miércoles, 28 de marzo de 2007

EL PERIODO INDEPENDENTISTA (II)

Los hechos (1)

Un relato abreviado de los acontecimientos desarrollados en España y en América quizás facilite la comprensión de esta tesis y permita iluminar de manera distinta los acontecimientos de Mayo.

La invasión del ejército napoleónico sobre territorio español, así como la abdicación que el Gran Corso le impone a Carlos IV y a su hijo Fernando VII, detenidos en Bayona, provoca la insurrección del pueblo español el 2 de mayo de 1808. Se trata de una revolución nacional, contra el invasor, defendiendo la soberanía de España, pero inmediatamente asume al mismo tiempo otro carácter: el pueblo se organiza en Juntas y reclama, entonces, no sólo expulsar a los franceses, sino sus derechos democráticos impugnando las viejas instituciones absolutistas. Las juntas diversas unifican su representación en la Junta Central de Sevilla. Así, 1808 es el 89 español. Estas juntas, en su propósito de ser coherentemente democráticas, declaran -el 22 de enero de 1809- que “las tierras americanas no son colonias sino provincias”, iguales a las de España, por lo cual, al convocarse a las cortes constituyentes, se les reconoce representación. Y más aún: la Junta de Cádiz, el 28/2/1810, informa a los americanos de los cambios producidos y les señala que la Junta que ellos han constituido debe ser modelo que deben tomar en América, es decir, los incita a formar Juntas. Esta información no es demasiado conocida, pero sí puede recordarse que el levantamiento del 1º de enero de 1809, en Buenos Aires, aunque de contenido españolista contra la preponderancia francesa, proclama: “Juntas como en España”.

Esto significa que la revolución que recorre el territorio español, se extiende a América, explicándose por esta razón la sincronía de los levantamientos insurreccionales (La Paz 1809, Caracas, Buenos Aires, Chile y Nueva Granada en 1810, Méjico, Paraguay y la Banda oriental, en 1811). A la luz de esta interpretación resulta coherente, tanto la metodología juntista, como también la jura por Fernando, a quien tanto en España como en América se juzga una posibilidad democrática, deslindándolo del resto de la familia real corrompida.

El levantamiento de las nuevas banderas democráticas se torna urgente en América cuando en España el proceso se derechiza con la disolución de la Junta central de Sevilla y la instalación del Consejo de Regencia, al mismo tiempo que Napoleón domina ya casi todo el país ibérico. Ambas noticias llegan a América en los primeros meses de 1810 y apresuran los estallidos revolucionarios.

Ahora bien, ¿qué clases sociales se enfrentan en Buenos Aires en ese mes de mayo de 1810? Por un lado, se encuentran los defensores del absolutismo, sector integrado por los comerciantes monopolistas (registreros, ligados a casas matrices de España, beneficiados por el monopolio), es decir, “los godos”. Sus apellidos interesan porque luego reaparecen integrando la oligarquía argentina: Martínez de Hoz, Pinedo, Alzaga, Santa Coloma, Sáenz Valiente, Ocampo, Lezica, Beláustegui, Arana, Oromí, Ezcurra... En general, son dueños de esclavos, rentistas y ostentan escudos nobiliarios en las puertas de sus casas. Junto a ellos, el Virrey , los oidores (integrantes de la Audiencia) y la burocracia estatal, es decir, el funcionariado privilegiado vinculado al poder, que cuenta, además, con el apoyo de la cúpula eclesiástica y de alguna fuerza armada.

En la vereda opositora se ha gestado un frente antiabsolutista constituido por comerciantes nuevos, la pequeña burguesía y sectores populares.

La burguesía comercial en formación se halla integrada preponderantemente por comerciantes ingleses a los cuales el virrey ha otorgado permisos precarios de radicación y que muy pronto, si no se producen cambios en el poder, deberían levantar sus tiendas e irse a comerciar a otra parte (El 18 de diciembre de 1809 se les otorgó autorización por 4 meses, el 18 de abril de 1810 se les dio prórroga por 30 días y ya en los días de mayo, nadie se preocupa de ellos, hasta que producida la revolución, consiguen radicación definitiva). Entre otros, pueden citarse algunos apellidos ingleses que luego reaparecen en diversos momentos de nuestra historia: Robertson, Parish, Billinghurst, Miller, Craig, O’Gorman, Amstrong, Lynch, Gowland, Wilde, Brittain, Mackinnon, Dillon, Twaites. Gibson. Ramsay... Integran también ese grupo algunos comerciantes nativos que vienen del contrabando y ligan su suerte ya tempranamente al capital inglés. Entre otros: Aguirre, Riglos, Sarratea, Escalada y García. Este sector concurre a la revolución para terminar con el absolutismo y establecer una amplia libertad comercial que permita una estrecha conexión con el comercio mundial. (Del 25 de Mayo visto desde esta óptica nos hablan Mitre y la Historia Oficial). En cambio, los demás integrantes del frente democrático desean concluir con el viejo régimen pero con un proyecto distinto: que el pueblo gobierne a través de sus representantes, asegurando los derechos del hombre y del ciudadano, la libertad de imprenta y el libre pensamiento, integrando el movimiento al estallido que conmueve por entonces al resto de la América Española e incluso, también al de España si allí prevalecen las fuerzas modernizadoras. En esa pequeña burguesía se destacan varios abogados, como Moreno, Castelli, Belgrano y Paso, con el apoyo de unos seiscientos activistas que pertenecen a los sectores sociales de menores ingresos, conocidos como “Los Chisperos”, “La Legión Infernal”, o “los manolos”, en las crónicas españolas. Allí, liderando, se encuentran French, cartero de la ciudad y Berutti, empleado de la Tesorería del Gobierno. Allí, se destacan también Agustín Donado, gráfico, que se desempeña en la imprenta oficial, Buenaventura de Arzac que “no es nada”, según lo trata despectivamente un informe, Francisco “Pancho” Planes, abogado de exaltada posición revolucionaria, Felipe Cardoso, Vicente Dupuy, Francisco Mariano de Orma y otros, ignorados por la Historia Oficial y a quienes, en los informes del virrey y de la Audiencia, así como en los testimonios y recuerdos de época, se los designa como “la chusma” que vertía “especies subversivas”. También apoyan algunos sacerdotes populares como Alberti, Grela y Aparicio, este último recorriendo los cuarteles y arengando a la tropa, con dos trabucos al cinto.

En los sucesos que se desarrollan en la semana de Mayo, los militantes encabezados por French y Berutti juegan un rol decisivo pues son ellos los que exigen y logran el Cabildo Abierto del 22 de mayo e incluso participan del mismo utilizando invitaciones falsas que ha “fabricado” Donado en la imprenta de Expósitos, como también son ellos quienes forman piquetes en las esquinas del Cabildo impidiendo el ingreso de algunos señorones reaccionarios. Son ellos también los que se movilizan contra la Junta tramposa del día 24 (dos absolutistas, dos revolucionarios y el Virrey como quinto miembro para desempatar), especialmente después que se contactan con Mariano Moreno, ese hombre que tenía la mente clara y sabía lo que había que hacer, por lo cual French lo apoda “el sabiecito del Sur”. Llegado el día 25 y cuando el “sordo” Cisneros y el síndico Leiva apelan a toda clase de dilaciones e incluso intentan que la fuerza armada reprima al pueblo en la Plaza, French, Berutti, Planes y otros ingresan a la planta alta del Cabildo y exigen por la fuerza -cuchillos y trabucos en mano- la designación de una Primera Junta, cuyos integrantes ellos mismos presentan, y firman, en primer término: “Por mí y ante de los seiscientos, Antonio Luis Beruti, por mí y a nombre de seiscientos Domingo French, siguiéndole entre otras, las firmas de Manuel Alberti, Hipólito Vieytes, Nicolás Rodríguez Peña, Tomás Guido” (Historia de la Nación Argentina. Academia Nacional de la Historia, Edit. El Ateneo, Bs As, 1969, tomo V, pág. 47)

