viernes, 25 de abril de 2008

Otra América está en marcha (Gildo Onorato, en Revista Venezuela ahora, enero/marzo de 2008)

Nuestra América, el Pueblo que trabaja y lucha (en palabras de Martí), a casi 2 siglos de los primeros levantamientos por la emancipación, se encuentra nuevamente alzando su voz, una voz que comenzó a oírse conforme se resquebrajaba el modelo de explotación y miseria del capitalismo neoliberal. Poco a poco se convirtió en Gobierno Popular y Democrático en muchos países de la región, y, junto a las voces de los oprimidos del Mundo, transforman cada gesta de autodeterminación popular en un estruendoso grito liberador de cada conciencia nacional.

Así, vemos como siglos de nuestra historia vuelven sobre nosotros para dejar ver nuestra responsabilidad histórica, cómo herederos de una tradición que reaparece en mil formas, pero que no pierde su esencia, sus sueños y su verdad. Una tradición atada al destino de los pueblos, destino que pudo ser silenciado por momentos, pero como la verdad no puede esconderse jamás, otra vez se presenta alegre y vigorosamente bella, ésta vez para no desaparecer.

El 9 de diciembre de 2007 en la Casa Rosada Cristina Fernández expresó una sencilla pero notable definición en la presentación del Banco del Sur ante los presidentes Néstor Kirchner, Hugo Chávez, Nicanor Duarte Frutos, Lula Da Silva, Evo Morales y Rafael Correa: “… En América Latina los gobiernos se parecen cada día más a sus pueblos…”

El imperialismo, después de desarticular la experiencia revolucionaria de los años 60’ y 70’, construyó un engranaje económico, político, y cultural de poder donde garantizó su supremacía tecnológica y militar a costa de la miseria de los pueblos. Esta gestión allanada por la represión, se fortaleció por la acción de los organismos internacionales, instituciones que actúan de acuerdo a los intereses de los poderosos. La caída del Muro de Berlín y la desaparición de la Unión Soviética acentuó aún más ésta tendencia hegemónica, y los países del Este Europeo quedaron también a merced del capitalismo.

Pero la llegada y la imposición de las políticas neoliberales en América Latina no se dieron de manera natural, no se trató de una tendencia inexorable en el curso de la historia sino que se trató de la aplicación de políticas impuestas a partir de la violencia generada por la represión, el hambre y la inestabilidad social.

“El fin de la historia”, “la aldea global” y “la muerte de las ideologías” comenzó a derrumbarse a partir de la resistencia popular y con su derrumbe también comenzó a cuestionarse el proceso de apropiación y de capitalización de las empresas trasnacionales y de los países imperialistas.

La democracia formal que le daba un manto de legitimidad al neoliberalismo en amplias capas medias e intelectuales progresistas, comenzó a desbordarse por la acción de los pueblos. Alternativas populares se abrieron paso frente al agotamiento del modelo, y mediante medios instituidos por el neoliberalismo logran llegar al Gobierno para expresar enormes transformaciones de acuerdo a las necesidades nacionales.

La heroica Cuba de Fidel fue por décadas la demostración de un proyecto alternativo y popular y la resistencia de las F.A.R.C.- EP consolidando en Colombia un poder dual durante los años del auge neoliberal y de una violencia sin fin, encontraron ecos de oxigenación y también la posibilidad de replantear su forma de intervenir en la política de la región.

La experiencia Venezolana con el Comandante Chávez marcó el inicio de una nueva etapa para nuestra emancipación. La caída del ALCA, el fortalecimiento del MERCOSUR, la experiencia ALBA, el proyecto del Banco del Sur, las permanentes reformas institucionales construyendo una democracia participativa sin precedentes, la justicia social conquistada, el intercambio comercial basado en la integración política y cultural, y otras iniciativas, están consolidando un polo de poder regional que dificulta la entrada de los intereses de los yanquis y sus socios.

Pero quizás el elemento que más preocupa a los poderosos del mundo es la recuperación por parte de los gobiernos de los recursos naturales. El petróleo, el gas, la tierra, el agua dulce y otras riquezas son una enorme fuente de riqueza y representan una gran posibilidad de desarrollo autónomo.

La notable hegemonía internacional de los EEUU se encuentra en crisis, con su violencia mundial, con su belicismo permanente. Su deslegitimación internacional y unílateralismo lo transforman en el imperio más asesino de la historia de la humanidad, y mientras más aumenta su vulnerabilidad más violencia genera.

Pero Nuestra América no le responde con violencia sino con propuestas alternativas, son autónomos de su poder los nuevos engranajes institucionales constituidos en la ultima etapa, la independencia económica genera fortaleza en los gobiernos, y los pueblos son protagonistas en esta gesta, el respeto y la solidaridad con la diversidad étnica y cultural de cada nacionalidad encuentran sólidas raíces que reconstruye lo mejor de cada historia de lucha para proyectarlo en el futuro.

