jueves, 29 de mayo de 2008

El Cordobazo, síntesis de luchas en un país convulsionado (Gabriel Fernández)

El amanecer del año 1969 presagiaba conflictos y protagonistas firmes. El l de enero, la CGT de los Argentinos emitió un documento en el cual destacaba, en cuestionamiento abierto para la burocracia participacionista, que esa central sindical había cargado con todo el peso del combate obrero contra el régimen políticamente autoritario y económicamente liberal que llevaba adelante el dictador Juan Carlos Onganía.

-La totalidad de los actos progamados por la CGT de los Argentinos fueron prohibidos. El precio que pagamos por estas actividades, efectuadas a pesar de todo durante 1968, ha sido duro. En teoría el gobierno no intervino la CGT, pero en la práctica lo hizo. Nuestras organizaciones más numerosas están clsusuradas: ferroviarios, portuarios, personal civil, petroleros de Ensenada y Comodoro Rivadavia, más de 500.000 trabajadores carecen de sindicato, señalaba la entidad opositora con la firma de Raimundo Ongaro y Ricardo De Luca.

Añadía más adelante que -a los 5.000 compañeros que cayeron detenidos en los actos que organizamos, a los que fueron golpeados, desalojados, humillados, a las víctimas de la Ley 17.401, a los que padecen torturas en los calabozos del régimen, les decimos: el sacrificio no será en vano, ustedes encarnan la dignidad nacional. La CGTA no se quedó en palabras.

El 14 de enero los trabajadores gráficos iniciaron una huelga contra los aspectos centrales de la dictadura y por reivindicaciones particulares. Ese día Ongaro asistió, en Córdoba, a una reunión de militantes políticos y gremiales peronistas que resolvieron profundizar la acción contra la burocracia encarnada en las 62 Organizaciones y en el titular del Partido Justicialista Jorge Daniel Paladino.

Cuando el secretario de la CGTA salió rumbo a Bella Vista, Tucumán, para asistir a otro acto popular en contra del cierre del ingenio local, fue detenido en el camino por la policía y enviado en un avión a Bahía Blanca. El gobierno prohibió la manifestación tucumana y las protestas provinciales estallaron inorgánicamente; entre ellas, una huelga de hambre de 25 asalariados.

Ante el creciente malestar social, y la pérdida de bases sindicales en manos de la CGTA, la dirigencia orientada por Vandor comenzó a plantear tibias objeciones a las políticas oficiales; pero sus exhortaciones concluían en llamados a la comprensión y el entendimiento entre los trabajadores y la dictadura. Un pueblo que había soportado mal tres años de ajuste económico y represión del onganiato ya estaba exigiendo mucho más de la dirigencia.

En tanto, el ministerio del Interior lanzó una fuerte exhortación a los medios de prensa argentinos para que eviten difundir ideas políticas contrarias a los planteos del gobierno, así como imágenes eróticas en sus tapas. Esa política se combinaba con el auge de la influencia de los cursillistas, grupos eclesiales ultraconservadores que demandaban mano dura para todos los que se salieran del camino católico preconciliar.

Como contracara, cobraba mayor vigor el Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo, quienes el 10 de abril emitieron un documento denunciando "los problemas socioeconómicos que afectan al hombre de nuestro pueblo". El 19 de ese mes fueron detenidos varios "curas del Tercer Mundo" por participar en marchas de protesta originadas por el cierre de talleres ferroviarios, la falta de pago a los obreros, la paralización de ingenios y los desalojos de campesinos en varias provincias.

Entre el 1 y el 3 de mayo se realiza en Colonia Caroya, Córdoba, el Segundo Encuentro Nacional de Sacerdotes por el Tercer Mundo, donde ochenta curas pertenecientes a 26 diócesis estimaron que en el país existía un proceso revolucionario que los obligaba a alinearse junto al pueblo, que rechazaban de plano el sistema capitalista y que definían su militancia por un socialismo latinoamericano que promueva el advenimiento del Hombre Nuevo.

Para alcanzar este objetivo proponían, entre otras cosas -la socialización de los medios de producción, del poder económico y político y de la cultura. Por ese entonces, otros sectores se encaminaban a planteos similares desde prácticas diferenciadas.

El 12 de febrero la policía jujeña había detenido a seis personas calificándolas como guerrilleros rurales. El 5 de abril un grupo guerrillero atacó un vivac perteneciente al regimiento I de Infantería Motorizado Patricios en el centro mismo de Campo de Mayo. Otro núcleo copó la planta transmisora de Radio El Mundo en General Pacheco el 11 de ese mes. Un día después fue asaltado un puesto del Aeroparque de la ciudad de Buenos Aires; el 15 fue atacada una armería de la Capital Federal y esa misma jornada varios revolucionarios se apropiaron de un camión con armas de calibres livianos.

El día 16 fue copado un puesto militar marplatense; el 18 fue atacado el polígono de tiro de Villa María, Córdoba, asaltada una armería neuquina, atacado un puesto militar catamarqueño y copada una base de comunicaciones del Ejército en Neuquén.

El 20 de abril se concretó una operación guerrillera contra el hospital de la base de Río Santiago; el 22 fueron atacados puestos castrenses en Magdalena, Salta y otros puntos del país. Después de un tiroteo en el que murió un oficial de Coordinación Federal, fueron detenidos, el 24 de abril, Carlos Caride, su novia y dos compañeros en un departamento porteño. Desde ese día se inició una fuerte ofensiva contra los militantes revolucionarios en todo el país.

Movimiento obrero, militantes religiosos y sociales, grupos guerrilleros y diferentes sectores políticos populares, jaqueaban a la dictadura y preanunciaban un ciclo de luchas aún más profundo. El Cordobazo estaba en ciernes, pero lejos de tratarse de un sólo levantamiento en un punto provincial, encarnó una sublevación interior de proporciones, como veremos más adelante.

Durante la segunda semana de mayo, los trabajadores sintieron que caía la gota que rebasaba el vaso. Onganía dispuso por decreto el incremento de los precios de la nafta, el gas, la leche y las tarifas del transporte. En Córdoba, el panorama se agravó con la derogación del régimen especial de descanso denominado sábado inglés, que también abarcaba a otros distritos. El país se sublevó; cientos de miles de personas se lanzaron progresivamente a las calles.

El conflicto comenzó el 14 de mayo en la ciudad de Córdoba, con refriegas callejeras entre policías y obreros mecánicos, donde un trabajador fue herido. Al día siguiente los estudiantes salieron a manifestar en Corrientes y fueron reprimidos: en ese episodio murió baleado por las fuerzas de seguridad el universitario de cuarto año de medicina, Juan José Cabral, de 22 años. Ese mismo 15 de mayo los metalúrgicos cordobeses declararon una huelga general por 48 horas. El 16, se realizó el sepelio del joven Cabral, con movilizaciones de repudio en todo el país. En Rosario fue gravemente herido el estudiante de Ciencias Económicas Alberto Ramón Bello, también de 22 años, quien falleció en el hospital 24 horas después.

El período electrizante continuó con el sepelio de Bello, efectuado en la Iglesia del Pilar, en Córdoba, el 19 de mayo; luego del oficio se llevó adelante una Marcha del Silencio liderada por sindicalistas y sacerdotes que fue atacada por gases lacrimógenos. El 20 una multitud manifestó por las calles de Capital Federal, donde se registraron numerosísimos combates callejeros; hubo 20 heridos y 160 detenidos. El 21, en Rosario, se realizó un paro estudiantil con movilización: los jóvenes desalojaron a la policía de la zona céntrica tras una heroica lucha que duró ocho horas. Las fuerzas de seguridad asesinaron al obrero metalúrgico Norberto Blanco, de apenas 15 años. Ese día, en Salta, los estudiantes ocuparon el aristocrático club 20 de febrero, emblema oligárquico, y destruyeron sus instalaciones.

