lunes, 23 de junio de 2008

Los peones, “de sol a sol” (Andrés Osojnik, Página 12, 22 de junio de 2008)

Ni jornada de ocho horas, ni extra por terminar la escuela, ni ropa de trabajo. A la hora de negarse a mejorar los términos de contrato del peón rural, las organizaciones “del campo” siempre estuvieron de acuerdo.

Las cuatro votaron contra la jornada laboral de ocho horas y a favor del trabajo “de sol a sol”. Las cuatro rechazaron otorgar un premio estímulo para que los trabajadores terminen la escuela. Las cuatro se opusieron a la entrega de ropa de trabajo para los peones. Las cuatro son las “entidades del campo”, aliadas ahora en la Mesa de Enlace contra las retenciones móviles y que llevan años de coincidencias a la hora de discutir las condiciones laborales de los trabajadores rurales. Así lo evidencia una recopilación de resoluciones de la Comisión Nacional de Trabajo Agrario, el ente que regula el trabajo en el campo y que integran empleados, empresarios y el Estado, en las que figura la oposición sistemática de las cuatro cámaras rurales a distintos avances en materia de derechos laborales. En los documentos, las cuatro apoyan en conjunto mantener las pautas del Régimen Nacional de Trabajo Agrario, sancionado en 1980 con las firmas de Videla, Harguindeguy y Martínez de Hoz.

Soja sí, libros no. Así podría interpretarse el voto de los empresarios del agro en contra de la resolución 62/2007 de la Comisión, que establece un premio por título, de carácter remunerativo “para todos los trabajadores permanentes que se desempeñen en explotaciones agrarias de manera continua o transitoria”. La norma fue firmada el 31 de octubre del año pasado para que rija en la provincia de Santiago del Estero.

Entre los considerandos de la resolución consta que “luego de un amplio debate y analizado el antecedente respectivo, con el voto negativo de las entidades empresarias Confederaciones Rurales Argentinas, Federación Agraria Argentina, Coninagro y Sociedad Rural Argentina y con la sola abstención del representante del Ministerio de Economía y Producción, debe procederse a su aprobación”.

Lo aprobado establece un plus de 38 pesos mensuales para quienes tengan terminada la primaria, y de 46 pesos para los que tengan aprobada la secundaria. El “premio” que rechazaban las entidades implica un estímulo para que los trabajadores terminen su escolarización.

La Comisión Nacional de Trabajo Agrario (CNTA) es un ente autárquico, autónomo y tripartito conformado en el ámbito del Ministerio de Trabajo por representantes gremiales, de las empresas y el Estado, a través de la propia cartera de Trabajo, el Ministerio de Economía y la Secretaría de Agricultura. Tiene facultad normativa, es decir, que sus resoluciones son de aplicación obligatoria en el ámbito del trabajo rural. Y son publicadas en el Boletín Oficial. Los miembros discuten los distintos proyectos y luego los someten a votación. En el caso de las resoluciones que resultan aprobadas, el texto incluye los votos negativos, si los hubiera. De allí que en numerosas ocasiones aparece la mención a las cuatro entidades que ahora conforman la Mesa de Enlace. Obviamente, los trabajadores que quedan beneficiados por esas resoluciones son los que figuran en blanco. Una minoría en el campo argentino: apenas un cuarto del total.

Una perla es la resolución 3/2007, que adopta medidas “en relación con la provisión de ropa de trabajo para el personal”. Esta norma fue aprobada el 21 de marzo de 2007 para las provincias de Chaco y Formosa. Establece como obligatoria la provisión de dos equipos de trabajo por año para los trabajadores con más de tres años de antigüedad:

- A todo el personal permanente que se desempeña en explotaciones agrarias de manera continua o transitoria, los patrones deben entregar una camisa, un pantalón y un par de calzado adecuados a la actividad.

- A los trabajadores que realicen tareas a la intemperie en condiciones climáticas de lluvia, rocío fuerte o suelo barroso, lo que deben entregar es una capa impermeable y botas para lluvia. “Este equipo será devuelto a la empresa luego de su utilización”, aclara la resolución.

A la CRA, la Federación Agraria, Coninagro y la SRA, tanta indumentaria les pareció un exceso. Las cuatro votaron en contra, pero la resolución igual fue aprobada.

De todos modos, la discusión que más debate despertó en el seno de la Comisión fue la resolución vinculada con la jornada laboral. El Régimen Nacional de Trabajo Agrario, vigente desde la última dictadura militar, no fija límites para el trabajo diario en el campo. Los reclamos de los trabajadores surgieron en las provincias de mayor poder reivindicativo. En la provincia de Córdoba el debate resultó sellado el 1º de octubre de 2002 y los considerandos de la resolución dan cuenta de los argumentos vertidos. Dicen:

- “Que el Régimen Nacional de Trabajo Agrario no establece una jornada de trabajo limitada para los trabajadores rurales”.

- Que incluso hay resoluciones que fijan jornadas “de sol a sol” o “conforme a las modalidades imperantes en la zona” o “ajustadas a usos y costumbres locales” (es decir, lo que el patrón de estancia quiera).

- Que “los actuales indicadores sociales denotan la existencia de una importante cantidad de trabajadores rurales que desarrollan tareas en exceso de una jornada normal de trabajo, mientras que se advierte el predominio de formas precarizadas de empleo y un elevado índice de desocupación”.

- “Que deben igualmente establecerse límites razonables a la utilización mensual y anual de horas extraordinarias”.

Esos principios erizaron la piel de los empresarios y el último de los considerandos quedó expresado de la siguiente manera (el encomillado es un riguroso textual): “Que las entidades empresarias firmantes (Sociedad Rural Argentina, Confederaciones Rurales Argentinas, Federación Agraria Argentina y Coninagro) no acuerdan con el contenido de los considerandos que anteceden, ni con la resolución que se dicta en consecuencia, la que sometida a votación ha contado con el acuerdo de la Unión Argentina de Trabajadores Rurales y Estibadores (Uatre), el representante de la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Pesca y Alimentación y el Presidente de la Comisión Nacional de Trabajo Agrario”.

Así, se estableció –a pesar de los dueños del campo– una jornada de trabajo que no podrá exceder las ocho horas diarias o 48 semanales, de lunes a sábado. Las horas extras, fijó la resolución, no podrán ser más de 30 semanales y 200 anuales, y “deberán ser abonadas con un recargo del 50 por ciento. Domingos y feriados se pagan al ciento por ciento”.