En el 2007 la CIA y los agentes norteamericanos intervinieron decididamente en Venezuela durante todo el proceso de la reforma constitucional, operaron generando desestabilización en Bolivia por intermedio de las élites tradicionales de la regiones ricas de la “Media Luna”, amenaza desde la triple frontera a Brasil, Paraguay y Argentina con el argumento del terrorismo internacional, pretende impedir la consolidación de Gobiernos democráticos cómo el de Ecuador y el de Nicaragua, condiciona al gobierno De Lula mediante factores de poder económico interno aliados a sus intereses, y sobre el recién asumido gobierno de Argentina generó una maniobra internacional para sembrar un manto de sospecha sobre legitimidad en el manejo de los fondos durante el proceso electoral.

Es el gobierno norteamericano el que no respeta las democracias y la autodeterminación de los pueblos porque allí donde el gobierno no le responde desconoce la voluntad popular. Pese a la enorme crisis imperial todavía no hemos logrado romper el equilibrio en el cual se basa la supremacía Norteamérica. Este equilibrio injusto empieza a chocar con una receta esgrimida por países en todo el globo para cuestionar o discutir su hegemonía.

América Latina es vanguardia en este cuestionamiento basado en la recuperación de los recursos estratégicos, el desarrollo de Fuerzas Armadas Nacionales consustanciadas con los intereses mayoritarios de sus pueblos, amplia participación popular en el rumbo elegido y un enorme respeto a los valores culturales propios de cada país. Cada unidad nacional consustanciada con los intereses de las demás constituyen el renacer de una tradición revolucionaria que toma la forma propia que su pueblo le permite y le exige, y que se expresa en nombres propios, así Evo, Chávez, Lula, Ortega, Correa, el retorno del Peronismo transformador con Kirchner , la experiencia revolucionaria de Colombia y la vigencia de Cuba constituyen el motor de una nueva historia, retomando el legado de los primeros libertadores, de San Martín y Bolívar, y de todos los que dieron su vida para llegar a esta nueva etapa en Nuestra América, llena de esperanza y alegría, pero sobre todo artífice de su victoria liberadora.

jueves, 24 de abril de 2008

Cristina Fernández de Kirchner sobre Arturo Jauretche

PALABRAS DE LA PRESIDENTA DE LA NACIÓN, DRA. CRISTINA FERNÁNDEZ DE KIRCHNER DURANTE LA INAUGURACIÓN DEL CENTRO ARGENTINO DE ESTUDIOS POLÍTICOS, SOCIALES Y EL FONDO BIBLIOGRÁFICO "ARTURO JAURECHE", EN LA SEDE DE FLACSO, EN ECUADOR. (21 de abril de 2008)

Muchas gracias General Moncayo, Alcalde de la Ciudad; autoridades de FLACSO; Adrián Bonilla; señores ministros de la República de Ecuador; señoras y señores: muchas gracias por tantas distinciones, hoy recién decía, cuando estábamos junto a Jorge Gamarra, el escultor, el autor de esa magnífica obra "El Cincel", que tiene mucha vinculación, esa escultura también con la inauguración de este Centro de Estudios Políticos y Fondo Bibliográfico "Arturo Jauretche".La obra, que hemos donado y que hoy forma parte de los jardines de la institución es un cincel, que orada la piedra.

Y creo que, en la mano del artista, también, puede asimilarse a la idea y al pensamiento, que también orada la piedra y entonces creo que hay una íntima vinculación entre el arte, hoy, y la política, simbolizada en la persona de quien es, para mí, el intelectual más formidable, que ha tenido la República Argentina, y que es Don Arturo Jaureche.

No es casual la elección del nombre de ese ilustre argentino, que tuvo la valentía intelectual, la honestidad de pensar el país por fuera del status quo, por fuera de lo que aseguraba, tal vez, la presencia suya en medios de comunicación, en los grandes centros, Arturo Jauretche hizo una elección, una opción: la Patria y el pueblo. Y es muy importante la irrupción de este hombre y del movimiento, del cual forma parte y es fundador, FORJA, porque es la clave de la continuidad del movimiento nacional en la República Argentina, pero esencialmente es pensar la Nación con el pueblo adentro. Esto es, yo digo, el gran aporte de estos hombres de FORJA y fundamentalmente de Arturo Jauretche hizo al pensamiento de la República Argentina.

