viernes, 22 de agosto de 2008

LA MASACRE DE TRELEW (E. Jauretche, G. Levenson *)

La década del ´70 se inicia con un recrudecimiento de la lucha política, que refleja un proceso mundial de reacciòn contra la dominación colonial y social.

Una clase obrera organizada desde sus bases en defensa de las conquistas sociales históricas, que había peleado sola desde 1955, encontró sus aliados en otros sectores que fortalecieron al Movimiento Nacional. El peronismo ya podía confiar en algo más que su "columna vertebral" y todas las fuerzas progresistas se alineaban conservando sus singularidades en un mismo proyecto de poder. El poderoso bloque histórico que luchaba por la democratización y la justicia recibía ahora los aportes de la juventud estudiantil y la intelectualidad de clase media que habían sido convocados con eficacia desde la CGT de los Argentinos. Las organizaciones armadas mejor estructuradas, las más importantes, FAR, Montoneros y ERP operaban cotidianamente, con un accionar que tenía jaqueado al gobierno militar del general Lanusse.

La batalla por un proyecto nacional y popular para la Nación se daba en todos los terrenos: el de la producción, donde los experimentados cuerpos de delegados y direcciones sindicales disputaban el poder de decisión con las patronales oligárquicas aliadas al gobierno militar; el de las burguesías urbanas, que sumaban su consenso ciudadano al programa de reivindicación de las libertades públicas y la vigencia del Estado de derecho; el de los medios de comunicación, la educación y la cultura, donde se cuestionaba el mensaje dominante reproduciendo el de la insurgencia popular y se brindaban los aportes teóricos de cuadros formados en la Universidad a la construcción política de un polo alternativo y, además, el de la violencia, donde las vanguardias político-militares incorporaron una nueva forma de respuesta organizada a la represión regiminosa. El creciente proceso de resistencia popular daba origen a una situación de consentimiento y aprobación a las acciones de las organizaciones revolucionarias.

La dictadura, ante el aislamiento político y social a que estaba sometida, apelaba a una cada vez más violenta represión. Las brutalidad policial contra las movilizaciones, las detenciones masivas y las torturas a los militantes eran entonces frecuentes. La justicia del régimen escoltaba a las fuerzas armadas: el Poder Judicial creó una Cámara especial para combatir la "subversión" que dictaba fallos que despertaban la indignación popular.

Pero así se creó otro problema: el de la seguridad en las cárceles. El hacinamiento que provocaron los largos procesos y las numerosas condenas se sumaba a la existencia de un sistema carcelario e institutos de detención vetustos. Y tanto la organización de los presos políticos como la de sus familiares respaldados por las organizaciones revolucionarias, favorecieron el estallido de todo tipo de conflictos dentro y alrededor de las cárceles, desde movilizaciones, protestas masivas y motines internos hasta intentos de fuga.

Como respuesta a esa situación de inseguridad, las fuerzas armadas rehabilitaron, exclusivamente para presos políticos, casi todos guerrilleros, el penal de máxima seguridad que existía en Rawson, provincia de Chubut, aislado de todo centro poblado por la extensa estepa patagónica. Con el objeto de desarticular la relación existente entre la cárcel y su exterior en todas las provincias, las autoridades judiciales fueron concentrando en Rawson, a partir del mes de marzo de 1972, militantes presos que se hallaban diseminados a lo largo del país. En el mes de julio el penal colmó su capacidad, estimada en 250 internos. Paradógicamente, los más importantes cuadros políticos de las organizaciones armadas lograron, sin habérselo propuesto, la ocasión de reunirse que en el exterior estaba limitada por los enormes riesgos de la represión: los patios y pasillos de la prisión fueron escenario de un encuentro federal de máximo nivel. Aprovecharon el circunstancial aislamiento, compartieron experiencias frente el enemigo común y establecieron de inmediato relaciones fraternas de trabajo, que se orientaban a una convivencia plena y al estudio de la realidad, propia y del país.

Obviamente, entre los primeros objetivos que fijaron figuró el de una eventual fuga, planteo en el que todo militante encarcelado siempre debe pensar. A partir de entonces se diseñaron las bases de una estrategia: para alcanzar la libertad había que neutralizar las guardias y tomar el penal y resolver el problema de los rápidos desplazamientos necesarios para salir de esa zona árida y plana. La contribución de los familiares era fundamental y las organizaciones pusieron todo el esfuerzo necesario para agilizar los contactos entre el interior y el exterior del penal. La fuga no sólo significaría la recuperación de valiosos cuadros para continuar desarrollando la lucha; sería un rudo golpe político al escaso prestigio de que gozaba el gobierno militar y a todo un sistema de orden social fundado en el miedo a la represión.

En conjunto se resolvió que la salida apropiada implicaba varios arriesgados pero espectaculares pasos. Se secuestraría en pleno vuelo un avión de línea regular a la región patagónica. A la misma hora, un motín debía concluir con la toma del penal y la salida de los presos. La vanguardia de los fugados procedería a controlar militarmente el aeropuerto de Trelew a la espera de la aeronave secuestrada. Una vez embarcados los prófugos, se obligaría al piloto a volar al exterior. También se decidió que los primeros en salir, entre 100 y 110 presos, serían los de mayor jerarquía y responsabilidad en sus respectivas organizaciones. La fecha de la fuga, el día "D", era conocida por muy pocos compañeros.

La primera parte, el copamiento de la cárcel, se realizó con total éxito, en no más de 15 minutos. Hubo un sólo enfrentamiento donde un guardia carcelario, pese a la superioridad táctica de los amotinados, ofreció resistencia. Fue la única baja.

Cuando el penal quedó completamente controlado, a las siete de la tarde, partió el primer grupo. Tal como estaba planificado partieron en los escasos vehículos del Instituto. La llamada "vanguardia" estaba constituida por Marcos Osatinsky y Roberto Quieto de las FAR, Fernando Vaca Narvaja de Montoneros y Roberto Mario Santucho, Domingo Mena y Enrique Gorriarán Merlo del PRT. Tomaron sin dificultades el aeropuerto donde aterrizó el avión.

