miércoles, 2 de abril de 2008

A la juventud argentina: ¡Malvinas volveremos! (Iciar Recalde)

"Que flamee en los archipiélagos la bandera argentina. Pero sola, sin compañía. Que no hay soberanía compartida." José María Rosa

"Oíd, mortales, el grito sagrado:
"¡libertad, libertad, libertad!"
Oíd el ruido de rotas cadenas,
ved en trono a la noble igualdad.

Ya su trono dignísimo abrieron
las Provincias Unidas del Sud
y los libres del mundo responden:
"Al gran pueblo argentino, ¡salud!
Al gran pueblo argentino, ¡salud!"
Y los libres del mundo responden:
"Al gran pueblo argentino, ¡salud!"

Sean eternos los laureles
que supimos conseguir,
que supimos conseguir.
Coronados de gloria vivamos...
¡o juremos con gloria morir!,
¡o juremos con gloria morir!," Estrofas del Himno Nacional Argentino

Dentro de unos pocos días, el 2 de abril del año 2008, el país dependiente volverá a conmemorar uno de los eslabones de las largas luchas de los pueblos latinoamericanos en su camino por romper las cadenas de la dependencia imperial. Creemos que en esta fecha es necesario de una vez por todas recuperar el sentido heroico de nuestra nación en su lucha por construir una nación soberana: cerca de 13.000 argentinos fueron a Malvinas, 649 nunca volvieron, los restantes entraron sin pena ni gloria por la puerta trasera de la patria desvastada por una de las dictaduras más sangrientas de la historia argentina y continúan al día de la fecha silenciados y olvidados. Para muchos ciudadanos progresistas, los caídos en Malvinas y los ex combatientes que han sobrevivido, estarían encorsetados en una guerra sin sentido, conducidos por la fuerza de la comandancia de un militar díscolo y alcohólico, donde no habría otra cuestión de fondo para el pueblo pobre que combatió contra los británicos.

A pesar de que en las escuelas argentinas entrado el siglo XXI se sigue repitiendo todas las mañanas escolares aquella frase que dice que "La bandera argentina nunca fue atada a ningún carro vencedor de la Tierra", la enseñanza de las nuevas generaciones de argentinos continúa acallando la historia del saqueo imperial y de las luchas de nuestro pueblo por revertirla y presentando acontecimientos cargados de fechas a memorizar y a repetir en una historia donde la Revolución Francesa y las revoluciones industriales europeas marcan el ritmo de lo que los jóvenes argentinos deben conocer de la historia en las aulas de las escuelas públicas. O más atrás, al dedillo las monumentales civilizaciones griegas y romanas. Demás está decir que nada se dice del papel de Argentina y América Latina en las tan mentadas revoluciones industriales porque no hubo una América de venas abiertas desangrándose por las políticas genocidas del Primer Mundo en expansión. La división internacional del trabajo se enseña en sus justos términos: Argentina país agroexportador minero debe gratitud y reconocimiento a la Europa proveedora de manufacturas para el deleite y las posibilidades de surgimiento de la cultura de élite nacional porque al fin y al cabo, somos descendientes de europeos, somos el espejo de Europa sin hibridación cultural indígena o más acá, somos legatarios de la metrópoli norteamericana que nos dicta las modas y nos permite pasear por Buenos Aires creyéndonos en la misma Nueva York a la luz de los slogan publicitarios a la vista porque para las ofertas tenemos sale, para las computadoras, Laptop Computers, Monitors, para los churrascos, ross beef… somos cualquier cosa menos criollos y argentinos y tenemos una historia esbirra fiel de ese mandato. Antes del año 1995, enseñar en la escuela pública argentina la Guerra de Malvinas no era obligatorio, pero con la reforma educativa de ese año se fijó para todo el Tercer Ciclo de la hasta hace poco EGB, estudiar en el área de Ciencias Sociales la Guerra de las Malvinas, con la salvedad de que a partir de ese contenido mínimo de enseñanza, cada provincia tendría la libertad para hacer sus propios diseños curriculares y, consecuentemente, cada docente gozaría de la autonomía para abordar el tema, otra nota más de la carencia de un proyecto de nación donde primen contenidos obligatorios para la formación de los ciudadanos en una noción de nación compartida justa, libre y soberana. En la escuela argentina se imparten conocimientos en castellano rioplatense pero se enseña a pensar a las nuevas generaciones en inglés o en francés según la variación identitaria del docente de turno en su pasaje por la universidad pública o los terciarios privados. La Guerra de Malvinas se presenta en los manuales de Historia para el Tercer Ciclo como una de las tantas desventuras nacionales, repleta de fechas de desembarcos, equívocos, rendimientos y muertos. Nada se dice de su sentido concreto para un país del Tercer Mundo, nada se dice de la deuda pendiente del pueblo argentino con los miles de combatientes que apenas entrados en la adolescencia marcharon al frente de batalla sin otra compañía que el miedo, el coraje y el amor a su Patria. Es hora de que el Estado argentino confeccione un proyecto de estudio para todos los niveles de la enseñanza escolar abocado al estudio de la guerra y, por sobre todas las cosas, promueva mecanismos de identificación con el sentido de la reivindicación y de la soberanía del pueblo argentino sobre las Islas Malvinas y del Atlántico Sur, consecuentemente con el reconocimiento a todos aquellos integrantes de las Fuerzas Armadas y civiles que arriesgaron su vida para recuperar nuestras islas. Los ex combatientes son y serán en la memoria del pueblo argentino héroes nacionales, no víctimas sociales más allá de los justificativos que el Proceso de Reorganización Nacional haya puesto a jugar en la acometida bélica. La Guerra de Malvinas no fue una simple locura nacional, sino que por el contrario y más allá de los equívocos del momento respecto a la forma de resolver el conflicto en aquel contexto, fue una acción nacional contra las políticas coloniales de un imperio. Los ingleses derramaron sangre criolla en tierra argentina: esto no lo justifica ni Galtieri, ni Junta militar alguna, sino la actitud de piratería de las naciones centrales en relación a nuestras comarcas subdesarrolladas. Deberemos discutir luego la cuestión de la correlación de fuerzas, la legitimidad de un gobierno de facto al servicio de los intereses extranjeros o el envío al campo de batalla a argentinos con armamento precario, hambreados y muertos por el frío pero, lo que no podemos dejar de enseñar a las nuevas generaciones de jóvenes argentinos es que la guerra fue un acto de legítima defensa de la soberanía nacional y las Malvinas e Islas del Atlántico Sur son argentinas. No debemos claudicar jamás a nuestra soberanía tal como lo establece la Cláusula Primera de las Disposiciones Transitorias de la Constitución Nacional Argentina: "La Nación Argentina ratifica su legítima e imprescindible soberanía sobre las islas Malvinas, Georgias del Sur y Sandwich del Sur y los espacios marítimos e insulares correspondientes, por ser parte integrante del territorio nacional. La recuperación de dichos territorios y el ejercicio pleno de soberanía respetando el modo de vida de sus habitantes, y conforme a los principios del Derecho Internacional, constituyen un objetivo permanente e irrenunciable del pueblo argentino." Emprendimos un camino, el de la reconstrucción de la patria que, como decían los nuestros, dejará de ser colonia o la bandera flameará sobre sus ruinas.

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