El dictador dispuso la ocupación militar de Rosario y el estado de emergencia. El 22 el Ejército irrumpió en la ciudad sometiendo violentamente a sus habitantes, quienes respondieron con un paro general al día siguiente, que alcanzó un acatamiento total. Los tucumanos más jóvenes inauguraron un importante ciclo de movilización de secundarios que logró una profunda solidaridad popular; los chicos fueron salvajemente reprimidos por la policía, y varias decenas resultaron heridos. El 24 de mayo, en Córdoba, es nuevamente detenido Raimundo Ongaro y enviado a una prisión de Capital Federal.

El 25 de mayo, fecha patria, fue celebrado con trabajadores en las calles de todo el país y ningún acto oficial. Por primera vez en la historia el Estado no podía organizar la celebración de la Revolución de Mayo; como contracara se efectuaron numerosos encuentros populares que unificaron la reivindicación histórica con las demandas del momento. En uno de ellos fueron detenidos los actores Carlos Carella, Juan Carlos Gené y Raúl Ramos, por solicitar un minuto de silencio en homenaje a las víctimas de la represión oficial.

Dos días después, los jóvenes tucumanos, soportados por la población, avanzaron sobre la capital provincial, expulsaron a las fuerzas policiales y establecieron control absoluto de la zona céntrica. El 28 de mayo, una bomba estalló en el Departamento Central de Policía de la Capital Federal y murió una persona. Ese día, unos cuatro mil trabajadores y estudiantes marcharon en Rosario repudiando el alza del costo de vida y la represión. El 29 de mayo Córdoba se despertó enojada, lúcida y decidida.

Desde tiempo atrás, el SMATA y Luz y Fuerza por un lado, y Sitrac-Sitram por otro, así como numerosas organizaciones populares, canalizaban adecuadamente el singular proceso de maduración de la clase trabajadora cordobesa. El avance de la conciencia colectiva derivó en un enérgico repudio a las políticas dictatoriales, y renovadas exigencias sociales, contenidas en concepciones diversas pero de similar intensidad revolucionaria.

A las 11 de la mañana los obreros de IKA-Renault salieron a las calles, se pusieron en contacto con las primeras columnas estudiantiles y organizaron, en base a un rápido mecanismo de consultas y asambleas aceleradas, la ocupación de un perímetro de 150 manzanas correspondientes al Barrio Clínicas. La policía que intentó evitar el avance popular fue firmemente desplazada y se replegó. En las primeras horas de la tarde se sumaron contingentes multitudinarios. Para las 16 aproximadamente, casi ningún sector social cordobés estaba ajeno a la contienda.

A las 17 horas intervino el Ejército en coordinación con la Aeronáutica. El gobierno dispuso el toque de queda y el desplazamiento de tropas en torno de la región ocupada. Francotiradores fueron apostados por las fuerzas represivas para amedrentar a la población. Pero los manifestantes sostuvieron el control. Toda la noche del 29 al 30 la gente resistió y se autogestionó en una experiencia inusitada. La mañana del 30 de mayo Córdoba era una comuna; el país entero observaba azorado la más prolongada victoria de un pueblo en la calle contra dos fuerzas armadas y todos los efectivos policiales de la zona.

Recién en las últimas horas de la tarde, las tropas oficiales, luego de asesinar 14 personas y herir un centenar, consiguieron retomar el Barrio Clínicas. Pero los trabajadores argentinos ya percibían los sucesos como una muestra de su creciente poderío. La CGTA, en esta ocasión acompañada por la central burocrática, dispuso una huelga general en todo el país que tuvo un acatamiento considerado espectacular por los medios.

Muchos de los luchadores cordobeses, como Elpidio Torres (SMATA) y Agustín Tosco (Luz y Fuerza) fueron condenados por un Consejo de Guerra a cuatro y ocho años de prisión respectivamente. Onganía intentó retomar la iniciativa el 4 de junio a través de un discurso radial y televisivo, en el cual atribuyó los hechos a una fuerza extremista organizada y exaltó su gestión de gobierno; pero sus días estaban contados: al final de la alocución tuvo que admitir la renuncia en pleno de su gabinete, de todos los gobernadores y de un gran número de funcionarios.

El exiliado líder Juan Domingo Perón remachó la sensación de caída a través de un mensaje que consideró a la dictadura como un anacronismo y sentenció que -no puede quedar otra solución que prepararse de la mejor manera para derribar semejante estado de cosas aunque para ello deba emplearse la más dura violencia. Perón, brindó así el empujoncito que faltaba para el desbarranque de quienes esperaban quedarse 40 años en el gobierno. La obra de los trabajadores en las calles había forzado el realineamiento de todos los protagonistas políticos.

Las luchas continuaron en todo el territorio, con picos de violencia llamativos. El 30 de junio, un grupo guerrillero mató al secretario general de la Unión Obrera Metalúrgica Augusto Timoteo Vandor en el local de esa entidad, ubicado en La Rioja 1945 de Capital Federal. El Poder Ejecutivo implantó el estado de sitio en todo el país, fue allanada la sede de la CGTA, ubicada en Paseo Colón, y otra vez resultó encarcelado Ongaro. Tales medidas, como la intervención a otros sindicatos, fueron adoptadas por Onganía a través del Consejo Nacional de Seguridad, convocado por el gobierno para combatir -la subversión y el apoyo a ideologías contrarias a los intereses nacionales.

Pero todo era en vano para el régimen. Luego de un período creciente de protestas, movilizaciones y atentados, con la presencia política concreta de organizaciones armadas revolucionarias en el seno del pueblo y con un creciente nivel organizativo sindical y estudiantil, Juan Carlos Onganía presentó su renuncia el día 8 de junio de 1970. La nación parecía ingobernable y una nueva etapa estaba surgiendo. El Cordobazo, como síntesis de todo un proceso restallante de luchas masivas, alcanzaba uno de sus objetivos centrales, un año después.

lunes, 26 de mayo de 2008

PALABRAS DE CRISTINA FERNANDEZ DE KIRCHNER EN EL ACTO DEL 25 DE MAYO DE 2008 EN LA CIUDAD DE SALTA

Hoy vengo aquí en nombre de todos los argentinos a rendir homenaje al nacimiento de la Patria y a los próceres que la construyeron.

Quisimos hacerlo aquí, en Salta, al pie del Monumento de don Martín Miguel de Güemes, combatiente de la emancipación nacional en la vanguardia de la Patria. Él es el símbolo de la historia, de nuestra historia, la de los que elegimos luchar por la liberación de la Patria y la dignidad del pueblo. (APLAUSOS)

Siempre me he preguntado cómo se rinde homenaje a hombres como Güemes, como Belgrano, como San Martín, como Castelli, como Mariano Moreno. Tal vez, algunos piensen que se les rinde homenaje cantando el himno, poniéndose la escarapela o izando la bandera, pero yo creo que a esos hombres se les rinde homenaje construyendo un país diferente, porque los símbolos patrios no pueden ser instrumentos vacíos, fueron creados por esos hombres como estandarte para la lucha, para la lucha por la liberación, por la Patria, por un país mejor, por un pueblo con dignidad nacional.

