miércoles, 21 de enero de 2009

DISERTACION DE LA PRESIDENTA CRISTINA FERNANDEZ EN LA UNIVERSIDAD DE LA HABANA


Disertación de Cristina Fernández en el Aula Magna de la Universidad de La Habana
martes, 20 de enero de 2009

Señor Vicepresidente; señor presidente de la Asamblea del Poder Popular; señor ministro de Educación; señor rector de la Universidad de La Habana; señor decano de la Facultad de Filosofía e Historia; amigos y amigas; demás autoridades de la hermana República de Cuba; comitiva que me acompaña; argentinos y argentinas que estudian aquí en La Habana: quiero decirles que me encuentro muy emocionada y con un gran reconocimiento hacia las autoridades de la Universidad por esta distinción que se le hace a mi pueblo, al pueblo argentino y a nuestra propia historia como argentinos y como latinoamericanos, al constituirse esta cátedra que si se me permite podríamos agregarle el nombre de Libertador, Libertador José de San Martín. Porque José de San Martín fue por sobre todas las cosas un hombre con una profunda mirada continental, pero también un hombre comprometido con la liberación de los pueblos del yugo colonial. Esto es lo que lo ha hecho grande y lo que lo ha hecho ingresar decididamente en la historia.

¿Cuál sería el mejor homenaje que podríamos hacer a la memoria de este hombre que junto a Bolívar y seguramente junto a José Martí son figuras señeras en la construcción de historia regional, de una historia propia. Es que muchas veces han querido escribirnos una historia que no es la nuestra, y estos tres hombres, si algo los ha distinguido es empeñarse en escribir la propia historia de sus pueblos. Por eso están definitivamente en la memoria de ellos.

Hablar hoy de José de San Martín significaría entonces dar una mirada regional a esta Latinoamérica tan castigada, con la tragedia de ser tal vez el continente más inequitativo en la distribución del ingreso, no el más pobre, pero también con la esperanza y la ilusión de una nueva etapa que se ha iniciado en América del Sur y que desde las distintas experiencias históricas y políticas de cada uno de nuestros pueblos hoy tiene una nueva realidad. Si alguien hace 10 años me hubiera dicho que yo iba a estar aquí en la Universidad de La Habana, como presidenta de los argentinos, inaugurando esta cátedra, en el día que en Estados Unidos, además, eligieron su primer presidente afroamericano, yo lo hubiera mirado y hubiera dicho "este hombre o esta mujer, quien dice esto se ha vuelto loco".

Pero no, aquí estamos y esto nos revela que los imposibles sólo existen para los timoratos o las timoratas que también las hay, no voy a hacer en esto una cuestión de género, pero significa esencialmente el despertar de toda una región, porque mi presencia aquí no es diferente de la presencia de un Evo Morales en Bolivia, o de un Lula da Silva en Brasil, o de un Rafael Correa, que sé que estuvo hace muy poco tiempo también en esta Aula Magna dando una conferencia magistral, el señor presidente de Ecuador; o de Hugo Chávez en Venezuela, o de Fernando Lugo en Paraguay, o de Tabaré Vázquez en Uruguay. Este nuevo surgir de la región, con gobernantes que como me gustó decir alguna vez por primera vez se parecen a sus gobernados, nos habla de una nueva realidad continental que es consecuencia absoluta y directa, aunque parezca una contradicción, de las políticas neoliberales que imperaron y se enseñorearon en la región durante la década de los 90 y que causaron tal vez una de las tragedias más importantes en materia de desigualdad social, de miseria y de hambre en los pueblos.

Pero además estar haciéndolo aquí en La Habana, en el 50º aniversario de la Revolución Cubana, le asigna a esta presencia ya otras que han venido y que seguramente seguirán viniendo a La Habana, el nuevo escenario que hemos podido construir a pesar de todo los hombres y las mujeres de la política y de los movimientos sociales en la América del Sur.

Una realidad que por cierto no es homogénea. Muchas veces cuando voy a otras latitudes, tal vez a las de los países más desarrollados, por lo menos en términos económicos, me interrogan acerca de lo que denominan muchas veces los populismos en América Latina. Nunca se entendió el surgimiento de movimientos nacionales de distintas formaciones y experiencias históricas de la región porque siempre se nos trató de ubicar con categorías de pensamiento que no eran las que nosotros hubiéramos elaborado. Aún aquellas que perseguían fines nobles, aquellas que perseguían objetivos de los cuales nadie podía apartarse, eran categorías de pensamiento y de construcción política elaboradas desde otras experiencias históricas y desde otras latitudes.

