domingo, 28 de diciembre de 2008

APORTE A LA DISCUSION DEL INFORME DEL CONSEJO (Rodolfo Walsh)

Se hace referencia a los ítems numerados del informe. En aquellos que se saltean debe interpretarse que no han surgido aportes de interés. Algunas de las cuestiones que se plantean han surgido también en el ámbito de oficiales subordinados.

1.2.2. Situación de las fuerzas populares

Los elementos que se señalan no están numerados en orden de importancia. Debe empezarse por la situación de las masas, que es de retirada para la clase obrera, derrota para las capas medias y desbande en sectores intelectuales y profesionales. Dentro de ese cuadro solamente sectores del peronismo sindical –Luz y Fuerza y Portuarios– han conseguido frenar el avance enemigo librando conflictos que terminaron en empate. La posibilidad de tal resultado está dada en ambos casos por la naturaleza crítica de la producción, que es permanente en el caso de los servicios eléctricos y estacional en el servicio portuario (próxima exportación de cosechas). En el caso de Luz y Fuerza debe computarse además la permanencia de una organización reivindicativa de calidad superior. Los conflictos mecánicos y metalúrgicos carecen en cambio de esa perspectiva por no afectar producciones críticas en la coyuntura recesiva y deben terminar en derrotas a pesar de una superior calidad combativa de los cuadros.

Esto vuelve a poner sobre el tapete la primacía de la infraestructura básica de servicios y de los sectores obreros ligados a ella. Priorizar la industria textil o la administración pública como línea sindical me parece un error, en el primer caso porque al subconsumo recesivo debe corresponder un achicamiento de la industria, y la lucha se da entonces en terreno elegido por el enemigo, del mismo modo librar batalla en la administración –salvo sectores metalúrgicos– es allanar el campo a la ola de despidos que reclama un sector del régimen.Se insiste, en suma, en la posición ya conocida de este sector del D–I, a saber que mientras dure el actual proceso de retirada la clase trabajadora sólo podrá dar combate en sectores críticos delimitados, que son la producción de energía, la exportación de cereales y carnes, la producción y transporte de combustible, las telecomunicaciones, el sistema bancario y el sistema de computación de datos.

1.4. Situación militar

La descripción de la situación militar del enemigo es correcta, pero la nuestra es incompleta y en algunos pasajes inexacta. Por ejemplo cuando afirma que "nuestro Ejército dio un salto cualitativo" (p. 5, línea 1) para reconocer enseguida que "no hemos correspondido al salto de calidad dado por el enemigo" (p. 5, línea 6). Igualmente cuando dice que "hemos aumentado la movilidad (p. 5).La lectura del ámbito subordinado de este pasaje deja la impresión de que soslaya la real gravedad de nuestra situación militar y omite datos importantes para su comprensión, por ejemplo porcentajes de pérdidas, territorios evacuados, etc. En consecuencia, ha suscitado desconfianza y malestar.

2.2. Nuestra estrategia en el espacio

El punto principal de la autocrítica es, como dice el informe, "la insuficiencia de nuestra política de poder para las masas" y efectivamente ella se refleja, ante todo, en nuestra actitud frente al peronismo.

Mi opinión, compartida por el ámbito subordinado, es que se ha hecho un pronunciamiento prematuro sobre el agotamiento del peronismo y que de ese pronunciamiento derivaron decisiones de importancia capital que hoy están sometidas a prueba.El punto crítico a partir del cual se decretó el agotamiento del peronismo fueron las movilizaciones obreras de julio de 1975 contra el "Rodrigazo". Allí pareció efectivamente que la clase obrera, al combatir contra un gobierno peronista, firmaba el acta de defunción del movimiento peronista. Este análisis omitía dos cosas: una, que sectores de vanguardia de la clase obrera estaban dispuestos a rebozar el peronismo, siempre y cuando se diera una dirección de avance contra un gobierno vacilante como el de Isabel Martínez, pero que dentro de esa misma dinámica la clase trabajadora en conjunto, incluyendo las vanguardias, iban a retroceder hacia el peronismo cuando la marea se invirtiese por la presencia militar; otra, el peso efectivo que en tales movilizaciones tuvo la burocracia sindical peronista.

Cabe suponer que las masas están condenadas al uso del sentido común. Forzadas a replegarse ante la irrupción militar, se están replegando hacia el peronismo que nosotros dimos por agotado y la dirección del peronismo se ha visto subrayada por el gorilismo del gobierno. En suma, las masas no se repliegan hacia el vacío, sino al terreno malo pero conocido, hacia relaciones que dominan, hacia prácticas comunes, en definitiva hacia su propia historia, su propia cultura y su propia psicología, o sea los componentes de su identidad social y política. Suponer, como a veces hacemos, que las masas pueden replegarse hacia el montonerismo, es negar la esencia del repliegue, que consiste en desplazarse de posiciones más expuestas hacia posiciones menos expuestas; y es merecer el calificativo de idealismo que a veces nos aplican hombres del pueblo. En síntesis, creo que el Partido debió, y aún debe replegarse él mismo hacia el peronismo y que la propuesta inversa no es una verdadera propuesta para las masas en esta etapa, aunque pueda llegar a serlo en otra, pero en ese caso ya no se trataría de un repliegue sino de un avance.