Esa misma resolución fue fijada ese mismo año para las provincias de Buenos Aires y La Pampa, con los mismos votos en contra. En Santa Fe fue aprobada recién dos años después, en 2004. En ese caso, la oposición fue sólo de CRA y la SRA.

El año pasado, la CNTA también determinó las remuneraciones para los cosechadores de algodón en las provincias de Chaco y Formosa. Fue el 6 de setiembre, en la resolución 50/2007. Se fijó un mínimo de 40 centavos por kilo cosechado. Un cosechador junta un kilo en alrededor de diez minutos. A 2,40 pesos por hora, un jornal de ocho horas sin parar suma 19 pesos con 20 centavos. A las cuatro entidades les pareció demasiado. Y votaron en contra.

jueves, 19 de junio de 2008

PALABRAS DE LA PRESIDENTA DE LA NACIÓN, CRISTINA FERNÁNDEZ DE KIRCHNER EN EL ACTO DE PLAZA DE MAYO

Acto por la Democracia en Plaza de Mayo, miércoles 18 de junio de 2008

Gracias, muchas gracias a todos por estar hoy aquí, en esta Plaza de Mayo, la plaza de todos los argentinos. Muchos de ustedes me conocen antes de ser Presidenta de la República Argentina, me conocieron como senadora, defendiendo la soberanía nacional de nuestros Hielos Continentales; me conocieron también los ex combatientes de Malvinas, cuando los acompañé en el Senado en sus luchas para lograr la ley que reconociera sus derechos; me vieron también los argentinos sentada en mi banca de diputada, junto a ese gran socialista, que fue Alfredo Bravo, reclamando la anulación de las Leyes de Obediencia Debida y Punto Final; me vieron los trabajadores y sus dirigentes sindicales negarme a votar, allá en el 98', la Ley de Flexibilización Laboral y más tarde la Ley de la desvergüenza y de la Banelco; me han visto en muchas batallas, dadas con la convicción, con la pasión de mis ideas, que sé son también las de millones de argentinos.

Sabía que como Presidenta de la República iba a tener que dar alguna otra gran batalla, lo supe cuando me comprometí, ante todos ustedes, a profundizar la transformación y el cambio, que ese hombre que está aquí junto a mí, mi compañero de toda la vida, comenzó el 25 de mayo del año 2003. (Aplausos). Sabía que la profundización de ese proceso venía por la redistribución del ingreso, porque si bien millones de argentinos han vuelto a recuperar el trabajo, productores y empresarios su rentabilidad, comerciantes pudieron volver a abrir sus negocios, profesionales volver a trabajar, jóvenes volver a tener esperanzas, sabía que todavía falta mucho y siempre va a faltar.

Por eso, cuando tomé decisiones para redistribuir el ingreso no lo hice - se los juro - para perjudicar a nadie, al contrario, no fueron contra nadie, fueron para que todos los argentinos pudiéramos vivir un poco mejor; para que los alimentos, que mencioné en mi discurso de asunción, el 10 de diciembre, como un de los problemas fundamentales que íbamos a tener en el mundo, junto a la energía, llegaran a todos. Tal vez algunos creyeron que era sólo un discurso de ocasión, pero aquí está, no solamente en la Argentina, en el mundo, el problema de alimentos cada vez más caros y de una energía cada vez más cara.

Yo sueño - y ese fue mi compromiso al tomar las decisiones - de vivir un Bicentenario diferente al Centenario que vivió este país hace casi 100 años. Hace 100 años este país era el principal productor de carne y trigo, exportaba todo, sin embargo los argentinos se morían de hambre y los obreros eran apaleados y fusilados. (Aplausos).

La Argentina del Centenario vivió sus primeros cien años con estado de sitio por la violencia que la miseria, el hambre y el dolor habían desatado entre todos los argentinos.

Yo sueño con un Bicentenario diferente, con las industrias trabajando, agregando valor a sus productos para seguir sosteniendo el salario y más trabajo para los argentinos; sueño con un campo que cada vez produzca más materias primas pero que les agregue valor aquí, en nuestro país, para dar más trabajo todavía. (Aplausos). Esos son mis sueños, pero los sueños necesitan también de decisiones y del coraje necesario para tomar esas decisiones.

Cuando vine aquí el 1º de abril, a hablar con todos ustedes, yo creía que realmente estaba ante la batalla por la redistribución del ingreso porque, tal vez, quienes tenían que resignar una pequeña parte de su renta extraordinaria disputaban y discutían; creía - les juro sinceramente - que estaba ante esa batalla, la de la redistribución del ingreso, la de la lucha de los intereses naturales en toda democracia donde hay conflicto social. Pero luego, cuando comenzaron a pasar los días y yo veía que desde un sector de la sociedad, desde una corporación, cuatro personas a las que nadie votó, a las que nadie eligió, se reunían, deliberaban, decidían y comunicaban al resto de los argentinos quién podía andar por las rutas del país y quién no, me di cuenta que estaba ante otra situación muy diferente. (Aplausos).

¿Por qué? Sin insultos ni agravios, el pueblo no insulta ni agravia. Me di cuenta, entonces, que estaba ante otro escenario, ante otro cuestionamiento, ya no era retenciones sí o retenciones no, ya no eran intereses, se estaba socavando, se estaba interfiriendo en la misma construcción democrática, esa que nos dice que son los representantes del pueblo, elegidos en elecciones libres, democráticas y sin proscripciones, los que deciden, deliberan y ejecutan. (Aplausos) Esa es la Argentina democrática, la de la Constitución, la de las instituciones, la de los poderes del Estado, legal y constitucionalmente establecidos.

Pero cuando además empecé a ver a algunos que parecían colarse entre esos reclamos, y que ya no cuestionaban ni las retenciones ni nada, simplemente nos insultaban por haber reinstalado la vigencia de los derechos humanos en la Argentina, el escenario fue completo y total. (Aplausos)

Yo creo sinceramente que eran colados que siempre tratan de acercarse cuando hay conflictividad, para ver si pueden dar marcha atrás y volver a la impunidad, no se dan cuenta que es la historia y el pueblo el que decidió derribar el muro de la impunidad. Pero quiero creer sinceramente que tal vez esas cuatro personas, llevadas por la propia dinámica de los hechos, por la propia dinámica de las corporaciones que muchas veces no pueden ver más allá de sus propios intereses sectoriales, no se dieron cuenta de lo que estaban haciendo. Yo quiero en nombre de la vigencia democrática, en nombre de la Constitución, en nombre de las leyes de la República, que adviertan que si la historia primero fue tragedia hoy se repite como comedia, y que ya los argentinos no queremos más comedias, queremos por sobre todas las cosas volver a recuperar responsabilidad institucional y vigencia de la Constitución.