El resto se quedó esperando unos camiones que a causa de una descordinación operativa nunca llegaron. Versiones no confirmadas cuentan que el compañero a cargo del apoyo exterior que tenía a su cargo esa tarea no pudo ver la señal que desde las ventanas de la cárcel tomada le transmitieron, y por eso no avanzó al punto de encuentro. Vencido el plazo de espera del transporte para la mayoría de los fugados se resolvió recurrir a taxis y remises de las localidades más próximas. Se los citó en la puerta del penal, y allí se embarcaron los diecinueve compañeros que seguían en el orden de partida prefijado.

Pero llegaron tarde al aeropuerto. Sólo pudieron ver cómo el avión iniciaba el despegue y comunicarse con él desde la radio de la torre de control para informar lo que sucedía en tierra. Luego de algunos intentos fallidos por conseguir otro avión, el grupo de combatientes revolucionarios debió optar por evitar un enfrentamiento con fuerzas superiores de la Armada que los tenían rodeados. Los voceros de éstos eran el Teniente de Fragata Bravo y el Capitán Sosa. Mariano Pujadas, de Montoneros, habló en nombre de todos los compañeros.

Negociaron la entrega del aeropuerto tomado con presencia de la autoridad judicial y la prensa para que quedara registrado el acto y preservada la seguridad de los amotinados. Este diálogo terminó con la palabra dada por un Juez Federal ante periodistas varios y público en general: se respetaría la vida e integridad de los militantes y se les garantizaba el compromiso de llevarlos sanos y salvos nuevamente a la cárcel de Rawson. Recién entonces los revolucionarios depusieron las armas recuperadas en el pañol de Institutos Penales.

Ya en el inicio nomás se violó el acuerdo. Los marinos trasladaron a sus rehenes a la Base Naval Comandante Zar de Trelew y los enviaron a los calabozos. Comenzaba un calvario que finalizaría en matanza.

"Fue casi de madrugada cuando nos obligaron a levantarnos y sacar nuestros colchones y mantas al pasillo. Sosa y Bravo con las pistolas amartilladas nos ordenaban salir y formar una fila en el pasillo, luego sin previo aviso comienzan las ráfagas de ametralladoras que estaban ubicadas a la entrada del pasillo".

Un asesinato brutal. Las ráfagas de las ametralladoras dirigidas hacia los indefensos presidiarios no cesaban. Cuando se silenciaron las descargas solo se oían gritos de dolor y gemidos. Los oficiales, vestidos de civil, buscaban a los sobrevivientes heridos, que habían quedado tendidos o en los calabozos, y los ultimaban sin piedad. Se escuchaban voces: "este está vivo todavía". Se se oían disparos de pistola: eran los tiros de gracia.

De los diecinueve, seis compañeros quedaron vivos y fueron llevados a la enfermería: Astudillo, Kohon, Polti, Haidar, Berger y Camps. A los tres primeros los dejaron morir allí y a los otros tres, como seguían con vida y ya la noticia había corrido como reguero de pólvora y los periodistas se agolpaban y preguntaban, se vieron obligados a trasladarlos al hospital de Bahía Blanca, donde salvaron sus vidas. Son ellos quienes, con sus testimonios, nos han permitido reconstruir parte de este crimen.

LOS MARTIRES DE TRELEW

CARLOS HERIBERTO ASTUDILLO (FAR)
Nacido en Santiago del Estero el 17 de agosto de 1944. (28 años). Estudiante de Medicina en la Universidad de Córdoba. Fue detenido el 29-12-70. Brutalmente torturado.

RUBEN PEDRO BONET (ERP)
Nacido en Buenos Aires el 1° de febrero de 1942 (30 años). Casado, padre de dos niños, Hernán y Mariana de 5 y 4 años. Perteneciente a una familia muy modesta. Abandonó sus estudios para ingresar como obrero en Sudamtex y en Nestlé. Fe detenido en febrero de 1971.

EDUARDO ADOLFO CAPELLO (ERP)
Nació en Buenos Aires el 3 de mayo de 1948 (24 años). Estudiante de Ciencias Económicas y empleado. Fue detenido el 16 de septiembre de 1971.

MARIO EMILIO DELFINO (ERP)
Nacido en Rosario el 17 de septiembre de 1942 (29 años). Abandonó sus estudios de ingeniería para ingresar como obrero al Frigorífico Swift de Rosario. Lo detuvieron el 14 de abril de 1970.

ALBERTO CARLOS DEL REY (ERP)
Nació en Rosario el 22 de febrero de 1949 (23 años). Estudiante. Fue detenido el 27 de abril de 1971.

ALFREDO ELIAS KOHON (FAR)
Nació en Entre Ríos el 22 de marzo de 1945 (27 años). Estudiaba ingeniería en la Universidad de Córdoba en tanto trabajaba en una fábrica metalúrgica. Es detenido el 29 de diciembre de 1970.

CLARISA ROSA LEA PLACE (ERP)
Nació en Tucumán el 23 de diciembre de 1942 (24 años). Estudiante. Detenida en 1971.

SUSANA GRACIELA LESGART (MONTONEROS)
Nacida en Córdoba el 13 de octubre de 1949 (32 años). Maestra. Se radicó en Tucumán, donde enseñaba a leer y escribir a los cañeros. Fue detenida en diciembre de 1971.

JOSE RICARDO MENA (ERP)
Tucumano nacido el 28 de marzo de 1951 (21 años). Obrero de la construcción. Detenido en noviembre de 1971.

MIGUEL ANGEL POLTI (ERP)
Nacido en Córdoba el 11 de junio de 1951 (21 años). Estudiante. Detenido en la misma ciudad en julio de 1971.

MARIANO PUJADAS (MONTONEROS)
Nacido en Córdoba el 14 de junio de 1946 (24 años). A punto de terminar su carrera de ingeniero agrónomo, fue detenido en junio de 1971.

MARIA ANGELICA SABELLI (FAR)
Nació en Buenos Aires el 12 de enero de 1948 (23 años). Cursaba matemáticas en Exactas, en tanto trabajaba y daba clases particulares. Fue detenida en febrero de 1972. Salvajemente torturada.