No existe duda de que el sector popular, como cabeza del frente democrático, impone a la Primera Junta para reemplazar al virrey. Sus integrantes juran, entonces, en nombre del Rey Fernando VII porque éste resulta aún una posibilidad democrática tanto para los españoles liberales como para los americanos de la misma filiación ideológica. Por esta razón, la base social de la revolución acepta no sólo esa jura sino que continúe flameando la bandera española en el Fuerte y que dos españoles integren el nuevo gobierno (Larrea y Matéu ) Subsisten también la Real Audiencia (cuyos integrantes, junto con el virrey, son detenidos y desterrados el 22 de junio, por su confabulación contrarrevolucionaria) y el Cabildo (a cuyos integrantes se los confina recién en octubre de 1810, por probárseles reuniones conspirativas). También son desterrados, meses después, varios ricachones, no por españoles, sino por enemigos de esa revolución que dirige ese Moreno para quien -según manifiesta horrorizado “el godo” Pinedo- “ya todos somos iguales, máxima que vertida así en la generalidad ha causado tantos males... y aún faltan padecimientos por este maldito desorden” (Manuel Arroyo y Pinedo, en “La primera polémica sobre la revolución de Mayo”, de Raúl Molina, folleto, pág 73).

Como se sabe, la primera decisión de la Junta es convocar a todos los pueblos a sumarse e inmediatamente organizar dos expediciones -una al Paraguay, la otra, al Alto Perú- así como vincularse a Artigas en la Banda Oriental, para insertarse plenamente en la revolución que está estallando en las distintas ciudades latinoamericanas.

Poco después, Moreno redacta el Plan de Operaciones que constituye el verdadero programa de la Revolución, documento que Bartolomé Mitre “pierde”, distraídamente, para poder mantener a la “Representación de los Hacendados” –alegato por el comercio libre- como objetivo del movimiento.

Sin embargo, la aparición de nuevas copias del Plan, como asimismo de referencias de Fernando VII y de su hermana, Carlota Joaquina, respecto a ese documento , lo tornan hoy indiscutible. Allí se ratifica el proyecto latinoamericano, se plantea la destrucción del absolutismo en América y asimismo se formula un proyecto insólito para esa época: que el Estado reemplace, a una burguesía nacional inexistente, para promover el desarrollo económico. ¿A través de qué capitales? De los que se obtengan expropiando a los mineros del alto Perú pues como afirma Moreno, con argumentos sumamente actuales, “las fortunas agigantadas en pocos individuos ...no sólo son perniciosas sino que sirven de ruina a la sociedad civil, cuando no solamente con su poder absorben el jugo de todos los ramos de un Estado, sino cuando también en nada remedian las grandes necesidades de los infinitos miembros de la sociedad, demostrándose como una reunión de aguas estancadas, que no ofrecen otras producciones sino para el terreno que ocupan, pero que si corriendo rápidamente su curso bañasen todas las partes, no habría un solo individuo que no las disfrutase...”

Como se advierte, esta revolución igualitaria y expropiatoria nada tiene que ver con aquella del comercio libre y el abrazo con los ingleses de que nos habla la Historia Oficial. Los comerciantes anglo-criollos –que participan en el movimiento por su interés de mantener su radicación en Buenos Aires- logran, recién en setiembre de 1811, elevar sus hombres al Primer Triunvirato (Rivadavia y García): “son los hombres de peso y de pesos”, según los califica Vicente Fidel López. Pero pierden posiciones el 8 de octubre de 1812 cuando San Martín y Alvear derrocan a ese organismo y surge el segundo Triunvirato integrado por los morenistas que recién han vuelto de su confinamiento.

A través de la década, en sucesivos avances, la burguesía comercial anglo-criolla refuerza sus posiciones y a principios de 1820, recién se hallará plenamente en el poder, siempre representada por Rivadavia y García. Es el período en que se inicia “la contrarrevolución”, le escribe Vicente López y Planes al General San Martín, quien acuerda con ese juicio.(Cartas de enero y mayo de 1830, Archivo San Martín) Su proyecto se despliega en esos años: empréstito Baring Brothers, libre importación, sociedades mixtas del Estado con capitales ingleses, Banco de Descuentos y Banco Nacional en poder de los comerciantes extranjeros, política antilatinoamericana contra San Martín y Bolívar, disgregación de la Banda Oriental y del Alto Perú.

Esta sí es la política contrarrevolucionaria de la burguesía comercial –rivadaviana en esa época, mitrista, en los años 60- que la Historia Escolar celebra como triunfo de “la civilización contra la barbarie”. Pero, por supuesto, no es el programa de Mariano Moreno y los revolucionarios de Mayo.


(1) En 25 de Mayo de 1810: ¿Golpe pro-británico o revolución democrática? de Norberto Galasso.

martes, 27 de marzo de 2007

El cuadro, columna vertebral de la revolución (Ernesto Che Guevara, 1962)

Innecesario sería insistir en las características de nuestra Revolución, en la forma original, con algunos rasgos de espontaneidad, con que se produjo el tránsito de una revolución nacional libertadora, a una revolución socialista y en el cúmulo de etapas vividas a toda prisa en el curso de este desarrollo, que fue dirigido por los mismos actores de la epopeya inicial del Moncada, pasando por el Granma y terminando en la declaración de carácter socialista de la Revolución cubana. Nuevos simpatizantes, cuadros, organizaciones, se fueron sumando a la endeble estructura orgánica del movimiento inicial, hasta constituir el aluvión de pueblo que caracteriza nuestra Revolución.

Cuando se hizo patente que en Cuba una nueva clase social tomaba definitivamente el mando, se vieron también las grandes limitaciones que tendría en el ejercicio del poder estatal a causa de las condiciones en que encontráramos el Estado, sin cuadros para desarrollar el cúmulo enorme de tareas que debían cumplirse en el aparato estatal, en la organización política y en todo el frente económico.

En el momento siguiente a la toma del poder, los cargos burocráticos se designaron «a dedo»; no hubo mayores problemas, no los hubo porque todavía no estaba rota la vieja estructura. El aparato funcionaba con su andar lento y cansino de cosa vieja y casi sin vida, pero tenía una organización y, en ella, la coordinación suficiente para mantenerse por inercia, desdeñando los cambios políticos que se producían como preludio del cambio en la estructura económica.

[...] Cuando se produjeron las primeras intervenciones estatales en la economía, la tarea de buscar cuadros no era muy complicada y se podía elegir entre muchas gentes que tenían alguna base mínima para ejercer el cargo de dirección. Pero, con el aceleramiento del proceso, ocurrido a partir de la nacionalización de las empresas norteamericanas y, posteriormente, de las grandes empresas cubanas, se produce una verdadera hambre de técnicos administrativos. Se siente, por otro lado, una necesidad angustiosa de técnicos de producción, debido al éxodo de muchos de ellos, atraídos por mejores posiciones ofrecidas por las compañías imperialistas en otras partes de América o en los mismos Estados Unidos, y el aparato político debe someterse a un intenso esfuerzo, en medio de las tareas de estructuración, para dar atención ideológica a una masa que entra en contacto con la Revolución, plena de ansias de aprender.

