martes, 31 de marzo de 2009

ORGANIZACIONES POPULARES, LA NUEVA LEY DE COMUNICACIÓN Y LA BATALLA POR LA PALABRA (Marcelo Koenig)

La nueva ley de medios es un desafío. Conquistar una ley democrática escribiendo el epitafio de la ley de la dictadura es una cuenta pendiente del último cuarto de siglo, desde la restauración democrática. Una de las tantas deudas con la justicia que esta democracia que supimos conseguir aun no ha afrontado. Nunca es demasiado tarde. Vamos a dejar atrás una ley obsoleta. Dictada en un tiempo donde existían sólo un puñado de televisores color en todo el país y un elemento de alta tecnología era el fax. Una ley firmada por Videla (responsable del genocidio político) y Martinez de Hoz (responsable del genocidio económico). Una ley fundada sobre la nefasta Doctrina de la Seguridad Nacional. Por eso fue que esa ley nos desapareció la palabra. Aquellos que soñamos por la liberación tuvimos demasiados años la palabra secuestrada, torturada, desaparecida. Aunque jamás fue vencida. Continuó rondando por nuestros barrios, de boca en boca, refugiada a veces en las radios comunitarias, en las revistas barriales y las políticas…

En los tiempos de Alfonsín, asistimos al incesante bombardeo de los tíos Bernardo y Mariano, contra el Estado, preparando el terreno para la aplicación más estricta del Consenso de Washington. Y nuestra palabra era silenciada con el embate de la teoría de los dos demonios, que ponía en el mismo banquillo a víctimas y victimarios. El modelo liberal y dependiente, de rodillas ante el FMI se prologaba en el tiempo. Y la ley de radiodifusión dictatorial también. La democracia había perdido una oportunidad…

Vimos también, durante el apogeo del neoliberalismo, como nuestra palabra era pisoteada por el desmedido peso de la concentración monopólica y oligopólica. Maquillaje en un par de artículos de la ley de Videla y ya estaba lista para servir a esos propósitos. Los grandes medios se constituyeron en grupos económicos, siguiendo el camino general de la economía con las privatizaciones y la transnacionalización económica. El maridaje entre la democracia restringida y el reino absoluto de la voluntad del dios mercado, hizo que millones de argentinos cayeran en la exclusión. Sin pan y sin trabajo, nuestra palabra permaneció en el cono de sombra a la vera de los caminos y las rutas. Por lo menos hasta que empezamos a cortarlas.

Con el grito popular que dijo basta de injusticia y neoliberalismo se empezó a escribir otra historia. Y con Kirchner en el gobierno llegaron a la Rosada algunos de nuestros sueños. Pero aun la ley de la dictadura se resistió ocultándose tras la fuerza creciente de los grupos multimedia. Y les alcanzó la fuerza para arrancar una prolongación de sus licencias…

Por eso es que esta nueva ley, una ley de comunicación de la democracia, constituye un batalla por la palabra. Acaso la madre de todas las batallas. Tenemos que dejar definitivamente atrás los tiempos del silencio, en que los sectores populares no teníamos expresión.

Dentro de la palabra que queremos recuperar está, sin duda, la resignificación y el rescate de la política. Sin política no hay transformación posible. Y nuestra palabra política está enterrada bajo los escombros del bombardeo desinformativo, la frívola faradulización de los mensajes, y los intereses comerciales y económicos de los grupos económicos mediáticos.

En definitiva, los medios masivos de comunicación -con un nivel de concentración que sorprende incluso a los ojos de las grandes potencias del capitalismo- son el principal mecanismo de aplicación de la exclusión política. La política es demonizada, convertida en el chivo expiatorio de todos los males de la república. Así, los políticos son únicos los padres de todas las crisis. Jamás habremos de escuchar una autocritica acercad de la co responsabilidad del sector empresario. Los políticos –de forma indiferenciada, los revolucionarios y los reaccionarios en la misma bolsa- son seres corruptos que hay que alejar de la vida cotidiana de Pueblo, convertido en un nuevo escamoteo de palabras en gente. Gente preocupada por las cosas que les preocupan a ellos… Ellos que aunque tienen pleno ejercicio de su libertad de prensa y ni hablar de su excesiva libertad de empresa, dicen que están perseguidos e interferidos. Con la misma valentía que callaron ante la dictadura mientras desaparecían nuestros compañeros y se desvivieron en elogios hacia los dictadores. Casi da risa, si no fuera trágico.