En todos estos años de larga historia, muchos han sido los fracasos que hemos tenido los argentinos, desencuentros y enfrentamientos, pero pudimos liberarnos. Tal vez ellos lo hicieron con su sangre, del coloniaje territorial y político de las grandes metrópolis, pero tal vez en estos años que han corrido desde la historia, habían venido otros coloniajes, tal vez más sutiles, tal vez más imperceptibles que los militares o los territoriales.

La colonización de las ideas, del pensamiento nos convencieron a los argentinos que no podíamos. Nos hicieron creer que debía importarnos más lo que opinaban desde afuera que lo que creía nuestro pueblo de las dirigencias; nos hicieron creer que había que aplicar recetas creadas en no sé qué laboratorios económicos y políticos que, finalmente, como no podía ser de otra manera, nos encontraron a todos alumbrando el siglo XXI, en ese 2001 que todos queremos olvidar, casi estallándonos el país en nuestras manos. Nos habíamos quedado únicamente con los símbolos y el territorio, se nos habían llevado el trabajo, se nos habían llevado las industrias, los comercios, la dignidad de nuestros jubilados, nuestras economías regionales estaban devastadas, nuestros maestros, médicos y estatales cobraban en papelitos de distintos colores, también se nos habían robado la Memoria, la Verdad y la Justicia. Sólo el grito solitario de unas mujeres con el pañuelo blanco seguían levantado la bandera, pero todos las habían bajado. (APLAUSOS)

Y hoy, hoy argentinos, permítanme acordarme de otro 25 de mayo, del 25 de mayo de 2003, cuando haciendo honor a nuestras convicciones, a nuestras ideas, le dijimos al pueblo argentino que podíamos ponernos de pie, que era el trabajo y la producción lo que nos iba a salvar. Así fue como volvimos a abrir las industrias, volvieron a abrir los comercios y millones de argentinos volvieron a tener trabajo y dignidad y nuestros jubilados, después de años, conocieron que había un gobierno que se ocupaba de ellos. (APLAUSOS) Después de años, volvimos a construir viviendas sociales como nunca antes lo había hecho un gobierno y, también, pudimos, las instituciones de la Nación, derribar el muro de impunidad y más tarde o más temprano la Justicia está alumbrando aquí, en nuestro país. (APLAUSOS)

Yo me acuerdo -la veo aquí con nosotros- de Lucy de Cornelis y de las mujeres agropecuarias cuando allá, en 2001, estaban paradas frente a las tranqueras en los campos y cantaban el himno para parar los remates.

Hoy tenemos todos los argentinos la suerte de que nuestros trabajadores han vuelto a tener trabajo y salario, los empresarios han vuelto a tener rentabilidad porque hay mercado interno, porque hay argentinos que consumen, que gastan, también exportaciones, nuestros productores han vuelto a ver el horizonte de tener rentabilidades como nunca en la historia se habían conocido. Este es el esfuerzo de todos los argentinos por un país mejor.

Hoy quiero decirles que siento, humilde pero orgullosamente, que estamos rindiendo homenaje a esos hombres que construyeron la Patria, no de los discursos, sino porque estamos reconstruyendo un país que nos habían robado. (APLAUSOS)

Un país que ya no reconoce propietarios, porque todos somos el país, todos somos la Patria, todos somos la Argentina; un país que cuando viene algún funcionario de un Fondo Monetario no lo recibe como virrey sino en ejercicio protocolar y nada más (APLAUSOS); un país que reconstruye su identidad cultural, su orgullo de volver a ser argentinos, algo que habíamos perdido.

Si ustedes me dicen con qué me quedo de todos estos logros, más allá de la economía, más allá de la participación de los trabajadores en el Producto Bruto Interno, más allá de todo, yo reconozco como el logro más importante el haber vuelto a recuperar eso, el orgullo de pertenecer de la Patria. Se siente distinto el himno, se lleva distinta la escarapela cuando no nos llevan por delante, cuando nos respetan. Ese es el país en el que yo quiero vivir. (APLAUSOS)

Quiero finalmente también decirles, que yo soy, como muchos de los hombres y mujeres que hoy nos acompañan, una persona que nació en la política en los años 70. No había democracia, sólo había proscripciones para las grandes mayorías. Nos formamos en un mundo de silencios y ocultamientos, de prohibiciones, "de no se puede" y también de violencia.

Yo quiero decirles, con todo el orgullo de nuestra historia, que hoy quiero ser algo más, hoy quiero ser parte de la generación del Bicentenario convocando a todos los hombres y mujeres que crean que es necesario seguir construyendo este país con inclusión social y con redistribución del ingreso.

En este país, a esta generación del Bicentenario, donde hay lugar para hombres y mujeres de distintas edades, de distintas historias, para trabajadores, estudiantes, intelectuales, empresarios, comerciantes, productores, el único requisito que se necesita es querer a esta Argentina. (APLAUSOS)

La otra condición que les pedimos para en serio rendir homenaje a los hombres de Mayo, es que, como ellos, aprendamos que antes que el sector, que antes que nuestra propia individualidad están los intereses del país y de la Patria. Esa es la generación del Bicentenario y a ella convocamos a todos los argentinos. (APLAUSOS)

Quiero decirles que el desafío que tomamos es grande, pero sabemos que la historia está de nuestra parte, porque la historia la construyen los pueblos, no la construyen los dirigentes; porque la historia la construyen las sociedades que se deciden a ser progresistas y solidarias tendiéndole la mano al que todavía le falta trabajo, al que todavía le falta casa.

En nombre de todos ellos, en nombre de los que hicieron Mayo, en nombre de todos los patriotas que murieron en la lucha por la defensa de la dignidad y de la Patria, los convocamos a esta nueva gesta del Bicentenario para, entonces sí, además de cantar el himno y ponernos la escarapela, rendir homenaje en serio a esos hombres que junto al pueblo ingresaron definitivamente en la historia de nuestra Patria.

Gracias Salta, gracias argentinos y argentinas; con el coraje, con la convicción y con el patriotismo de toda la vida.

Gracias.

viernes, 23 de mayo de 2008

Medios y fines (Natalia Calcagno*, Página 12, 23 de mayo de 2008)

La propiedad de los medios de comunicación (TV, radio y publicaciones periódicas) en la Argentina actual se encuentra fuertemente centralizada. Esta concentración es identificable según tres direcciones: horizontal (adquisición de varios medios de comunicación del mismo tipo), vertical (adquisición de empresas de otras áreas que conforman la cadena de valor, por ejemplo, una licenciataria de TV se convierte en productora de contenidos) y conglomeral (diversificación de la presencia corporativa en distintas esferas de los medios de comunicación y en sus auxiliares, nuevas tecnologías de la información y la comunicación). Estos tres tipos de concentración se profundizaron, con extraordinaria fuerza, desde la década del noventa. Hoy, los seis grandes grupos multimedios (Clarín-Artear, Admira-Telefónica, América Multimedios, HMT&F, Grupo Hadad y La Nación) controlan o tienen participación accionaria en alrededor de 200 medios de comunicación.

Esto genera que las estrategias masivas de comunicación de la radio, la TV, los diarios y las revistas estén definidas por pocas manos. Por ejemplo, en el caso de la TV abierta, los tres principales grupos multimedios (Clarín, Admira-Telefónica y América Multimedios) poseen el 60 por ciento de las televisoras abiertas de gestión privada. Esta concentración genera un impacto no sólo económico sino también cultural.

