viernes, 22 de agosto de 2008

LA MASACRE DE TRELEW (E. Jauretche, G. Levenson *)

La década del ´70 se inicia con un recrudecimiento de la lucha política, que refleja un proceso mundial de reacciòn contra la dominación colonial y social.

Una clase obrera organizada desde sus bases en defensa de las conquistas sociales históricas, que había peleado sola desde 1955, encontró sus aliados en otros sectores que fortalecieron al Movimiento Nacional. El peronismo ya podía confiar en algo más que su "columna vertebral" y todas las fuerzas progresistas se alineaban conservando sus singularidades en un mismo proyecto de poder. El poderoso bloque histórico que luchaba por la democratización y la justicia recibía ahora los aportes de la juventud estudiantil y la intelectualidad de clase media que habían sido convocados con eficacia desde la CGT de los Argentinos. Las organizaciones armadas mejor estructuradas, las más importantes, FAR, Montoneros y ERP operaban cotidianamente, con un accionar que tenía jaqueado al gobierno militar del general Lanusse.

La batalla por un proyecto nacional y popular para la Nación se daba en todos los terrenos: el de la producción, donde los experimentados cuerpos de delegados y direcciones sindicales disputaban el poder de decisión con las patronales oligárquicas aliadas al gobierno militar; el de las burguesías urbanas, que sumaban su consenso ciudadano al programa de reivindicación de las libertades públicas y la vigencia del Estado de derecho; el de los medios de comunicación, la educación y la cultura, donde se cuestionaba el mensaje dominante reproduciendo el de la insurgencia popular y se brindaban los aportes teóricos de cuadros formados en la Universidad a la construcción política de un polo alternativo y, además, el de la violencia, donde las vanguardias político-militares incorporaron una nueva forma de respuesta organizada a la represión regiminosa. El creciente proceso de resistencia popular daba origen a una situación de consentimiento y aprobación a las acciones de las organizaciones revolucionarias.

La dictadura, ante el aislamiento político y social a que estaba sometida, apelaba a una cada vez más violenta represión. Las brutalidad policial contra las movilizaciones, las detenciones masivas y las torturas a los militantes eran entonces frecuentes. La justicia del régimen escoltaba a las fuerzas armadas: el Poder Judicial creó una Cámara especial para combatir la "subversión" que dictaba fallos que despertaban la indignación popular.

Pero así se creó otro problema: el de la seguridad en las cárceles. El hacinamiento que provocaron los largos procesos y las numerosas condenas se sumaba a la existencia de un sistema carcelario e institutos de detención vetustos. Y tanto la organización de los presos políticos como la de sus familiares respaldados por las organizaciones revolucionarias, favorecieron el estallido de todo tipo de conflictos dentro y alrededor de las cárceles, desde movilizaciones, protestas masivas y motines internos hasta intentos de fuga.

Como respuesta a esa situación de inseguridad, las fuerzas armadas rehabilitaron, exclusivamente para presos políticos, casi todos guerrilleros, el penal de máxima seguridad que existía en Rawson, provincia de Chubut, aislado de todo centro poblado por la extensa estepa patagónica. Con el objeto de desarticular la relación existente entre la cárcel y su exterior en todas las provincias, las autoridades judiciales fueron concentrando en Rawson, a partir del mes de marzo de 1972, militantes presos que se hallaban diseminados a lo largo del país. En el mes de julio el penal colmó su capacidad, estimada en 250 internos. Paradógicamente, los más importantes cuadros políticos de las organizaciones armadas lograron, sin habérselo propuesto, la ocasión de reunirse que en el exterior estaba limitada por los enormes riesgos de la represión: los patios y pasillos de la prisión fueron escenario de un encuentro federal de máximo nivel. Aprovecharon el circunstancial aislamiento, compartieron experiencias frente el enemigo común y establecieron de inmediato relaciones fraternas de trabajo, que se orientaban a una convivencia plena y al estudio de la realidad, propia y del país.

Obviamente, entre los primeros objetivos que fijaron figuró el de una eventual fuga, planteo en el que todo militante encarcelado siempre debe pensar. A partir de entonces se diseñaron las bases de una estrategia: para alcanzar la libertad había que neutralizar las guardias y tomar el penal y resolver el problema de los rápidos desplazamientos necesarios para salir de esa zona árida y plana. La contribución de los familiares era fundamental y las organizaciones pusieron todo el esfuerzo necesario para agilizar los contactos entre el interior y el exterior del penal. La fuga no sólo significaría la recuperación de valiosos cuadros para continuar desarrollando la lucha; sería un rudo golpe político al escaso prestigio de que gozaba el gobierno militar y a todo un sistema de orden social fundado en el miedo a la represión.