Los monopolios y oligopolios mediáticos son una gran trinchera para la defensa de los intereses de sectores minoritarios que van a defender sus privilegios a capa y espada. Sus propios intereses en tanto grupos económicos.

Por eso es que esta ley es estratégica.

Los ejes de la propuesta de la nueva ley de servicios de comunicación audiovisual son claros. Es preciso garantizar el derecho a la información, además de a la libre expresión.

El hecho de declararla “una actividad de interés público” (art. 2) y no una mera cuestión comercial, regida por la libertad de mercado y el mero tráfico de mercancía (tal como lo hacía la dictadura) es clave. Siendo la comunicación parte del interés público, el Estado tiene el derecho y el deber de intervenir, de regular, de controlar los abusos y los excesos. Sin la intervención del Estado nuestros derechos se parecen a la libertad del gallinero. La libertad de que el zorro se coma a la gallina se coma al zorro. O en su otra versión: que el que se pare en el palo de arriba siempre nos cague.

Otra cuestión central es como se divide el espectro. Un tercio para la comunicación comercial. Un tercio para la pública, es decir, para la emanada de los órganos del Estado, con el debido control democrático.

Y finalmente, el otro tercio (art. 77) es para las organizaciones sin fines de lucro (a las organizaciones libres del Pueblo –en el camino de rescatar palabras-). Eso rompe con la esencia de la ley de la dictadura que sólo permitía a las entidades comerciales ser propietarias de licencias.

Pero la ley no será un punto de llegada sino un punto de partida. Las mayorías populares deberán aprender a darse herramientas de comunicación para recuperar la palabra y que la ley no sea letra muerta. Para evitar, por ejemplo, que el tercio de las organizaciones sin fines de lucro se convierta en el tercio de los testaferros o bien en un tercio inexistente por la incapacidad de gestionarlo económicamente. Es ahí donde es preciso darse una política estrategia de alianza con aquellos sectores con mayor fuerza económica pero con intereses contradictorios con los grandes monopolios como por ejemplo las grandes cooperativas y mutuales.

En síntesis, nos enfrentamos a la gran batalla por recuperar la palabra. El desafío de conquistar nuestro derecho a la información. Nuestro derecho a comunicarnos. Nuestro derecho de dejar atrás de una vez y para siempre los tiempos de la oscuridad y el silencio.

jueves, 19 de marzo de 2009

PALABRAS DE LA PRESIDENTA DE LA NACIÓN, CRISTINA FERNÁNDEZ, EN EL ACTO DE PRESENTACIÓN DEL PROYECTO DE LEY "SERVICIOS DE COMUNICACIÒN AUDIOVISUAL"

La Plata, 18 de marzo de 2009

Tienen que acostumbrarse que soy Presidenta, así que hagan una consigna con ovarios, en todo caso. Es difícil combatir el machismo, en la Argentina, hasta en las consignas de los compañeros más progresistas todavía. Bueno, muy buenas tardes a todos y a todas; señores Gobernadores; señores Intendentes; señores miembros del cuerpo diplomático; señores miembros de distintos cultos reconocidos en nuestro país; Madres, Abuelas (APLAUSOS); señor secretario de la CGT; de la CTA; organizaciones no gubernamentales en general; me olvidaba de Néstor, dónde estás; señor ex presidente de la Nación y titular del Partido Justicialista, Dr. Néstor Kirchner: cuando el año pasado comenzamos las reuniones con las organizaciones integrantes de la Coalición Democrática, y luego con las distintas organizaciones que nuclean a las empresas periodísticas, porque en realidad mantuvimos reuniones con todos los sectores, tal vez algunos creyeron que se trataba simplemente de un ejercicio que nunca iba a poder concluir en lo que hemos denominado una vieja deuda de la democracia, y que es esta propuesta de proyecto de ley, que hoy tenemos aquí.