Fue uno de los primeros autores que leí, siendo muy joven, él, Scalabrini Ortiz, Hernández Arregui fueron los hombres que a toda una generación nos hicieron ver una realidad, que estaba oculta en los titulares de los diarios, no aparecía demasiado explicada en las universidades, pero que sin embargo existía y que era la presencia del pueblo que, una y otra vez, había sido sojuzgado, acallado y mancillado y muchas veces, asesinado. Es precisamente la presencia de este hombre, a través de lo que yo considero, tal vez, las tres obras más señeras: "El medio pelo en la sociedad argentina", la más formidable vivisección de la sociedad argentina y de lo que es la estructura cultural del status quo; "Los profetas del odio", donde explica, tal vez, las tragedias, que ha vivido la República Argentina y también la frustración, esencialmente, de los hombres y mujeres que han conformado nuestro territorio. Y finalmente, casi como una provocación está "El manual de zonceras argentinas", donde Arturo Jaureche se ríe del status quo cultural en la Argentina, que planteaba como verdades reveladas lo que eran apenas, ejercicios o de intereses encubiertos o lo que es mucho peor, de ignorancia supina. Porque muchas veces, cuando uno se encuentra con alguien que defiende intereses, más allá de que pueda coincidir o no con esos intereses, siempre está la contemplación del interés del otro. Cuando vemos que se habla de lo que no se sabe y porque no se sabe, entonces estamos ante lo que decidimos y definimos como ignorancia supina.

Yo creo que Arturo Jauretche fue el símbolo del intelectual, porque muchas veces uno tiene una idea equivocada de lo que es un intelectual. Normalmente, se considera intelectual a aquella persona que posee una gran formación, una gran instrucción, que ha leído mucho, que tal vez tiene muchos estudios. Y yo creo que allí podemos hablar de una persona con formación, con instrucción, con información. Pero, a mi criterio, el intelectual es aquel que genera pensamiento propio, desde categorías diferentes.

Yo siempre digo: conozco muchísima gente que podríamos decir que, en términos de formación y de instrucción sabe todo, pero que nunca han entendido nada. Porque el intelectual es ese que puede ver más allá de lo que han sido los clisés, más allá de lo que le mandan del stablisment para poder seguir siendo estrellas o aparecer en los medios.

Hombres como Arturo Jaureche, como Scalabrini Ortiz, como Hernández Arregui, como Homero Manzi - que fue famoso por los tangos, pero no por tener un pensamiento nacional - son el símbolo de aquellos hombres que renunciaron a los oropeles, momentáneos y circunstanciales para elegir quedarse en la historia, que es una opción. Son los que no les importa aparecer en lo que podría ser hoy contemporáneamente los medios de comunicación, en aquel momento eran los diarios, estos eran argentinos silenciados absolutamente, no aparecían en ningún diario, no aparecían en ninguna crónica literaria ni política, eran prolija, meticulosa y planificadamente ignorados. Sin embargo, sus ideas trascendieron por sobre ese pretendido ocultamiento y pudieron hacer historia, precisamente, al ser recogidas sus ideas, sus interpretaciones, sus decodificaciones por, tal vez, uno de los partidos políticos más importantes que ha tenido la América latina y por miles de otros militantes nacionales y populares que, sin formar parte de las filas del espacio político en el cual milito, fueron ayudados a comprender y decodificar la realidad, como les decía, desde categorías diferentes.

Creo que este es el valor de los intelectuales y este es el rol que en América latina nos debemos todavía: pensar nuestra realidad con categorías de pensamiento propias.

Siempre analizamos y nos analizamos a través de categorías de pensamientos extrañas que venían de otras realidades y, entonces, era muy difícil entender qué pasaba.

Hace unos meses atrás, en una entrevista que me hizo un importante matutino europeo, me hablaban de las formas de populismo, algo que es muy común escuchar hoy, sobre todo, desde los grandes centros de poder. En esa oportunidad me hicieron un pregunta acerca de cómo se desarrollaba esto. Yo les decía que, en realidad, son categorías de pensamiento diferentes. "Pero no, quieren dominar", porque había una suerte de denuncia de populismo que quería extenderse por América latina, me decían. No, no, les dije yo, esa forma de pensar y de ver que toda idea es para estar sobre el otro, para colonizar al otro, solamente viene de los grandes centros de poder que son los grandes colonizadores de la historia.

Por eso tienen esa concepción, de que cuando aparece una idea diferente a la de ellos, esa idea va a tratar de imponerse y de sojuzgar a los otros, porque esas son y han sido sus categorías de pensamiento, imponer el sojuzgamiento sobre el otro.

Yo les dije que afortunadamente en América latina no teníamos experiencia de países que hicieran colonialismo sobre otros países, que en todo caso, si podíamos encontrar ideas de sojuzgamiento, de subordinación, de colonialismo cultural sobre nuestras realidades pero que no provenía de nuestras realidades, sino que venía de otros espacios, de otras geografías y que nunca en esta América latina, hoy acusada de ser cruzada por populismos, se habían producido tragedias terribles como las que habían sucedido en otros cultos lugares y que aquí nunca habíamos tenido la tragedia del Holocausto ni la tragedia de la Inquisición, por ejemplo.

Entonces, creo que es hora, hermanas y hermanos latinoamericanos, que nuestros intelectuales, nuestros estudiantes, nuestros profesionales, nuestros dirigentes políticos, decidan mirar su realidad, decidan mirar a sus pueblos y a sus lugares desde aquí mismo, no para negarnos al mundo, al contrario, creo que no hay mejor manera de integrarse al mundo que ser uno mismo. Y me parece que en Arturo Jauretche y en miles de hombres y mujeres esparcidos a lo largo y a lo ancho de toda Latinoamérica, hoy vibra esa idea, es decir, ser por primera vez nosotros mismos para nosotros, para nuestros pueblos y también para la historia.