Creo que el desafío más grande que hoy tenemos los hombres y mujeres que constituimos esta nueva generación de dirigentes políticos latinoamericanos, y creo tal vez también una de las labores que debe abordar la cátedra, es darle forma y categoría de pensamiento latinoamericano a este fenómeno que se comenzó a dar en toda la región.

Hace pocos días estuvimos reunidos distintos presidentes y presidentas en Santiago de Chile, en La Moneda, convocada la Unasur con motivo de la crisis que se vivía en la hermana República de Bolivia. Convivimos allí distintos presidentes y presidentas de, reitero, de distintas experiencias políticas e históricas, incluso alguno tal vez antagónico o antitético con muchos de nuestros pensamientos y prácticas; sin embargo pudimos organizar un debate y fundamentalmente llevar a cabo una acción, porque los debates de ideas si no se traducen en hechos y resultados positivos quedan solamente en tormenta de ideas y no en realidades, pudimos producir un hecho tan importante como fue el apoyo a la democracia en la hermana República de Bolivia y a la investigación de graves violaciones a los derechos humanos que se habían cometido en el departamento de Pando. Y lo votamos hombres y mujeres que tal vez tenemos algunas diferencias respecto de otras cuestiones, pero pudimos construir en la región una línea de acción que consiste básicamente en el respeto a la democracia y a las formas organizacionales que cada sociedad se ha dado respecto a las voluntades de sus pueblos.

Esto se traduce también en la acción que hemos tenido como hombres y mujeres de la América del Sur acerca de cómo debe desarrollarse este mundo de profundos cambios en los cuales hoy más que nunca se necesita del debate de ideas en todo sentido y en todos los ámbitos, en lo económico y en lo político. Nunca como antes en la historia se han dado cambios tan vertiginosos. En 20 años, desde 1989 a la fecha, ha caído la Unión Soviética; la caída del Muro de Berlín significó la caída del paradigma que se había levantado en torno a una idea, en ese momento el socialismo, que había tal vez derivado en algo que poco tenía que ver con sus ideas originales y finalmente terminó derrumbándose el muro.

Algunos creyeron que la historia había terminado, algunos predijeron entonces que sobrevendría una democracia de carácter universal, que se prolongaría y que el progreso sería indefinido, pero tampoco nada de eso ocurrió.

Hace muy poco tiempo, todavía ni siquiera sabemos las consecuencias, también se derribó lo que podía ser el proyecto antagónico a ese Muro de Berlín, que podía ser ubicado tal vez como las torres de Wall Street o el capitalismo de mercado, sin control, sin regulaciones, en donde le mercado todo lo asimilaba y el Estado era absolutamente ineficiente.

Se planteó también entonces una visión de la globalización en la cual esa globalización era homogénea y hegemónica, donde una sola potencia dirigiría el destino de la historia y todo sería sine die en el curso del tiempo.

Finalmente los pueblos y la realidad demuestran que la historia jamás se detiene y que en realidad estamos ante un nuevo escenario mundial que va a exigir de parte de todos nosotros un gran esfuerzo intelectual y además hacerlo desde la perspectiva regional. Yo me atrevo a decir que frente a esta globalización que algunos pensaron homogénea y hegemónica vamos a ver una nueva, tal vez no globalización sino universalización heterogénea, multipolar y multicultural.

La expresión de este nuevo mundo puede verse a partir de entender que por sobre todas las cosas en este mundo que se avecina se necesitará coexistir con formas de gobierno que no necesariamente sean iguales en todas partes, porque son culturas diferentes, historias diferentes, son experiencias diferentes las que atraviesan al mundo contemporáneo.

Creo que el gran desafío, el gran ejercicio que nosotros tenemos que hacer hoy aquí en nuestra región, Latinoamérica, es precisamente centrar en la integración regional una de las claves de este nuevo escenario.