Cuando uno ve el mundo que hoy tenemos, cuando un dirigente lo es no solamente porque ocupa un lugar institucional sino porque además puede anticiparse a lo que viene, advierte cuánta razón teníamos en volver a retomar instrumentos básicos de la política económica del Estado como son los derechos de importación y de exportación para apuntalar un proyecto nacional y popular. (Aplausos)

Permítanme decirles que estos mismos derechos de exportación que hoy son cuestionados, junto a los derechos de importación, también formaron parte de otra política, la política de los años `90. Allí se bajaron a cero todos los derechos de exportación vinculados con lo agropecuario, se bajaron también a cero los derechos de importación, se nos cayó todo, el campo, la industria. Es entonces hora de que todos los argentinos advirtamos la importancia de estos instrumentos que los grandes países desarrollados utilizan para protegerse y muchas veces utilizaron para perjudicarnos a nosotros, los países emergentes. (Aplausos) Lo sabemos porque lo discutimos en el mundo junto a otras naciones que creen que es necesario recuperar los instrumentos de decisión nacional para construir un país más justo.

Estamos ante una gran oportunidad histórica por primera vez, por primera vez ellos necesitan más de nosotros que nosotros de ellos. (Aplausos) Seamos inteligentes, dejemos de mirarnos el ombligo, dejemos de lado esa costumbre de cierta dirigencia argentina que cuando se frustra frente al voto popular se encierra sobre sí misma y no es capaz de mirar o tender una idea mejor, y si no la tiene apoyar al que tiene una idea mejor que él.

Necesitamos todos los argentinos, todos los sectores de la producción, del trabajo, de la industria, del comercio, aunar esfuerzos para aprovechar esta oportunidad y construir el país que soñamos.

Yo empecé muy chica con esas mismas banderas que muchos de ustedes portan con orgullo. Pasaron muchas cosas argentinos, nos dividieron, nos enfrentaron los unos con los otros, civilices y militares, el campo y la industria, y solamente se beneficiaron de esos enfrentamientos muy poquitos.

Los que primero cayeron como siempre fueron los pobres, después fueron los trabajadores, después vinieron por la clase media, por esa clase media que muchas veces a partir de prejuicios culturales termina actuando contra sus propios intereses. Los intereses de la clase media son los de los trabajadores, son los de los empresarios comerciantes, son los de los argentinos que tienen sus intereses atados aquí a la tierra, que no pueden girar dólares al exterior, que tienen su casa aquí, sus hijos.

Tenemos que aprender a mirar más allá de lo que nos muestran; tenemos que aprender a escuchar más allá de lo que nos recitan; tenemos que comenzar a mirar en base a nuestros propios intereses para dejar de lado los cantos de sirena. Tuvimos demasiados cantos de sirena y nos fue muy mal.

Por eso yo quiero desde aquí, desde esta Plaza de Mayo que, como dije ayer, empezó siendo de los peronistas, pero que después de las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo es de todos los argentinos (Aplausos); desde esta Plaza quiero convocar a todos a que discutamos en este acuerdo del Bicentenario cómo podemos mejorar nuestras políticas agropecuarias para producir más, pero también para que los argentinos sigan comiendo bien, es imprescindible garantizar la mesa de los argentinos.

También tenemos que saber y decidir los argentinos cómo queremos vivir y convivir. Tenemos que aprender que muchas veces puede haber diálogo, discusión y debate, y ojalá que haya acuerdo, pero también sabemos que dialogar puede ser no estar de acuerdo en algún punto. Tenemos que aprender de una buena vez por todas a procesar democráticamente nuestras diferencias. Tal vez con tanto golpe de Estado, con tanta interrupción institucional que hemos vivido, creemos que todo se arregla con intolerancia, con golpes, con bocinas, cacerolas o corte de ruta.

Yo creo sinceramente, argentinos, que así no se arreglan las cosas, al contrario, cada vez se desarreglan más. Siento que nos tenemos que dar la tarea todos, sin excepciones, empezando por quien habla, de contribuir a construir más democracia y más institución.

Yo les pido a quienes tal vez, estoy segura, equivocados por la propia dinámica sectorial, equivocaron el rumbo y quisieron mandarnos a todos los argentinos, a decirnos por dónde podíamos pasar y por dónde no, si pasaba combustible, pasaba leche o pasaba pan. Yo creo que estuvieron confundidos. Por eso les pido que en nombre de la democracia, que en nombre de la Constitución, que en nombre de las leyes, liberen las rutas y dejen que los argentinos volvamos a producir y trabajar. (Aplausos)

No tengan miedo ni dudas al ejercer su representación sectorial, porque si realmente son representativos seguramente no va a ser necesario que corten ninguna ruta para que no se comercialicen granos o carne. Debemos entonces tenderles la mano y llamarlos a la reflexión, no en nombre del Gobierno, tampoco en nombre de esta plaza, sino en nombre de los millones y millones de argentinos a los que todavía les falta seguridad, paz, pan y trabajo. En nombre de ellos, de los que todavía sufren, los convocamos a este acuerdo del Bicentenario.

Quiero decirles y quiero que todos nos vean y nos escuchen, porque esta es una plaza del amor y de los sueños, que no vinimos a agraviar, no vinimos a insultar, simplemente a contar nuestras ideas del país que soñamos y cómo lo queremos hacer. A los que crean que pueden hacerlo mejor que nosotros, y seguramente habrá quien lo pueda hacer mejor que nosotros, los invitamos a que democráticamente se constituyan como partido político y en las próximas elecciones reclamen el voto del pueblo para ejecutar sus políticas y su modelo. (Aplausos)

Así se construye calidad institucional, así se construye democracia, así se defiende la Constitución y así se hace honor a la bandera y a la historia de la Patria.

Muchas gracias por esta Plaza de todos los argentinos, por la Plaza de los sueños y del amor, del país más justo, más democrático, por la democracia, por las instituciones, por la Constitución. Todos juntos hacia el Bicentenario. Gracias Argentina, gracias a todos.

martes, 17 de junio de 2008

lunes, 16 de junio de 2008

El golpe está en marcha (Rubén Dri)

El golpe está en marcha. Uno puede cerrar los ojos y negarlo, pero hoy no es posible dudar. “Si nos quedamos acá tenemos que estar dispuestos a lo peor”; “estamos en guerra”; “esto es una revolución”. Son frases que jalonan los cortes de ruta motorizados por una derecha que sabe lo que quiere y una izquierda estúpida que cree que está haciendo la revolución.