Seguramente, cuando ustedes aborden la lectura de este trabajo, de este documento de trabajo, van a entender que no es una actitud que tenga que ver con una cuestión coyuntural, que tenga que ver con una cuestión de diferentes actitudes o posiciones que cada uno de los que tenemos responsabilidades institucionales tomamos ante determinadas actitudes o situaciones, por el contrario, van a ver que se trata realmente de un instrumento jurídico, que ha sido trabajado con una seriedad, con una profundidad que va a permitir precisamente, en un esquema como el que estamos proponiendo de foros regionales, a lo largo y a lo ancho del país, debatir sobre un tema que es central y que es la posibilidad de que todos los argentinos tengan derecho a la expresión y que todos los argentinos tengan derecho a aquellos bienes, de carácter social, que no pueden ser monopolizados por un sector, ni por una empresa, ni por nadie que crea en un mundo como el que estamos viviendo que puede ser dueño de la palabra, del pensamiento y de la expresión de todo un pueblo. (APLAUSOS).

Van a ver en este documento, realmente, no solamente cuadros comparativos, guías, podrán referenciar cuáles son los artículos que reflejan los 21 puntos de la Coalición Democrática, sino que tambièn verán por primera vez, desde el Código de Vélez Sársfield un proyecto de ley anotado. ¿Qué significa esto para los que no son abogados? Que al píe de cada artículo, que constituye la parte dispositiva de una ley, como es por ejemplo el Código Civil, hay lo que los abogados denominamos una nota, donde se explica el origen y el derecho comparado, que hemos tomado precisamente para formular esa nota. ¿Por qué fue esta instrucción que le di a todo el equipo que trabajó y que consultó para elaborar esta propuesta, que hoy estamos sometiendo a consideración de toda la sociedad, para luego llevarla al Parlamento? Porque precisamente no quería que a partir de la manipulación de la información, a partir de esa práctica, que muchas veces vemos, de extrapolar una frase o algo para querer presentar una cosa que no es. Quise precisamente que cada argentino, que cada argentina tuviera la garantía que cada una de estas normas que hemos plasmado en los artículos, que obviamente serán perfectibles, corregibles, mejorables tienen un origen, que es el derecho comparado, y fundamentalmente de todas aquellas democracias más modernas y más contemporáneas, en materia de acceso a la información y de sistemas audiovisuales. Era una obligación y una responsabilidad porque las frustraciones siempre han sido muy grandes en nuestra sociedad.

A veces tengo la sensación - recién cuando veía las imágenes del corto, recordaba lo que decía Gabriel: "25 años esperando para presentar una propuesta de proyecto de ley que pueda ser debatida por toda la sociedad" para que no sea, como alguien puso hoy: "Cristina presenta su proyecto", este no es el proyecto de Cristina, ni del gobierno ni de un partido, yo quiero que sea la propuesta que ponemos a consideración de los argentinos para que estos la mejoren, a partir de convocar a ONGs, sindicatos, universidades, por cierto sé que hay también rectores de universidades presentes, les pido disculpas por no haberlos mencionado, les agradecemos muchísimo la presencia de todos ustedes aquí y precisamente creemos que las universidades, sus estudiantes, sobre todo en materia de Ciencias de la Información van a ser uno de los núcleos y puntos nodales centrales en la discusión y en la formación de este proyecto, que tiene que ser además, tambièn, participativo para ONGs, para sindicatos, para las propias empresas e industrias culturales en el país. Y también quiero hacer una aclaración porque he escuchado también algunas críticas que se oponían a esta norma que todavía no conocían y decían que podía afectar tal o cual cosa. Esto se refiere estrictamente al sistema audiovisual de la República Argentina, una empresa puede ser propietaria de uno o de 20 ò de 1.000 diarios y periódicos que esta ley no los involucra, porque esto se refiere exclusivamente a sistemas audiovisual. Será que, tal vez, haya algunos que tengan, lo que comúnmente se denomina, cola de paja pero en realidad esto tiene que ver únicamente con el sistema audiovisual. (APLAUSOS)