Nos ha dado resultados, hemos tenido momentos difíciles en la región como el que nos tocó vivir en la Cumbre de Río, aquella que se celebró en Santo Domingo, cuando a partir de un proceso que todos conocen entre las hermanas repúblicas de Colombia y de Ecuador, se estuvo en un momento al borde de la guerra entre dos países hermanos. Este hubiera sido un factor francamente desestabilizante para la región. Sin embargo pudimos, a partir de nuestras propias organizaciones y de nuestra propia construcción sortear este intríngulis, ese verdadero nudo gordiano que se había formado en el proceso de integración y relación de las naciones latinoamericanas, culminar esa experiencia en Santo Domingo en forma feliz. La experiencia de la Declaración de La Moneda, en el caso de la hermana República de Bolivia, también es un ejemplo de estas nuevas formas organizacionales de los propios países de la región para abordar su propia problemática.

¿Cuál es la característica por la que pudimos llegar a este resultado? Esencialmente el respeto a la identidad del otro, a su propia experiencia histórica y a la no necesidad de imponer nuestra visión, nuestra forma de pensar al otro, que es una de las claves que deberemos explorar en el mundo contemporáneo para construir un mundo en donde la paz y la convivencia no solamente sean un slogan.

Quiero decirles que el momento que atravesamos en los países de la región, los adelantos que hemos logrado, lo repetía esta mañana en el encuentro que tuvimos con los empresarios, tanto argentinos como cubanos, que culminaron un seminario en la mañana, es que las economías emergentes, y también en la región, hemos contribuido fuertemente al crecimiento de la actividad económica de la última década fundamentalmente, dos terceras partes de ese crecimiento se deben precisamente a las economías emergentes.

Hoy estos países, nuestros países, se ven amenazados por una crisis que nos viene desde afuera, plantarnos entonces en la necesidad de formular nuestro propio pensamiento en materia política, económica y social, no es entonces una cuestión solamente de ejercicio académico o ejercicio intelectual, obedece claramente a la necesidad de abordar un momento difícil en el debate de las ideas, que van a seguir en debate en el mundo, pero también saber que esas ideas necesitan de realizaciones y resultados para no ser solamente ideología.

Es un desafío fuerte el que hoy tenemos los hombres y mujeres con responsabilidades institucionales, aquellos que pueden tener responsabilidades académicas, y en general todos aquellos que de una u otra manera participan en la vida de un país, desde los trabajadores, desde sus organizaciones empresariales, desde sus dirigencias de profesionales, de sus niveles estudiantiles, de las organizaciones sociales, requiere un profundo debate en el cual demos cuenta de las grandes transformaciones que ha sufrido el mundo, pero también de la necesidad de reformas estructurales profundas en los organismos internacionales que verdaderamente representen el pensamiento y la acción de los distintos países del mundo y no de una de una sola potencia hegemónica.

Sería irreal si no me refiriera a lo que ha acontecido en el día de la fecha y que es la asunción del primer presidente afro americano en el país que se constituyó, luego de la caída del Muro de Berlín, en la primera potencia hegemónica del mundo. Debo decirles que su discurso del día de la fecha me parece confirmatorio de las buenas expectativas. Definiciones tales como que la seguridad no puede ser a costa de los ideales, en un mundo donde en nombre de la seguridad se han producido invasiones, ataques, violaciones a las soberanías nacionales, no deja de ser un elemento altamente positivo. Escuchar decir que el mercado es generador de riqueza pero que actúa muchas veces con irresponsabilidad y que por lo tanto es necesario vigilarlo y controlarlo, me parece también altamente positivo. Defender su modo de vida pero aclarar que no van a doblegar a nadie para que tenga el mismo modo de vida me parece absolutamente compatible también con el hecho del respeto a las formas que deciden darse los pueblos para gobernar y ejercer el funcionamiento de sus instituciones. Me parece también importante, estaba escuchándolo atentamente, definir que el crecimiento de un país no es solamente el que se refleja en los números, sino que es también el que se refleja en la calidad de vida de todos y cada uno de los ciudadanos. Pero por sobre todas las cosas tal vez lo más importante es que ha dicho que el mundo ha cambiado y que nadie puede ignorar los cambios que en ese mundo se han producido.