En conjunto se resolvió que la salida apropiada implicaba varios arriesgados pero espectaculares pasos. Se secuestraría en pleno vuelo un avión de línea regular a la región patagónica. A la misma hora, un motín debía concluir con la toma del penal y la salida de los presos. La vanguardia de los fugados procedería a controlar militarmente el aeropuerto de Trelew a la espera de la aeronave secuestrada. Una vez embarcados los prófugos, se obligaría al piloto a volar al exterior. También se decidió que los primeros en salir, entre 100 y 110 presos, serían los de mayor jerarquía y responsabilidad en sus respectivas organizaciones. La fecha de la fuga, el día "D", era conocida por muy pocos compañeros.

La primera parte, el copamiento de la cárcel, se realizó con total éxito, en no más de 15 minutos. Hubo un sólo enfrentamiento donde un guardia carcelario, pese a la superioridad táctica de los amotinados, ofreció resistencia. Fue la única baja.

Cuando el penal quedó completamente controlado, a las siete de la tarde, partió el primer grupo. Tal como estaba planificado partieron en los escasos vehículos del Instituto. La llamada "vanguardia" estaba constituida por Marcos Osatinsky y Roberto Quieto de las FAR, Fernando Vaca Narvaja de Montoneros y Roberto Mario Santucho, Domingo Mena y Enrique Gorriarán Merlo del PRT. Tomaron sin dificultades el aeropuerto donde aterrizó el avión.

El resto se quedó esperando unos camiones que a causa de una descordinación operativa nunca llegaron. Versiones no confirmadas cuentan que el compañero a cargo del apoyo exterior que tenía a su cargo esa tarea no pudo ver la señal que desde las ventanas de la cárcel tomada le transmitieron, y por eso no avanzó al punto de encuentro. Vencido el plazo de espera del transporte para la mayoría de los fugados se resolvió recurrir a taxis y remises de las localidades más próximas. Se los citó en la puerta del penal, y allí se embarcaron los diecinueve compañeros que seguían en el orden de partida prefijado.

Pero llegaron tarde al aeropuerto. Sólo pudieron ver cómo el avión iniciaba el despegue y comunicarse con él desde la radio de la torre de control para informar lo que sucedía en tierra. Luego de algunos intentos fallidos por conseguir otro avión, el grupo de combatientes revolucionarios debió optar por evitar un enfrentamiento con fuerzas superiores de la Armada que los tenían rodeados. Los voceros de éstos eran el Teniente de Fragata Bravo y el Capitán Sosa. Mariano Pujadas, de Montoneros, habló en nombre de todos los compañeros.

Negociaron la entrega del aeropuerto tomado con presencia de la autoridad judicial y la prensa para que quedara registrado el acto y preservada la seguridad de los amotinados. Este diálogo terminó con la palabra dada por un Juez Federal ante periodistas varios y público en general: se respetaría la vida e integridad de los militantes y se les garantizaba el compromiso de llevarlos sanos y salvos nuevamente a la cárcel de Rawson. Recién entonces los revolucionarios depusieron las armas recuperadas en el pañol de Institutos Penales.

Ya en el inicio nomás se violó el acuerdo. Los marinos trasladaron a sus rehenes a la Base Naval Comandante Zar de Trelew y los enviaron a los calabozos. Comenzaba un calvario que finalizaría en matanza.

"Fue casi de madrugada cuando nos obligaron a levantarnos y sacar nuestros colchones y mantas al pasillo. Sosa y Bravo con las pistolas amartilladas nos ordenaban salir y formar una fila en el pasillo, luego sin previo aviso comienzan las ráfagas de ametralladoras que estaban ubicadas a la entrada del pasillo".

Un asesinato brutal. Las ráfagas de las ametralladoras dirigidas hacia los indefensos presidiarios no cesaban. Cuando se silenciaron las descargas solo se oían gritos de dolor y gemidos. Los oficiales, vestidos de civil, buscaban a los sobrevivientes heridos, que habían quedado tendidos o en los calabozos, y los ultimaban sin piedad. Se escuchaban voces: "este está vivo todavía". Se se oían disparos de pistola: eran los tiros de gracia.