Yo quiero agradecer, Adrián, tu deferencia de esta medalla; a usted también, General, agradecerle la deferencia de haber podido participar en una ceremonia inédita en la maravillosa Compañía de Jesús; al presidente Rafael Correa, por la bienvenida cálida y afectuosa y a todos los ecuatorianos y a todas las ecuatorianas que, como siempre, nos han tendido su mano solidaria, amiga y de compañeros.

Y permítanme decir la palabra "compañeros" no con una connotación político-partidaria, porque "compañero" etimológicamente viene de compartir el pan y lo que nosotros queremos es compartir el pan.

Muchas gracias y tengan todos ustedes muy buenas tardes. (APLAUSOS)

jueves, 10 de abril de 2008

Las retenciones a las exportaciones y el conflicto del campo (Ateneo Arturo Jauretche)

  • Aportes para la discusión
  • Claves para su comprensión
  • Verdades y mentiras
  • Lo que los medios no dicen
Una contribución del Ateneo Arturo Jauretche para esclarecer el debate e indagar en un problema que nos involucra a todos.

Contenido

  • El detonador del conflicto
  • ¿Qué sabemos sobre el conflicto?
  • ¿Qué son las retenciones?
  • ¿Qué efectos tienen las retenciones?
  • ¿Las retenciones son un impuesto "distorsivo"?
  • ¿El "campo es quien más produce para el país?
  • ¿El "campo" es quien mayor esfuerzo hizo en estos años de recuperación económica?
  • ¿El "campo" ya paga un montón de impuestos, como para que ahora le pongan retenciones?
  • ¿Si la soja se exporta en su totalidad, entonces debiera tener menores retenciones?
  • ¿Es injusto que sa hayan aumentado las retenciones después de que los productores hubieran decidido qué sembrar?
  • ¿En el "campo" lo más importante son los chacareros y los pequeños productores, y lo de la "oligarquía terrateniente" es un mito?
Algunas respuestas y datos para avisparnos contra las nuevas zonceras que nos quieren vender.

Bajar el documento aquí (.pps).

viernes, 4 de abril de 2008

MALVINAS: UNA CAUSA NACIONAL (Carlos Sozzani)

El nacionalismo de los pueblos coloniales sabe que la celebración de la humanidad sólo se alcanzará con la destitución del nacionalismo de las metrópolis, para las cuales, el universo no es la humanidad, sino su universal opresión sobre la humanidad. Este es el desafío que nosotros argentinos e iberoamericanos, lanzamos al rostro de los enemigos interiores y exteriores de la patria ultrajada, a la que, ya lo hemos dicho, hay que rescatar, si es necesario, con las armas en la mano.”
J. J. Hernández Arregui, Nacionalismo y Liberación



A 26 años de la guerra, y a 175 de la usurpación por parte de Gran Bretaña de esa porción de suelo nacional en el sur de nuestro continente, intentaremos abordar en estas breves líneas la cuestión Malvinas, destacando los que creemos que son los aspectos principales de este conflicto no resuelto. Este artículo surgió con la intención de aportar a una necesaria reflexión en torno a la cuestión Malvinas, a su significación para las mayorías populares, a la vergüenza que suscita entre ciertos sectores intelectualizados, y a la deuda social que tenemos todos los argentinos con los veteranos de la guerra.

La cuestión Malvinas, y más precisamente la guerra librada en 1982, comprendida como fenómeno social, político y militar, se encuentra atravesada por múltiples tensiones. Estas diversas dimensiones que la configuran deben ser incluidas en el análisis; pero sin perder de vista que debemos lograr definir y destacar los aspectos principales de la cuestión Malvinas, aquellos que la convierten en un elemento constitutivo y al mismo tiempo desgarrador de nuestra sociedad.

Primero y principal, los veteranos de Malvinas han insistido durante los 26 años que transcurrieron desde la guerra, que ellos no se consideran víctimas ni pobres pibes que fueron obligados a pelear en las islas. Precisamente el discurso de victimización es el que ha hegemonizado los medios masivos de comunicación y los ámbitos de elaboración intelectual desde el retorno a la democracia, y se enmarca en la política de desmalvinización que promovió el debilitamiento de la conciencia nacional y la imposición del modelo neoliberal dependiente.

Quienes pelearon valientemente en Malvinas contra el invasor inglés han sido y siguen siéndolo, combatientes por la soberanía nacional, y deben ser reconocidos como tales, más aún siendo que durante tantos años se los ignoró, se los olvidó, y en el mejor de los casos se los degradó victimizándolos. Los 649 caídos durante la guerra, los 350 veteranos que se quitaron la vida, y todos los argentinos que defendieron nuestra soberanía en las islas son héroes nacionales, patriotas que expusieron sus vidas enfrentando el colonialismo, honrando las luchas inconclusas libradas por tantos argentinos y tantos hermanos latinoamericanos por la definitiva emancipación de nuestros pueblos. Y es justamente en este sentido que podemos comprender y resaltar la solidaridad de los pueblos hermanos del continente americano durante la guerra, que se expresó en apoyo diplomático, y en ayuda militar y logística.