Creo que sin exagerar, ni tener tampoco ejercicios voluntaristas, que estamos ante un momento muy especial de la historia de nuestros países y del mundo. Va a exigir por parte de nosotros una gran dosis de inteligencia y de racionalidad para poder aprovechar un momento especial del mundo y además hacerlo con la fortaleza que hoy tiene la región, que ha definido claramente cuáles son sus objetivos. El último encuentro en la Cumbre de Río en San Salvador de Bahía, Brasil, la incorporación de la hermana República de Cuba constituye un hito fundamental en la construcción de ese nuevo regionalismo.

Regionalismo que es bueno también reconocerlo, fue defendido y se comenzó en la Cumbre de las Américas de Mar del Plata, un hito histórico en la región, cuando decidimos en las Américas que el ALCA no nos iba a ser impuesto porque teníamos otros instrumentos asociativos que hacían a los verdaderos intereses de los latinoamericanos. Y no fue fácil hacerlo en ese momento, porque muchas veces se confunde el ejercicio de la soberanía nacional con la declamación furibunda, o simplemente con el ejercicio mediático; pero la construcción de soberanía nacional, la construcción de independencia regional, tal vez no necesita palabras altisonantes ni ofensivas, sino hechos concretos y decisiones firmes a la hora de defender lo que constituyen principios irrenunciables de nuestros países y de la región.

Por eso creo sinceramente que la constitución de esta cátedra José de San Martín deberá abordar ese desafío pendiente que tenemos como región. Poder elaborar pensamiento propio, poder elaborar categorías de análisis propias, deducidas de nuestra propia experiencia histórica, de nuestra propia situación regional, del propio desarrollo de cada una de nuestras sociedades, diferentes, heterogéneas; y por eso es posible la integración, porque en definitiva cuando todos somos iguales no hay integración, el desafío de la integración no es entre los iguales, el desafío de la integración es entre los que somos desiguales y podemos tener experiencias y desafíos distintos; lo otro apenas es homogeneidad y muchas veces falta de discusión y de ideas.

El hecho, lo comentaba con algún periodista que me interrogaba hace ya algún tiempo en España acerca de los populismos en Latinoamérica, y la posibilidad de que el modelo de tal o cual país pueda ser exportado a la región, y por lo tanto pueda verse como un peligro, yo le contesté que no tuvieran miedo, porque eso deviene de cierta concepción colonial que siempre presupone que alguien va a dominar al otro y le va a transferir o va a exigir que tenga su mismo modelo político, institucional, ideológico; eso es un ejercicio intelectual propio de los que han vivido durante más de 500 años colonizando al resto del mundo. Esto no pasa en la región en la que hemos sufrido fuertemente el colonialismo, por el contrario, nuestra región ha sido una región libertaria, respetuosa de los principios de cada uno de los pueblos, de la autodeterminación de cada uno de los pueblos, una ley que es, fue y seguirá siendo sagrada para todos nosotros.

Por eso creo sinceramente en la experiencia de esta Latinoamérica impensable hace unos años, hace unas décadas asolada por dictaduras militares en un mundo bipolar, donde muchas veces las decisiones no se tomaban en base a los intereses del propio país o de sus vecinos sino en base al ajedrez internacional. Lo que es importante es que como región advirtamos que no podemos formar parte del ajedrez internacional, sino que tenemos que ser una región con pensamiento, con integración y con unidad, que es lo que nos ha ayudado a sortear las situaciones en las cuales hemos vivido, y que también nos ha permitido, a partir de construcciones de instrumentos de cooperación y alianzas económicas, dar origen a nuevas formas de vinculación, de cooperación y asociación económica que no tienen que pasar por la subordinación o por la hegemonía de uno o de otro, o por la expoliación de uno sobre otro, algo característico en la forma de vincularse en términos económicos hasta ahora.

Por eso hablaba también hoy por la mañana de la necesidad de construir nuevos modelos de negocios, nuevos modelos de asociación, de complementariedad, de cooperación que estamos desarrollando en la región, intraregión, en sus distintos países.