Lo que está en marcha es efectivamente una “revolución”, pero una revolución conservadora neoliberal que quiere la anulación práctica del Estado, que de una u otra manera entorpece sus sucios y multimillonarios negocios. De parte del gobierno hay una parálisis sumamente peligrosa. Las acciones de ayer, el intento de abrir la ruta 14, no hicieron más que potenciar la marcha de la derecha golpista.

Narra el evangelista Marcos que cuando Jesús llega con los militantes de su movimiento a la población de Betsaida le presentaron un ciego para que lo curase. Jesús “después de mojarle los ojos con saliva, puso sus manos sobre él y le preguntó ‘¿Ves algo?’, el ciego que empezaba a ver, dijo: ‘Veo a los hombres como si fueran árboles que caminan’”. Gran parte de la sociedad ve la marcha del golpe como si fuesen árboles que caminan.

Continúa la narración: “Luego, le puso nuevamente la mano en los ojos y éste empezó a ver perfectamente y quedó sano, ya que de lejos veía claramente todas las cosas”. El verbo griego utilizado enéblepen, pretérito imperfecto de blépo, no significa sólo ver, sino ver críticamente. Todo el pasaje se refiere a la comunidad que debe abrir los ojos y comprender qué está sucediendo.

Una de las mentiras más perversas de las tantas con que la gran prensa nos inunda todos los días es la de la lucha de los “pequeños productores” como si éstos actualmente estuviesen en la Federación Agraria, en la que, en realidad, están los rentistas, que mientras sus campos siguen produciendo pueden darse el lujo de pasar sus días en la ruta.

Los pequeños productores están en otra parte, en el Mocase, en el Mocaflor, en el Mocaju, en el Mam, en una palabra en el Frente Nacional Campesino que debe luchar a brazo partido para que los que hoy cortan ruta no los despojen de sus campos. Éstos no podrían hacer un paro indefinido. Sólo los ricos lo pueden hacer.

Las luchas de clases nunca se presentan en estado puro. Las contradicciones atraviesan a los distintos bloques que continuamente se forman. Hoy hay con claridad dos bloques atravesados por multitud de contradicciones internas. El bloque de la derecha pretende, como dice la inefable Carrió, que expresa a todo el pueblo. Con claridad hay que decirlo: En ese bloque como en el otro hay múltiples contradicciones, pero su triunfo sería el triunfo del neoliberalismo con todo lo peor de su negra historia.

Las múltiples contradicciones del otro bloque, especialmente la no ruptura de la estructura neoliberal, la no recuperación de los hidrocarburos, la política minera y otras yerbas hacen que no sea fácil acompañarlo en esta lucha. Pero no hay opciones. Si el golpe de derecha triunfa habremos retrocedido trágicamente y entonces, a todos los que se desentendieron habrá que decirles: ¡A llorar a la Iglesia!


Buenos Aires, 15 de junio de 2008

martes, 10 de junio de 2008

Anuncio del Programa de Redistribución Social

Lunes 09 de junio de 2008


PALABRAS DE LA PRESIDENTA DE LA NACIÓN, DRA. CRISTINA FERNÁNDEZ DE KIRCHNER PARA EL LANZAMIENTO DE UN FONDO DE REDISTRIBUCIÓN SOCIAL PARA HOSPITALES, VIVIENDAS POPULARES URBANAS Y RURALES Y CAMINOS RURALES, EN LA REPÚBLICA ARGENTINA, DESDE EL SALÓN BLANCO DE LA CASA DE GOBIERNO.

Gracias, señor Vicepresidente; señor presidenta provisional del Honorable Senado; señor presidente de la Cámara de Diputados; señores Gobernadores; señoras y señores integrantes de organizaciones sindicales, de movimientos sociales, de organizaciones de derechos humanos, queridas Abuelas, queridas Madres; amigos y amigas; compatriotas: mañana van a ser exactamente tres meses, que desde el Poder Ejecutivo Nacional, en atribuciones legitimas que nos confiere la Constitución Nacional, adoptamos un sistema de retenciones móviles para determinados productos alimentarios: para el maíz y el trigo redujimos la alícuota, que hasta ese momento estaba vigente y la aumentamos para la soja.

La medida tuvo por objeto dos finalidades esenciales: la primera y principal, la seguridad alimentaria, la soberanía alimentaria en la mesa de todos los argentinos. ¿Por qué? Se preguntaran ustedes, qué tiene que ver la soja. Los argentinos no comemos soja. Precisamente, la totalidad prácticamente, hoy, de este producto se exporta casi el 95 por ciento y para que ustedes tengan una idea de cada 10 kilos de soja, 9 kilos y medio van al exterior, sin embargo, de cada 10 litros de leche, solamente podemos exportar 1 y medio; y de cada 10 kilos de carne solamente podemos exportar 2 kilos. Es que los argentinos, compatriotas y amigos, toman leche, comen carne, comen pan y ahora pueden hacerlo más, inclusive, porque muchos han conseguido trabajo y todos han mejorado su salario, con lo cual el consumo ha crecido.

La segunda parte es la redistribución del ingreso, de aquellos sectores que mayor rentabilidad tiene por distintas circunstancias; en principio por las condiciones macroeconómicas de este propio modelo que hemos diseñado los argentinos, que destinamos todos los años, 12 mil millones de dólares a sostener un tipo de cambio competitivo para los sectores que exportan, que tenemos, además, desacopladas nuestras tarifas de servicio, esencialmente de combustibles. Y además es un sector que, carente de riesgo, sin necesidad de capital intensivo, con poca ocupación de mano de obra se transforma en uno de los más rentables.

Estas dos medidas: cuidar los alimentos de los argentinos y redistribuir el ingreso fueron los dos objetivos. Qué pasó entonces, en estos tres meses, argentinos, en los cuales vimos cortar rutas, decidir por parte de un sector quién pasaba y quién no; derramar ríos de leche, en una Argentina donde todavía hace falta mucho alimento para muchos argentinos que no pueden acceder; enfrentamientos, cosas que nunca habíamos visto.

¿Cuál fue, tal vez, el error que cometió el Gobierno? Y digo que, el error que cometió el Gobierno, tal vez, haya sido la ingenuidad política de no advertir que tocar una parte de la renta extraordinaria de un sector para redistribuir mejor el ingreso. Para que realmente lo que muchas veces leemos en letra de molde, o escuchamos recitar en liturgias, o pronunciar dialécticamente acerca de los pobres, la distribución del ingreso y la riqueza, tal vez, pensamos que todo eso que se escribe y se dice se había hecho carne en dirigentes y en la sociedad.