La verdad que muchos, muchos de los puntos que están incluidos aquí son y van a constituir esencialmente el soporte de las nuevas tecnologías, porque - como lo charlábamos con la gente de la Coalición Democrática, el año pasado - esta ley no está solamente, la ley vigente invalidada por el origen, que por cierto es grave, dictatorial, está también invalidada porque ha sido tal el salto tecnológico, ha sido tal en pocos campos, como en el de la comunicación, hemos tenido una evolución tan vertiginosa, como en los últimos 20 ó 30 años. Necesitamos, entonces, un soporte jurídico precisamente para que la incorporación de esas nuevas tecnologías no ahonde la brecha digital y deje a la mayoría de la sociedad fuera de la modernidad y fuera de un sistema de comunicación que precisamente tiene que ser una garantía de que todo el mundo pueda expresarse y de que toda el mundo pueda acceder a toda la información.

Por eso, esa expresión "una ley para que todos puedan hablar y también para que todos se puedan informar", comprendiendo a la información, no como lo que alguien quiere que se sepa, sino realmente todo lo que sucede para que cada ciudadano, cada ciudadana, pueda formar su propia opinión.

Si ustedes me dijeran qué espero como resultado de esta ley, diría que es que cada uno aprenda a pensar por sí mismo y decida pensar, no como le marcan desde una radio, desde un canal, sino que, precisamente, pueda acceder a toda la información, a todas las voces, a todas las creencias religiosas, a todas las creencias políticas para que, entonces, ese ciudadano pueda decidir a qué dios le quiere rezar, a qué partido puede ingresar, quién es el que no le gusta, quién es la que le gusta; en definitiva, yo creo que solamente podemos formar ciudadanos libres si esos ciudadanos tienen la posibilidad de formar su propio pensamiento. (APLAUSOS)

Si ustedes me preguntaran qué es lo que quiero, este sería mi mayor deseo como resultado positivo de la aplicación de esta propuesta que va a ser discutida y que, finalmente, llegará al Parlamento argentino como corresponde en todo sistema democrático, pero no ya siendo la ley de un gobierno o de un partido, sino el proyecto de ley de todos los argentinos. (APLAUSOS) El hecho de reservar el 33 por ciento del espacio audiovisual de la Argentina para organizaciones que no tengan fines de lucro, nos va a dar una garantía de ello. (APLAUSOS)

Por primera vez iglesias, universidades, fundaciones, sindicatos, organizaciones que no tienen fines de lucro, podrán acceder a tener una señal de transmisión, una voz, un lugar donde expresar lo que piensen, lo que sienten, lo que les pasa y creo que eso es, precisamente, articular, entonces, entre el Estado, la sociedad y el mercado.

Durante mucho tiempo hubo mucha negación por parte de los fanáticos del mercado de la importancia del Estado y, por supuesto también, de la sociedad, porque, en definitiva, cuando alguien afirma que el mercado todo lo resuelve, todo lo asigna y sobre eso no se puede discutir, hay una clausura, no solamente del Estado, porque, en realidad, cuando estaban clausurando el Estado estaban clausurando la participación de la sociedad. Lo que pasa es que quedaba mucho mejor decir que el Estado era ineficiente a reconocer verdaderamente que es mucho mejor para el mercado cuando la sociedad no interactúa. (APLAUSOS)

Creo, amigos y amigas, sinceramente, que todas las teorías excluyentes y negadoras finalmente terminan cayendo, como cayó el Muro de Berlín cuando negó la posibilidad de que la sociedad pudiera acceder y disfrutar de bienes y servicios del mercado y como cuando caen también los muros de Wall Street, cuando niega la posibilidad de que la sociedad y el Estado tengan participación en la regulación de las actividades que conforman el mundo económico. (APLAUSOS)

Por eso creo que en esta ley estamos condensando además, lo que podríamos llamar los tres actores fundamentales: la sociedad, el Estado, en sus poderes, y el mercado y también, por primera vez, que el sistema audiovisual nacional tenga participación en la dirección, no solamente de representantes del Poder Ejecutivo, que obviamente para eso se hacen elecciones democráticas donde alguien tiene la iniciativa desde el aparato del Estado, sino también para que tengan participación las minorías parlamentarias y la constitución de una comisión bicameral que, además, haga seguimientos sobre todo el sistema audiovisual en la Argentina. Algo inédito también y que no existía hasta ahora y que lo ponemos a consideración de la sociedad seguramente para mejorar la propuesta.