Todos cumplimos el papel como buenamente pudimos, pero no fue sin penas ni apuros. Muchos errores se cometieron en la parte administrativa del Ejecutivo, enormes fallas se cometieron por parte de los nuevos administradores de empresas, que tenían responsabilidades demasiado grandes en sus manos, y grandes y costosos errores cometimos también en el aparato político que, poco a poco, fue cayendo en una tranquila y placentera burocracia, identificado casi como trampolín para ascensos y para cargos burocráticos de mayor o menor cuantía, desligado totalmente de las masas.

El eje central de nuestros errores está en nuestra falta de sentimiento de la realidad en un momento dado, pero la herramienta que nos faltó, lo que fue embotando nuestra capacidad de percepción y convirtiendo al partido en un ente burocrático, poniendo en peligro la administración y la producción, fue la falta de cuadros desarrollados a nivel medio. La política de cuadros se hacía evidente como sinónimo de política de masas; establecer nuevamente el contacto con las masas, contacto estrechamente mantenido por la Revolución en la primera época de su vida, era la consigna. Pero establecerlo a través de algún tipo de aparato que permitiera sacarle el mayor provecho, tanto en la percepción de todos los latidos de las masas como en la transmisión de orientaciones políticas, que en muchos casos solamente fueron dadas por intervenciones personales del Primer Ministro Fidel Castro o de algunos otros líderes de la Revolución.

A esta altura podemos preguntarnos, ¿qué es un cuadro? Debemos decir que, un cuadro es un individuo que ha alcanzado el suficiente desarrollo político como para poder interpretar las grandes directivas emanadas del poder central, hacerlas suyas y transmitirlas como orientación a la masa, percibiendo además las manifestaciones que ésta haga de sus deseos y sus motivaciones más íntimas. Es un individuo de disciplina ideológica y administrativa, que conoce y practica el centralismo democrático y sabe valorar las contradicciones existentes en el método para aprovechar al máximo sus múltiples facetas; que sabe practicar en la producción el principio de la discusión colectiva y decisión y responsabilidad únicas, cuya fidelidad está probada y cuyo valor físico y moral se ha desarrollado al compás de su desarrollo ideológico, de tal manera que está dispuesto siempre a afrontar cualquier debate y a responder hasta con su vida de la buena marcha de la Revolución. Es, además, un individuo con capacidad de análisis propio, lo que le permite tomar las decisiones necesarias y practicar la iniciativa creadora de modo que no choque con la disciplina.

El cuadro, pues, es un creador, es un dirigente de alta estatura, un técnico de buen nivel político que puede, razonando dialécticamente, llevar adelante su sector de producción o desarrollar a la masa desde su puesto político de dirección.

Este ejemplar humano, aparentemente, rodeado de virtudes difíciles de alcanzar, está sin embargo, presente en el pueblo de Cuba y nos lo encontramos día a día. Lo esencial es aprovechar todas las oportunidades que hay para desarrollarlo al máximo, para educarlo, para sacar de cada personalidad el mayor provecho y convertirla en el valor más útil para la nación.

El desarrollo de un cuadro se logra en el quehacer diario; pero debe acometerse la tarea, además, de un modo sistemático en escuelas especiales, donde profesores competentes, ejemplos a la vez del alumnado, favorezcan el más rápido ascenso ideológico.

En un régimen que inicia la construcción del socialismo, no puede suponerse un cuadro que no tenga un alto desarrollo político, pero por desarrollo político no debe considerarse sólo el aprendizaje de la teoría; debe también exigirse la responsabilidad del individuo por sus actos, la disciplina que coarte cualquier debilidad transitoria y que no esté reñida en una alta dosis de iniciativa, la preocupación constante por todos los problemas de la Revolución. Para desarrollarlo hay que empezar, por establecer el principio selectivo en la masa, es allí donde hay que buscar las personalidades nacientes, probadas en el sacrificio o que empiezan ahora a mostrar sus inquietudes, y llevarlas a escuelas especiales, o, en su defecto a cargos de mayor responsabilidad que lo prueben en el trabajo práctico.

Así hemos ido encontrando multitud de nuevos cuadros que se han desarrollado en estos años; pero su desarrollo no ha sido parejo, puesto que los jóvenes compañeros se han visto frente a la realidad de la creación revolucionaria sin una adecuada orientación de partido. Algunos han triunfado plenamente, pero hay muchos que no pudieron hacerlo completamente y quedaron a mitad del camino, o que, simplemente, se perdieron en el laberinto burocrático o en las tentaciones que da el poder.

Para asegurar el triunfo y la consolidación total de la Revolución necesitamos desarrollar cuadros de distintos tipos; el cuadro político que sea la base de nuestras organizaciones de masas, el que oriente a éstas a través de la acción del Partido Unido de la Revolución Socialista (ya se están empezando a sentar estas bases con las escuelas nacionales y provinciales de Instrucción Revolucionaria y con los estudios y círculos de estudios a todos los niveles); también se necesitan cuadros militares, para lograr lo cual se puede utilizar la selección que hizo la guerra en nuestros jóvenes combatientes, ya que quedó con vida una buena cantidad sin grandes conocimientos teóricos pero probados en el fuego, probados en las condiciones más duras de la lucha y de una fidelidad a toda prueba hacia el régimen revolucionario, a cuyo nacimiento y desarrollo están íntimamente unidos desde las primeras guerrillas de la Sierra. Debemos promover también cuadros económicos que se dediquen específicamente a las tareas difíciles de la planeación y a las tareas de la organización del Estado Socialista en estos momentos de creación. Es necesario trabajar con los profesionales, impulsando a los jóvenes a seguir alguna de las carreras técnicas más importantes, para tentar de darle a la ciencia el tono de entusiasmo ideológico que garantice un desarrollo acelerado. Y es imperativo crear el equipo administrativo que sepa aprovechar y acoplar los conocimientos técnicos específicos de los demás y orientar las empresas y otras organizaciones del Estado para acoplarlas al fuerte ritmo de la Revolución. Para todos ellos, el denominador común es la claridad política. Esta no consiste en el apoyo incondicional o los postulados de la Revolución, sino en un apoyo razonado, en una gran capacidad de sacrificio y en una capacidad dialéctica de análisis que permita hacer continuos aportes, a todos los niveles, a la rica teoría y práctica de la Revolución. Estos compañeros deben seleccionarse de las masas, aplicando el principio único de que el mejor sobresalga y que al mejor se le den las mayores oportunidades de desarrollo.

En todos estos lugares, la función del cuadro, a pesar de ocupar frentes distintos, es la misma. El cuadro es la pieza maestra del motor ideológico que es el Partido Unido de la Revolución. Es lo que pudiéramos llamar un tornillo dinámico de este motor; tornillo en cuanto a pieza funcional que asegura su correcto funcionamiento, dinámico en cuanto a que no es un simple trasmisor hacia arriba o hacia abajo de lemas o demandas, sino un creador que ayudará al desarrollo de las masas y a la información de los dirigentes, sirviendo de punto de contacto con aquéllas. Tiene una importante misión de vigilancia para que no se liquide el gran espíritu de la Revolución, para que ésta no duerma, no disminuya su ritmo. Es un lugar sensible; transmite lo que viene de la masa y le infunde lo que orienta el Partido.

