lunes, 26 de mayo de 2008

PALABRAS DE CRISTINA FERNANDEZ DE KIRCHNER EN EL ACTO DEL 25 DE MAYO DE 2008 EN LA CIUDAD DE SALTA

Hoy vengo aquí en nombre de todos los argentinos a rendir homenaje al nacimiento de la Patria y a los próceres que la construyeron.

Quisimos hacerlo aquí, en Salta, al pie del Monumento de don Martín Miguel de Güemes, combatiente de la emancipación nacional en la vanguardia de la Patria. Él es el símbolo de la historia, de nuestra historia, la de los que elegimos luchar por la liberación de la Patria y la dignidad del pueblo. (APLAUSOS)

Siempre me he preguntado cómo se rinde homenaje a hombres como Güemes, como Belgrano, como San Martín, como Castelli, como Mariano Moreno. Tal vez, algunos piensen que se les rinde homenaje cantando el himno, poniéndose la escarapela o izando la bandera, pero yo creo que a esos hombres se les rinde homenaje construyendo un país diferente, porque los símbolos patrios no pueden ser instrumentos vacíos, fueron creados por esos hombres como estandarte para la lucha, para la lucha por la liberación, por la Patria, por un país mejor, por un pueblo con dignidad nacional.

En todos estos años de larga historia, muchos han sido los fracasos que hemos tenido los argentinos, desencuentros y enfrentamientos, pero pudimos liberarnos. Tal vez ellos lo hicieron con su sangre, del coloniaje territorial y político de las grandes metrópolis, pero tal vez en estos años que han corrido desde la historia, habían venido otros coloniajes, tal vez más sutiles, tal vez más imperceptibles que los militares o los territoriales.

La colonización de las ideas, del pensamiento nos convencieron a los argentinos que no podíamos. Nos hicieron creer que debía importarnos más lo que opinaban desde afuera que lo que creía nuestro pueblo de las dirigencias; nos hicieron creer que había que aplicar recetas creadas en no sé qué laboratorios económicos y políticos que, finalmente, como no podía ser de otra manera, nos encontraron a todos alumbrando el siglo XXI, en ese 2001 que todos queremos olvidar, casi estallándonos el país en nuestras manos. Nos habíamos quedado únicamente con los símbolos y el territorio, se nos habían llevado el trabajo, se nos habían llevado las industrias, los comercios, la dignidad de nuestros jubilados, nuestras economías regionales estaban devastadas, nuestros maestros, médicos y estatales cobraban en papelitos de distintos colores, también se nos habían robado la Memoria, la Verdad y la Justicia. Sólo el grito solitario de unas mujeres con el pañuelo blanco seguían levantado la bandera, pero todos las habían bajado. (APLAUSOS)

Y hoy, hoy argentinos, permítanme acordarme de otro 25 de mayo, del 25 de mayo de 2003, cuando haciendo honor a nuestras convicciones, a nuestras ideas, le dijimos al pueblo argentino que podíamos ponernos de pie, que era el trabajo y la producción lo que nos iba a salvar. Así fue como volvimos a abrir las industrias, volvieron a abrir los comercios y millones de argentinos volvieron a tener trabajo y dignidad y nuestros jubilados, después de años, conocieron que había un gobierno que se ocupaba de ellos. (APLAUSOS) Después de años, volvimos a construir viviendas sociales como nunca antes lo había hecho un gobierno y, también, pudimos, las instituciones de la Nación, derribar el muro de impunidad y más tarde o más temprano la Justicia está alumbrando aquí, en nuestro país. (APLAUSOS)

Yo me acuerdo -la veo aquí con nosotros- de Lucy de Cornelis y de las mujeres agropecuarias cuando allá, en 2001, estaban paradas frente a las tranqueras en los campos y cantaban el himno para parar los remates.

Hoy tenemos todos los argentinos la suerte de que nuestros trabajadores han vuelto a tener trabajo y salario, los empresarios han vuelto a tener rentabilidad porque hay mercado interno, porque hay argentinos que consumen, que gastan, también exportaciones, nuestros productores han vuelto a ver el horizonte de tener rentabilidades como nunca en la historia se habían conocido. Este es el esfuerzo de todos los argentinos por un país mejor.

Hoy quiero decirles que siento, humilde pero orgullosamente, que estamos rindiendo homenaje a esos hombres que construyeron la Patria, no de los discursos, sino porque estamos reconstruyendo un país que nos habían robado. (APLAUSOS)

Un país que ya no reconoce propietarios, porque todos somos el país, todos somos la Patria, todos somos la Argentina; un país que cuando viene algún funcionario de un Fondo Monetario no lo recibe como virrey sino en ejercicio protocolar y nada más (APLAUSOS); un país que reconstruye su identidad cultural, su orgullo de volver a ser argentinos, algo que habíamos perdido.

Si ustedes me dicen con qué me quedo de todos estos logros, más allá de la economía, más allá de la participación de los trabajadores en el Producto Bruto Interno, más allá de todo, yo reconozco como el logro más importante el haber vuelto a recuperar eso, el orgullo de pertenecer de la Patria. Se siente distinto el himno, se lleva distinta la escarapela cuando no nos llevan por delante, cuando nos respetan. Ese es el país en el que yo quiero vivir. (APLAUSOS)

Quiero finalmente también decirles, que yo soy, como muchos de los hombres y mujeres que hoy nos acompañan, una persona que nació en la política en los años 70. No había democracia, sólo había proscripciones para las grandes mayorías. Nos formamos en un mundo de silencios y ocultamientos, de prohibiciones, "de no se puede" y también de violencia.

Yo quiero decirles, con todo el orgullo de nuestra historia, que hoy quiero ser algo más, hoy quiero ser parte de la generación del Bicentenario convocando a todos los hombres y mujeres que crean que es necesario seguir construyendo este país con inclusión social y con redistribución del ingreso.

En este país, a esta generación del Bicentenario, donde hay lugar para hombres y mujeres de distintas edades, de distintas historias, para trabajadores, estudiantes, intelectuales, empresarios, comerciantes, productores, el único requisito que se necesita es querer a esta Argentina. (APLAUSOS)

La otra condición que les pedimos para en serio rendir homenaje a los hombres de Mayo, es que, como ellos, aprendamos que antes que el sector, que antes que nuestra propia individualidad están los intereses del país y de la Patria. Esa es la generación del Bicentenario y a ella convocamos a todos los argentinos. (APLAUSOS)

Quiero decirles que el desafío que tomamos es grande, pero sabemos que la historia está de nuestra parte, porque la historia la construyen los pueblos, no la construyen los dirigentes; porque la historia la construyen las sociedades que se deciden a ser progresistas y solidarias tendiéndole la mano al que todavía le falta trabajo, al que todavía le falta casa.

En nombre de todos ellos, en nombre de los que hicieron Mayo, en nombre de todos los patriotas que murieron en la lucha por la defensa de la dignidad y de la Patria, los convocamos a esta nueva gesta del Bicentenario para, entonces sí, además de cantar el himno y ponernos la escarapela, rendir homenaje en serio a esos hombres que junto al pueblo ingresaron definitivamente en la historia de nuestra Patria.

Gracias Salta, gracias argentinos y argentinas; con el coraje, con la convicción y con el patriotismo de toda la vida.

Gracias.

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