En efecto, los medios de comunicación son distribuidores masivos de contenidos, en los más diversos formatos y géneros. Programas, films, ideas, músicas, voces, texturas; símbolos, en suma, de todo tipo: políticos, deportivos, sociales. Entre otras cosas, esto quiere decir que ponen en circulación algunas películas y otras no, algunos libros y otros no, algunos discos y otro no. Es decir, definen la oferta cultural por antonomasia, los alcances y las variaciones de los consumos culturales masivos, controlan la cocina y el menú. De modo que la problemática de los medios de comunicación es un asunto cultural de primer orden y, por lo tanto, compromete a los hacedores de la cultura: a los gestores, a los funcionarios y a las amplias franjas de consumidores culturales, que bien podrían ser redefinidos, antes que como clientes, como ciudadanos con derechos culturales.

Los medios de comunicación establecen agendas, definen prioridades, configuran la opinión pública y la cultura contemporánea, es decir, los supuestos y las preferencias, a una escala diaria e inmediata, implacablemente decisiva. La mercancía que “venden” los medios es una mercancía que debería llevar en alguna parte la etiqueta de “frágil”, como un juego de cristalería. Y, a la vez, su contenido es de alto voltaje. Su espesura impacta directamente en los valores de la sociedad, la identidad colectiva, la formación ciudadana, es decir, en la cultura argentina. Los contenidos mediáticos no son sólo un tema periodístico editorial sino que involucran el fortalecimiento de la democracia y el desarrollo cultural.

Los medios de comunicación hoy son básicamente grandes holdings empresariales –nacionales y extranjeros– que definen sus estrategias de comunicación, en última instancia, con fines comerciales, con una lógica de mercado que responde a sus intereses particulares. Sin embargo, el derecho a la información y el fortalecimiento de la cultura nacional son cuestiones que exceden en mucho a la lógica de mercado y, como su desarrollo es una cuestión de interés común, es imprescindible que el Estado observe y resguarde se plena vigencia.

En este sentido, es preciso que toda la sociedad, y en especial los tomadores de decisión, tomen conciencia de que los medios de comunicación, como el resto de las industrias culturales son, además de un sector económico importante con una gran potencialidad de crecimiento, vehículos poderosos y estratégicos para la defensa de valores, el desarrollo humano integral, la defensa de las identidades comunitarias, nacionales y regionales, el ejercicio de la cultura como una dimensión central de la ciudadanía, una cultura que no oculte ni naturalice la desigualdad social, que promueva a autores y artistas nacionales, que fomente la creatividad y la imaginación.

Desde esta perspectiva, el debate actual sobre el accionar de los grandes grupos multimedios es una apuesta por la democracia, la inclusión social y la diversidad cultural en la Argentina.


* Coordinadora del Laboratorio de Industrias Culturales y del SInCA (Sistema de Información Cultural de la Argentina), Secretaría de Cultura de la Nación.

sábado, 10 de mayo de 2008

LOS 21 PUNTOS PARA UNA NUEVA LEY DE RADIODIFUSION

INICIATIVA CIUDADANA
POR UNA LEY DE RADIODIFUSIÓN PARA LA DEMOCRACIA

Es indispensable una Ley de Radiodifusión de la democracia que reemplace a la Ley de la dictadura todavía vigente.

Si unos pocos controlan la información no es posible la democracia.

La Ley de Radiodifusión debe garantizar el pluralismo informativo y cultural.

1.- Toda persona tiene derecho a investigar, buscar, recibir y difundir informaciones, opiniones e ideas, sin censura previa, a través de la radio y la televisión, en el marco del respeto al Estado de derecho democrático y los derechos humanos.

2.- La radiodifusión es una forma de ejercicio del derecho a la información y la cultura y no un simple negocio comercial. La radiodifusión es un servicio de carácter esencial para el desarrollo social, cultural y educativo de la población, por el que se ejerce el derecho a la información.

3.- Se garantizará la independencia de los medios de comunicación. La ley deberá impedir cualquier forma de presión, ventajas o castigos a los comunicadores o empresas o instituciones prestadoras en función de sus opiniones, línea informativa o editorial, en el marco del respeto al estado de derecho democrático y los derechos humanos. También estará prohibida por ley la asignación arbitraria o discriminatoria de publicidad oficial, créditos oficiales o prebendas.

4.- Las frecuencias radioeléctricas no deben transferirse, venderse ni subastarse. Nadie debe apropiarse de las frecuencias. Las frecuencias radioeléctricas pertenecen a la comunidad, son patrimonio común de la humanidad, y están sujetas por su naturaleza y principios a legislaciones nacionales así como a tratados internacionales. Deben ser administradas por el Estado con criterios democráticos y adjudicadas por períodos de tiempo determinado a quienes ofrezcan prestar un mejor servicio. La renovación de las licencias estará sujeta a audiencia pública vinculante.

5.- La promoción de la diversidad y el pluralismo debe ser el objetivo primordial de la reglamentación de la radiodifusión. El Estado tiene el derecho y el deber de ejercer su rol soberano que garanticen la diversisdad cultural y pluralismo comunicacional. Eso implica igualdad de género e igualdad de oportunidades para el acceso y participación de todos los sectores de la sociedad a la titularidad y gestión de los servicios de radiodifusión.

6.- Si unos pocos controlan la información no es posible la democracia. Deben adoptarse políticas efectivas para evitar la concentración de la propiedad de los medios de comunicación. La propiedad y control de los servicios de radiodifusión deben estar sujetos a normas antimonopólicas por cuanto los monopolios y oligopolios conspiran contra la democracia, al restringir la pluralidad y diversidad que asegura el pleno ejercicio del derecho a la cultura y a la información de los ciudadanos.

7.- El público tendrá derecho a acceder a una información plural, así como a la diversidad cultural. Para ello se deberá garantizar la indemnidad intelectual y estética de los trabajadores de la comunicación y de todos aquellos que participan en la producción de bienes culturales.

8.- En los casos de una integración vertical u horizontal de actividades ligadas, o no, a la comunicación social, se deberán establecer regulaciones que promuevan el pluralismo, respeten las incumbencias profesionales y derechos intelectuales de los artistas y demás trabajadores de la comunicación y el espectáculo.

9.- Deberá mantenerse un registro público y abierto de licencias. El registro deberá contener los datos que identifiquen fehacientemente a los titulares de cada licencia, y los integrantes de sus órganos de administración además de las condiciones bajo las cuales fue asignada la frecuencia. Las localizaciones radioeléctricas no previstas en los planes técnicos deberán ser puestas en disponibilidad a pedido de parte con la sola demostración de su viabilidad técnica.

10.- No podrán ser titulares de licencias de servicios de radiodifusión ni integrantes de sus órganos directivos, quienes ocupen cargos electivos oficiales nacionales, provinciales o municipales, funcionarios públicos de los distintos poderes, miembros de las Fuerzas Armadas y de seguridad, como así tampoco aquellos que hayan tenido participación comprometida con violaciones a los derechos humanos.

11.- Existen tres tipos de prestadores de servicios de radiodifusión: públicos, comerciales y comunitarios de organizaciones de la Sociedad Civil sin fines de lucro. Quedará prohibido todo tipo de discriminación o cercenamiento a causa de la naturaleza jurídica de la organización propietaria, en cuanto a potencia, cantidad de frecuencias disponibles o limitaciones a los contenidos. Todos los servicios de radiodifusión podrán contratar publicidad en igualdad de condiciones, ya que así se respetan los derechos humanos económicos, sociales y culturales.

12.- Los medios estatales deberán ser públicos y no gubernamentales. Deberán proveer una amplia variedad de programación informativa, educativa, cultural, de ficción y de entretenimiento garantizando la participación ciudadana y la atención a las necesidades de la población. En todas las regiones del país se destinará una frecuencia a la recepción gratuita del canal de TV pública nacional y de Radio Nacional; y de igual forma se reservará al menos una frecuencia para una radio y una emisora de TV provincial y una emisora de FM municipal . Los servicios de la radiodifusión universitaria constituyen un sistema público de gestión autónoma y se reservará no menos de una frecuencia de radiodifusión a cada una de las Universidades públicas nacionales.