ANA MARIA VILLARREAL DE SANTUCHO (ERP)
Nacida el 9 de octubre de 1935 (36 años), casada, madre de tres niñas. Profesora de Arte. Detenida mientras efectuaba un reparto de alimentos, previamente expropiados, en una barriada periférica de Tucumán.

HUMBERTO SEGUNDO SUAREZ (ERP)
Nació en Córdoba el 1° de abril de 1957 (25 años). De orígen campesino, fue cañero, para luego desempeñarse como obrero de la construcción primero y oficial panadero después. Detenido en marzo de 1971.

HUMBERTO ADRIAN TOSCHI (ERP)
Cordobés nacido el 1° de abril de 1947 (25 años). Estudiante. Detenido el 30 de agosto de 1971.

JORGE ALEJANDRO ULLA (ERP)
Nacido en Santa Fe el 23 de diciembre de 1944 (27 años). Era maestro, pero abandona sus estudios para trabajar como obrero en una fábrica metalúrgica. Detenido en Agosto de 1971.


* En Héroes, historias de la Argentina Revolucionaria.

miércoles, 20 de agosto de 2008

El verdadero poder (Ricardo Aronskind *, Página 12, 17 de agosto 2008)

Desvincular lo político de lo social y lo económico es en sí una victoria del pensamiento conservador.


Julio Cobos fue recibido en su ciudad natal con un cartel que decía “gracias por tu honestidad y tu coraje”. Seguramente para quien escribió ese cartel la honestidad es haber defendido ciertas verdades y el coraje es haberse enfrentado con los “poderosos”. Las verdades serían que las retenciones móviles son inconstitucionales y confiscatorias, y los poderosos serían los Kirchner. Tal vez piense el anónimo autor del cartel que el coraje es oponerse al Gobierno. Estar con el “campo” sería tener convicciones, ideales, mientras estar con el Gobierno –o con las retenciones móviles– implicaría una inevitable degradación ética.

Sin embargo, los verdaderamente poderosos de la Argentina no son el ex presidente y la actual Presidenta, sino el poder económico que controla los principales resortes de la vida de los argentinos. Y la verdad es que las retenciones móviles son técnicamente correctas y están lejos de ser expropiatorias. Es más: responden a una serie de lógicas económicas imprescindibles en una sociedad que quiera desarrollarse. ¿Por qué ponerse del lado de los fuertes e injustos (los propietarios agrarios) es visto como expresión de honestidad y coraje? ¿Cómo pudo transmutarse el veto a una medida de defensa del bolsillo de las mayorías en una suerte de fiesta fundacional de una “nueva Argentina”?

Pareciera que los atributos negativos del verdadero poder han sido imaginariamente puestos por parte de la sociedad en la figura de los políticos, luego de que se invisibilizara el poder económico predominante en estos 30 años de decadencia nacional. La operación ideológica por la cual el poder económico no existe (no hay grandes terratenientes, capital financiero, monopolios, multinacionales), y la opresión, las injusticias, la pobreza y la inflación provienen de los políticos, no es nueva. Hasta la conducción de la Federación Agraria ha contribuido a esa forma de “comprensión” de lo social.

La vieja lucha de clases se ha transformado en la lucha contra los políticos, que serían la nueva encarnación del mal en la sociedad. Así, cualquier tropiezo de éstos es una “jornada de liberación y esperanza”. Efectivamente, es la libertad del poder económico, que reafirma su supremacía sobre cualquier otro cuerpo social. Desvincular lo político de lo social y lo económico es en sí una victoria del pensamiento conservador: el acceso “libre” a un flujo inmenso de dólares pudo ser presentado como una “epopeya federal” contra el “hegemonismo” que nada habría importado si estuviera al servicio de la acumulación privada. Esa seudopolitización, que en realidad despolitiza, es la que operó como un velo sobre lo que realmente se jugaba en materia económica. Así se explica por qué cundió la alegría en vastos sectores después de haberse averiado un instrumento necesario para parar el encarecimiento de los productos de consumo masivo. Se festejó la futura inflación y una mayor concentración del ingreso.

Episodio extraño en la historia reciente, el Gobierno insistió en no subordinarse al dictat del capital agrario. El sector respondió introduciendo en la disputa elementos de tortura social: desabastecimiento, inflación, rumores tremendistas, desasosiego. Como en oportunidades anteriores, la sociedad reaccionó ante esa tortura pidiendo alivio como sea (“diálogo: que el Gobierno les dé lo que piden y se acabó”). Y lo lograron.

La capacidad hegemónica de los sectores dominantes no es nueva. En estos 25 años de democracia, numerosos ejemplos de “lucha de clases” contra los políticos y las prácticas intervencionistas pueden ser mencionados. Hoy, nuevamente, los lobbies, contando con una prensa tan militante como en los ‘80, lograron movilizar una importante masa de maniobra para neutralizar una correcta política regulatoria. Nuevamente los menos y poderosos derrotaron, contando con la entusiasta participación de muchos que serán víctimas, a una política pública destinada a proteger a los más, quienes no perciben la amenaza que se cierne sobre sus ingresos.

No es para alegrarse lo que pasó: para quienes defendemos un Estado con autonomía para impulsar políticas socialmente justas es una derrota, más allá del kirchnerismo. Lo importante es qué se hace con esa derrota.

* Investigador docente UNGS-UBA

lunes, 18 de agosto de 2008

San Martín y Perón * (Carlos Sozzani)

“Y aunque nuestra esperanza tiene un poco de locura quijotesca, no podemos olvidarnos del mayor ejemplo que nos sirve de guía y de inspiración como pueblo: también fue quijotesca y fue locura la esperanza de San Martín.” Juan D. Perón


Los hombres, las grandes causas y los procesos históricos

Napoleón Bonaparte no hubiese llegado a ser quien fue sin la Revolución Francesa, de igual manera que no es posible comprender el genio de San Martín y de Perón sin considerarlos como productos de épocas convulsionadas, tiempos de enfrentamientos profundos entre el subsuelo sublevado de la patria y los círculos privilegiados que se creían ungidos para gobernar.