Una vez establecido esto, es necesario diferenciar los motivos que impulsaron a la guerra a la dictadura militar genocida, que no fueron otros que prolongar un régimen que ya evidenciaba signos de un agotamiento terminal. Esas cúpulas de militares serviles al imperialismo que se atribuían vencedoras de la subversión en la guerra librada contra el movimiento popular, no sólo condujeron de manera irresponsable la acción bélica en las islas, ni siquiera observaron, en muchos casos, un mínimo de dignidad frente al enemigo. (1)

En este mismo sentido, también merecen destacarse las dificultades congénitas de importantes sectores de las Fuerzas Armadas para comprender el rol de un verdadero ejército nacional, y para precisar la naturaleza de nuestras relaciones como nación con las potencias centrales.

Como así también se hace imprescindible reclamar por el crimen de lesa humanidad cometido por Margaret Thatcher al ordenar hundir el crucero ARA General Belgrano fuera de la zona de exclusión, con el resultado de 323 tripulantes muertos, casi la mitad de los argentinos caídos en la guerra. Un hecho violatorio del Derecho Internacional Humanitario que dio por tierra con las soluciones diplomáticas que impulsaba el gobierno peruano, justificando con este fracaso de las negociaciones la intervención estadounidense en apoyo a Gran Bretaña.

Recordar y homenajear a los héroes de Malvinas, reafirmar que las islas fueron, son y serán argentinas, es reavivar la memoria histórica, es hacer nuestros la dignidad y el patriotismo de los combatientes malvineros, renovando nuestro compromiso con la causa Malvinas, que es también la causa de una Patria Justa, Libre y Soberana. Una causa que hoy vuelve a renacer con la fuerza invencible de los pueblos en la unión latinoamericana y en el proyecto nacional en marcha en nuestro país a través de un gobierno que vuelve a levantar la bandera soberana de la causa Malvinas y reivindica a quienes tomaron las armas para defender la soberanía nacional.




(1) Ver Informe Rattenbach, en el cual se critica duramente a los mandos políticos y militares, precisándose episodios puntuales como los comportamientos de Astiz y Menéndez, quienes supieron destacarse a la hora de usar las armas contra compatriotas en la represión interna pero cuando tuvieron que defender nuestra enseña nacional del enemigo imperialista se rindieron cobardemente.

jueves, 3 de abril de 2008

La Guerra de Malvinas: el pueblo, América latina y los “doctores liberales” (Aritz Recalde, 1 de abril de 2008)

El 2 de abril se conmemora la iniciación de una guerra de un país dependiente, la República Argentina, contra el ejército mercenario de un imperio, Inglaterra, que invadió y que ocupa actualmente y de forma ilegítima desde el año 1833, un territorio que es y seguirá siendo nacional: el archipiélago de las Islas Malvinas, su mar adyacente y la plataforma submarina son argentinas. De la mano del imperio del norte se derramó sangre criolla por una causa que, salvando las diferencias que podemos poseer sobre los errores[2], la falta de preparación, el primitivismo político o los dudosos intereses de la Junta Militar que la condujo, era y continúa siendo una causa nacional: la defensa de la soberanía y la integridad política, territorial y espiritual del país. Este punto de partida no debe ser negociado: la sangre derramada de los jóvenes argentinos que murieron defendiendo el país de la agresión del imperio británico seguirá siendo una espina clavada en lo profundo del ser nacional. La causa de Malvinas y la de sus héroes combatientes, no debe ser claudicada políticamente, ni olvidada por la cultura del pueblo argentino y latinoamericano y por el conjunto de las naciones del Tercer Mundo que a lo largo de su historia enfrentaron a un imperio.