De los diecinueve, seis compañeros quedaron vivos y fueron llevados a la enfermería: Astudillo, Kohon, Polti, Haidar, Berger y Camps. A los tres primeros los dejaron morir allí y a los otros tres, como seguían con vida y ya la noticia había corrido como reguero de pólvora y los periodistas se agolpaban y preguntaban, se vieron obligados a trasladarlos al hospital de Bahía Blanca, donde salvaron sus vidas. Son ellos quienes, con sus testimonios, nos han permitido reconstruir parte de este crimen.

LOS MARTIRES DE TRELEW

CARLOS HERIBERTO ASTUDILLO (FAR)
Nacido en Santiago del Estero el 17 de agosto de 1944. (28 años). Estudiante de Medicina en la Universidad de Córdoba. Fue detenido el 29-12-70. Brutalmente torturado.

RUBEN PEDRO BONET (ERP)
Nacido en Buenos Aires el 1° de febrero de 1942 (30 años). Casado, padre de dos niños, Hernán y Mariana de 5 y 4 años. Perteneciente a una familia muy modesta. Abandonó sus estudios para ingresar como obrero en Sudamtex y en Nestlé. Fe detenido en febrero de 1971.

EDUARDO ADOLFO CAPELLO (ERP)
Nació en Buenos Aires el 3 de mayo de 1948 (24 años). Estudiante de Ciencias Económicas y empleado. Fue detenido el 16 de septiembre de 1971.

MARIO EMILIO DELFINO (ERP)
Nacido en Rosario el 17 de septiembre de 1942 (29 años). Abandonó sus estudios de ingeniería para ingresar como obrero al Frigorífico Swift de Rosario. Lo detuvieron el 14 de abril de 1970.

ALBERTO CARLOS DEL REY (ERP)
Nació en Rosario el 22 de febrero de 1949 (23 años). Estudiante. Fue detenido el 27 de abril de 1971.

ALFREDO ELIAS KOHON (FAR)
Nació en Entre Ríos el 22 de marzo de 1945 (27 años). Estudiaba ingeniería en la Universidad de Córdoba en tanto trabajaba en una fábrica metalúrgica. Es detenido el 29 de diciembre de 1970.

CLARISA ROSA LEA PLACE (ERP)
Nació en Tucumán el 23 de diciembre de 1942 (24 años). Estudiante. Detenida en 1971.

SUSANA GRACIELA LESGART (MONTONEROS)
Nacida en Córdoba el 13 de octubre de 1949 (32 años). Maestra. Se radicó en Tucumán, donde enseñaba a leer y escribir a los cañeros. Fue detenida en diciembre de 1971.

JOSE RICARDO MENA (ERP)
Tucumano nacido el 28 de marzo de 1951 (21 años). Obrero de la construcción. Detenido en noviembre de 1971.

MIGUEL ANGEL POLTI (ERP)
Nacido en Córdoba el 11 de junio de 1951 (21 años). Estudiante. Detenido en la misma ciudad en julio de 1971.

MARIANO PUJADAS (MONTONEROS)
Nacido en Córdoba el 14 de junio de 1946 (24 años). A punto de terminar su carrera de ingeniero agrónomo, fue detenido en junio de 1971.

MARIA ANGELICA SABELLI (FAR)
Nació en Buenos Aires el 12 de enero de 1948 (23 años). Cursaba matemáticas en Exactas, en tanto trabajaba y daba clases particulares. Fue detenida en febrero de 1972. Salvajemente torturada.

ANA MARIA VILLARREAL DE SANTUCHO (ERP)
Nacida el 9 de octubre de 1935 (36 años), casada, madre de tres niñas. Profesora de Arte. Detenida mientras efectuaba un reparto de alimentos, previamente expropiados, en una barriada periférica de Tucumán.

HUMBERTO SEGUNDO SUAREZ (ERP)
Nació en Córdoba el 1° de abril de 1957 (25 años). De orígen campesino, fue cañero, para luego desempeñarse como obrero de la construcción primero y oficial panadero después. Detenido en marzo de 1971.

HUMBERTO ADRIAN TOSCHI (ERP)
Cordobés nacido el 1° de abril de 1947 (25 años). Estudiante. Detenido el 30 de agosto de 1971.

JORGE ALEJANDRO ULLA (ERP)
Nacido en Santa Fe el 23 de diciembre de 1944 (27 años). Era maestro, pero abandona sus estudios para trabajar como obrero en una fábrica metalúrgica. Detenido en Agosto de 1971.


* En Héroes, historias de la Argentina Revolucionaria.

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