Personalidad, talento y el óleo sagrado de Samuel (en épocas de grandes transformaciones sociales y políticas) pueden hacer de un hombre un gran conductor, alguien que ve más lejos y cuya voluntad es más fuerte que la de otros. En palabras de Fernández Vega: “La crisis constituye, entonces, el espacio privilegiado para la acción del genio político, una figura carente de respeto por las reglas, capaz de domesticar fuerzas y crear nuevas realidades.” (1) “Los más grandes capitanes son emergentes individuales de altos momentos del desarrollo histórico de la civilización...” (2), o mejor dicho, el caudillo, el líder, el conductor existe porque las ideas, los sueños y las necesidades de las masas se encarnan, se expresan en hombres y mujeres concretos capaces de sintetizar la diversidad social, política y cultural de los pueblos en un proyecto histórico.

Vivián Trías nos ayuda a caracterizar el fenómeno del caudillismo: “1- El caudillismo es un hecho dual, dicotómico. El caudillo no puede concebirse sin la masa, existe por ella y para ella, a través de ella se realiza. La masa, a su vez se expresa y dinamiza mediante el caudillo. (...) 2- En general, los caudillos surgen en tiempos bravíos, revueltos, tormentosos. Son hijos de las fases más agudamente críticas de la historia, de coyunturas problemáticas y confusas en que las gentes necesitan orientación y guía. Satisfacen una necesidad histórica, son los depositarios de esa necesidad histórica. (...) 3- El fenómeno caudillismo (masa-caudillo) es teleológico, nace con un finalismo determinado. Se configura para alcanzar objetivos concretos, para colmar necesidades específicas. La naturaleza de su finalidad condiciona su propia índole...” (3)

Desde esta perspectiva, podemos afirmar que San Martín y Perón supieron cabalgar sobre la historia, transformándose en dos de los más grandes conductores del continente americano, siendo producto y a la vez artífices junto a su pueblo de dos grandes procesos revolucionarios: la revolución hispanoamericana, devenida en gesta emancipadora, y la revolución peronista.

Guerra y política

Karl Schmitt establece como criterios específicos de lo “político” a la distinción de amigo y enemigo. Son aquellas categorías a las cuales es posible referir las acciones y los motivos políticos. Es en última instancia, la posibilidad real de un enemigo la que define la esfera política, y es la guerra como medio político extremo, la que hace posible dicha distinción. En definitiva, para Schmitt lo “político” no se refiere a un área particular de la actividad humana sino que indica sólo el grado de intensidad de una asociación o disociación de hombres, cuyas motivaciones pueden ser de diferente índole (religiosa, nacional, económica, etc.). Desde estas posiciones Schmitt discute fundamentalmente con los liberales, quienes han producido el desplazamiento de las ideas de conflictividad y violencia por fuera de los límites de la política, la cual remiten a la simple conciliación de diferencias menores mediante el debate racional y a la rutinaria administración de la maquinaria estatal.

Ciertas definiciones de las fuerzas armadas hablan de su existencia a fin de promover mediante la fuerza o la amenaza de la misma medidas políticas que no pueden promoverse de otra forma. Clausewitz, a su vez, nos vuelve a plantear esta relación: la guerra como acto político, como extensión de la política por otros medios, poniendo de relieve el objetivo político al que se subordina el uso de la violencia.

Retomando a Schmitt, la guerra es en última instancia, como posibilidad o como amenaza latente, el substrato sobre el que se realiza la política, el presupuesto que la condiciona. Es como punto extremo o caso crítico, el que revela su esencia. Es esta potencialidad conflictiva la que permite a la política convertirse en herramienta de movilización y transformación en función de defender los intereses materiales y simbólicos de los distintos actores sociales y políticos. Y justamente la sola posibilidad de la lucha es la que enciende las pasiones, permitiendo a los hombres requerir y requerirse el sacrificio de la propia vida y autorizándolos a derramar la sangre de otros hombres, como explica Schmitt.

Los conceptos desarrollados por Karl Schmitt nos permiten afirmar que si bien política y guerra no son idénticos, también es cierto que la primera no puede representarse ni comprenderse sin las figuras de la segunda, y que muchas veces la política deviene en guerra sin por ello perder su naturaleza. (4)

Volviendo a los hombres que nos convocaron, guerra y política, política y guerra se confunden, se imbrican en ellos, militares los dos, hombres comprometidos con grandes causas, constructores y organizadores de voluntades colectivas. Y fueron esas grandes causas las que animaron la trayectoria de estos hombres y fue la fuerza de estas causas y la del pueblo que supieron poner en movimiento la que los llevó a una confrontación en muchos casos extrema. Fue sin lugar a dudas la política el marco de sentido de la acción guerrera de San Martín. Fue una decisión política la que lo llevó a definir el enemigo y a lanzarse a combatirlo. La misma concepción política que lo guió en su lucha contra los invasores franceses junto al pueblo español en una guerra nacional que se convirtió “... rápidamente en revolución democrática dirigida a concretar la soberanía popular, el crecimiento económico y la unión nacional.” (5) Las ideas liberales revolucionarias, hijas de la Revolución Francesa, que lo empujaron a proseguir la misma empresa del otro lado del océano, en el continente americano.

San Martín fue un conductor político y militar, y fueron sus ideas y su estrategia política las que dirigieron su accionar militar. Así, desobedeció al gobierno de Buenos Aires negándose a desviarse de su gran objetivo estratégico: derrotar definitivamente a los realistas en Sudamérica. Y en esos momentos de tensión con el Directorio Supremo, fue el pueblo mendocino en Cabildo abierto el que relegitimó su autoridad como conductor de la expedición libertadora. “La intuición popular de Mendoza salvó así la libertad de América, porque los pueblos y los héroes se entendieron siempre...” (6) Y de la misma manera, inició tratativas con sectores liberales del ejército español en diferentes oportunidades, para sumarlos a la causa de la revolución hispanoamericana, o bien para fomentar las disidencias dentro de las fuerzas oponentes. (7) San Martín comprendió siempre que su objetivo era político y que la confrontación militar debía ser precedida, acompañada y continuada por la acción política que creara las condiciones más apropiadas para la consecución de dicho objetivo.