Otra línea de análisis que concurrió para decretar el agotamiento del peronismo es la que, también a priori, ha resuelto que en la Argentina asistimos a la "crisis definitiva del capitalismo". Afirmaciones desmesuradas de este tipo proceden, a mi juicio, de una falta de formación histórica. El capitalismo en decenas de países ha sobrevivido a crisis más graves que la actual crisis argentina. Para dar un solo ejemplo, "la crisis definitiva" del capitalismo en Alemania debió enunciarse por primera vez en 1848, y aunque generaciones de revolucionarios reiteraron ese anuncio durante un siglo y cuarto, no se concretó ni siquiera en el período terrible –para los capitalistas– de 1919 a 1923, ni impidió que Alemania hoy sea el modelo de capitalismo.

Naturalmente si nosotros pensamos que la crisis del capitalismo es definitiva, no nos queda otra propuesta política que no sea el socialismo más o menos inmediato, acolchado en un período de transición, y esa propuesta contribuye a relegar el peronismo al museo. Todos descartamos que fuera así, pero en la práctica sucede que nuestra teoría ha galopado kilómetros adelante de la realidad. Cuando eso ocurre, la vanguardia corre el riesgo de convertirse en patrulla perdida.Creo que estos son los ejes de nuestra equivocada estrategia, y que en cambio son secundarias o derivadas de las contradicciones masas–aparato, interior–Buenos Aires, etc., ya que la resolución de las mismas es materia de ejecución, mientras que los ejes políticos que planteamos son materia de concepción.

Aún esas antinomias, si se toman como subordinantes y no como subordinadas, encierran peligros considerables, y el mayor de ellos es omitir la singularidad de la configuración geográfica, histórica y social argentina, que es su núcleo urbano de 12 millones de habitantes y 60% de la población obrera, de la que necesariamente –a mi juicio– debe brotar también la singularidad de nuestro proceso revolucionario. Hecho que por ahora apuntamos sin perjuicio de intentar desarrollarlo por separado.

3.1.1. Objetivos políticos para la fuerza propia

Los objetivos que a mi juicio deberíamos perseguir, surgen de lo que se acaba de expresar y no coinciden con lo que sustenta el documento. Más precisamente, no creo en la factibilidad de construir el Movimiento Montonero a partir del peronismo en este momento ni creo que ese Movimiento vaya a ser otra cosa que una estructura más del Partido Montonero.

Entiendo que Montoneros debe seguir la dirección de retirada marcado por el pueblo, que es hacia el peronismo, y que la única propuesta aglutinante que podemos formular a las masas es la resistencia popular, cuya vanguardia en la clase trabajadora debe ser nuevamente la resistencia peronista, que Montoneros tiene méritos históricos para encabezar. Esta sí me parece una propuesta inteligible y aglutinante para las masas porque se funda en su experiencia concreta y en su percepción de la actual relación de fuerzas.

Esto no significa que el Partido vaya a renunciar a sus objetivos estratégicos, su propuesta intermedia de Movimiento Montonero, su propuesta final de poder socialista, su programa a largo plazo, en suma; significa poner la correcta distancia entre esos objetivos lejanos y la dura realidad actual, que no permite a las masas ni siquiera pensar el poder, sino resistir para sobrevivir.

3.2. Coincidiendo con el grueso de lo que se afirma de aquí en adelante, creo que de esas afirmaciones surge la necesidad de ser aún más radicales en las medidas que se proponen, y que, interpolando las reflexiones anteriores, yo formularía así:

a) Reconocer que las OPM han sufrido en 1976 una derrota militar que amenaza convertirse en exterminio, lo que privaría al pueblo no sólo de toda perspectiva de poder socialista sino de toda posibilidad de defensa inmediata ante la agresión de las clases dominantes.

b) Definir la etapa como retirada en el aspecto táctico, sin fijarles límites temporales. Definir el conjunto del pueblo y en particular al pueblo peronista como terreno donde verificarse la retirada.

c) Definir el peronismo y la clase trabajadora como sujeto principal de la resistencia, y a la resistencia Montonera como parte de la resistencia popular.

d) Retirar del territorio nacional a la Conducción Estratégica y a las figuras "históricas" que, independientemente de sus actuales niveles o funciones, son tanto para el enemigo, como para el pueblo, la encarnación de Montoneros, de juventud Peronista o del peronismo Auténtico, para quitar al enemigo la posibilidad de infligirnos derrotas decisivas al capturarlos o matarlos.

e) Mantener la actual estructura de Partido, asignando a la Conducción Estratégica en el exilio la función de conducir la retirada y a la conducción táctica que permanezca en el país la función de conducir la resistencia.

f) Definir la seguridad individual y colectiva como criterio dominante en la resistencia y elegir la CT con arreglo a ese criterio, flexibilizando los criterios de nivel y acentuando los criterios de compartimentación, desconocimiento por el enemigo y resultados obtenidos hasta ahora en la preservación de las estructuras confiadas a su mando.

g) Ligar la resistencia en forma absoluta a la política de masas, privilegiando en primer término las estructuras militares defensivas (documentación, información, comunicaciones) y las estructuras políticas ofensivas (propaganda, agitación, prensa clandestina y descentralizada en lo interno, prensa internacional).

23 de noviembre de 1976.

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