Mi presencia aquí en la hermana República de Cuba inaugurando esta cátedra, culminando el segundo seminario de empresarios, obedece fundamentalmente a esa vocación y a ese ejercicio de integración y defensa de nuestros pueblos. El hecho de estar aquí luego de 23 años que ningún presidente argentino pisara tierra cubana, es parte de ese ejercicio, de ese testimonio y de esa decisión de llevar esta voluntad de integración en serio y para siempre, porque creo que es la clave, no de la defensa de los gobiernos, sino de la defensa de los pueblos, porque en definitiva los que han sufrido las distintas tragedias que han significado las dictaduras son los pueblos, primero las de los militares en el mundo bipolar, luego las de la economía, con un agravante que nunca me canso de repetir, el neoliberalismo logra la trampa mortal de hacer creer que es la política la responsable de las tragedias sociales, por ineficiencia en materia de acción social, y no la economía. Desaparece entonces la política y solamente está para responsabilizarla de los pobres y de la tragedia social, cuando es realmente la economía la que gobierna y decide en definitiva lo que constituyó fundamentalmente la teoría neoliberal de los años 90.

Por eso el momento es óptimo, es difícil, pero yo quiero finalizar este desafío de poder desde esta cátedra y desde otros espacios del pensamiento, de la intelectualidad, de la academia, del sindicato, del trabajo, de todos los ámbitos de formular teorías y categorías propias de pensamiento, con una frase de José Martí que dijo "empeñarse en lo estéril, cuando es posible hacer lo útil, ocuparse de lo fácil cuando se tienen los bríos, las ganas y la fuerza de hacer lo difícil, es atentar contra la dignidad del talento". Y estamos en una casa donde el talento y la inteligencia son los instrumentos primordiales en todos nosotros para poder abordar los desafíos de una etapa diferente, en un mundo diferente, y tener la compresión del que el mundo ha cambiado y que también nosotros deberemos cambiar junto a él.

Para finalizar, un ministro de la posguerra italiana solía decir "hay que cambiar cuando la época cambia, a menos que se sea tan importante como para cambiar la época". Estamos ante un cambio de época, hacernos cargo de ese cambio de época y formular los nuevos paradigmas de esa época es el desafío que tenemos todos. Espero que esta cátedra Libertador José de San Martín, permítanme rebautizarla señor Decano, señor Rector, es un desafío que seguramente llevaremos adelante.

Muchas gracias y buenas tardes a todos y a todas. (Aplausos)

martes, 13 de enero de 2009

Respuesta de Horacio González a Libres del Sur

Lo político se mueve siempre, todo está en movimiento. La carta de Rudnik y Libres del Sur tiene gran interés y creo que es necesario responderla en lo que debemos llamar un debate entre compañeros. El tema, para mí, es uno solo.

Qué es el kirchnerismo, aceptando que esa palabra de uso común involucra ciertos actos, algunas definiciones, una memoria de lo ocurrido hasta acá, y sobretodo, un conjunto de fidelidades que no en vano se han cimentado.

No están exentas de mudanza, porque son fidelidades, es decir, reflexiones sobre la tensión del sujeto y sus perspectivas de verdad, y no meros axiomas de lealtad pringosa.

Pero si ocurrieran esas mudanzas, deben ser estrictamente fundamentadas. Si los diarios indican algo –en principio, las decisiones de dejar fluir o no dejar fluir ciertos aspectos de un debate- se trata siempre de un invisible tejido de época.

Así, el artículo de Claudio Lozano en Perfil de hoy o de ayer, debe ponerse al lado del escrito de Isaac Rudnik. Se da por cerrado el ciclo del kirchnerismo, y esto es un vocerío que recorre desde hace tiempo toda la emisión de consignas políticas, de derecha a izquierda.

Sería fácil escabullirnos del tema a la manera de los viejos centrismos, que se otorgan validez cuando se sienten atacados desde todos los flancos. Frondizi lo llamo "juego de pinzas". No es el caso, aunque la situación es parecida a ésa. Sin embargo, no debemos ser centristas, sino preguntarnos si vale la pena seguir manteniendo la idea de excepcionalidad –es decir, existe hasta ahora un agregado imposible de disolver en la cotidianeidad quebradiza de lo político- que fue lo que nos atrajo de este período histórico, post-2001.

Las razones para incluirnos dentro de una experiencia social relevante e irrepetible (aún cuando recoge viejos nombres) no son las del tablero político, con sus cuadrantes y su rosa de los vientos. Son las de la convicción, las del argumento renovado y la conciencia autónoma. Lo cierto es que se avizora en este momento una razón de "tablero" y es contundente.