Desarrollar los cuadros, es, pues, una tarea inaplazable del momento. El desarrollo de los cuadros ha sido tomado con gran empeño por el Gobierno Revolucionario; con sus programas de becas siguiendo principios selectivos, con los programas de estudio de los obreros, dando distintas oportunidades de desarrollo tecnológico, con el desarrollo de las escuelas técnicas especiales, con el desarrollo de las escuelas secundarias y las universidades abriendo nuevas carreras, con el desarrollo, en fin del estudio, el trabajo y la vigilancia revolucionaria como lemas de toda nuestra patria, basados fundamentalmente en la Unión de Jóvenes Comunistas, de donde deben salir los cuadros de todo tipo y aun los cuadros dirigentes de la Revolución en el futuro.

Intimamente ligado al concepto de «cuadro» está el de la capacidad de sacrificio, de demostrar con el propio ejemplo las verdades y consignas de la Revolución. El cuadro, como dirigente político, debe ganarse el respeto de los trabajadores con su acción. Es imprescindible que cuente con la consideración y el cariño de los compañeros a quienes debe guiar por los caminos de vanguardia.

Por todo ello, no hay mejor cuadro que aquel cuya elección efectúa la masa en las asambleas que designan los obreros ejemplares, los que serán integrados al PURS junto con los antiguos miembros de las ORI [Organizaciones Revolucionarias Integradas] que pasen todas las pruebas selectivas exigidas. Al principio constituirán un partido pequeño, pero su influencia entre los trabajadores será inmensa; luego éste se agrandará cuando el avance de la conciencia socialista vaya convirtiendo en una necesidad el trabajo y la entrega total a la causa del pueblo. Con dirigentes medios de esa categoría, las difíciles tareas que tenemos delante se cumplirán con menos contratiempos. Luego de un período de desconcierto y de malos métodos se ha llegado a la política justa, la que no será abandonada jamás. Con el impulso siempre renovado de la clase obrera, nutriendo con sus fuentes inagotables las filas del futuro Partido Unido de la Revolución Socialista, y con la rectoría de nuestro partido, entramos de lleno en la tarea de formación de cuadros que garanticen el desarrollo impetuoso de nuestra Revolución. Hay que triunfar en el empeño.

lunes, 26 de marzo de 2007

PALABRAS DE NESTOR KIRCHNER EN EL ACTO DE CONMEMORACION DEL DIA NACIONAL DE LA MEMORIA, POR LA VERDAD Y LA JUSTICIA

PALABRAS DEL PRESIDENTE DE LA NACIÓN, DOCTOR NÉSTOR KIRCHNER, EN EL ACTO DE CONMEMORACIÓN DEL “DÍA NACIONAL DE LA MEMORIA, POR LA VERDAD Y LA JUSTICIA”

24/03/2007 - Córdoba, 24 de marzo

Abuelas, Madres, Hijos, hermanos, amigos, compañeros, detenidos desaparecidos: desde el Gobierno nacional -por más que algunos medios tradicionales seguramente van a criticar lo que voy a decir- quiero expresar mis sentimientos, no personales solamente porque en este tiempo de la historia me toca presidir la Patria y siempre uno acierta y se equivoca, pero nunca le esquivé a las responsabilidades.

Lo primero que le quiero decir al pueblo argentino desde Córdoba, desde este campo del horror que lo comandaron cobardes inmostrables que se dicen argentinos, es lo mismo que dije en la ESMA: pido perdón al pueblo argentino, a los detenidos desaparecidos, a la Abuelas, a los Hijos por haber demorado tantos años, por la falta de coraje, por la falta de asumir la responsabilidad, como dijeron aquí, por la valentía de tan pocas y pocos y por la cobardía de tantos que por allí nos invadió el terror. (APLAUSOS)

Hace un rato allí -y voy a seguir después recorriéndolo con detenidos desaparecidos- me tocó ver, tocar y palpar el horror. Por eso la primera síntesis que quiero hacer es decirle a la Justicia argentina, y el Consejo de la Magistratura sé que va a proceder, que basta por favor, basta, juicio y castigo, necesitamos que los juicios se aceleren. (APLAUSOS)

¿Cuál es el compromiso que tienen algunos integrantes de la Justicia? ¿Qué pasa en aquella Cámara de Casación, por dar un ejemplo, donde están parados hace años juicios que deberían estar en marcha? ¿Quiénes son los fiscales de esa Cámara de Casación?

Señores: es hora de que todos, desde donde podamos, hagamos todo el esfuerzo. No estamos invadiendo otro Poder, estamos pidiendo que funcione. Porque les voy a decir una cosa: nosotros no estamos predicando venganza, estamos pidiendo que funcione la Justicia, esa Justicia que nuestros hermanos, nuestros compañeros y nuestros amigos no tuvieron. (APLAUSOS)

Ustedes saben que hubo dirigentes y militares que hoy se esconden porque tienen miedo de ir ante un Juzgado y eran dueños de la vida de argentinos comprometidos con un país distinto. En la diversidad y la pluralidad algunos pensábamos de una forma y otros de otra, pero todos luchábamos y creíamos que nunca íbamos a vivir la Argentina posterior que nos tocó vivir; además, soñábamos con cosas muy distintas y no bajamos los brazos ni los vamos a bajar nunca. Nos está costando más, porque hubo muchos que claudicaron y muchos que creyeron que convirtiéndose en reyes de la globalización y del seudo primer mundo, iban a hacer crecer la Argentina. (APLAUSOS)

Creo que nuestros hermanos y nuestros compañeros que no están pero están, desde algún lado nos están mirando y deben sentirse, al menos, al ver a sus madres, a sus hermanos, a sus hijos, absolutamente reconfortados al saber que la lucha no está perdida, que está luchando y peleando cada uno como cree y como siente, pero que se está luchando y peleando. (APLAUSOS)

Desde acá, desde Córdoba, a ese general, que lo voy a nombrar como Presidente de la Nación que soy, señor...No te voy a llamar general porque ni eso merecés. Señor Luciano Benjamín Menéndez (ABUCHEOS Y SILBIDOS DESDE EL PÚBLICO): tené en claro que sos un cobarde, tené en claro que los argentinos saben quién sos y que estás escondido en tu casa. Tendrías que estar en una cárcel común, donde tienen que estar los delincuentes y los asesinos como corresponde. (APLAUSOS)

Tenemos que saber hoy, como bien se dijo acá, que lo que empezó y nos sucedió ese 24 de marzo, no solamente se pudo hacer porque había algunos que usaron las armas del pueblo para matar al pueblo, sino porque muchos decían que tenía que volver el orden de cualquier forma. Por eso, todos sabemos qué pasó y cómo sucedió.

Tenemos que tomar las cosas con la firmeza que tuvieron estos héroes, las abuelas Sonia, Estela, Hebe, las Madres, los Hijos que solos, hace 30 años, emprendieron la tarea y acá están con nosotros.

Estamos -no como Estado nacional aunque hay que hacerlo por la burocracia- entregando este predio que es el signo de la victoria de vuestra lucha que lo recuperaron para la memoria del pueblo, han ganado las Abuelas, los Hijos y los argentinos, han triunfado sobre el olvido. (APLAUSOS)

Por eso, no voy a extenderme más, pero les quiero decir lo siguiente: a esos que torturaron y mataron allí, como ese mayor Barreiro, que se escapó del país, otro cobarde, que nos viven amenazando, no les tenemos miedo, no le tenemos miedo, se los digo permanentemente y queremos que realmente se pueda profundizar y avanzar rápidamente. Pero ahora, la traba que tenemos –y ustedes tienen que saberlo- es que la Justicia está lenta. Yo les puedo asegurar que empujo, empujo y empujo, pero algunos se hacen los distraídos. Este es un tema que hay que tener en cuenta.