13.- Los planes técnicos deberán reservar al menos el 33% de frecuencias, en todas las bandas, para entidades sin fines de lucro. En estos casos tendrá que prevalecer como criterio de asignación de frecuencias el plan de servicios y la inserción de las entidades en su comunidad.

14.- La ley establecerá cuotas que garanticen la difusión sonora y audiovisual de contenidos de producción local, nacional y propia. Esto implica producción realizada por actores, músicos, directores, periodistas, artistas, investigadores y técnicos argentinos, y reglamentará la obligación de inversión en producción propia y en la compra de derecho de antena de películas nacionales.

15.- La explotación de los servicios de radiodifusión es indelegable y debe ser prestada por el propio titular de la licencia.

16.- Las repetidoras y cadenas deben ser una excepción a la regla de modo tal de priorizar el pluralismo y la producción propia y local, salvo para las emisoras estatales de servicio público o la emisión de acontecimientos de carácter excepcional.

17. La publicidad sonora y audiovisual será de total producción nacional y deberá siempre diferenciarse de los contenidos de la programación, no estará incluida en esta, se difundirá en tandas claramente identificadas al inicio y al final por la señal distintiva del medio y no inducirá a estafas y engaños a la comunidad.

18. Los sistemas de distribución de señales deberán incluir en su grilla de canales las emisoras de TV de aire de la localidad, el canal público nacional y un canal con producción informativa local y propia.

19. La autoridad de aplicación deberá respetar en su constitución el sistema federal y estará integrada además por organizaciones de la sociedad civil no licenciatarias y por representantes de las entidades representativas de los trabajadores de los medios y de las artes audiovisuales.

20.- Se creará la figura de la "Defensoría del público", con delegaciones en las provincias, que recibirá y canalizará las inquietudes de los habitantes de la Nación. Deberá incluirse un capítulo que garantice los derechos del público. Estos podrán ser ejercidos directamente por los habitantes de la Nación o a través de la defensoría del público.

21. En la nueva ley se deberá contemplar la normalización de los servicios de radiodifusión atendiendo a las necesidades de aquellos impedidos de acceder a una licencia por las exclusiones históricas de la ley 22.285 y la administración arbitraria de las frecuencias por parte del Estado nacional.


FUNDAMENTOS

• Ratificando que los derechos humanos son la piedra fundamental de la vida en democracia.

• Convencidos de que los procesos de consolidación de democracia y justicia en nuestro continente son plenamente dependientes del ejercicio del derecho a la información de modo universal.

• Convencidos de que la libertad de expresarse, opinar e informarse es fundamental para el desarrollo de los pueblos, y para mantener vivas sus culturas y diversidades, a las que se debe respetar para alcanzar una plena convivencia entre las naciones americanas.

• Convencidos de que cuando no hay democracia, junto con el derecho a la vida y a la libertad física se atenta siempre contra la posibilidad de expresión e información de las mayorías.

• Convencidos de que sólo el pluralismo garantiza el ejercicio de los derechos fundamentales en el estado de derecho.

• Considerando que en diversas declaraciones los sectores representativos de la vida democrática de nuestro continente han afirmado el valor de la pluralidad.

• Considerando que en la Declaración y Plan de Acción de Santiago de UNESCO (1992) se han reivindicado el rol y la importancia de los medios comunitarios en la construcción de la ciudadanía.

• Inspirados en la importancia para nuestro continente de la Convención Americana de Derechos Humanos en materia de libertad de expresión e información.

• Reconociendo el alcance universal en materia de sujetos, medios y mensajes con que la Corte Interamericana de Derechos Humanos ha interpretado el artículo 13 de la Convención.

• Reconociendo la importancia que alcanza la Declaración de Principios de Libertad de Expresión de la CIDH, al fijar estándares de interpretación del artículo 13 de la CADH.

• Reconociendo los valores asentados por la Relatoría de Libertad de Expresión de la OEA desde su instalación, en la búsqueda de ampliar los sectores amparados por su intervención.

• Reconociendo la importancia del capítulo referido a las radios comunitarias del Informe 2002 de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos.

• Recordando que la libertad de expresión es un derecho fundamental reconocido en la Declaración Americana sobre los Derechos y Deberes del Hombre y la Convención Americana sobre Derechos Humanos, la Declaración Universal de Derechos Humanos, la Resolución 59(I) de la Asamblea General de las Naciones Unidas, la Resolución 104 adoptada por la Conferencia General de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, La Ciencia y la Cultura (UNESCO), el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, artículo 13 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos y que todos estos acuerdos representan el marco legal y político al que se encuentran sujetos los Estados Miembros de la Organización de Estados Americanos.

• Recordando los dichos de la Declaración de los tres relatores de Libertad de Expresión (de la OEA, de la ONU y el Representante de la Organización de Seguridad y Cooperación en Europa para la Libertad de los Medios de Comunicación (OSCE)) realizada en Noviembre de 2001, titulada "Desafíos a la Libertad de Expresión en el Nuevo Siglo" se expide sobre el punto diciendo: Radiodifusión: La promoción de la diversidad debe ser el objetivo primordial de la reglamentación de la radiodifusión; la diversidad implica igualdad de género en la radiodifusión e igualdad de oportunidades para el acceso de todos los segmentos de la sociedad a las ondas de radiodifusión.

• Enfatizando que el Relator de Libertad de Expresión de la OEA señala que "la utilización de los medios tradicionales de comunicación masiva no siempre se presentan como medio accesible para la difusión de las necesidades y reivindicaciones de los sectores mas empobrecidos o vulnerables de la sociedad. (y que) En este sentido, los medios comunitarios de comunicación y difusión vienen insistiendo desde hace tiempo para incluir en las agendas nacionales, estrategias y contenidos que atiendan a las necesidades de éstas comunidades.

• Recordando que también dice el Informe 2002 que " Dada la importancia que pueden tener estos canales de ejercicio de la libertad de expresión comunitarias, resulta inadmisible el establecimiento de marcos legales discriminatorios que obstaculizan la adjudicación de frecuencias a radios comunitarias. Igualmente preocupante resultan las prácticas que, aún en los casos de funcionamiento en el marco de la legalidad, importan amenazas de cierre injustificadas, o incautación arbitraria de equipos."

• Enfatizando que las normas técnicas aplicables a la radiodifusión deben facilitar y no obstaculizar la libre circulación de informaciones, de obras radiofónicas y audiovisuales y opiniones de conformidad al art. 13. 3 de la Convención Americana.

