PALABRAS DE LA PRESIDENTA DE LA NACIÓN, DRA. CRISTINA FERNÁNDEZ DE KIRCHNER DURANTE LA INAUGURACIÓN DEL CENTRO ARGENTINO DE ESTUDIOS POLÍTICOS, SOCIALES Y EL FONDO BIBLIOGRÁFICO "ARTURO JAURECHE", EN LA SEDE DE FLACSO, EN ECUADOR. (21 de abril de 2008)
Muchas gracias General Moncayo, Alcalde de la Ciudad; autoridades de FLACSO; Adrián Bonilla; señores ministros de la República de Ecuador; señoras y señores: muchas gracias por tantas distinciones, hoy recién decía, cuando estábamos junto a Jorge Gamarra, el escultor, el autor de esa magnífica obra "El Cincel", que tiene mucha vinculación, esa escultura también con la inauguración de este Centro de Estudios Políticos y Fondo Bibliográfico "Arturo Jauretche".La obra, que hemos donado y que hoy forma parte de los jardines de la institución es un cincel, que orada la piedra.
Y creo que, en la mano del artista, también, puede asimilarse a la idea y al pensamiento, que también orada la piedra y entonces creo que hay una íntima vinculación entre el arte, hoy, y la política, simbolizada en la persona de quien es, para mí, el intelectual más formidable, que ha tenido la República Argentina, y que es Don Arturo Jaureche.
No es casual la elección del nombre de ese ilustre argentino, que tuvo la valentía intelectual, la honestidad de pensar el país por fuera del status quo, por fuera de lo que aseguraba, tal vez, la presencia suya en medios de comunicación, en los grandes centros, Arturo Jauretche hizo una elección, una opción: la Patria y el pueblo. Y es muy importante la irrupción de este hombre y del movimiento, del cual forma parte y es fundador, FORJA, porque es la clave de la continuidad del movimiento nacional en la República Argentina, pero esencialmente es pensar la Nación con el pueblo adentro. Esto es, yo digo, el gran aporte de estos hombres de FORJA y fundamentalmente de Arturo Jauretche hizo al pensamiento de la República Argentina.
Fue uno de los primeros autores que leí, siendo muy joven, él, Scalabrini Ortiz, Hernández Arregui fueron los hombres que a toda una generación nos hicieron ver una realidad, que estaba oculta en los titulares de los diarios, no aparecía demasiado explicada en las universidades, pero que sin embargo existía y que era la presencia del pueblo que, una y otra vez, había sido sojuzgado, acallado y mancillado y muchas veces, asesinado. Es precisamente la presencia de este hombre, a través de lo que yo considero, tal vez, las tres obras más señeras: "El medio pelo en la sociedad argentina", la más formidable vivisección de la sociedad argentina y de lo que es la estructura cultural del status quo; "Los profetas del odio", donde explica, tal vez, las tragedias, que ha vivido la República Argentina y también la frustración, esencialmente, de los hombres y mujeres que han conformado nuestro territorio. Y finalmente, casi como una provocación está "El manual de zonceras argentinas", donde Arturo Jaureche se ríe del status quo cultural en la Argentina, que planteaba como verdades reveladas lo que eran apenas, ejercicios o de intereses encubiertos o lo que es mucho peor, de ignorancia supina. Porque muchas veces, cuando uno se encuentra con alguien que defiende intereses, más allá de que pueda coincidir o no con esos intereses, siempre está la contemplación del interés del otro. Cuando vemos que se habla de lo que no se sabe y porque no se sabe, entonces estamos ante lo que decidimos y definimos como ignorancia supina.
Yo creo que Arturo Jauretche fue el símbolo del intelectual, porque muchas veces uno tiene una idea equivocada de lo que es un intelectual. Normalmente, se considera intelectual a aquella persona que posee una gran formación, una gran instrucción, que ha leído mucho, que tal vez tiene muchos estudios. Y yo creo que allí podemos hablar de una persona con formación, con instrucción, con información. Pero, a mi criterio, el intelectual es aquel que genera pensamiento propio, desde categorías diferentes.
Yo siempre digo: conozco muchísima gente que podríamos decir que, en términos de formación y de instrucción sabe todo, pero que nunca han entendido nada. Porque el intelectual es ese que puede ver más allá de lo que han sido los clisés, más allá de lo que le mandan del stablisment para poder seguir siendo estrellas o aparecer en los medios.