Así que, necesitamos que el pueblo argentino en su conjunto, todos den la posibilidad que estos señores tengan un juicio y la posibilidad de defenderse para que haya justicia de una vez por todas.

Por eso, para terminar, quiero mencionar el nombre del compañero López, porque allí está la amenaza, allí está el terror, allí están ellos. A López no se lo llevaron dos o tres distraídos, a López se lo llevaron los de siempre y lo tenemos que encontrar vivo, por los argentinos, por todos nosotros y por su familia.

Todos juntos como un signo de que podemos dar vuelta este mecanismo perverso que nos han implementado durante mucho tiempo: el temor para garantizar la impunidad.

¡Viva la Patria! ¡Viva nuestros compañeros desaparecidos! ¡Viva nuestras Abuelas! ¡Viva nuestros Hijos! ¡Viva los argentinos! ¡Viva Latinoamérica! ¡Viva los pueblos hermanos de América!

Muchísimas gracias. (APLAUSOS)

jueves, 22 de marzo de 2007

Las Dos Líneas Históricas* (Juan Domingo Perón)

A mucha gente le llama la atención ese estado permanente de perturbación del orden y a menudo de la paz en los países iberoamericanos.

Este hecho aparentemente inexplicable para los que no conocen a nuestros países, aparece como hasta natural para los que sabemos como se desarrolla la vida en estos pueblos explotados por el imperialismo, con la complicidad de las oligarquías nativas que medran con ello, amparadas en sus guardias pretorianas, que no titubean en convertir en fuerza de ocupación cuando peligra “la colonia” o los intereses creados.

Este estado de cosas tiene su origen en los mismo comienzos del siglo XIX y simultáneamente con nuestra independencia, cuando sobre los despojos del imperio español, comienza a montar su reemplazante: el imperio inglés que, con gran inteligencia no utiliza la fuerza para dominar, sino los medios económicos convenientemente empleados, gravitando sobre los intereses de la incipiente clase dirigente de esta naciente comunidad. Es así como nacen nuestras “repúblicas” con una aparente independencia política, pero en realidad de verdad sometidas por otros medios en los que sino entra la fuerza de las armas, se emplea la habilidad que suele ser infinitamente superior.

Cuando en España desaparece Fernando VII para dar lugar a las Cortes de Cádiz que enfrentan a la dominación napoleónica, en el Virreinato del Río de la Plata desaparece también el poder virreinal, reemplazado por la “Primera Junta”. Es decir que de allí parten ya dos líneas históricas que han de acompañarnos en toda nuestra existencia: la primera hispánica y nacional, la segunda antinacional y anglosajona. Esas dos líneas, perfectamente definidas a veces y en otras ocasiones desvirtuadas consciente o inconscientemente, se prolongan a través de la anarquía que precede a la organización nacional influida siempre por las condiciones geopolíticas de su conformación virreinal desde 1776, que caracteriza luego de un enfrentamiento dentro de la Confederación Argentina entre Buenos Aires (la absorbente ciudad-puerto) en el interior celoso defensor de las autonomías de las provincias confederadas. En las luchas por la organización nacional está el germen de lo que habría de ser con el tiempo la verdadera “guerra nacional”: de un lado, el poder absorbente y centralizado de la oligarquía bonaerense, del otro el pueblo, representando por las fuerzas montoneras de los caudillos provinciales del interior. Tales líneas, con pocas variantes han sustituido a través de esas luchas políticas y del tiempo como federales, unitarios, radicales, conservadores, justicialismo, unión democrática, gorilas, etc. De estos, los que han pertenecido a la línea nacional han tenido lógicamente el apoyo popular; en cambio los que pertenecieron a la línea antinacional tuvieron el favor imperialista y su apoyo.

La personificación de estas líneas en los mandatarios argentinos no hacen sino reflejarla: los nacionales recibieron invariablemente el espaldarazo popular; los antinacionales, desde los primeros directores supremos surgidos por orden del imperio de las decisiones de la Logia Lautaro de Buenos Aires (Posadas y Alvear) recibieron, en cambio la “bendición” de los agentes del Rito Celeste en altamar de manos de un príncipe consorte, como Rojas en 1956 o con la visita de un partidito de polo con el mencionado príncipe, en el año 1966.

La dispersión y pérdida del poder colonial y del imperio inglés ante el avance del imperio yanqui, no se ha hecho sentir mayormente; han cambiado los amos y, con ello, las formas y el trato de “guante blanco” los primeros, insidioso y violento el segundo, pero las grandes líneas han sustituido tanto en lo profundo como en lo superficial en lo que respecta al elemento nativo. Hoy como ayer y como siempre la puja es entre los libertadores y los colonialistas, los nacionales o los antinacionales, los que resisten la penetración y los que la favorecen.

* en La hora de los Pueblos

martes, 20 de marzo de 2007

PALABRAS DE CRISTINA FERNANDEZ DE KIRCHNER EN EL HOMENAJE A EVITA EN BERAZATEGUI (26 de julio de 2005)

"Siempre hubo en el imaginario colectivo, en la creencia popular, imaginar en tal o cual circunstancia política del país qué hubiera hecho Evita..."

Yo recuerdo todavía, en mi casa, a mi abuelo hablando con mi madre, repitiendo siempre invariablemente: “Si Evita hubiera estado, el 55 no hubiera pasado, si Evita hubiera estado Perón no hubiera caído”. Unos años más tarde, cuando toda una generación de argentinos, inclusive algunos, muchísimos hijos de antiperonistas rabiosos de aquel 55, se incorporan a la vida política del país, se incorporan al peronismo -¿se acuerda, Presidente, no?- esa generación lleva como estandarte, como bandera a esa Evita combativa, irreductible. Esa Evita -yo recién miraba las imágenes-, esa Evita en blanco y negro, ¿vieron? Todas las fotos reales, todas las películas reales de Evita son en blanco y negro. Ella era así, era en blanco y negro, sin grises. Todo o nada, amigo o enemigo y así fue también en cierta manera nuestra generación.

Debo confesarles algo y les juro por Dios que no es una cuestión de género. Perón fue el gran estadista, el que impresiona, el gran político, como le gusta decir a muchos de nuestros compañeros, el conductor. A mí me gusta más hablar de dirección política, porque conductor siempre parece que es una persona. Cuando uno habla de dirección, además, habla de proyecto, habla de política, además del hombre. Perón siempre impresiona, pero Evita es otra cosa, Evita conmueve, Evita conmociona, Evita se hace carne porque fue algo más que la participación de la mujer en la política, fue algo más que la incorporación de los trabajadores en el sistema de la decisión nacional. Evita simboliza la transformación social, económica y política de todo un país y entra de “prepo” en la historia, no para convertirse en bronce, no para ser estatua, Evita de carne y hueso entra en la historia, eterna y definitiva para quedarse y para no irse más. (Aplausos).