La actitud agresiva y expansionista de los imperios ya había sido denunciada por el general Perón cuando, en la apertura de la Cátedra de Defensa Nacional de la Universidad Nacional de La Plata en el año 1944, había establecido que en el planeta existían dos tipos de naciones, las “satisfechas” y las “insatisfechas”. Las primeras, ante la carencia de un bien, no dudarían de ocupar y oprimir a las otras naciones: la historia del hombre es la historia de los pueblos por liberarse de la opresión colonial y semicolonial. Detrás de la mencionada ambición material, en el año 1806 el imperio británico inició una ocupación del Virreinato que fue resistida por criollos y españoles, improvisando y dando nacimiento al ejército argentino, pueblo en armas que 176 años después enfrentó nuevamente al ocupante imperial. El desembarco en el Puerto Soledad en el año 1833 y la ocupación efectiva de las islas en 1867 durante el gobierno liberal de Mitre que estaba “ocupado” en la vergonzosa Guerra del Paraguay, le dio al imperio británico una base y un puerto naval para movilizar materiales y hombres en su política colonial sobre Australia y Asia.[3] Asimismo, le permitió al pirata exportador de manufacturas industriales y de las corrientes intelectuales de la economía política liberal, obtener una posición estratégica para el control de los mares y los recursos naturales del sur del planeta. De aquella usurpación que fue denunciada por Manuel Moreno durante el gobierno de Rosas a la actualidad, hay cuestiones que han cambiado y otras que permanecen invariables: el hurto ilegítimo y la ambición material que supone la ocupación siguen siendo las mismas. Ha variado y parcialmente, acompañando los avances científicos y productivos del capitalismo, el recurso que ambiciona el imperio: la explotación de petróleo de la plataforma submarina y la obtención de recursos marítimos con fines alimenticios[4], desatascándose el Krill. Estos son los motivos fundamentales de la ocupación de nuestro suelo. Demás está decir que, la ubicación de las islas le sigue permitiendo a Inglaterra y a la OTAN contar con un paso entre dos océanos de un valor “geopolítico” de suma importancia en el Atlántico Sur.

Es posible afirmar entonces que, la guerra iniciada en 1982, más allá de la opinión que tengamos de la conducción militar en manos de la dictadura, nos dejó varias enseñanzas. La primera, cuyo origen se remonta al año 1806 y a las luchas de la independencia, supone la afirmación de que existe un fuerte contraste entre la predisposición del pueblo postergado a la lucha contra el imperio en relación a los “doctores”, que guerra mediante, siguieron comerciando con los agresores: mientras los soldados morían en combate en el buque General Belgrano, el Ministro de Economía argentino y docente de la Universidad de Buenos Aires, Dr. Alemann, honraba la deuda externa y hacía lobby de las empresas europeas destruyendo la industria nacional. En los fríos suelos del sur se combatía a muerte y en los cómodos gabinetes de los doctores de la escuela de Rivadavia, de Mitre o de Martínez de Hoz, se implementaba un programa de entrega de la industria nacional y de saqueo sobre los trabajadores desparramados en las costas malvinenses. Perdimos la guerra militarmente pero, lo que es peor aún, fuimos derrotados políticamente y culturalmente por los operadores políticos “internos” del poder imperial que actúan en gobiernos democráticos o militares sin hacer distinciones.

Otra de las enseñanzas que nos legó la guerra tiene que ver con el comportamiento de las distintas naciones. En este sentido, fue notoria la asimetría en la actuación de las potencias centrales en relación a las naciones latinoamericanas, con la triste excepción de Chile que apoyó a los ingleses. Mientras encontramos un apoyo solidario y un ofrecimiento militar, por ejemplo, de parte de Cuba o de Perú, los países “desarrollados” cerraron acuerdos para enfrentar a la Argentina: Francia votó en contra del país en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, junto a Estados Unidos e Inglaterra y tanto URSS como China se “abstuvieron” de apoyar a nuestro país. El sueño de Leopoldo Galtieri de contar con el apoyo norteamericano en la guerra por sus favores en la lucha contra la revolución nicaragüense, como no podía ser de otra manera no se cumplió: las naciones colonialistas acordaron enfrentar de forma conjunta a nuestro país. En este marco y mientras el Ministro de Economía Alemann hacía oídos sordos a las solicitudes de varios sectores del país de confiscar empresas y bancos ingleses o de implementar medidas de suspensión de tráfico marítimo y comercial con Europa, las naciones imperialistas a través de la Comunidad Económica Europea declaraban un feroz bloqueo a la Argentina. El pueblo iba a la guerra y los doctores mantenían la paz económica y la entrega del país a las empresas del agresor y sus aliados. Es necesario recordarlo: sólo la unidad del Tercer Mundo y de Latinoamérica cortará las cadenas de opresión sobre nuestras naciones que ejercen Europa y Norteamérica.

La derrota en manos de ejército enemigo conducido por el gobierno de Margaret Tatcher, fue anunciada por el Gral. Menéndez que se rindió ante los militares británicos. Todos los argentinos conocieron la noticia de la derrota de la gesta de combatientes argentinos contra los soldados de un imperio usurpador. Lamentablemente, pocos de estos ciudadanos percibieron que el enemigo no estaba solamente en Malvinas: tras la salida de Galtieri, ingresó a la presidencia Reynaldo Bignone y de su mano, Domingo Felipe Cavallo fue nombrado presidente del Banco Central, en cuya gestión se transfirió al Estado nacional 15.000 millones de dólares de deuda externa privada[5]. Aquel precepto que establece que la guerra no se da exclusivamente en el campo de batalla sino que, termina de resolverse a través de la política y de la economía, adquirió ribetes dramáticos en nuestro país. Los argentinos abandonamos Malvinas, los ingleses y los norteamericanos con sus bancos y grandes empresas siguen en la Argentina.