Y fue la guerra como posibilidad última y a veces no tan última la que no en pocas oportunidades emergió violentamente en el discurso y en la acción política del General Perón. Él hizo de la política un vehículo de los intereses del pueblo y de la nación, y a partir de esto le devolvió su carácter, su esencia de conflicto y confrontación. Asumiendo que cuando las leyes y los canales institucionales no bastaban para materializar esos intereses, fundamentalmente cuando aquellos sectores afectados en sus privilegios lo enfrentaron abierta o solapadamente, era necesario recurrir a la fuerza de la movilización popular y en muchos casos a la acción directa. Identificando al enemigo (Braden o Perón) y a sus aliados locales (la oligarquía), y arrogándose la representación de la nación toda frente a ellos. A razón de esto conviene recordar las palabras de Arturo Jauretche: “Ahora hay radicales que no se atreven a decir que la U.C.R. no es un partido político sino la unión civil de los argentinos para realizar la Nación por encima de las facciones del Régimen que son los partidos. Encuentran eso totalitario olvidando que en todo caso serán los fascistas los que se han copiado de Yrigoyen. La definición era perfecta y no encuentro que haya habido nunca una fuerza revolucionaria que no fuese totalitaria, es decir que negase totalmente a cualquier facción al constituirse ella en la Nación misma porque, así es totalitaria la Revolución de Mayo, la Francesa y la Rusa tanto como la Alemana o la Italiana.” (8)

Política y guerra se confundieron también cuando los bombardeos, los fusilamientos, la proscripción, la cárcel, la represión de la Revolución Fusiladora y los gobiernos que la sucedieron. Pero la violencia brutal de la oligarquía sólo sirvió para agudizar las contradicciones y encender aún más las pasiones: “... nuestro Movimiento tenía el ideal, pero no tenía odios. Ese fue un gran defecto porque el ideal, si bien asegura continuidad en el esfuerzo, carece de la intensidad en la lucha que sólo da el odio.” (9) Y aún cuando Perón incorporó en su discurso político la figura de la batalla de aniquilamiento, era consciente de que: “En la guerra política, las demostraciones suelen ser más importantes que en la guerra militar porque, mientras en la segunda se busca el aniquilamiento, en la primera muchas veces con una retirada es suficiente. En la política sucede como en la táctica del siglo XVII cuando el despliegue de los ejércitos, si se hacía ventajosamente, producían ya la retirada enemiga que evitaba un empeñamiento desventajoso.” (10)

La lucha política, al igual que la guerra, implica básicamente dos voluntades opuestas que accionan la una contra la otra. Implica también estrategias enfrentadas, intereses en disputa, sujetos sociales y políticos más o menos organizados, identidades, símbolos y una doctrina, un cuerpo de ideas y valores que cohesiona y moviliza a la lucha. La guerra, a su vez, está determinada por objetivos y decisiones políticas, y en muchos casos implica la movilización de todos los recursos materiales, humanos y morales de las naciones que la realizan.

Y si bien conducir militarmente es mandar y conducir políticamente es persuadir, “... la teoría de la conducción contiene, tanto para la lucha activa como para la política, los mismos principios con los cambios impuestos en los medios de la acción. La lucha de dos voluntades contrapuestas, sigue siendo lo mismo.” (11) “Como en la conducción militar, la teoría del arte de la conducción política, tiene un principio fundamental: el de la economía de fuerzas que presupone la necesidad de ser más fuerte en el momento y en el lugar donde se produce la decisión. Luego vienen los principios secundarios como la sorpresa, la continuidad de los esfuerzos, la buena disposición de los medios, la planificación adecuada de las acciones dedicando los medios principales a los objetivos principales, etc. Aplicarlos al campo político, es lo de menos porque solo varían los medios, la lucha es la misma.” (12)

Líneas finales

Para finalizar, creemos importante considerar que no todas fueron victorias en la vida política y militar de estos hombres. También sufrieron grandes derrotas de las que supieron reponerse, lo cual habla del temple, la convicción y la perseverancia de estas dos figuras. En Cancha Rayada los realistas, con fuerzas inferiores y mediante un sorpresivo ataque nocturno, infringieron un duro revés al Ejército Unido comandado por San Martín. Días después en la ciudad de Santiago de Chile, el General renovó su compromiso ante la multitud popular: “La patria existe y triunfará y yo empeño mi palabra de honor de dar, en breve, un día de gloria a la América.” (13) La batalla de Maipú, poco menos de un mes después, definió definitivamente el éxito de la Revolución en el actual territorio de la República de Chile. La autoproclamada Revolución Libertadora (más conocida como la Revolución Fusiladora) fue una dura derrota para el General Perón, pero el convencimiento de contar con las fuerzas populares de su lado, le permitió trazarse el objetivo de recuperar el poder. Dieciocho años de lucha hicieron posible su retorno.

Nos queda, por último, recordar que esas “guerras” emprendidas por San Martín y por Perón, esos dos militantes de la causa popular que supieron ponerse al frente de los pueblos de estas latitudes, aún no han concluido, aún se siguen librando en todo el continente. Comprenderlas y comprometernos con la causa de todos esos patriotas que a lo largo de nuestra historia pudieron conocer la derrota pero lo que no conocieron jamás fue el deshonor, es la tarea que nos toca.


Notas:

(1) J. F. Vega, Las guerras de la política, de Maquiavelo a Perón, Edhasa, Buenos Aires, 2005, p. 163.
(2) J. F. Vega, ob. cit., p. 165.
(3) V. Trías, Nasser, marxismo y caudillismo, Editorial Cimarrón, Buenos Aires, 1973, p. 27.
(4) Con respecto a la relación entre política y guerra, Argumedo señala: “Así, cualquier utopía de un mundo pacífico debe necesariamente plantear la resolución de estas tres líneas básicas de enfrentamiento entre los seres humanos: el respeto a las identidades culturales, la equidad social y la cooperación entre países y regiones soberanos, sin subordinación ni expoliaciones, serían la base un mundo donde los acuerdos y compromisos puedan reemplazar la idea de la política entendida como guerra, como una lógica de antagonismos entre amigos y enemigos. Porque mientras existan pueblos enteros, fracciones sociales, hombres y mujeres humillados, sometidos a condiciones miserables de vida, será difícil la paz en la historia.” A. Argumedo, Los silencios y las voces en América Latina, Ediciones del Pensamiento Nacional, Buenos Aires, 1996, p. 215.
(5) N. Galasso, Seamos libres y lo demás no importa nada, Ediciones Colihue, Buenos Aires, 2000, p. 30.
(6) J. D. Perón, “San Martín y la Nación en Armas”, Discurso pronunciado por el Excelentísimo Señor Presidente de la Nación Juan Domingo Perón, al declarar clausurado el Año Sanmartiniano en Mendoza, en Hechos e Ideas, Año 2 N° 8, Tercera Época, Enero-Abril 1975, Argentina, p. 97.
(7) J. Miller, Memorias del General Miller, Emecé Editores, Buenos Aires, 1997, p. 289-290.
(8) A. Jauretche, Carta a Benjamín Abalos, 9 de julio de 1942, en www.elhistoriador.com.ar
(9) Carta de Perón a Alberte en E. Gurrucharri, Un militar entre obreros y guerrilleros, Ediciones Colihue, Buenos Aires, 2001, p. 57.
(10) Carta de Perón a Alberte en E. Gurrucharri, ob. cit., p. 130-131.
(11) Carta de Perón a Alberte en E. Gurrucharri, ob. cit., p. 99.
(12) Carta de Perón a Alberte en E. Gurrucharri, ob. cit., p. 126-127.
(13) En N. Galasso, Seamos libres..., ob. cit., p. 248.

* Este texto forma parte del trabajo “DE LOCURAS QUIJOTESCAS y el arte de la conducción en ciertos episodios inconclusos de la historia política y militar de las provincias del sur americano”, 2006.

viernes, 15 de agosto de 2008

PALABRAS DE LA PRESIDENTA CRISTINA FERNÁNDEZ EN SU VISITA AL INSTITUTO NACIONAL DE TECNOLOGIA INDUSTRIAL (INTI)

13 de agosto de 2008

Gracias, buenas tardes a todos y a todas. Señor presidente del INTI; señores ministros, señores intendentes e intendentas; trabajadores y trabajadoras del INTI: si alguien me pidiera una fotografía de la Argentina que yo quiero, la podría haber sacado esta tarde aquí, estaba todo conjugado. (Aplausos)

Desde ese lugar primero al que llegué, donde se le agregaba valor a nuestras materias primas agropecuarias, a los granos, en un modelo productivo que va a ser transferido tecnológicamente, y también en cuanto a maquinaria, a las nuevas fábricas que Venezuela ha contratado para su diseño y ejecución aquí en el INTI de fideos de arroz y de maíz, porque los venezolanos no quieren fideos de trigo y hubo que crear un diseño industrial que satisficiera esa demanda específica; toda la panificación que allí pudimos ver, todo el valor agregado a nuestras materias primas agropecuarias.

Desde allí a la otra gran actividad que ha sido movilizadora en estos años de crecimiento, la construcción, con ese simulador de fachada de edificio -la verdad que no sabía que existía eso, debo reconocerlo- que permite la construcción y no tener que ir a hacer una simulación a Estados Unidos por ejemplo para la calidad y las técnicas que se requieren en materia constructiva, hasta ese otro laboratorio que emana ondas electromagnéticas que detectan, no sé, los fluidos debe ser, yo soy abogada, sorry, no me pidan tanto, pero realmente es un laboratorio de alto valor científico para poder dar calidad de exportación a nuestros productos y al mismo tiempo controlar calidad de aquellos que importan.

Pero además de todo eso y de todo lo que todavía hubiéramos tenido que recorrer, lo que más me impactó es lo que siempre me sigue admirando cada vez que recorro el país, que son ustedes, los argentinos y las argentinas jóvenes, los no tan jóvenes, científicos, científicas, técnicos, ingenieros, gente que apuesta a la innovación. (Aplausos) Porque además del valor agregado, de la transformación de cada producto, este lugar específicamente agrega innovación, tecnología e investigación puesta al servicio de la industria. Es más valor agregado que el de la máquina, es pensar una máquina para una necesidad diferente, imaginarla, construirla, una técnica para imaginar, como recién nos explicaban nuestros técnicos, cómo pueden solidificar un fideo sin necesidad de agregar determinados elementos y de esta manera satisfacer demandas. Porque este es el objetivo que debe tener un innovador, un productor, satisfacer las demandas de ese mercado; y lo que aún pueden hacer también es crear nuevas necesidades del mercado a partir de nueva tecnología, de más ciencia.

En definitiva creo que aquí, tal vez como en ninguna otra parte, podamos sintetizar el valor del modelo de país que queremos para todos los argentinos, que es agregar valor a nuestros productos, innovación, ciencia, recursos humanos, inteligencia, cabeza argentina como digo yo, dado que somos los argentinos cabezas importantes. Décadas y décadas de instrucción pública y gratuita. (Aplausos) Décadas y décadas de ingesta de proteínas que también junto a la educación ayudan al desarrollo neuronal, nos dan esta Argentina que es la que siempre debió ser, la Argentina que nunca debió dejar de ser pero que en algún momento dejamos de ser porque creímos que era posible vivir sin producir, sin agregar valor, sin trabajar.

Quiero decirles también que en unos días más vamos a anunciar las cifras del crecimiento en la Argentina, que en los últimos 12 meses han sido del 8,5 y en los últimos 6 meses del 8,1 de crecimiento de la actividad económica. En junio, por las cuestiones que son de público y notorio conocimiento, tuvimos un bajón del 6.5, nos bajó la producción también de cemento entre otras cosas, pero estamos recuperando ese mes, ese tiempo perdido. En busca del tiempo perdido, los argentinos siempre estamos en busca del tiempo perdido, ya es hora de no perder nunca más tiempo. (Aplausos)

Hay que trabajar fuertemente. Yo lo escuchaba recién a Enrique, que se acordaba de nuestro paso común por el Parlamento argentino, y también levantaba un país que no debe vivir de rodillas, un modelo que es precisamente tal vez uno de los atributos más importantes de esta nueva Argentina, haber recuperado la autoestima, la dignidad, el hecho de que sabemos que podemos tener un país diferente, aunque algunos todavía intentan desde algún lugar calificar riesgos. Ayer estaba escuchando a Aldo Ferrer, esa cabeza importante de los argentinos, que se refería a algunas calificadoras de riesgo que ahora nos califican a los argentinos, decir "son las mismas que le pasaron por las orejas las sub-ram hipotecas en los Estados Unidos, y no se habían dado cuenta, y quieren venir a convencernos a los argentinos de que estamos en problemas".