Siempre pienso en esta Argentina de tantas tragedias, en esta Argentina que ha sido saqueada económicamente, que ha sido devastada cultural y moralmente, ¿dónde estaría Evita?, ¿qué haría Evita? ¿Lo ha pensado, usted, señor Presidente, en algún momento? ¿La imagina a Evita enojada con usted o tratando de que no pelee más con el Fondo Monetario ni con nuestros acreedores, que tenga mejores modales o al contrario, pidiéndole que no se doblegue, que no se entregue, que pelee por los intereses de los argentinos? (Aplausos) ¿Dónde la imaginan, en qué vereda, en qué lado, junto a quiénes, en qué proyectos? ¿Dónde la imagina a Evita diciéndole como cuando usted denunciaba con nombre y apellido, o mejor dicho con marca de combustible, cuando querían saquear el bolsillo de los argentinos? ¿De qué lado la imagina, tratándolo de que no se puede conducir de esta manera o apoyando esa defensa irreductible de los intereses de los trabajadores, de los consumidores, de los argentinos? ¿Dónde la imaginan a Evita, pidiendo no volver al pasado o al lado de las Madres y de las Abuelas de Plaza de Mayo? ¿Adónde la imaginan a Evita? (Aplausos) ¿Dónde estaría Evita? ¿Cómo trataría Evita a aquellos que, en nombre del peronismo, saludaron a los almirantes que derrocaron a Perón en el 55, se abrazaron con el capitán ingeniero y su emblemática hija, entregaron el patrimonio de los argentinos, les cercenaron derechos a los trabajadores? ¿Diría, como dicen algunos y comentan, “es sólo la interna del partido del Gobierno” o como Jesús echaría a los mercaderes del Templo? ¿Quiero saber dónde imaginan ustedes a esa Evita? (Aplausos)

Y yo quiero decirle, señor Presidente, la imagino junto al resto de los argentinos que lo acompañan a usted en la construcción de un país diferente, en la construcción de un país donde el trabajo vuelva a ser el gran articulador social. Allí la imagino, junto a millones de argentinos.

El otro día, usted en Ezeiza decía que le critican la ropa, ese saco abierto, cruzado eternamente abierto, esos mocasines tal vez sin lustrar. No se preocupe, son los mismos que me critican a mí por la ropa, porque tengo un pelo más, porque tengo un pelo menos, son los que no entienden, son los que decían que cuando viniera al Conurbano tenía que venir de zapatillas y vaqueros, subestimando al pueblo. No conociéndome, como si se necesitarán disfraces. Nunca nos hemos disfrazado de nada, señor Presidente. Ni con la ropa, ni con las ideas. Somos así, como nos ven, con aciertos y con errores, pero como nos ven, sin imposturas, con ideas, con convicciones. (Aplausos)

¿Sabe por qué? Porque en el fondo, señor Presidente, no son sus mocasines ni su saco lo que les molesta, tampoco mi ropa o mis pelos. En realidad lo que les molesta es verlo a usted sentado en la Casa Rosada, con las convicciones de siempre, desmintiendo que hay que mentir en la campaña para ganar en el Gobierno. Eso es lo que no aguantan, viéndolo representar a su pueblo, a los intereses de los trabajadores, de las mujeres, de los jóvenes. No me aguantan a mí, no aguantan que esté allí con sus convicciones. (Aplausos) Como tampoco aguantan que aún sin renunciar a mi condición de mujer, no haya sido cortesana del poder de turno y que no me haya movido ni un centímetro de las posiciones que históricamente asumí como legisladora nacional, defendiendo el territorio de los argentinos, no votando nunca una reforma laboral con soborno ni sin soborno, señor Presidente, defendiendo los intereses en los que siempre creí. Ni un centímetro nos hemos movido, esas son las cosas. (Aplausos)

¿Porque sabe qué pasa, señor Presidente? Siempre es bueno demostrarle a los ciudadanos que los políticos cambian y los traicionan; siempre es bueno para algunos intereses que no son los del pueblo, hacerles creer a ese mismo pueblo que la política no sirve para nada y que los políticos siempre traicionan. Eso es lo que no nos perdonan: que no traicionemos, y no lo vamos a hacer, señor Presidente. (Aplausos) No lo vamos a hacer.

Hemos puesto mucho en esto, años de nuestra vida, nuestra propia vida familiar, nuestra propia historia, hemos puesto todo lo que hemos tenido que poner y que vamos a seguir haciéndolo, porque estamos convencidos de que Argentina puede ser diferente.

Vamos a vencer a esos cultores obsesivos del fracaso colectivo, vamos a demostrar a los argentinos que además de éxitos individuales, podemos construir el éxito colectivo que es el éxito de los argentinos, el éxito de la Patria.

Lo vamos a hacer porque tenemos la obligación moral, no lo estamos haciendo de héroes ni de considerarnos los mejores. Somos apenas hombres y mujeres comunes, como a usted le gusta decir, pero que asumimos la responsabilidad histórica que la hora y la historia demandan. Hacernos cargo junto a los argentinos de cambiar el país. Que el trabajo vuelva a ser el gran articulador, que también el empresariado con responsabilidad social, comprenda que aumentar la rentabilidad, hay que hacerlo con producción y con inversión, no saqueando a los trabajadores en sus salarios o a los consumidos en sus bolsillos. Necesitamos empresarios capitalistas en serio que entiendan de una buena vez por todas que no va a haber grandeza para ellos si no hay grandeza para el país. (Aplausos)

Es necesario que recorramos todos y cada uno de los rincones de esta bendita Provincia. Es necesario que cada argentino, desde el Norte al Sur del país, comprenda que esto es un proyecto que nos trasciende a todos, que esto no es un partido político, que esto no es una cuestión de “en qué lugar me ubico yo o qué voy a hacer yo”, sino qué vamos a hacer nosotros.

Empecemos a tomar el ejemplo de ella que renunció a ser ella misma para representar a los demás. En este país, enfermo de dirigentes que sólo se representan a sí mismos, Eva supo representar a los demás, a los millones de argentinos y por eso entró en la historia, no porque estuvo casada con un presidente, no porque fue primera dama, sino porque decidió representar a los demás. (Aplausos) Esa es la clave de su paso a la Eternidad, ésa es la clave de su ingreso a la historia: volver a representar políticamente, volver a representar a las grandes mayorías, volver a representar esos intereses, los de los trabajadores, los de los consumidores, los de los jóvenes, los de los empresarios.

Porque es necesario comprender que trabajo y producción van de la mano. Pero ellos también tienen que comprender que sin consumo no hay producción, que sin consumo no hay capital, que sin consumo, mis queridos amigos y amigas, el país se torna inviable. Ya tuvieron un claro ejemplo cuando el país implosionó en el año 2001.

Por eso, recordar a Evita, no puede ser liturgia, recodar a Evita es algo más, es hacerse cargo del ejemplo militante, es hacerse cargo de lo que significa el rol de cada militante, de cada hombre y mujer, no importa el partido en que lo haga, no importa si es un militante social y no lo hace en un partido político, tenemos que concebir que el éxito de cada uno de nosotros está ligado al del resto de los argentinos. Porque de esa manera, de esa única manera, es que vamos a construir un país diferente.

Hoy, Presidente, hace tres años que usted, un 26 de julio como hoy, recordaba a Evita y presentaba su proyecto al país en el Estadio de Obras Sanitarias. Parece que hubiera sido hace tres siglos, pero no, hace apenas tres años. Usted les mostró sus manos y les dijo que además, era lo único que venía a prometer, que iba a trabajar día y noche representando los intereses de los argentinos. Me acuerdo como si fuera hoy. Creo que además dijo también que venía a ofrecer su corazón.

Y es cierto, ha puesto manos, ha puesto corazón, ha puesto coraje, ha puesto todo lo que un hombre tiene que poner para representar los intereses que toda su vida quiso representar. (Aplausos)

Yo quiero decirle, en nombre de miles de compañeros y compañeras, de millones de ciudadanos y ciudadanas, siga adelante, no se deje intimidar, el pueblo lo va a ayudar, el pueblo lo va a apoyar, porque sabe que usted los está representando. (Aplausos)

Muchas gracias, muchas gracias a todos por estar esta noche aquí juntos, construyendo una nueva Argentina, construyendo un nuevo país, una nueva forma de hacer la política, una nueva forma de entender la participación popular, todos juntos sabiendo que tenemos que representar a esos millones de argentinos que habían sido dejados de la mano de Dios. Juntos podemos, juntos sé que vamos a poder cambiar la historia, cambiar el país y también cambiar la provincia de Buenos Aires.