Ese fue el error: creer que la distribución del ingreso se hace, tal vez, con una política, que pese a haber sido revalidada en las urnas requería, tal vez, de una mayor explicación, de una mayor comunicación o tal vez de un mayor ejercicio de responsabilidad por parte de todos.

La primera cosa que se me ocurre, después de estos largos 90 días es interrogarnos a nosotros, a todos, a todos los argentinos, a los que tienen responsabilidades empresariales, a los que pertenecemos a los partidos políticos y a todos los ciudadanos si realmente estamos decididos a abordar en la República Argentina el problema de la pobreza. Porque el problema de la pobreza sin redistribución del ingreso y sin tocar rentas extraordinarias, compatriotas, es imposible. (APLAUSOS).

Me hablan, hace unos días atrás, un periodista me hablaba de crisis y yo le decía y lo corregía, que en realidad no estábamos viviendo una crisis. Crisis los argentinos vivimos en los días terribles del 2001, 2002, del 2003, con millones de argentinos sin trabajo, con los fondos y ahorros confiscados, sin reservas en el Banco Central, endeudados, sin trabajo, sin industrias, los comercios cerrados, con esa Buenos Aires desierta, desierta, acuérdense esa Buenos Aires del 2002: nadie en los restaurantes, sin autos en las calles. No vivimos una crisis en estos 90 días, lo pueden observar todos los ciudadanos de Buenos Aires, que podían recorrer, ¿si es que se puede todavía recorrer, con tantos autos las calles de la Ciudad? Los restaurantes estaban llenos, el consumo creciendo, las exportaciones creciendo, las ventas creciendo, el consumo popular, millones de argentinos que han podido acceder a un auto nuevo, a un auto usado o a una moto, o a un plasma. En fin, a mejorar la calidad de vida.

No, crisis fueron aquellas, en realidad estábamos viviendo la reacción de un sector, al que el Estado, en atribuciones legitimas que le confiere la Constitución, había afectado una parte de su renta extraordinaria para un ejercicio de redistribución.

Despojado ya de los discursos, de la bulla mediática, separando todo lo que queda es esto: la reacción de alguien que se niega a contribuir en la redistribución del ingreso para los que menos tienen. Yo les dije alguna vez, que cuando uno toma estas decisiones como Presidenta de los argentinos, teniendo en cuenta el interés de todos, porque esta es la otra gran cuestión, no hubo una parte contra otra parte. Esto no es así: quien habla es la Presidenta de la República, no es una parte, debe gobernar para todos los argentinos y cuando toma decisiones lo hace en beneficio de todos los argentinos.

Tal vez, algún sector tiene y puede no estar de acuerdo, y tiene derecho a no estar de acuerdo, lo que me parece es que no podemos confundir las cosas. Y entonces desacreditar un ejercicio constitucional, que hace también a la calidad democrática de un país. Por eso, porque he escuchado discursos acerca de voracidad fiscal, acerca de que no se daba participación a las provincias es que he decidido crear este Programa de Redistribución Social. Venía la señora Ministra de Salud trabajando, desde el inicio, por instrucciones mías. Ustedes saben que desarrollé, durante toda la campaña, que el problema de salud es muy importante en la Argentina. Y estamos en dos semanas más en condiciones de desarrollar, lo que va a constituir un plan, que como mínimo va a llevar la construcción de 30 hospitales de complejidad cuatro, en distintas partes del país. (APLAUSOS). También más de 300 centros de asistencia primaria a la salud. Este programa se va a fondear con la diferencia de puntos existentes entre esa retención de 35 puntos, vigente al 10 de marzo, y lo que pueda crecer. El Estado no quiere cerrar las cuentas fiscales, el Estado quiere cerrar la cuenta social de todos los argentinos. (APLAUSOS).

Y creemos que entonces, si tengo la obligación, como Presidenta de todos los argentinos, de dar ese gesto institucional. He pensado mucho, he reflexionado mucho, en estos días, acerca de algunos reclamos, un gesto de estadista o de un gesto patriótico, también escuché por ahí, pero me quedé con el gesto de estadista. ¿Qué sería un gesto de estadista? Sería, tal vez, decirle a los sectores que más rentabilidad han tenido, en los últimos tiempos, está bien, como durante 90 días cortaron caminos, hicieron lock out patronal, no permitieron que otros argentinos trabajen, encarecieron productos, esta bien hay mucho lío, quédense con todos y vamos a ver qué hacemos el resto de los argentinos. Y lo pensé y digo, podría decirles, entonces, después a todos los argentinos, el Gobierno y el campo están en orden. Feliz día de la Bandera, pero saben qué, yo creo sinceramente que los estadistas, no me siento una estadista, me siento simplemente una Presidenta de la República y debemos gobernar con mucha responsabilidad institucional y social, teniendo en cuenta las urgencias de los que más necesitan para poder hacer sustentable una sociedad.

Y por eso, además, como hemos decidido la descentralización total de este 60 por ciento dedicado a hospitales; 20 por ciento dedicado a viviendas rurales y urbanas y 20 por ciento dedicado a caminos rurales, también, de la misma forma que está descentralizada el 93 por ciento de la obra pública nacional. Ninguna de las casi 300 mil viviendas, soluciones habitacionales, que ha creado el Gobierno, han sido construidas en forma directa por el Estado Nacional. Todos los fondos son remitidos a provincias, a municipios para que estos ejecuten.

Y queremos, también, que este Fondo de Redistribución Social para hospitales, para viviendas urbanas y rurales populares y para caminos rurales, también sea únicamente operativizados a través de convenios con los Gobernadores, de cada una de las provincias y los municipios, que así participen en este programa. Porque en serio creemos en una Argentina federal, donde no solamente la redistribución del ingreso tenga una categoría social, sino también tenga equidad territorial y geográfica.

¿Cómo seguimos, luego de esto? Yo tiendo la mano a todos los argentinos, pero en especial a aquellos que también tienen, junto a mí una gran responsabilidad: la de generar riqueza para todos los argentinos. Y pese a estos 90 días hemos seguido trabajando fuertemente. El pasado día viernes resolvimos un problema de los productores que era el precio de sus vacas conservas, 10 mil toneladas, que se exportan por mes, que eran producto del anterior acuerdo, que habíamos firmado con las cuatro entidades y que logramos, por parte de los frigoríficos, es decir, de la industria, que paguen el precio que corresponde al productor pero que además la materia prima salga procesada, con valor agregado, para que los argentinos tengan trabajo.