Los combatientes regresaron a la patria por la puerta trasera, sin laureles y sin pueblo que los recibiera y muchos de ellos terminaron en el suicidio. Tras décadas de movilización y luchas, los ex combatientes consiguieron recién en la década de 1990 un modesto subsidio del Estado, que durante la gestión presidencial anterior fue elevado a la cifra del equivalente de tres jubilaciones mínimas. El resarcimiento económico es importante pero, es únicamente una parte del asunto para aquellos argentinos que esperan el reconocimiento de su país por haber jugado su vida enfrentando a un imperio.

Mientras tanto y paradójicamente, los “doctores liberales” operadores del interés extranjero, fueron y siguen siendo admiradores del pensamiento y la acción del liberalismo británico y ocupan lugares importantes de los gobiernos democráticos, las universidades y la prensa “independiente”.

Por eso en este nuevo aniversario decimos:

-La derrota militar de Malvinas fue acompañada por una derrota política y cultural que profundizó la destrucción de la industria del país y que favoreció la ocupación de tierra argentina por empresas e intereses ingleses y norteamericanos, conjuntamente con la desaparición y muerte de miles de luchadores sociales;

-La recuperación de Malvinas necesita como paso previo, reconstruir la conciencia nacional, ya que ninguna semicolonia “espiritual” puede ser libre políticamente;

-Sólo la unidad de los pueblos del sur nos permitirá sostener nuestro derecho integral a la independencia económica y a la soberanía política;

LA RECUPERACIÓN DE MALVINAS SIGUE SIENDO UNA CAUSA EMANCIPADORA CONTRA UN ENCLAVE COLONIAL EN EL SUELO AMERICANO


[1] Editor del blog http://sociologia-tercermundo.blogspot.com/
[2]El En el Informe Rattenbach se realiza un estudio sobre el inicio, desarrollo y finalización de la guerra: http://www.cescem.org.ar/informe_rattenbach/home.html
[3] Ramos, Jorge Abelardo, “1981: en defensa de las Malvinas solicito a la Corte medidas cautelares” en Adiós al Coronel, Mar Dulce, noviembre de 1982, p. 181.
[4] Guglianmelli, Juan Enrique, “¿Las negociaciones por Las Malvinas en una nueva etapa?”, Revista Estrategia, Nº 43/44, enero-febrero de 1977. Pensar con Estrategia, Colección Pensamiento Nacional de la Universidad nacional de Lanús (UNLA), Remedios de Escalada, Buenos Aires, 2007, pp 321- 331.
[5] Galasso, Norberto, La Dictadura Procesista (1976-1983), Cuadernos para otra historia, Centro Cultural Santos Discépolo, Buenos Aires, 2005. p. 35.

miércoles, 2 de abril de 2008

A la juventud argentina: ¡Malvinas volveremos! (Iciar Recalde)

"Que flamee en los archipiélagos la bandera argentina. Pero sola, sin compañía. Que no hay soberanía compartida." José María Rosa

"Oíd, mortales, el grito sagrado:
"¡libertad, libertad, libertad!"
Oíd el ruido de rotas cadenas,
ved en trono a la noble igualdad.

Ya su trono dignísimo abrieron
las Provincias Unidas del Sud
y los libres del mundo responden:
"Al gran pueblo argentino, ¡salud!
Al gran pueblo argentino, ¡salud!"
Y los libres del mundo responden:
"Al gran pueblo argentino, ¡salud!"

Sean eternos los laureles
que supimos conseguir,
que supimos conseguir.
Coronados de gloria vivamos...
¡o juremos con gloria morir!,
¡o juremos con gloria morir!," Estrofas del Himno Nacional Argentino

Dentro de unos pocos días, el 2 de abril del año 2008, el país dependiente volverá a conmemorar uno de los eslabones de las largas luchas de los pueblos latinoamericanos en su camino por romper las cadenas de la dependencia imperial. Creemos que en esta fecha es necesario de una vez por todas recuperar el sentido heroico de nuestra nación en su lucha por construir una nación soberana: cerca de 13.000 argentinos fueron a Malvinas, 649 nunca volvieron, los restantes entraron sin pena ni gloria por la puerta trasera de la patria desvastada por una de las dictaduras más sangrientas de la historia argentina y continúan al día de la fecha silenciados y olvidados. Para muchos ciudadanos progresistas, los caídos en Malvinas y los ex combatientes que han sobrevivido, estarían encorsetados en una guerra sin sentido, conducidos por la fuerza de la comandancia de un militar díscolo y alcohólico, donde no habría otra cuestión de fondo para el pueblo pobre que combatió contra los británicos.