En realidad creo sinceramente que lo que desde algunos sectores, fundamentalmente del establishment internacional financiero, tal vez nunca nos perdonen, es haber negociado como lo hicimos nuestra deuda externa, es haber recuperado el sistema de decisión en la economía nacional, luego de la cancelación de la deuda con el Fondo Monetario, y tal vez crean que es posible reintentar viejas fórmulas. Viejas fórmulas que han sido dejadas de lado no solamente por quienes hemos tenido la responsabilidad institucional de conducir los destinos del país, han sido dejadas atrás por ustedes los argentinos, que han decidido tener otro modelo de sociedad, otro modelo de país.

No somos en definitiva quienes tenemos responsabilidades institucionales los responsables de estos cambios, en todo caso somos los que llevamos la bandera adelante, pero sabemos que atrás vienen todos los argentinos, y que esa bandera va a ser transferida a otros argentinos que van a seguir con el mismo modelo de país y con el mismo modelo de sociedad.

Esta es la gran apuesta, que esta recuperación del INTI, esta recuperación de nuestro sistema productivo, no sea solamente de un espacio político, de un grupo de hombres y mujeres, sino que sea una política de Estado de todos argentinos y para todas épocas y todos los gobiernos, independientemente de quien tenga la iniciativa política desde el aparato del Estado a partir de la voluntad popular.

Creo que este es el gran desafío, que este pensamiento, que estas políticas sean de todos los argentinos, que haya un compromiso firme de todos los estamentos políticos, sociales, empresariales, en no abandonar nunca más la idea de la producción, del trabajo, del valor agregado, de la innovación, de la ciencia, en definitiva, como dice siempre nuestro ministro Carlos Tomada y le gusta decir, generar trabajo decente para los argentinos que es generar riqueza para todos. (Aplausos)

Yo quiero en esta tarde de sol, en esta tarde de compartir con todos ustedes, trabajadores y trabajadoras, científicos, técnicos del INTI, felicitarlos por el compromiso con el país y con las ideas. Porque estas cosas son ideas, en un mundo en el que también nos quisieron convencer de que las ideas se habían acabado yo vengo acá a reafirmar que no se han acabado, que siguen adelante y que son las ideas las que siempre han transformado las vidas de las sociedades.

Lo importante de la política, esta es la gran discusión que siempre teníamos con algunos sectores, es que sirva para transformar las ideas en resultados, como lo están haciendo aquí, es transformar la ideología en política. ¿Cuando se transforma la idea en política? Cuando la podemos llevar a cabo y vemos sus resultados. Eso es lo más importante que tienen las ideas, poder comprobar que se pueden llevar a cabo, que no son ideas solamente de ilusiones o soñadores, sino de gente que está convencida de que ése es el camino y pone todo que hay que poner, su cuerpo, su trabajo, su cabeza, su vida, al servicio de eso, de ideas, que es lo que siempre ha cambiado el mundo.

Muchas gracias y felicitaciones a todos y a todas una vez más.

Sos el Primer Comunicador (Ley 14.241)

Fue en el gobierno de Juan Domingo Perón, en el año 1953, que se votó la primera y única Ley de Radiodifusión de la democracia. Llevaba el número 14.241 y fue derogada por la dictadura instaurada en 1955. La Dictadura de Aramburu y Rojas, (más y mejor conocida como la Fusiladora, por los crímenes por ellos cometidos), con la derogación de la 14.241 clausuró por años el debate de una política de comunicación democrática.

Ningún gobierno de origen popular, hasta hoy, pudo torcer el lobby empresario que sostiene que la mejor ley es la que no existe, imponiendo sus intereses económicos por sobre el Estado y el pueblo. La Ley de Radiodifusin de 1953 establecía la universalidad del servicio impulsando que la comunicación debía llegar a todos los habitantes de la nación. También establecía límites a la formación de oligopolios y planteaba un sistema nacional de medios públicos estatales que tendrían alcance internacional.

Extraído de Kámara Blindada.


SERVICIO DE RADIODIFUSIÓN: LEY 14.241 DE 1953

Medios de Comunicación y Peronismo

Aritz Recalde

INTRODUCCIÓN

Lisa y llanamente, que las clases dirigentes argentinas después del 1853 fueron educadas de acuerdo con una aberrante interpretación de la escuela liberal, esto es, que debían servir primero a la Libertad y después a la Nación; en consecuencia, ellos mismo, los Paz y los Mitre, directores y propietarios de diarios antiguos, extendidos e influyentes en el país, entre la libertad para una prensa chantajista y dañina y la salud pública, prefieren la libertad, aun cuando esa prensa haya lesionado sus propios intereses.
Ramon Doll (1)

Este trabajo es un breve análisis de la única ley de Radiodifusión producto del voto del congreso nacional en la Argentina. Nos referimos a la ley 14.241 del año 1953 que fue derogada por la dictadura impuesta en el año 1955 (2) y olvidada por los distintos gobiernos, militares y civiles, existentes hasta el día de la fecha.

Pese a la existencia de la ley 14.241, producto, repetimos, del debate del congreso y el funcionamiento del sistema institucional democrático de partidos, el marco normativo actual es el decreto ley 22.285 del año 1980, ideado bajo el gobierno del dictador Jorge Rafael Videla. La vigencia del marco normativo de radiodifusión de la dictadura y el desconocimiento generalizado de la ley del año 1953, expresan y por lo menos, dos cuestiones elementales: por un lado, la capacidad de los grupos concentrados ligados a la producción y circulación de la información para mantener un esquema de funcionamiento normativo que les otorga altos privilegios y la posibilidad de actuar en muchos casos, discrecionalmente y en contra del bien común de la nación y cuestión que la ley 14.241 reglamentaba; pero además y tema central para el desarrollo de nuestra democracia, el estado actual de funcionamiento del sistema de radiodifusión es un síntoma de la inexistencia de una Política Nacional de Comunicación (3).