No nos detuvimos a pensar si se estaban cortando rutas o no, salimos a hacernos cargo de los problemas que tiene el sector con la carne, con la leche.

Hemos logrado también, luego de poder blanquear a través de la ONCCA grandes cantidades de trigos que no figuraban en los registros, y que cuando dijimos que entonces no se podía exportar, aparecieron en los registros. Vamos a poder regularizar también la cuestión del trigo.

Pero tenemos que hablar, no imponer. Y saber que nadie puede arrogarse el derecho de restringir el derecho de otros argentinos a transitar libremente las rutas, a trabajar y a producir. Los argentinos quieren trabajar, hay que dejarlos trabajar.

Yo quiero hoy convocar para que hablemos de los problemas pendientes que tenemos todos los argentinos. Estamos ante una oportunidad histórica compatriotas, en cuanto a números, en cuanto a posibilidades, a lograr mercados. En estos seis meses -porque también mañana se cumplen seis meses de aquel 10 de diciembre en que la Banda Presidencial era un poco más liviana y etérea de lo que es hoy- hemos hecho muchas cosas.

Veo aquí a muchísimos hombres de la industria, hemos logrado, pese a todas las profecías, poder cerrar convenios con los trabajadores, en negociaciones libres que llevaron a cabo empresarios y sindicatos. Hemos logrado profundizar nuestra relación con el MERCOSUR, llegando a un acuerdo inédito en el que por primera vez el sector automotriz, que como todos ustedes saben es el principal desbalanceador en la balanza comercial entre Brasil y Argentina, hemos logrado que se nos reconozcan las asimetrías existentes entre uno y otro mercado.

Desde este mismo lugar y en este mismo Salón hemos presentado el Plan de Intervención Territorial que significa el diseño del país que queremos en materia de infraestructura, obra pública, servicio, obra pública productiva y social. Hemos lanzado también desde aquí el Plan Social al que me había comprometido ese 10 de diciembre, y abordar la pobreza de una forma diferente en más de mil municipios, casi un tercio de los municipios. Hemos lanzado también el Plan de Uso Racional de la Energía, en una primera etapa que nos ha llevado ya a ahorrar más de cien megavats. Y hemos inaugurado en estos días viviendas, hospitales, obras energéticas.

Es una Argentina que sigue en marcha, una Argentina que quiere trabajar y seguir progresando.

Yo quiero convocarlos a todos, nadie puede estar ausente. Pero todos debemos entender que estamos en un escenario internacional y en un mundo muy diferente. Porque estas medidas, además, que oportunamente se adoptaron, no fueron producto de una elucubración o de un sueño de una noche de verano. Basta con mirar el mundo.

Vengo de hace unos días de la conferencia internacional de la FAO. Me tocó escuchar a la presidenta del Programa Mundial de Alimentos de la FAO, esos que ustedes ven en el mundo cuando van en aviones y en helicópteros tirando bolsas de comida, por ejemplo en África, como desde junio del año pasado se le habían disparado todos los precios de los alimentos, y habían tenido que pagar la tonelada de arroz de 340 a más de mil dólares, lo cual requirió una ayuda especial de más de 700 millones de dólares.

Todos los días estamos leyendo noticias acerca del precio de los commodities, la especulación, el petróleo, etcétera. Este es el escenario internacional que tal vez hoy se presenta con mucha mayor nitidez que hace tres meses, pero que quienes tenemos la responsabilidad de gobernar y tomar decisiones estratégicas lo veíamos venir, muy claramente. Basta nomás recordar algún párrafo de aquel discurso del 10 de diciembre, donde les dije que los grandes problemas del siglo XXI iban a ser precisamente los alimentos y la energía. No fue una afirmación tendiente a llenar una hoja de un discurso, fue sinceramente lo que veíamos venir.

Sabemos que en ese problema los más vulnerables son los que menos tienen, los pobres. Porque son los que destinan la mayor parte de su salario a la comida y porque son los que no tienen estrategias defensivas frente al aumento de los precios. Resguardar esa soberanía alimentaria sin afectar la rentabilidad de los sectores productivos es algo en lo que estamos trabajando y lo estamos haciendo todos los días. Podemos exhibir resultados en estos cinco años donde todos han podido ganar algo, trabajo, salario, rentabilidad, pero todavía hay argentinos que no han podido ganar nada. Todavía tenemos gente sin trabajo, sin casa, sin salud, sin educación.

Hace pocos días estuve en Rafael Castillo, partido de La Matanza, con más de un millón de habitantes, 0.3 camas por cada mil habitantes. En serio argentinos, necesitamos poner mucho esfuerzo porque todavía hay mucha deuda social pendiente. Y como dije aquel 10 de diciembre, mientas haya un pobre en la Patria no habrá victoria definitiva para ningún argentino. (Aplausos)

Finalmente quiero decirles a todos y cada uno de ustedes y de quienes me están escuchando, si alguien se sintió ofendido por una palabra que yo haya dicho o por un gesto, cualquier argentino, desde acá, desde este lugar, le pido perdón. (Aplausos)

Pero también quiero pedirles a todos que trabajemos en paz. Dejemos que todos los argentinos puedan ejercer sus derechos libremente. Hemos visto escenas de violencias, hemos visto gente golpeándose, hemos visto camionetas incendiadas. Son fotografías de una violencia que los argentinos no merecemos, ninguno, porque hemos sufrido mucho por actitudes intolerantes y de violencia. Lo sé porque en tocó vivir en una Argentina dividida y enfrentada.

Con esa experiencia y ese aprendizaje histórico que creo que hemos hecho todos, los convoco a todos los argentinos en serio, a comprometernos más allá de la palabras, más allá de los discursos, al combate contra la pobreza, por la distribución del ingreso y por una Argentina que trabaje más y produzca mejor. Muchas gracias y buenas tardes a todos. (Aplausos)

viernes, 6 de junio de 2008

De ilusiones y realidades (Mario Toer *, Página 12, 6 de junio de 2008)

En su pretendida respuesta del 20 de mayo pasado, Atilio Boron recurre al remanido recurso de caricaturizar mis palabras para insistir con su descalificación del actual gobierno y del anterior. Quienes puedan releer mi nota, publicada el 6 de mayo, lo podrán comprobar sin esfuerzo. Puede suponerse que podría seguir pendiente la discusión sobre si la relación de fuerzas debe evaluarse solamente desde las luchas sociales o, en cambio, debemos considerar las construcciones políticas y el reconocimiento de liderazgos. Por cierto que considero, cuando hablamos de política, a fuerza de ser redundante, que lo que cuenta es esto último. Al menos es lo que debe primar. Y desde allí, ¿qué duda cabe de que el saldo de 2001 y los meses que siguieron no encuentra nada que trascienda lo que el kirchnerismo ha venido a ofrecernos?