Muchas gracias. (Aplausos)

lunes, 19 de marzo de 2007

EL ESTADO, PRODUCTO DEL CARÁCTER IRRECONCILIABLE DE LAS CONTRADICCIONES DE CLASE (V. I. LENIN, en EL ESTADO Y LA REVOLUCIÓN)

Ocurre hoy con la doctrina de Marx lo que ha solido ocurrir en la historia repetidas veces con las doctrinas de los pensadores revolucionarios y de los jefes de las clases oprimidas en su lucha por la liberación. En vida de los grandes revolucionarios, las clases opresoras les someten a constantes persecuciones, acogen sus doctrinas con la rabia más salvaje, con el odio más furioso, con la campaña más desenfrenada de mentiras y calumnias. Después de su muerte, se intenta convertirlos en iconos inofensivos, canonizarlos, por decirlo así, rodear sus nombres de una cierta aureola de gloria para "consolar" y engañar a las clases oprimidas, castrando el contenido de su doctrina revolucionaria, mellando su filo revolucionario, envileciéndola. En semejante "arreglo" del marxismo se dan la mano actualmente la burguesía y los oportunistas dentro del movimiento obrero. Olvidan, re legan a un segundo plano, tergiversan el aspecto revolucionario de esta doctrina, su espíritu revolucionario. Hacen pasar a primer plano, ensalzan lo que es o parece ser aceptable para la burguesía. Todos los socialchovinistas son hoy -¡bromas aparte!- "marxistas". Y cada vez con mayor frecuencia los sabios burgueses alemanes, que ayer todavía eran especialistas en pulverizar el marxismo, hablan hoy ¡de un Marx "nacional-alemán" que, según ellos, educó estas asociaciones obreras tan magníficamente organizadas para llevar a cabo la guerra de rapiña!

Ante esta situación, ante la inaudita difusión de las tergiversaciones del marxismo, nuestra misión consiste, ante todo, en restaurar la verdadera doctrina de Marx sobre el Estado. Para esto es necesario citar toda una serie de pasajes largos de las obras mismas de Marx y Engels. Naturalmente, las citas largas hacen la exposición pesada y en nada contribuyen a darle un carácter popular. Pero es de todo punto imposible prescindir de ellas. No hay más remedio que citar del modo más completo posible todos los pasajes, o, por lo menos, todos los pasajes decisivos, de las obras de Marx y Engels sobre la cuestión del Estado, para que el lector pueda formarse por su cuenta una noción del conjunto de las ideas de los fundadores del socialismo científico y del desarrollo de estas ideas, así como también para probar documentalmente y patentizar con toda claridad la tergiversación de estas ideas por el "kautskismo" hoy imperante.

Comencemos por la obra más conocida de F. Engels: "El origen de la familia, de la propiedad privada y del Estado", de la que ya en 1894 se publicó en Stuttgart la sexta edición. Conviene traducir las citas de los originales alemanes, pues las traducciones rusas, con ser tan numerosas, son en gran parte incompletas o están hechas de un modo muy defectuoso.

"El Estado -dice Engels, resumiendo su análisis histórico- no es, en modo alguno, un Poder impuesto desde fuera a la sociedad; ni es tampoco 'la realidad de la idea moral', 'la imagen y la realidad de la razón', como afirma Hegel. El Estado es, más bien, un producto de la sociedad al llegar a una determinada fase de desarrollo; es la confesión de que esta sociedad se ha enredado con sigo misma en una contradicción insoluble, se ha dividido en antagonismos irreconciliables, que ella es impotente para conjurar. Y para que estos antagonismos, estas clases con intereses económicos en pugna, no se devoren a sí mismas y no devoren a la sociedad en una lucha estéril, para eso hízose necesario un Poder situado, aparentemente, por encima de la sociedad y llamado a amortiguar el conflicto, a mantenerlo dentro de los límites del 'orden'. Y este Poder, que brota de la sociedad, pero que se coloca por encima de ella y que se divorcia cada vez más de ella, es el Estado" (págs. 177 y 178 de la sexta edición alemana).

Aquí aparece expresada con toda claridad la idea fundamental del marxismo en punto a la cuestión del papel histórico y de la significación del Estado. El Estado es el producto y la manifestación del carácter irreconciliable de las contradicciones de clase. El Estado surge en el sitio, en el momento y en el grado en que las contradicciones de clase no pueden, objetivamente, conciliarse. Y viceversa: la existencia del Estado demuestra que las contradicciones de clase son irreconciliables.

En torno a este punto importantísimo y cardinal comienza precisamente la tergiversación del marxismo, tergiversación que sigue dos direcciones fundamentales. De una parte, los ideólogos burgueses y especialmente los pequeñoburgueses, obligados por la presión de hechos históricos indiscutibles a reconocer que el Estado sólo existe allí donde existen las contradicciones de clase y la lucha de clases, "corrigen" a Marx de manera que el Estado resulta ser el órgano de la conciliación de clases. Según Marx, el Estado no podría ni surgir ni mantenerse si fuese posible la conciliación de las clases. Para los profesores y publicistas mezquinos y filisteos -¡que invocan a cada paso en actitud benévola a Marx!- resulta que el Estado es precisamente el que concilia las clases. Según Marx, el Estado es un órgano de dominación de clase, un órgano de opresión de una clase por otra, es la creación del "orden" que legaliza y afianza esta opresión, amortiguando los choques entre las clases. En opinión de los políticos pequeñoburgueses, el orden es precisamente la conciliación de las clases y no la opresión de una clase por otra. Amortiguar los choques significa para ellos conciliar y no privar a las clases oprimidas de ciertos medios y procedimientos de lucha para el derrocamiento de los opresores.

Por ejemplo, en la revolución de 1917, cuando la cuestión de la significación y del papel del Estado se planteó precisamente en toda su magnitud, en el terreno práctico, como una cuestión de acción inmediata, y además de acción de masas, todos los socialrevolucionarios y todos los mencheviques cayeron, de pronto y por entero, en la teoría pequeñoburguesa de la "conciliación" de las clases "por el Estado". Hay innumerables resoluciones y artículos de los políticos de estos dos partidos saturados de esta teoría mezquina y filistea de la "conciliación". Que el Estado es el órgano de dominación de una determinada clase, la cual no puede conciliarse con su antípoda (con la clase contrapuesta a ella), es algo que esta democracia pequeñoburguesa no podrá jamás comprender, La actitud ante el Estado es uno de los síntomas más patentes de que nuestros socialrevolucionarios y mencheviques no son en manera alguna socialistas (lo que nosotros, los bolcheviques, siempre hemos demostrado), sino demócratas pequeñoburgueses con una fraseología casi socialista.

