenciar los motivos que impulsaron a la guerra a la dictadura militar genocida, que no fueron otros que prolongar un régimen que ya evidenciaba signos de un agotamiento terminal. Esas cúpulas de militares serviles al imperialismo que se atribuían vencedoras de la subversión en la guerra librada contra el movimiento popular, no sólo condujeron de manera irresponsable la acción bélica en las islas, ni siquiera observaron, en muchos casos, un mínimo de dignidad frente al enemigo. (1)
En este mismo sentido, también merecen destacarse las dificultades congénitas de importantes sectores de las Fuerzas Armadas para comprender el rol de un verdadero ejército nacional, y para precisar la naturaleza de nuestras relaciones como nación con las potencias centrales.
Como así también se hace imprescindible reclamar por el crimen de lesa humanidad cometido por Margaret Thatcher al ordenar hundir el crucero ARA General Belgrano fuera de la zona de exclusión, con el resultado de 323 tripulantes muertos, casi la mitad de los argentinos caídos en la guerra. Un hecho violatorio del Derecho Internacional Humanitario que dio por tierra con las soluciones diplomáticas que impulsaba el gobierno peruano, justificando con este fracaso de las negociaciones la intervención estadounidense en apoyo a Gran Bretaña.
Recordar y homenajear a los héroes de Malvinas, reafirmar que las islas fueron, son y serán argentinas, es reavivar la memoria histórica, es hacer nuestros la dignidad y el patriotismo de los combatientes malvineros, renovando nuestro compromiso con la causa Malvinas, que es también la causa de una Patria Justa, Libre y Soberana. Una causa que hoy vuelve a renacer con la fuerza invencible de los pueblos en la unión latinoamericana y en el proyecto nacional en marcha en nuestro país a través de un gobierno que vuelve a levantar la bandera soberana de la causa Malvinas y reivindica a quienes tomaron las armas para defender la soberanía nacional.
(1) Ver Informe Rattenbach, en el cual se critica duramente a los mandos políticos y militares, precisándose episodios puntuales como los comportamientos de Astiz y Menéndez, quienes supieron destacarse a la hora de usar las armas contra compatriotas en la represión interna pero cuando tuvieron que defender nuestra enseña nacional del enemigo imperialista se rindieron cobardemente.
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