En mi nota destaco cómo el Gobierno actual se nutre del cuestionamiento que el movimiento social llevó a cabo contra el neoliberalismo y en favor a los derechos humanos. Todo lo cual no es poco, ni supone temas específicos. Han connotado la totalidad de nuestra escena política y abierto posibilidades insospechadas muy poco tiempo atrás. Lo que no oculta, por el contrario, lo mucho que queda pendiente. No tiene mucho sentido seguir desplegando el listado de las cosas que no se hacen por supuesta incompetencia, falta de voluntad o “limitaciones de clase”, tanto aquí como en otras coordenadas de nuestro continente. Dejemos de lado los errores inevitables y evaluaciones discutibles propias de un camino que se hace al andar. ¿No será un tanto más acorde con el pensamiento sistemático suponer que pesan otro tipo de razones que llevan a que nos planteemos las cosas de un modo distinto de lo que lo hacíamos en los ‘70? ¿No nos dice nada la implosión de la URSS o el nuevo curso seguido por China y Vietnam? Y difícilmente podamos decir, particularmente en el caso chino, que no se hayan ensayado a fondo todos los caminos concebibles. Siempre recuerdo una afirmación del dirigente del PRT Luis Matini, hace unos años. Con los programas de los ’70, si nos regalaran el poder, los militares no tendrían hoy que dar un golpe. Al mes, la gente nos sacaba corriendo de la Rosada.

No son situaciones muy diferentes las que deben atender Lula o Tabaré. Boron no nos brinda elementos de juicio que permitan suponer condiciones para ensayar algún tipo de socialismo en la periferia. ¿Acaso un nuevo eslabón débil, a la espera que se sume un país decisivo del “centro”? ¿Y quién haría las veces de lo que fuera Alemania en la apuesta de los bolcheviques? En su defecto, ¿un nuevo Vietnam, para recomponer el cerco periférico sobre el centro opulento? Improbable... Sin duda estamos en otro tiempo y nos tenemos que hacer cargo. Lo que hoy no podemos postergar es concebir un programa que permita buscar un curso para una “democracia avanzada” en nuestros países (la llamemos como la llamemos). Siempre supondrá un camino más corto hacia perspectivas más evolucionadas cuando las condiciones globales lo pongan a la orden del día.

Porque éste es un aspecto que no se puede evadir. O se persiste en la ilusión de reiterar los cursos que se suponían hasta los ’70 como ineludibles para concebir un nuevo poder, o repensamos la experiencia del siglo XX para abrir cursos más acordes con la construcción de bloques que procuren una nueva hegemonía. Este es el camino que vienen explorando todos los regímenes que han hecho causa común en América latina. Y si sus propios líderes insisten en requerirse y alentarse mutuamente, ¿a qué viene, y desde dónde, incentivar diferencias? Aun con errores, limitaciones y hallazgos, resulta impropio comparar a aquellos que deben confrontar con enemigos más endebles (las burguesías venezolanas, ecuatorianas y bolivianas lo son), o que cuentan con recursos estratégicos consistentes a favor, propios de circunstancias particulares (respaldo en las Fuerzas Armadas o de etnias con singular arraigo), respecto de quienes tienen que enfrentarse a bloques dominantes con muchos más recursos. Incluso así, lo que pasa en cada país es precario si no cuenta con el respaldo de sus vecinos.

Por eso debemos reiterar que la “relación de fuerzas” debe evaluarse en términos políticos. Tiene que suponer construcciones políticas como el MAS y el PT, o liderazgos como Lula o Chávez. Vale la pena recordar de dónde veníamos y no perder de vista que al caudal de las luchas populares, que Boron bien enumera, le siguieron las 5 candidaturas con posibilidades en 2003, en orden de llegada: Menem, Kirchner, López Murphy, Rodríguez Saá y Carrió. ¿No nos dice nada la abundancia de semejante oferta? En nuestro país no ha madurado nada que esté por encima de la propuesta de los Kirchner. No creo que Boron tenga expectativas en Carrió, Castells o De Angeli.

La relación de fuerzas la tenemos que evaluar desde las particularidades, y las disposiciones para sustentar rumbos y responder a contraofensivas con consistencia y perseverancia. Por cierto que hay que discernir para qué defender y fortalecer a este gobierno. No es porque supongamos que con la reorganización del PJ vamos a contar con un arma decisiva. Pero sí podemos darnos cuenta de que son pasos inteligentes dirigidos a convocar un bloque que sea más consistente que lo que hasta ahora tenemos, sin regalarles nada a los que ensayan construir una oposición con posibilidades. Es sabido que en la estrategia de los K se trata de un primer paso hacia algo más amplio y confiable. Hoy estamos frente a una ofensiva de la derecha que reclama de manera imperiosa un frente unido para enfrentarla. Y no todo tiene que venir de arriba. Desde esa prioridad, los balances y el señalamiento de los errores pueden ser fructíferos.

Que nos gustaría que lo existente diera para más, por cierto. Pero la realidad es testaruda y la pregunta que cabe es: ¿en qué referencia o experiencia nos basaríamos? ¿Dónde se puede encontrar esbozado el “bien” que con elocuencia Eduardo Grüner nos dice que no está disponible? La buena sociedad se construye en el compromiso para enfrentar las amenazas del presente. De nada sirven tampoco las invocaciones a un libre albedrío que jamás tuvo incidencia en ninguna realidad social, ni siquiera en una reunión de consorcio. Para quienes no nos ilusionamos con iluminaciones que supongan verdaderos mesías por venir, intentamos apuntalar lo que la realidad brinda.

Este gobierno tiene el enorme mérito, muy poco burgués, de abrir espacios para el desarrollo de experiencias y procesos de acumulación bastante diversos en el campo popular. En ese terreno podremos ensayar alternativas, siempre y cuando atendamos a no dilapidar estos espacios y establecer lazos con quienes participan de ellos con sentido de pertenencia al campo del pueblo, tomando distancia de quienes devienen en meros francotiradores. Así podremos contar con mejores condiciones para seguir avanzando. La realidad es como es, muy testaruda, y, en este contexto, hoy por hoy, para bien o para mal, a la izquierda de los K no hay nadie.