El giro –en un tablero se gira o el giro se controla desde tableros- hacia la "derecha". Kirchner va hacia el partido justicialista –del cual es presidente- con la idea de no dejar ese costado a las decrépitas ortodoxias, pero eso implica costos.

Las críticas son conocidas y si se piensa rápido, compartibles, pero no interpretables así como así. Los "costos", es claro, son la otra parte del "tablero". No es bueno pensar así –la política como almacenería y balance contable- pero empecemos por algún lado.

La probable candidatura de Reutemann nos obliga a cierta futurología de corto vuelo. Si el país cayera en los cotos reutemanianos, sin duda sería esta una involución inaceptable, en dirección a la mediocridad sin apelaciones, la política por medio de operadores y ventrílocuos de ocasión, el festejo del laconismo supino hecho pasar como una sutileza del hombre parco, campesino –ya imagino a Grondona dando una interpretación sobre la paideia de buen paisano- y el reacomodamiento de todos los poderes tradicionales, justicialismo de por medio, en post de una república sensata, sin temblores, áurea-mediocritas, medio santulona, globalizada a mas no poder, otra que Barrick and Gold, por fin en manos de especialistas en soja y seguridad, continuidad del duhaldismo en su punto más rutilante, el misterioso fracaso de la oferta a Reutemann en el 2003.

Sería un reinicio dorado como si en el medio solo hubiera habido un mal sueño de verano. "Ahora sí puedo aceptar". Ahora sí, cuando es necesario dotar de filamentos más duros al viejo régimen y un conjunto de fuerzas coaligadas de la argentina conservadora y mediática exigen orden. Pero si esto fuera cierto, no condice con lo que sin embargo, se avizora en el 2009. Un conjunto de alianzas "justicialistas" que en algunas provincias van a tener listas compartidas con las del kirchnerismo: Córdoba, Santa Fe, Rio Negro, etc. Justamente, donde anidan los desafiantes del 2011.

Evidentemente, el justicialismo irá prendido con alfileres, espalda contra espalda. Así irán el "kirchnerismo" y la fuerza que en cada caso sea la que espera disputar el 2011. Esto supone una interna justicialista en las inmediaciones de ese año, que habrá que suponer muy dura, y en las que es de imaginar que Kirchner se ve con posibilidades para imponerse.

Pensamiento de la política tradicional, sin duda, aunque es difícil rebatirlo con un trazado alternativo hecho con regla y tiralíneas. ¿Y si no fuera así? Esta pregunta es válida no solo porque hoy es imprevisible lo que puede ocurrir, sino porque surge enseguida otra cuestión. ¿Consideramos que el kirchnerismo es un proyecto diferente respecto a la lógica política dominante?.

A nosotros nos parece que sí, basados en la memoria de su irrupción azarosa, su naturaleza contingente –lo que lo obligó a trascender límites costumbristas-, su aire aventuresco, su tanteo incesante, su deseo de explorar nuevas fronteras, su vocación de tomar grandes temas –derechos humanos, deuda externa, estatizaciones, nuevos derechos-, más allá de que fue permanentemente acompañado de la sospecha, por parte de una extendida "ética desmistificadora" a la Carrió –con su salsa de profesional de la denuncia obsesa-, respecto a que todo lo hacía por necesidades de fachada, no siendo otra cosa que el juego falaz que encubría una afición por la impostura.

Nosotros rechazamos esta última opinión y creemos que si cesa la experiencia kirchnerista –por acción exógena, errores propios o voluntad intrínseca- el país quedaría nuevamente en manos de los que hace varios años conjuran a favor de una Argentina hueca, ordenada según la cartilla neoconservadora.

Ahora bien, si el gobierno termina vaciado por esa persistente tarea de demolición simbólica, no muchas veces presenciada en la historia nacional contemporánea, podría concluir sus días en manos de una entente justicialista coaligada con partes nuevas de las derechas que proclama el ideal de vida más menguado que se pueda concebir, negocios globalizados, mentalidades obispales y tecnologías de seguridad. Para eso se lo horada desde todas las secciones del prisma político. Acusado de antirepublicano, corrupto, hitlerista, mafioso, todas las notas disponible de un ataque masivo en regla.