Finalmente, quiero decirles algo. Yo escuchaba cuando Gabriel decía que hacía 25 años que esperábamos esto y cuando uno mira las cosas que han sucedido en estos años, no solamente, por supuesto en este año y pico que llevo como Presidenta de los argentinos, sino en el período que se inició en el 2003, tengo la sensación de que somos un gobierno que venimos pagando viejas deudas, un gobierno pagador de deudas de la democracia, desde el nivel de desendeudamiento, que usted ex presidente comenzó a poner a nuestro país cuando canceló la deuda con el Fondo Monetario Internacional (APLAUSOS), sino también la deuda que significaba que quienes habían torturado, asesinado y desaparecido durante los años de la dictadura estuvieran libres y amnistiados (APLAUSOS), nuestra deuda con los derechos humanos (APLAUSOS), la deuda con nuestros jubilados (APLAUSOS), primero reconociéndoles aumentos desde que usted fue presidente y luego culminando con las dos leyes que tuve el honor de enviar como Presidenta de todos los argentinos al Parlamento y que fueron, una, la de consagrar la movilidad de los haberes y pensiones de los jubilados y, la otra, la de volver al Estado la administración del ahorro público de los argentinos (APLAUSOS). Siento que somos un gobierno pagador y pagador de deudas que contrajeron otros o que las construyeron otros, mientras que muchos de ellos, sin embargo, nos dicen que somos un gobierno que nos gusta manejar y administrar la caja.

Realmente, hemos pagado las deudas de los gobiernos que manejaron muy mal la caja de los argentinos, pero que tal vez manejaron muy bien otras cajas difíciles de ver (APLAUSOS) y, además, muchas de las veces prolijamente ocultadas también y disimuladas por quienes resultaron beneficiarios.

Yo tengo la esperanza de que podamos discutir y debatir esta ley en sociedad y luego en el Parlamento. Seguramente, como en todas las cosas que afectan intereses poderosos, habrá piedras en el camino, habrá intentos de tergiversación, habrá voces de esas que nunca faltan haciendo planteos. Bueno, todos ustedes vieron que todavía no se había conocido el proyecto de ley y ya algunos escribían hasta artículos en los medios de comunicación sobre un proyecto que todavía no había alumbrado.

Yo creo que tenemos que hacer un gran esfuerzo todos los argentinos para abandonar esas actitudes irreflexivas de oponernos por oponernos, de decir que no porque no o lo que es peor -y se ve en estos días, no tal vez con respecto a esta ley pero sí con respecto a algunas cosas que hoy está tratando el Parlamento-, hacer una cosa y cuando otro hace lo mismo está mal o lo critican, como aquel viejo dicho de "haz lo que yo digo pero no lo que yo hago". (APLAUSOS)

Yo creo que tal vez nos acostumbramos a ese tipo de prácticas porque siempre pasaba algo que borraba lo que se había hecho y, entonces, había un determinado lapso entre un hecho y el otro que permitía que la memoria no recordara una cosa y no pudiera identificarla correctamente. Pero las cosas suceden con tanta vertiginosidad que hemos llegado a escuchar cosas el día jueves, otras el día viernes y otras el día lunes sobre una misma cuestión y todas diferentes. (APLAUSOS)