• Considerando que la Relatoría entiende que los Estados en su función de administradores de las ondas del espectro radioeléctrico deben asignarlas de acuerdo a criterios democráticos que garanticen una igualdad de oportunidades a todos los individuos en el acceso a los mismos, en virtud del Principio 12 de la Declaración de Principios de Libertad de Expresión.

martes, 6 de mayo de 2008

De cómo avanzar hacia las reformas que se reclaman (Mario Toer *, Página 12, 6 de mayo de 2008)

La nota con la que Atilio Boron (la semana pasada, en Página/12) establece sus diferencias con Eduardo Grüner, negándole al gobierno el status de “reformista”, resulta muy oportuna para resaltar un error bastante generalizado en algunos sectores de la intelectualidad que, a pesar de su versatilidad e información, siguen analizando la vida política sin poner en el centro a quienes son los verdaderos protagonistas. Resulta frecuente así, desde el propio deseo e incluso una loable impaciencia por alcanzar un mundo más justo, recriminar y suponer inconsecuencia en los liderazgos y gobiernos que no alcanzan a llevar a cabo transformaciones sustanciales en pos de la larga lista de objetivos insatisfechos de los que Boron, justo es decirlo, presenta un pormenorizado registro. Es así que, entonces, para Boron y otros, no sólo el gobierno de los K resulta reprobado (y a diferencia de Grüner, indefendible) sino que otro tanto ocurre con los gobiernos de Lula y Tabaré, como lo sostiene en otros escritos, por de pronto. (Digamos sólo de paso que no es lo mismo producir cambios en la estructura económica de un país que nunca contó con una burguesía que fuera algo más que un parásito y otra, llevarlo a cabo en otro donde alcanzó o cuenta con alguna relevancia.)

El error más evidente se establece entonces al enjuiciar la falta de voluntad para llevar a cabo tales reformas, al menos, perdiendo totalmente de vista que la disposición subjetiva de liderazgos y gobernantes se encuentran subordinadas a la relación de fuerzas que existe entre los protagonistas sustantivos, las clases y sus agrupamientos, el campo popular y el de sus enemigos. Un liderazgo debe tener la audacia suficiente para impulsar las demandas populares, pero si pretende innovar por propia inspiración, lo más probable es que entre en el terreno de la aventura.

Sin duda que Carlos Marx desplegó una radiografía decisiva del modo de producir capitalista. El problema ha sido que en nuestro tiempo sobrevive una suerte de “marxismo para radiólogos”, que en cualquier rincón del planeta hacen desfilar a un escuálido esqueleto, sin entrañas, ojos, ni cabellera y dictaminan sobre la índole “burguesa” o “proletaria” de unos y otros, ante una generalizada indiferencia que los condena a no alcanzar el uno por ciento de los votos para sus inalteradas propuestas.

Boron presume que no forma parte de esa legión, pero a veces resulta costoso diferenciarlo (Grüner también quiere tomar distancias, y en parte lo logra, quizá por la “generosidad” que Boron le atribuye). Por suerte el pensamiento no se ha coagulado en esa versión libresca y poco imaginativa que podía ser considerada con indulgencia un siglo atrás. Y hubo entonces quienes pudieron discernir alianzas que no se quedaban en la dicotomía clásica y por tanto pudieron gravitar en la historia (aunque se los acusara de postular “sumas algebraicas” al querer unir a obreros y campesinos). Después fue Gramsci quien con elocuencia nos propuso discernir la lucha política a partir de los bloques que se constituyen y se contraponen, pugnando por construir una hegemonía que le dé consistencia al término que queremos ver avanzar y primar, más allá de pasajeras indignaciones, para que sea posible constituir un orden nuevo. Y si de hegemonías se trata, pareciera que lo tiene mucho más claro la derecha que algunos profesores que se proclaman neutrales. Las clases tienen carne y hueso, tradiciones y adhesiones, y no se definen tan sólo por el lugar que ocupan en el proceso productivo.

Ningún liderazgo, ningún gobierno pueden hacerle la revolución a un pueblo ni tampoco sorprenderlo con una considerable lista de reformas por las que las mayorías no han bregado con ardor. De más está decir que los tiempos de la mundialización no son los de la inmediata posguerra, con los que Boron pretende hacer un contrapunto un tanto espurio. Si este gobierno, como Boron reconoce en un alarde de generosidad, ha llevado adelante el programa de las organizaciones de derechos humanos hasta límites insospechados, se debe a que ha podido ser un fiel intérprete del profundo clamor, instalado por una perseverante y larga lucha de estos organismos, que han convertido ese programa en patrimonio cultural de nuestro pueblo (atribuirle responsabilidades al Gobierno en la desaparición de López creo que excede el marco de un debate con altura).

El otro reconocimiento de Boron, el haber frenado al ALCA y aportado a un viraje en política exterior (yo diría que, a pesar de que no es poco, no ha sido sólo eso), no hubiera sido posible si ese clamor (al que Boron contribuyó a gestar) no se hubiera extendido por todos los países del Atlántico y madurado en encuentros solidarios entre todos los mandatarios de la región. Creo que hay que agregar el claro desafío a las prédicas divisionistas que implacablemente difunde la derecha con la intención de aislar a Chávez y Morales (curiosamente confluyentes con las diferenciaciones de exigentes censores presuntamente de izquierda), el fortalecimiento de los lazos con el Brasil y el señalamiento sin rodeos de que el afán agresivo proveniente de la sociedad que regentea el Plan Colombia se proyecta cuando el intercambio humanitario tomaba vuelo y podía abrir curso a una negociación por la paz en el país hermano, como lo señaló con claridad la presidenta CFK en Santo Domingo. Podría explayarme en otros terrenos (deuda, Corte Suprema, desocupación, salarios, los precios en los servicios públicos, las propias retenciones y otros), pero se pueden encontrar en otros lados.

Mi intención es destacar que este equipo gobernante, que se coló en nuestra escena casi de incógnito, abrigado por rescoldos de tiempos que pasaron, y por cuyo advenimiento pocos habían bregado, ha abierto una perspectiva de esperanza, ha mostrado sensibilidad y tiene aún un buen camino por recorrer. “Lo que hay”, como bien dice Feinmann, es bastante más de lo que veníamos mereciendo. Sus límites y sus propios errores, a diferencia de lo que piensa Boron, no devienen tanto de sus flaquezas intrínsecas sino de las debilidades del campo popular. Por eso no sólo hay que protegerlo, como bien considera Grüner, sino que hay que fortalecerlo aunando más voluntades. Sin seguidismos, con imaginación, con pensamiento crítico, pero con generosidad y sin petulancia.

Para ello nada mejor que poner un poco al día nuestro instrumental conceptual y darnos cuenta de que este gobierno quiere construir un proyecto nacional–popular y que depende sobre todo de la confluencia que podamos contribuir a convocar. La neutralidad o la censura implacable no van a gestar una alternativa “inteligente” a su sombra. Lo que sigue a su derrota es el regreso de la reacción. Dejemos las dualidades simplistas entre “burgueses y proletarios” y “reforma o revolución” para las sectas que componen el club electoral del cero coma (0,) y veamos cómo se componen mayorías que permitan poner a la orden del día la larga lista de tareas pendientes que hay que construir entre todos. Si buena parte del campo popular aún se encuentra expectante y poco consolidado, no sólo tiene que ver con ese inmenso despliegue de “medios” que lo bombardean sin tregua y que se esfuerzan por mantener enhiesta la hegemonía del bloque dominante, sino también con la vasta pléyade de eternos candidatos a “directores técnicos”, acomodados en las plateas, que se la pasan diciendo lo que habría que hacer y nunca ganaron un partido con un club de barrio.

* Profesor titular de Sociología y Política Latinoamericana (UBA), secretario adjunto de Feduba.

jueves, 1 de mayo de 2008

"Unirse desde abajo y organizarse combatiendo" (Ricardo Carpani)

A partir del golpe contrarrevolucionario de setiembre de 1955, la lucha de la clase obrera argentina ha estado jalonada por una serie de momentos culminantes, que determinaron cambios sustanciales en la continuidad de su accionar político.

Cada uno de ellos fue marcando, al mismo tiempo que la irreductible voluntad popular de no aceptar pasivamente la estabilización del sistema bugués-imperialista en crisis, el ascenso permanente de la conciencia de sus finalidades históricas por parte de los trabajadores y, de ese modo, la irreversibilidad de nuestro proceso de liberación nacional y social, pese a las condiciones adversas generadas por la restauración oligárquica en el transcurso de los últimos 18 años.