Dicha falencia no es propia de este gobierno, ni tampoco una cuestión de las últimas décadas, sino que por el contrario, es parte de la génesis misma de la fundación del Estado nacional. Las justificaciones de la defensa de los privilegios del sector privado en la comunicación y su relación con la negativa a que el Estado implemente una regulación estatal que priorice el bien común sobre el egoísmo individual, se liga directamente a los contenidos liberales de la constitución del año 1853 (4). Este texto cristalizó jurídicamente la supremacía económica, política y lo que nos interesa en particular en este trabajo, la supremacía cultural, de los intereses del liberalismo británico y los grupos de poder portuario. El “triunfo da derechos”, y entre ellos, el de promover el modo de pensamiento de los vencidos y es por eso, que la constitución del año 1853 estableció dos de los equívocos de interpretación, que al día de la fecha, son reivindicados como incuestionables por muchos sectores de la prensa: uno, es la interpretación de la categoría de la “libertad de prensa” (artículo 14 y 32 de la C.N. 1853) y el otro, el de “la igualdad de extranjeros” (artículo 20 de la C.N. 1853).

Al llamar “equívoco” a libertad de prensa, no cuestionamos el derecho a opinar, pensar libremente y a desarrollar distintas expresiones culturales y verterlas en la prensa que tienen los ciudadanos, derecho mencionado en la constitución nacional y digno de ser reivindicado. Ahora bien, la “libertad de prensa” para los vencedores de la batalla de Caseros del año 1852 y la sanción de la constitución de 1853, se relacionó a la libertad de empresa, que tuvo y tienen, los sectores del poder económico para hacer de la comunicación y la prensa, palancas de desarrollo de su capital y sus negociados, no importa que costos eso origine para el bien común del país. En nombre de la libertad de prensa los vencedores de Caseros fundaron los diarios La Nación y La Prensa, de las familia Mitre y Paz y que junto al control que ejercieron sobre la Academia Nacional de Historia, les permitió adquirir una fuerte influencia sobre la producción y distribución de la noticia en el país.

Lo pernicioso de este postulado llega hasta el día de la fecha y es por eso, que la libertad de prensa tal cual se ejerce desde los grupos oligopolios de la comunicación, no oficia como una garantía del derecho opinar y pensar libremente de los ciudadanos y los pequeños medios de comunicación, por ejemplo, frente a una dictadura o un gobierno autoritario. Sino que por el contrario y paradójicamente, la “libertad de prensa” esta relacionada estrechamente a “libertad de empresa” de grupos de oligopolios y oficia como un medio para chantajear, enfrentar y en muchos casos, desestabilizar gobiernos democráticos desconociendo el mandato popular (5). En nombre de este equívoco de interpretación se intentó obstaculizar el debate en los círculos intelectuales sobre la necesidad de reglamentar el funcionamiento de las comunicaciones y junto a ello, se obstruyó la necesidad de implementar una política de Estado que regule la prensa. A partir de aquí, es que sigue vigente la carencia de un marco legal que fije taxativamente el rol y la responsabilidad social que implica ser licenciatario de medios: los medios de comunicación, escritos o audiovisuales, son un servicio público y no un negocio privado y menos aún, deberían ser un negocio privado extranjero con sede en Argentina.

El otro equívoco de interpretación establecido por los grupos de poder terrateniente ligados Inglaterra y que obstaculizó el debate sobre la sanción de un marco legal para las comunicaciones, es la declaración de la “igualdad de extranjeros”, que llevada al campo de la prensa, implicó garantizar a los propietarios extranjeros la posibilidad de adquirir los medios de comunicación en nuestro país con escasas limitaciones. Esta posibilidad operó y oficia actualmente, como una palanca para desfavorecer económica y culturalmente, a nuestro país en beneficio de los intereses extranjeros. La acción de difusión de dicho concepto influyó en la educación de la intelectualidad y los sectores medios. El liberalismo conservador e históricamente, fue difundido por la prensa de la oligarquía y los grupos de poder bonaerense.

Esta tarea se relacionó a la acción cultural extranjera y es repetida a lo largo de décadas detrás del supuesto de que las instituciones (la constitución liberal del año 1853, por ejemplo) “están antes que el país”. O sea, el derecho a la “libertad de prensa” de un particular estaría por sobre los derechos colectivos de los habitantes y las instituciones de la nación. A partir de aquí, que los planteos que cuestionaron el orden político liberal o el funcionamiento de la prensa extranjera, fueron acusados de “barbarie” o de “autoritarios” por las corrientes de pensamiento liberal. La civilización, sería el orden liberal impuesto a través de las normas de la Constitución del año 1853 y la barbarie, cristalizó en los caudillos y las poblaciones del interior que se opusieron a ese modelo. Este planteo sostuvo que las poblaciones de nuestro país eran atrasadas, carentes de cultura e incapaces de cumplir con los designios de las instituciones liberales y dichas nociones fueron incluidas y difundidas por la prensa (6). A partir de aquí, que varios de los intentos del Estado de regular la prensa fueron definidos como “autoritarismo” y como una “violación” de los derechos liberales y las libertades cívicas. Este equívoco haría y hace en la actualidad, un daño inconmensurable al país y a los valores, tradiciones y demás elementos de la cultura nacional.

El desarrollo de la gran prensa escrita luego de Caseros o la aparición de la radio en la década de 1920, nacieron a la sombra de esta concepción y es a partir de aquí, que tendrían acceso privilegiadamente los sectores vinculados a la oligarquía terrateniente. Ante este fenómeno, el Estado no implementó una reglamentación adecuada de las comunicaciones. Por mucho tiempo, el Estado no estableció el funcionamiento de la prensa y la radio, que quedaron sujetas a los artículos mencionados de la constitución nacional del año 1853. El liberalismo de la constitución del año 1853 y el supuesto de que el Estado no debe reglamentar la prensa y casi sin excepciones, funcionó hasta la llegada e implementación de la ley 14.241. Esta última, fue la primera experiencia concreta de implementar una Política Nacional de Comunicación en Argentina en el marco de un gobierno democrático.

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