Creo, entonces, que tenemos que hacer un esfuerzo muy grande todos, no es que haya nadie perfecto, yo no me siento mejor que nadie, se los puedo asegurar, sí me siento muy comprometida con mis convicciones, las que siempre llevé adelante con mucho esfuerzo, con mucho costo personal, pero con la gratificación de, tal vez, bueno, hacer honor a esas cosas por las cuales siempre creí y por las cuales me incorporé a la política en esta ciudad cuando era muy jovencita (APLAUSOS). Siempre que vengo a La Plata entro en un estado muy especial y cuando estoy además en este lugar, en este querido Teatro Argentino, que ha sido escenario de momentos muy importantes en nuestra vida política y en nuestra vida personal, obviamente, porque no podemos ser dos, ese estado es más especial. Yo no creo que una persona sea buena persona en un lado y mala en el otro, yo creo en las buenas personas en general, en la política, en la vida cotidiana (APLAUSOS) y la verdad es que quiero decirles que yo me siento muy agradecida a la vida, muy agradecida a todos ustedes, muy agradecida a los hombres como Gabriel Mariotto y su equipo (APLAUSOS) que pusieron mucho esfuerzo para que pudiéramos cumplir esto y quiero decirles a los argentinos que vamos a seguir pagando todas las deudas que tenemos todavía con millones de argentinos a los cuales no hemos podido llegar porque no han podido conseguir un trabajo o porque todavía están precarios o porque todavía no tienen un salario o porque todavía no tienen educación o vivienda o agua potable, es una deuda casi interminable, pero estamos dispuestos a dar nuestra vida para seguir pagándola. (APLAUSOS)

Por eso, agradecerles a todos y que esta ley que va a ser de la sociedad y que va a ser de la Argentina, sea una voz plural en lo social, en lo federal y que pueda ser un instrumento para que todos tengamos el derecho a ser visibles en la sociedad, que esta es la otra cosa que muchas veces nos han negado, no nosotros que, obviamente porque ocupamos cargos altos aunque quieran ocultarnos es más difícil, pero sí otros, los invisibles, los que solamente aparecen en una tragedia o solamente son instrumentos para presentarlos como demandas contra tal o cual idea. (APLAUSOS)

Yo creo, sinceramente, que tenemos una oportunidad muy grande todos los argentinos de seguir construyendo democracia, de seguir construyendo participación, de seguir construyendo autonomía nacional, de seguir construyendo esto que estamos haciendo, con dificultades, con contradicciones, con marchas y contramarchas, pero con la convicción y la certeza de que estamos construyendo entre todos un país diferente, el país que alguna vez soñamos.

Muchas gracias y buenas tardes a todos. (APLAUSOS)

Proyecto de Ley de Radiodifusión

miércoles, 4 de marzo de 2009

La desestabilización (Rubén Dri *, Página 12, 4 de marzo de 2009)

Luego del arrasador huracán neoliberal que rugió en las décadas del ’80 y especialmente el ’90, en el continente latinoamericano se fueron dando en algunas naciones vigorosos movimientos nacionales y, en otras, gobiernos que se replantearon políticas nacionales, a contrapelo de lo que fuera el neoliberalismo necrófilo.

En este esperanzador proceso algunos movimientos nacionales, siempre con orientación continental latinoamericana de la Patria Grande, sobresalen sobre los demás, dibujando lo que podríamos denominar una avanzada de la liberación latinoamericana. Pertenecen a esta avanzada, sin lugar a dudas, Venezuela, Ecuador y Bolivia, cada uno de estos movimientos con sus características y contradicciones particulares. Para la mirada imperial constituyen un verdadero peligro. Son los “populismos” que vinieron a ocupar el lugar del comunismo.

Con la misma mirada latinoamericana con la que se forjó la independencia del continente por obra de Artigas, San Martín, Bolívar, Martí, otros movimientos latinoamericanos tienen en sus gobiernos claras expresiones de la visión latinoamericana. Aquí se ubican Brasil, Paraguay, Chile y Argentina. Es precisamente en nuestro país donde, en Mar del Plata, se le hicieron las exequias al ALCA.

Cada país arrastra sus propias contradicciones, sus avances y retrocesos, pero no se pueden negar avances fundamentales como los de Unasur y su decidida intervención para hacer fracasar el sangriento golpe “prefectural” contra el gobierno de Evo Morales y la admisión de Cuba al Grupo Río, por citar dos de los hechos más significativos de este avance hacia la realización de la Patria Grande.