A pesar de que en las escuelas argentinas entrado el siglo XXI se sigue repitiendo todas las mañanas escolares aquella frase que dice que "La bandera argentina nunca fue atada a ningún carro vencedor de la Tierra", la enseñanza de las nuevas generaciones de argentinos continúa acallando la historia del saqueo imperial y de las luchas de nuestro pueblo por revertirla y presentando acontecimientos cargados de fechas a memorizar y a repetir en una historia donde la Revolución Francesa y las revoluciones industriales europeas marcan el ritmo de lo que los jóvenes argentinos deben conocer de la historia en las aulas de las escuelas públicas. O más atrás, al dedillo las monumentales civilizaciones griegas y romanas. Demás está decir que nada se dice del papel de Argentina y América Latina en las tan mentadas revoluciones industriales porque no hubo una América de venas abiertas desangrándose por las políticas genocidas del Primer Mundo en expansión. La división internacional del trabajo se enseña en sus justos términos: Argentina país agroexportador minero debe gratitud y reconocimiento a la Europa proveedora de manufacturas para el deleite y las posibilidades de surgimiento de la cultura de élite nacional porque al fin y al cabo, somos descendientes de europeos, somos el espejo de Europa sin hibridación cultural indígena o más acá, somos legatarios de la metrópoli norteamericana que nos dicta las modas y nos permite pasear por Buenos Aires creyéndonos en la misma Nueva York a la luz de los slogan publicitarios a la vista porque para las ofertas tenemos sale, para las computadoras, Laptop Computers, Monitors, para los churrascos, ross beef… somos cualquier cosa menos criollos y argentinos y tenemos una historia esbirra fiel de ese mandato. Antes del año 1995, enseñar en la escuela pública argentina la Guerra de Malvinas no era obligatorio, pero con la reforma educativa de ese año se fijó para todo el Tercer Ciclo de la hasta hace poco EGB, estudiar en el área de Ciencias Sociales la Guerra de las Malvinas, con la salvedad de que a partir de ese contenido mínimo de enseñanza, cada provincia tendría la libertad para hacer sus propios diseños curriculares y, consecuentemente, cada docente gozaría de la autonomía para abordar el tema, otra nota más de la carencia de un proyecto de nación donde primen contenidos obligatorios para la formación de los ciudadanos en una noción de nación compartida justa, libre y soberana. En la escuela argentina se imparten conocimientos en castellano rioplatense pero se enseña a pensar a las nuevas generaciones en inglés o en francés según la variación identitaria del docente de turno en su pasaje por la universidad pública o los terciarios privados. La Guerra de Malvinas se presenta en los manuales de Historia para el Tercer Ciclo como una de las tantas desventuras nacionales, repleta de fechas de desembarcos, equívocos, rendimientos y muertos. Nada se dice de su sentido concreto para un país del Tercer Mundo, nada se dice de la deuda pendiente del pueblo argentino con los miles de combatientes que apenas entrados en la adolescencia marcharon al frente de batalla sin otra compañía que el miedo, el coraje y el amor a su Patria. Es hora de que el Estado argentino confeccione un proyecto de estudio para todos los niveles de la enseñanza escolar abocado al estudio de la guerra y, por sobre todas las cosas, promueva mecanismos de identificación con el sentido de la reivindicación y de la soberanía del pueblo argentino sobre las Islas Malvinas y del Atlántico Sur, consecuentemente con el reconocimiento a todos aquellos integrantes de las Fuerzas Armadas y civiles que arriesgaron su vida para recuperar nuestras islas. Los ex combatientes son y serán en la memoria del pueblo argentino héroes nacionales, no víctimas sociales más allá de los justificativos que el Proceso de Reorganización Nacional haya puesto a jugar en la acometida bélica. La Guerra de Malvinas no fue una simple locura nacional, sino que por el contrario y más allá de los equívocos del momento respecto a la forma de resolver el conflicto en aquel contexto, fue una acción nacional contra las políticas coloniales de un imperio. Los ingleses derramaron sangre criolla en tierra argentina: esto no lo justifica ni Galtieri, ni Junta militar alguna, sino la actitud de piratería de las naciones centrales en relación a nuestras comarcas subdesarrolladas. Deberemos discutir luego la cuestión de la correlación de fuerzas, la legitimidad de un gobierno de facto al servicio de los intereses extranjeros o el envío al campo de batalla a argentinos con armamento precario, hambreados y muertos por el frío pero, lo que no podemos dejar de enseñar a las nuevas generaciones de jóvenes argentinos es que la guerra fue un acto de legítima defensa de la soberanía nacional y las Malvinas e Islas del Atlántico Sur son argentinas. No debemos claudicar jamás a nuestra soberanía tal como lo establece la Cláusula Primera de las Disposiciones Transitorias de la Constitución Nacional Argentina: "La Nación Argentina ratifica su legítima e imprescindible soberanía sobre las islas Malvinas, Georgias del Sur y Sandwich del Sur y los espacios marítimos e insulares correspondientes, por ser parte integrante del territorio nacional. La recuperación de dichos territorios y el ejercicio pleno de soberanía respetando el modo de vida de sus habitantes, y conforme a los principios del Derecho Internacional, constituyen un objetivo permanente e irrenunciable del pueblo argentino." Emprendimos un camino, el de la reconstrucción de la patria que, como decían los nuestros, dejará de ser colonia o la bandera flameará sobre sus ruinas.