Hombres como Arturo Jaureche, como Scalabrini Ortiz, como Hernández Arregui, como Homero Manzi - que fue famoso por los tangos, pero no por tener un pensamiento nacional - son el símbolo de aquellos hombres que renunciaron a los oropeles, momentáneos y circunstanciales para elegir quedarse en la historia, que es una opción. Son los que no les importa aparecer en lo que podría ser hoy contemporáneamente los medios de comunicación, en aquel momento eran los diarios, estos eran argentinos silenciados absolutamente, no aparecían en ningún diario, no aparecían en ninguna crónica literaria ni política, eran prolija, meticulosa y planificadamente ignorados. Sin embargo, sus ideas trascendieron por sobre ese pretendido ocultamiento y pudieron hacer historia, precisamente, al ser recogidas sus ideas, sus interpretaciones, sus decodificaciones por, tal vez, uno de los partidos políticos más importantes que ha tenido la América latina y por miles de otros militantes nacionales y populares que, sin formar parte de las filas del espacio político en el cual milito, fueron ayudados a comprender y decodificar la realidad, como les decía, desde categorías diferentes.
Creo que este es el valor de los intelectuales y este es el rol que en América latina nos debemos todavía: pensar nuestra realidad con categorías de pensamiento propias.
Siempre analizamos y nos analizamos a través de categorías de pensamientos extrañas que venían de otras realidades y, entonces, era muy difícil entender qué pasaba.
Hace unos meses atrás, en una entrevista que me hizo un importante matutino europeo, me hablaban de las formas de populismo, algo que es muy común escuchar hoy, sobre todo, desde los grandes centros de poder. En esa oportunidad me hicieron un pregunta acerca de cómo se desarrollaba esto. Yo les decía que, en realidad, son categorías de pensamiento diferentes. "Pero no, quieren dominar", porque había una suerte de denuncia de populismo que quería extenderse por América latina, me decían. No, no, les dije yo, esa forma de pensar y de ver que toda idea es para estar sobre el otro, para colonizar al otro, solamente viene de los grandes centros de poder que son los grandes colonizadores de la historia.
Por eso tienen esa concepción, de que cuando aparece una idea diferente a la de ellos, esa idea va a tratar de imponerse y de sojuzgar a los otros, porque esas son y han sido sus categorías de pensamiento, imponer el sojuzgamiento sobre el otro.
Yo les dije que afortunadamente en América latina no teníamos experiencia de países que hicieran colonialismo sobre otros países, que en todo caso, si podíamos encontrar ideas de sojuzgamiento, de subordinación, de colonialismo cultural sobre nuestras realidades pero que no provenía de nuestras realidades, sino que venía de otros espacios, de otras geografías y que nunca en esta América latina, hoy acusada de ser cruzada por populismos, se habían producido tragedias terribles como las que habían sucedido en otros cultos lugares y que aquí nunca habíamos tenido la tragedia del Holocausto ni la tragedia de la Inquisición, por ejemplo.
Entonces, creo que es hora, hermanas y hermanos latinoamericanos, que nuestros intelectuales, nuestros estudiantes, nuestros profesionales, nuestros dirigentes políticos, decidan mirar su realidad, decidan mirar a sus pueblos y a sus lugares desde aquí mismo, no para negarnos al mundo, al contrario, creo que no hay mejor manera de integrarse al mundo que ser uno mismo. Y me parece que en Arturo Jauretche y en miles de hombres y mujeres esparcidos a lo largo y a lo ancho de toda Latinoamérica, hoy vibra esa idea, es decir, ser por primera vez nosotros mismos para nosotros, para nuestros pueblos y también para la historia.
Yo quiero agradecer, Adrián, tu deferencia de esta medalla; a usted también, General, agradecerle la deferencia de haber podido participar en una ceremonia inédita en la maravillosa Compañía de Jesús; al presidente Rafael Correa, por la bienvenida cálida y afectuosa y a todos los ecuatorianos y a todas las ecuatorianas que, como siempre, nos han tendido su mano solidaria, amiga y de compañeros.
Y permítanme decir la palabra "compañeros" no con una connotación político-partidaria, porque "compañero" etimológicamente viene de compartir el pan y lo que nosotros queremos es compartir el pan.
Muchas gracias y tengan todos ustedes muy buenas tardes. (APLAUSOS)
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