El carácter masivo del repudio peronista a la dictadura de los monopolios, expresado en las urnas el 11 de marzo de 1973, hizo de esta fecha uno de esos momentos; sus consecuencias pueden constituir, a partir del 25 de mayo el inicio de un nuevo período de aceleración y profundización de aquel proceso, incalculable en sus alcances. Pero si ese acto de repudio fue posible, y con él la esperanza actual en que una nueva y superior etapa llegue a consolidarse, no se debió al repentino descubrimiento, por parte de los generales de la entrega, de una insospechada vocación de respeto a las mayorías populares ni mucho menos a una espontánea intención de abandonar las palancas del poder que ejercen representando al imperialismo y sus socios nativos.

En efecto, las elecciones del 11 de marzo expresan el fracaso rotundo del régimen militar instaurado en 1966, con su política de saqueo imperialista de las riquezas nacionales, superexplotación del trabajo y hambreamiento para los sectores populares. Y la razón fundamental de ese fracaso está en la resistencia activa y sin cuartel de los trabajadores argentinos a lo largo de estos últimos años, impidiendo la imposición de una "paz social" fundada en la prepotencia de las bayonetas, que garantizara sin sobresaltos la rentabilidad expoliadora de las inversiones monopolistas internacionales.

Estas elecciones fueron, pues, una conquista de los trabajadores, arrancada a la dictadura militar en la persistencia de una lucha sangrienta y sacrificada, que forzó a ésta a buscar una salida perpetuadora del sistema en la negociación con los sectores claudicantes y traidores del propio Movimiento Nacional. Y fue esa persistencia de la lucha lo que permitió a la conducción estratégica del general Perón ir desmontando una a una todas las trampas tendidas por el régimen, en colaboración con esos sectores claudicantes, hasta enredar al continuismo en su propio juego tramposo, hacer irreversible el proceso electoral y posibilitar la expresión masiva del repudio popular pese al carácter fraudulento y condicionado de dicho proceso.

La presente recopilación de algunas declaraciones y artículos es un testimonio vivo de esa lucha de los trabajadores argentinos, escrito día a día, al calor de la batalla, durante los últimos decisivos 5 años. En sus páginas están presentes, explícita o implícitamente, todos los héroes y mártires que pagaron con su vida, la tortura o la cárcel el derecho a pelear por la libertad y la dignidad humana. Están también aquellos momentos culminantes que jalonaron esa lucha. Es más, dichas páginas comenzaron a escribirse en uno de esos momentos: como consecuencia del Congreso Normalizador de la CGT Amado Olmos, reunido del 28 al 30 de marzo de 1968.

Inmediatamente después de la restauración oligárquica del 55, la militancia obrera peronista, lejos de resignarse ante la derrota momentánea, inicia una larga lucha por la recuperación popular del poder. Masacres y fusilamientos, tortura y prisiones, serán las respuestas sistemáticas del régimen vendepatria. Cambiarán los hombres y los ropajes —"constitucionales" o "de facto"—, pero no cambiarán sus métodos represivos ni la esencia reaccionaria, burguesa, dependiente y proimperialista que lo caracterizan.

Sin embargo, la represión no será su única respuesta. Habrá también otra más sutil y efectiva: la corrupción y el soborno, directos o indirectos, de las direcciones sindicales. Muchos dirigentes entrarán en el juego, transformándose en burócratas y traicionando a su clase. Para quienes permanezcan fieles a ella y para el resto de la militancia revolucionaria peronista la lucha se planteará en el futuro en un doble frente: contra el régimen y contra la burocracia sindical y política del Movimiento, objetivamente aliados en la defensa de sus bastardos intereses coincidentes.

Sobre la base de esa lucha y respondiendo a la voluntad crecientemente combativa de los trabajadores, la tendencia revolucionaria del peronismo obrero consigue desplazar a los burócratas traidores en el mencionado Congreso Normalizador. Estos, con el apoyo gubernamental, desconocen el Congreso y dividen al movimiento obrero. Nace así la CGT de los Argentinos y con ella comienzan a escribirse a través de su periódico las páginas de esta recopilación.

Desde el "Mensaje a los Trabajadores y el Pueblo", el 1º de mayo de 1968, pasando por la descripción de las luchas que durante todo ese año y el siguiente encabeza la CGT de los Argentinos y que van preparando el clima de rebelión que desemboca en el "Cordobazo" (otro momento culminante del proceso), hasta el paso de ésta a la clandestinidad, el encarcelamiento de sus militantes, la descripción de las luchas obreras posteriores —tomas de fábricas, insurrecciones populares a lo largo y ancho del país, consolidación de las organizaciones armadas, etc.—, en fin, todo lo que fue determinando el fracaso del régimen militar, se expresa en esas páginas como persistencia inalterable de una lúcida conciencia revolucionaria y una insobornable conducta al servicio de los trabajadores, algunas de cuyas manifestaciones se hace necesario destacar. Y no ya por lo que significaron en su momento como prueba de la madurez de conciencia de la clase obrera argentina, sino, principalmente, por la significación que adquieren ante la futura lucha que se avecina. Puede decirse que dichas manifestaciones de los sectores revolucionarios del peronismo obrero expresados en los últimos 5 años por la CGT de los Argentinos, prefiguran el carácter de la lucha en la nueva etapa que se abre el 25 de mayo de 1973.

Destaco en primer término el lúcido reconocimiento de que nuestra lucha de liberación nacional contra el imperialismo es inseparable de la lucha de clases, ya que éste ejerce su dominio expoliador a través de sus socios subordinados: la gran burguesía nativa y un ejército supuestamente nacional, pero, en los hechos, mero brazo armado de esa burguesía y los monopolios internacionales.

Siendo la lucha de liberación nacional una lucha de clases, sólo a los trabajadores unidos y organizados corresponde la dirección hegemónica del proceso, que no podrá por lo tanto detenerse en la simple expulsión de los monopolios imperialistas, sino que implica también el desplazar simultáneamente del poder a todos los sectores de la burguesía nativa —esencialmente dependiente— destruyendo el sistema capitalista e iniciando la construcción del socialismo en nuestra Patria.

Las páginas de esta recopilación son terminantes al respecto. En ellas puede leerse: "La clase trabajadora argentina no reprueba una forma determinada del capitalismo, las cuestiona a todas". Y más adelante: "La clase tabajadora tiene como misión histórica la destrucción hasta sus cimientos del sistema capitalista de producción y distribución de bienes". Y para precisar el contenido específico de este cuestionamiento del sistema capitalista, como así también del socialismo que se intenta construir: "La historia del movimiento obrero, nuestra situación concreta como clase y la situación del país nos llevan a cuestionar el fundamento mismo de esta sociedad: la compraventa del trabajo y la propiedad privada de los medios de producción". Está claro, entonces, que, mal que les pese a los burócratas reformistas y a los políticos del nacionalismo burgués, para el peronismo obrero verdaderamente nacionalista y revolucionario la lucha de liberación nacional se identifica en un mismo proyecto histórico con la lucha de liberación social de los trabajadores, la destrucción del sistema capitalista y la construcción de una patria socialista.

Cabe señalar, además, el carácter eminentemente político revolucionario y, por lo tanto, antiburocrático, que imprimió a su accionar la CGT de los Argentinos desde sus orígenes: "El movimiento obrero no es un edificio ni cien edificios; no es una personería ni cien personerías; no es un sello de goma ni es un comité; no es una comisión delegada ni es un secretariado. El movimiento obrero es la voluntad organizada del pueblo y como tal no se puede clausurar ni intervenir".