En cuanto al daño que puede producir la variante “francotirador”, de la pléyade de pretendientes a directores técnicos, en el campo de batalla de las ideas, en los medios y en los ámbitos pertinentes como las universidades y colegios, debemos decir que, lamentablemente, tienen una apreciable capacidad de generar duda, incertidumbre y desmovilización. Mal que nos pese, puede ser la diferencia entre seguir avanzando o una nueva derrota. El letargo en que se encuentran nuestras universidades, si bien tiene que ver con lo menguado de las fuerzas con las que hemos partido, también se explica por la gravitación de los agoreros de diverso cuño. Por suerte, pareciera que estamos recuperando la iniciativa y saliendo de la parálisis. La carta firmada por alrededor de mil quinientos creadores e intelectuales constituye un hecho inédito que alienta esperar un nuevo rumbo.

* Profesor titular de Política Latinoamericana (UBA).

miércoles, 4 de junio de 2008

Una nueva Junta Nacional de Granos (Marisa Duarte, Página 12, 4 de junio de 2008)

Cuando se iniciaron las negociaciones para destrabar el conflicto con el campo, el presidente de Federación Agraria Argentina, Eduardo Buzzi, en una intervención no consensuada con sus pares, propuso la creación de una nueva Junta Nacional de Granos, idea que fuera tomada de buen grado por la Presidenta. El episodio fue relatado por La Nación (12 de abril de 2008) de la siguiente manera: “Tenemos que hablar de una Junta Nacional de Granos”, la azuzó Buzzi. Ni lerda ni perezosa, ella (la Presidenta) contrarrestó: “Pero ¿ustedes están de acuerdo con eso? ¿Los cuatro están de acuerdo?”. Y los escudriñó con la mirada. Los otros tres, Luciano Miguens (SRA), Mario Llambías (CRA) y Fernando Gioino (Coninagro), miraron sin responder. “Pero también tenemos que plantear una ley de arrendamiento”, dijo Buzzi. Al término de la reunión, los restantes representantes de las entidades agropecuarias se mostraron en desacuerdo con la propuesta de Buzzi. En los días posteriores el tema salió de la agenda.

¿Qué implicaría hoy la reedición de una entidad como la JNG?

Esta rebelión del campo mecanizado tuvo un antecedente en diciembre de 2006 cuando la tendencia al crecimiento del precio de la soja en el mercado internacional se iba consolidando. Una de las propuestas que enunciaban los especialistas en el sector agropecuario era la creación de un ente que equilibrara las relaciones de poder en el interior de la cadena de valor. Ya en diciembre de 2006, el especialista en política agropecuaria Horacio Giberti proponía la recreación de la Junta Nacional de Carnes y de la de Granos, aduciendo que “era el único instrumento que podía poner en vereda a los exportadores” (PáginaI12, Cash, 17 de diciembre de 2006).

En la actualidad existen pocos planteos concretos acerca de cómo podría ser un nuevo ente de regulación del comercio de granos. Sin duda el más importante es el proyecto de ley que presentara, en agosto de 2007, el diputado nacional por el Frente para la Victoria Alberto Cantero para “crear el Ente Nacional de Promoción y Control Comercial Agropecuario y Agroalimentario (Enpyccaa)” que tendría a su cargo ejecutar las políticas que la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Pesca y Alimentos defina a fin de garantizar la seguridad alimentaria y la disponibilidad y accesibilidad de alimentos a precios razonables para la población argentina.

Las competencias de la entidad serían:

a) Promoción de las buenas prácticas comerciales de las personas físicas o jurídicas que operan en el mercado agropecuario y agroalimentario.

b) Sanción de las prácticas desleales, monopólicas, monopsónicas, oligopólicas u oligopsónicas realizadas en producción, industrialización y distribución de alimentos.

c) Seguimiento y control de las exportaciones de productos y/o subproductos agroalimentarios.

d) Aplicación de mecanismos antidumping para productos y/o subproductos alimenticios que pudieran dañar el aparato productivo nacional.

e) Compra, venta, almacenamiento y distribución de productos agropecuarios y alimentos por sí o por terceros para estabilizar precios y garantizar la seguridad alimentaria a la población argentina.

f) Implementación de promociones, estímulos, apoyos económicos y beneficios fiscales, para garantizar la seguridad alimentaria de la población, transparencia y competitividad en la cadena agroalimentaria y equidad en la distribución de la renta de la misma.

Según el propio impulsor “esta nueva entidad pretende promocionar determinados cultivos e impulsar la seguridad alimentaria, tal cual hacen todos los países desarrollados. Pretendemos contar con una herramienta que garantice la alimentación de todos los argentinos por un período de tres años. Es decir que el Estado sabrá exactamente cuál es su stock de alimentos, cuánto se produce mensualmente, cuánto se transforma y cuánto se exporta. Será un organismo con autoridad para asegurar la libertad de competencia y transparencia de los mercados; evitará la cartelización de los grandes productores y las conductas oligopólicas tanto en la compra como en la venta de alimentos. El comercio de granos y alimentos está concentrado en muy pocas manos” (PáginaI12, 11 de abril de 2008).

La FAA ya habría dado su acuerdo con el proyecto. El mismo se encuentra en discusión en el Congreso y se espera que avance presuroso a la luz de los problemas que el exceso de libertades a los exportadores produce sobre los intereses de la Nación y de gran parte de los argentinos, en particular de los pequeños productores de soja y de los trabajadores de las producciones menores (algodonera, frutihortícola, tambera).

Nuestro país ha pecado de un exceso de liberalismo en los años noventa, que entronizando el mercado terminaría, a mediano o largo plazo, devorándose la fuente de la riqueza del ciclo actual. El intento del Gobierno de revertir esa situación mediante la apropiación de una parte de las ganancias extraordinarias está chocando con una férrea oposición de intereses. El discurso con el que se viste esta negativa es la unilateralidad del Gobierno. Ahora bien, si se retomara la propuesta original que Buzzi lanzara de forma brutal y sincera en la primera reunión con la Presidenta, ¿sería una medida unilateral, inconsulta e impuesta? Tal vez lo que haya que discutir es cuál será el destino de los fondos e incluso exigir que el superávit fiscal tenga como objetivo encauzar al país en un modelo de desarrollo integrador de las distintas regiones, sectores económicos y grupos sociales.