Entonces, en medio de una sacra vendetta, las capitanías y comarcas electorales que lo aceptaron volverían de la pesadilla kirchnerista, tornándolo una veta interna más, un "mal sueño", aunque si fenece como justicialista podría ser perdonado por el mal paso y que vayan otra vez a pelaer al interna de Santa Cruz, si pueden… o si quieren.

En esta hipótesis, sería derrotado por todas las fuerzas conjugadas del país contra los "adevenedizos", fuerzas encabezadas por ese mismo justicialismo que se animó a presidir y con el cual habría capeado el temporal del 2009. Pero tanto se habría aliado a lo que parecía su tabla de salvación, que ya no se diferenciaría de ellos.

Como la daga de cierto mítico archiduque, el justicialismo es la única daga que podía matarlo, pues "a la amante del Duque, solo el puñal del Duque la puede matar". ¿No habrá muchos que harán sus cálculos imaginando una dulce continuidad justicialista y pensarán en "salvar las papas" con un Scioli, un Solá, lo que sea? Como si Morales Solá y Lozano lo hubiesen previsto en simultáneo.

El fin del "consenso kirchnerista". Por supuesto, no son lo mismo ambas personas, difieren en su pensamiento último y en sus estilos de trabajo. Es obvio que el tipo de análisis económico competente que hace Lozano difiere del llamado a la restauración moral que hace Morales Solá. Pero aquí estamos hablando de los efectos indisimulables que ejerce la combinatoria de argumentos que desertifican por multiplicidad de ángulos el ámbito gubernamental. Y este parece sin proyecto, utopía o plan.

Le falta, como es notorio, un acto trascendente que detenga la sangría, y éste acto no aparece. El kirchnerismo actúa a la defensiva –aunque no lo parezca- con estilos de adhesión y cohesión al magma justicialista. Procura alianzas con los mismos con los que deberá debatir crudamente en 2011.

¿Era necesario el acuerdo con Rico, el veto a la ley de protección de glaciares, etc, etc? Son concesiones a una visión del desarrollo nacional que refleja la existencia de apropiaciones políticas estamentales, modismos tacaños que el gobierno acepta. Rico no es lo mismo que Reutemann, desde luego, pues en el primer caso estamos ante un callo histórico del militarismo nacionalista –con rasgos plebeyos y un insurreccionalismo de sindicato militar pragmático con vetas estereotipadas del sueño corporativo social y nacional- y en el segundo ante un conservadorismo de concesionaria automotor y prevenciones de una pequeña burguesía rural mezquina, barnizada por la monegasca Fórmula Uno (ahora está mas claro todo, y el que mejor lo vio fue Menem).

Volviendo: a pesar de no ser lo mismo Morales Solá –publicista de la derecha comunicacional- y Lozano –militante social destacado-, revelan las emergencias visibles de un fenómeno gubernamental que, por acciones conjugadas diversas, va perdiendo legitimidad en forma creciente.

No en vano la estrategia de Kirchner es retroceder y ganar aliento para un incierto momento, dentro de tres años, donde si la interna justicialista no da buen resultado –o sea: se concretaría el veredicto aciago sobre la expulsión de los "nuevos infiltrados", esta vez los pingüinos kirchnerianos-, al país le esperaría un nuevo ciclo de conservadorismo moralizante y neoderechas con cuello blanco o cuellos tatuados de empresarios políticos, a la Macri, a la Narváez.

Tendríamos un país sin perspectivas, con su rumbo dictado por el agrarismo de taimados mercaderes. Veamos ahora este dilema desde el ángulo de los nacionalismos de nuevo cuño, que postulan una economía nacional de los desposeídos y una reapropiación completa de las riquezas energéticas a fin de realizarlas en un vasto plan de inserciones sociales.

Estos sectores –que la publicística del diputado Lozano representa muy bien- merecen plena simpatía en sus proposiciones alrededor de la cuestión de la pobreza, la democracia energética y la crítica a las representaciones políticas caducas. Sin embargo, para realizar su crítica de estilo radicalizado –con la que no tenemos problemas- han debido concluir desde hace tiempo que el gobierno está tomado por una falsía de origen, una facticidad embustera.