Concretamente, la lucha sindical adquiere real sentido revolucionario tan sólo si se la considera como un aspecto de la lucha política contra el imperialismo y el sistema capitalista. De ese modo, toda argumentación tendiente a justificar la inactividad política o la conciliación con el sistema en aras de preservar una supuesta defensa sindical de los trabajadores, demuestra su verdadero carácter reformista; mera argucia de burócratas amarillos cómodamente instalados en dicho sistema. Frente a ella la CGT de los Argentinos afirma: "Preferimos honra sin sindicatos que sindicatos sin honra". Así: "La lucha por mejores condiciones de vida es inseparable de la lucha por el poder". Y esa lucha por el poder es para el movimiento obrero el factor fundamental al cual todos los otros deben estar subordinados.

Es de destacar también la constante desmistificación de la violencia, realizada por la CGT de los Argentinos desde su periódico y en los hechos, como asimismo de las consignas de unidad y organización. En el primer caso señalando a la violencia como algo inherente a toda sociedad estratificada en clases opresoras y clases oprimidas, distinguiendo además de la violencia represiva del régimen, la violencia de la explotación cotidiana que el sistema impone a los trabajadores, y contraponiendo a esa violencia reaccionaria la necesidad de ejercer por parte de éstos todas las formas de violencia revolucionaria, como único camino capaz de conducir a su liberación.

En el segundo caso afirmando que no puede haber unidad con los enemigos del pueblo ni con los traidores a la clase obrera; que la única unidad posible y deseable sólo puede darse en la lucha constante y efectiva contra el sistema; que sólo de esa lucha puede surgir una auténtica organización revolucionaria de la clase obrera peronista; y que esa organización no habrá de resultar de la aplicación mecánica, hecha desde arriba, de modelos abstractos, sino de la experiencia concreta y viva de las bases, templadas en la diaria pelea.

Retengamos todas estas manifestaciones pues insisto en que ellas constituyen ejes esenciales en torno a los cuales girará la batalla en la próxima etapa que se inicia el 25 de mayo.

A no ser que los sectores más gorilas de las fuerzas armadas, desesperados en su odio de clase, intenten exitosamente impedirlo, todo hace suponer que el 25 de mayo el peronismo accederá nuevamente al aparato del gobierno después de 18 años de proscripción y lucha popular. Se cumplirá así uno de los objetivos de esa larga lucha, sacrificada y sangrienta. Sin embargo, el saldo que ella dejó trasciende ampliamente los límites de ese objetivo. La experiencia de la derrota del 55 y la adversidad de la lucha posterior fueron templando en la militancia obrera peronista una conciencia revolucionaria de la cual las páginas de esta recopilación son un ejemplo. Y es precisamente esa conciencia obrera de los fines perseguidos y de cómo llegar a ellos lo que modifica totalmente el cuadro en el cual deberá el peronismo ejercer nuevamente el gobierno.

Está claro que ya no podrá reeditarse la misma experiencia que llevó a la derrota del 55. Está claro que no bastará con el control del aparato gubernamental burgués, pues ese control será siempre necesariamente condicionado y neutralizado por todos los reaseguros para el sistema, derivados del propio carácter burgués del aparato estatal. Está claro, entonces, que lo único que puede garantizar el desarrollo y cumplimiento de nuestra lucha de liberación no es ya el control —obligadamente relativizado— del gobierno, sino el poder real y efectivo de los trabajadores organizados, como punto de arranque hacia la construcción de un socialismo nacional de proyección latinoamericana. Ello implica necesariamente el desmantelamiento de la vieja maquinaria gubernamental burguesa y su reemplazo por otra, en la cual ese poder de los trabajadores y el pueblo pueda realizarse en forma directa, pasando éstos a ser los verdaderos constructores de su propio destino. Tal es la perspectiva de lucha que se abre en esta nueva etapa al peronismo revolucionario y a la que podemos caracterizar como de lucha abierta y definitiva contra todo tipo de reformismo. Revolución o reformismo, constituye el dilema fundamental que deberán resolver los trabajadores argentinos, y de que se imponga uno u otro depende la realización o frustración de nuestra liberación nacional y social en el corto o mediano plazo.

Esta opción, sin embargo, no es enteramente nueva. El nacimiento mismo de la CGT de los Argentinos está signado por ella, y las batallas contra la conciliación de clases, el burocratismo sindical y político, el "desarrollismo" económico de los sectores burgueses del movimiento, etc., junto con las pautas ideológicas que señalé más arriba, así lo prueban a lo largo de toda su trayectoria. Simplemente sucede que con el acceso del peronismo al gobierno, las contradicciones de clase que éste lleva en su seno adquieren una dimensión realmente nacional. Y con ello la opción entre revolución o reformismo se transforma en la opción política fundamental en el país.

Sintetizando, las elecciones fraudulentas y condicionadas del 11 de marzo no son una panacea ni garantizan por sí mismas una profundización del proceso de liberación de nuestro pueblo. Pero el aplastante triunfo peronista hace que se inserten como momento táctico de gran importancia dentro de la estrategia de guerra revolucionaria integral por la construcción del socialismo, que impulsan los sectores revolucionarios del peronismo.

Se abren así nuevas perspectivas de lucha que pueden permitir el paso de la etapa de resistencia al régimen militar vendepatria a una ofensiva creciente y definitiva contra el sistema burgués-imperialista. Pero el acceso del peronismo al gobierno no significa todavía la derrota del sistema, ya que éste tiene sus representantes en las propias filas y puestos directivos del Movimiento; simplemente polariza las opciones fundamentales y clarifica la lucha. Las clases dominantes no abandonan pacíficamente la escena política; mucho menos si detrás de ellas se encuentran intereses de tal magnitud como son los del capital financiero internacional capitaneado por el imperialismo yanqui.

La derrota definitiva del sistema implica, pues, la construcción de un ejército del pueblo, el ejército peronista, capaz de oponerse y derrotar al ejército del sistema. Implica también la organización revolucionaria de la clase obrera peronista, como dirección natural de ese ejército y de todo el proceso. Y ello es inalcanzable sin el desplazamiento simultáneo de los burócratas conciliadores, sindicales y políticos, que pululan en puestos directivos del Movimiento. La lucha por concretar este proceso se inserta en lo que el Gral. Perón definió como "etapa de derrota y persecución del enemigo". Dicha etapa no será aún la etapa de construcción del socialismo pero por la índole de las tareas que deberá encarar la militancia, éste ya debe estar presente y clarificado en ella como objetivo, e, incluso, en parcial ejecución. La responsabilidad mayor de dicho proceso corre por cuenta del peronismo obrero revolucionario, en la organización y movilización permanente de las bases, como única garantía de su cumplimiento.

Los postulados y las acciones de la CGT de los Argentinos en su breve y fecunda historia prefiguraron cualitativamente las características de la lucha futura. La nueva etapa implicará un aumento cuantitativo y una profundización y enriquecimiento de esos postulados y acciones. Se cumplirá así con la mayor aspiración de los trabajadores argentinos: "CON PERÓN Y ELPUEBLO AL PODER -POR LA CONSTRUCCIÓN DE UNA PATRIA JUSTA, LIBRE Y SOBERANA -LA PATRIA SOCIALISTA". La ruta que conduce a ella se encuentra en la verdad fundamental de aquella consigna que dice: "SOLO EL PUEBLO SALVARÁ AL PUEBLO".