En nuestro país hay un juego de pinzas desestabilizador conformado por los patrones agrarios, los grandes medios de comunicación y la denominada “oposición”. Pero a la pinza le faltaba la fuerza que hiciera realmente tambalear al Gobierno y su proyecto, el imperio. Bueno, en realidad, está presente desde que los patrones agrarios el año pasado hicieron su lockout destituyente, con la IV Flota, pero ahora interviene directamente la CIA.

Leon Panetta, el nuevo jefe, se mostró preocupado porque la crisis que se extiende “particularmente en la Argentina, Ecuador y Venezuela”, podría afectar la estabilidad y la política externa de dichos países. Esto más que un análisis es un anuncio. Estos países deben ser desestabilizados y allí está la CIA, cuya historia en desestabilizaciones es sumamente rica.

Bolivia, Venezuela y Ecuador se encuentran en una situación de fortaleza por la identificación de los movimientos populares con sus respectivos gobiernos, debido a que éstos expresan cabalmente sus intereses. Cuando el pueblo hace suyo el proceso revolucionario, éste se torna poco menos que invencible. Ese y no otro es el secreto de la vigencia de la revolución cubana.

En nuestro caso, la situación es diferente. No contamos con un movimiento popular fuerte que sienta suyo el proceso de transformación que expresa el gobierno kirchnerista. Aquí las contradicciones son más profundas que en los países que llevan la delantera, pero no se puede no ver que en estos momentos se encuentran enfrentados dos proyectos de país, el del país agroexportador y el de la industrialización, el del mercado como agente exclusivo y el que sostiene la necesaria intervención del Estado.

Las reacciones histéricas, descontroladas, llenas de odio, de la denominada “oposición” ante el discurso medido, sustancioso, de la Presidenta, muestran a las claras que lo que prima es la voluntad de “desgaste” del Gobierno, según lo aclarara en su momento Eduardo Buzzi, al mismo tiempo que “se pintaba la cara” y ofrecía la fuerza de choque a la Sociedad Rural y socios.

No nos puede extrañar, pero sí alertar, que la noticia de la escuela de cuadros o como se le llame que funciona por obra de las corporaciones agrarias, en la que fungen de maestros Vicente Massot, conocido reivindicador de la tortura y de la violación sistemática de los derechos humanos, y el singular rabino Bergman, no haya merecido comentarios en los grandes medios de comunicación.

De esta manera la acción de desgaste, cuya meta máxima es el golpe institucional, se acompaña con la debida formación de cuadros. ¿A dónde se quiere llegar? La periodista boliviana Anahí Fernández hace un parangón inquietante entre la “Media Luna” boliviana y su gemela argentina, formada especialmente por la derecha sojera de Entre Ríos, Santa Fe y Córdoba. Mientras la Media Luna boliviana tiene como ideario no pagar impuestos por las superganancias petroleras, gasíferas y agrícolas, su hermana argentina sostiene lo mismo con la superganancias sojeras.

En su momento habíamos llamado la atención sobre la coincidencia estratégica de las corporaciones agrarias argentinas con la derecha boliviana y la presencia de la IV Flota a la que ahora hay que agregar el accionar de la CIA. ¿O la IV Flota ya se fue? ¿Alguien puede informarnos al respecto? ¿Obama dijo algo? ¿Piensa desactivarla?

El proyecto nacional que en estos momentos expresa Cristina tiene demasiados baches, encierra múltiples contradicciones y deficiencias, pero es el proyecto que la derecha, expresada abierta y agresivamente por los grandes medios de comunicación y especialmente por La Nación y Clarín, quiere derrotar. El enemigo es el gobierno de Cristina en la medida en que expresa ese proyecto y con el enemigo no se dialoga, todo es bueno para desgastarlo hasta, si es posible, hacerlo caer.

* Filósofo, profesor consulto de la Facultad de Ciencias Sociales (UBA).