Así, lo califican libremente de derecha", o "centro derecha", a fin de eximirse de las consecuencias de la succión quizás importante de votos que harán "por izquierda". Toda fuerza política tiene derecho a componer esta hipótesis y rechazar lo que aparecería como un "mal menor" en nombre de su válida creencia en un punto de partida propio y no relativizable por el "tablero".

Pero el tablero junta porotos con vocación empírica cuya grosería proverbial no repara en la conciencia noble de los que ejercitan un repudio amplio a la "derecha", apresurándose a colocar al gobierno en esos cartabones.

Incluyen al gobierno, sí, pero no tanto a la Carrió o a Macri, pues –no es fácil decirlo- a veces son presa del síndrome de toda oposición, donde cada uno encuentra la secreta solidaridad actual de quien puede ser su próximo enemigo. No nos quejemos de esta nota crucial del acontecer político de todas las épocas.

Contra el "mal menor" han embatido muchos partidos políticos en la historia, sin preocuparse por el argumento de que le hacían el juego a lo "peor". ¿Es éste el caso? Hay que mostrar que estamos ante lo mejor dentro del límite de coacciones que ofrece la historia. Pero lo mejor, por dewfinición, es siemrpe mejorable, so pena de rornarse el mal menor.

Demostración difícil que hay que construir. Por lo tanto, es menester demostrar que la actual configuración del mapa político debe presenciar una viva reacción del gobierno a través de propuestas novedosas que desenrieden el atolladero político. Habitar en el interior del justicialismo, si fuera tan solo eso, es el capítulo terminal de la experiencia kirchnerista, aún si se quisiera hacer de este aparato un "partido de nuevos pensamientos sociales".

Sin embargo, habitar sin tapujos y con explicaciones públicas convincentes el pliegue interno justicialista supone la obligación de lanzar proyectos simultáneos en cuanto a la valoración sensible y profunda de esa colectividad histórica. Es momento de un gran balance, no de módicas liturgias.

Pero al mismo tiempo hay que actuar en otras trillas de la realidad nacional. Ya lo insinuamos muchas veces: hay que revisar las concepciones desarrollistas y cientificistas banales, para pensar en un plan nacional de movilización que tome todas las dimensiones del problema argentino, incluyendo los problemas irresueltos del que habla el diputado Lozano y los que incluye en su carta el compañero Yuyo.

De lo contrario, razonamientos economicistas con pezpuntes un tanto demagógicos, por más que legítimamente progresistas, en combinación con el más formidable aparato de demolición simbólica que se conoció en la Argentina pos-dictatorial, dará lugar a un cese de lo actual y a un gobierno por fin de centroderecha, como dice Bonasso.

Pero no éste, sino el que verdaderamente va a actuar bajo ese nombre, no es necesario ilustrarlo al compañero Bonasso sobre ese punto. Y un nuevo "bloque de los ocho", que seguramente serán más, compañeros sin duda de nuestra estima, llamarán nuevamente en el parlamento para reiniciar la larga cabalgata.

No es que no estemos preparados para algo así, ni siquiera nos faltan acostumbramientos, pero cometeríamos una injusticia con estos años recientes, cuya crítica intentamos hacer con mirada productiva, sin duda más profunda que la del gobierno que produjo la novedad inesperada de estos años. No por eso no lo omitimos en un juicio propicio sobre el trecho que ha recorrido, improvisado, sí, pero superador de la política tradicional aún con los instrumentos de la propia política tradicional. Es necesario que ésta se renueve y el punto de inflexión todavía no lo hemos encontrado.

Ese punto es el que tenga mayor capacidad de convicción que los argumentos de las derechas del "fin del período" y las centroizquierdas sociales del "agotamiento del consenso". En ambos casos se pone el nombre: "kirchnerista".

Agotado, próximo a su fin. Si así ocurriera, por resignación propia, carencia de ideas o arrebatos entorpecidos de una memoria justicialista de corto vuelo, nos tendremos merecido tal retroceso, y a comenzar otra vez… en un país sin ideas ni valentía, con un Rally para las masas, con argentinos que salen a la calle abobaliconados por los tuercas de la globalización, con políticos que hablan por power point y del otro lado, con el mito nacional popular actuando como bancada lúcida en una nueva década infame del siglo XXI. Luciéndose en la tarea de detener las nuevas privatizaciones. ¿Eso querían?