De otra parte, la tergiversación "kautskiana" del marxismo es bastante más sutil. "Teóricamente", no se niega ni que el Estado sea el órgano de dominación de clase, ni que las contradicciones de clase sean irreconciliables. Pero se pasa por alto u oculta lo siguiente: si el Estado es un producto del carácter irreconciliable de las contradicciones de clase, si es una fuerza que está por encima de la sociedad y que "se divorcia cada vez más de la sociedad", es evidente que la liberación de la clase oprimida es imposible, no sólo sin una revolución violenta, sino también sin la destrucción del aparato del Poder estatal que ha sido creado por la clase dominante y en el que toma cuerpo aquel "divorcio". Como veremos más abajo, Marx llegó a esta conclusión, teóricamente clara por si misma, con la precisión más completa, a base del análisis histórico concreto de las tareas de la revolución. Y esta conclusión es precisamente –como expondremos con todo detalle en las páginas siguientes- la que Kautsky ... ha "olvidado" y falseado.

viernes, 16 de marzo de 2007

EL PERIODO INDEPENDENTISTA (I)

“La Patria es la América.” Simón Bolívar (1)

Ante el fracaso de la revolución liberal, democrática y antifeudal, que pretendía sacar del atraso y el oscurantismo a la España absolutista, los patriotas americanos plantean definitivamente la lucha por la independencia. La simultaneidad del proceso revolucionario señala a las claras la unidad geográfico-cultural del polo insurreccional. Las diferencias emergentes sólo se delatan en los plazos en que se plantea la separación definitiva de España. Unos en temprana hora, otros más tarde, todos en definitiva entenderán la lucha por la independencia como un proceso de revolución nacional y social. El doble carácter del proceso se definirá entonces por su contenido democrático popular por un lado y por su contenido nacional, anticolonialista por otro.

La naturaleza americana, la cultura nativa, las formas de producción y distribución de las riquezas, las instituciones coloniales y las luchas precedentes de resistencia de indios, negros y mestizos sellarán su impronta al proceso revolucionario. Las ideas de la ilustración de Rousseau, Campomanes, Montesquieu, Floridablanca, Diderot, Jovellanos y Voltaire, serán divulgadas y enriquecidas por revolucionarios de la talla de Nariño, Espejo, Gual, España, Rodríguez, Lavardén, Miranda, Murillo, entre tantos otros. Todos vástagos de la ilustración, pero todos también americanos con pensamiento propio.

El concepto de libertad en la Francia revolucionaria estará asociado -por imposición de la nueva clase emergente, la burguesía- a la libertad de comercio, de opinión, de prensa y demás derechos civiles; en Nuestra América, se le sumarán con los conceptos de soberanía, emancipación, patria. Sus adversarios, entonces, corresponderán a la situación establecida por el orden vigente: dependencia, dominación y colonia. La lucha por la libertad en América, pasa a transitar los caminos de la lucha por la emancipación del poder colonial. Asimismo la idea de igualdad ante la ley, de la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, en este lugar del planeta, adquiere un color peculiar. Si los franceses revolucionarios planteaban la igualdad en tanto esta medida no alcanzara a los esclavos de sus colonias, la revolución independentista latinoamericana, por la voz de sus mayores exponentes, era antiesclavista. Como antifeudales se presentaban ambas, pero en Nuestra América, la idea de libertad e igualdad se fusionarán explosivamente con componentes autóctonos que impactarán en la conciencia de miles de trabajadores sometidos a la dominación extranjera y a la esclavitud. Las masas populares interpretarán al movimiento patriótico como una fuerza emancipadora tanto en lo nacional como en lo social.

Las banderas de la “Libertad, igualdad y fraternidad” de la revolución europea serán enarboladas en Latinoamérica, pero llevarán su propio perfil: “Unidad, Independencia y Justicia Social”.

Las ideas, como en todos los procesos transformadores, anteceden las acciones, las precipitan cuando las condiciones están maduras y las orientan ante las vacilaciones propias de los tiempos turbulentos. Pero esas ideas precedentes alcanzarán su dimensión real en el transcurso mismo de la lucha por materializarlas. Y ese proceso recepcionará nuevas ideas y agudizará el pensamiento revolucionario. Así aparecerán las figuras gloriosas de Simón Bolívar, José de San Martín, Mariano Moreno, Francisco Morazán, Miguel Hidalgo, Bernardo O’Higgins, José Gervasio Artigas, José María Morelos, Antonio Sucre, entre muchos otros.

Es entonces, en los avatares del combate, cuando surgirá la idea más acabada, el Proyecto Estratégico, el plan directriz: “Es una idea grandiosa pretender formar de todo el Nuevo Mundo una sola nación con un solo vínculo que ligue sus partes entre sí y con el todo. Ya que tienen un origen, una lengua, unas costumbres y una religión, debería, por consiguiente, tener un solo gobierno que confederase los diferentes estados que hayan de formarse...”, señala Simón Bolívar en la Carta de Jamaica.

Lograr la unidad de Nuestra América, la independencia y la felicidad de los pueblos fue el objetivo estratégico de las luchas emancipatorias latinoamericanas caribeñas del siglo XIX y, ante la derrota, siguen siendo los objetivos estratégicos del siglo XXI.

La revolución independentista americana, nacional, popular y democrática debió enfrentarse, no sólo contra el poder realista español, sino también contra las fuerzas del antiguo régimen y la acción disociadora de las potencias hegemónicas, que contaban necesariamente con aliados nativos (Inglaterra y las burguesías importadoras/exportadoras portuarias). Ante el proyecto libertador triunfante frente al colonialismo español, un nuevo proyecto aparece en plena expansión; opresor, disolvente y poderosos. La Gran Bretaña manufacturera, asociada a los intereses de una minoría comercial, terrateniente y minera, impide que las ideas revolucionarias de los patriotas hispanoamericanos se consoliden.

De la gloria de Ayacucho, Nuestra América pasa a la etapa sombría de la Patria dividida. El sueño de Simón Bolívar se desvanece, el último intento de retomar la senda nacional latinoamericana, popular y democrática, el Congreso Anfictiónico de Panamá, es boicoteado por las oligarquías portuarias y las viejas y nuevas potencias que cierran filas ante la posibilidad del nacimiento de una nueva y pujante nación.


“Los enemigos victoriosos por todos lados nos oprimen y nuestra desunión son los causales” San Martín

En 1825, la tendencia porteña de Buenos Aires, probritánica, liderada por Bernardino Rivadavia crea las condiciones apropiadas para desprenderse del Alto Perú, pese a los esfuerzos realizados por el propio Bolívar para evitarlo. En 1828, los intereses mercantiles de Montevideo y Buenos Aires, dirigidos por el embajador inglés Lord Ponsomby, logran la “independencia” de la Banda Oriental bajo el nombre de la República Oriental del Uruguay; el sueño artiguista de la “Liga de los Pueblos Libres” se evapora. En 1830 -el mismo año de la muerte del Libertador- la Gran Colombia se deshace apareciendo las repúblicas independientes de Colombia, Ecuador y Venezuela. Diez años después culmina el intento unificador del Mariscal Santa Cruz que sostenía la Confederación Peruano-Boliviana. Al poco tiempo cae la Confederación de Centroamérica acaudillada por Francisco Morazán. El Paraguay, donde se habían aplicado los principios rectores de la revolución hispanoamericana y emergía como un país desarrollado y próspero, es aplastado por la acción combinada de la oligarquía porteña argentina, los colorados uruguayos, el imperio esclavista del Brasil y la mano titiritera de Inglaterra. Y como corolario de todo esto México, Cuba y Puerto Rico sufrirán los flagelos de la garra imperialista yanqui.

“Así -nos dice el historiador argentino Norberto Galasso- quedó despedazada la Patria Grande y los pequeños países comenzaron a vivir sus vidas pequeñas. Terratenientes, mineros y comerciantes de los puertos impusieron su predominio y los estados desunidos de América Latina iniciaron cada uno su propio camino de frustraciones e impotencia.”

Las economías latinoamericanas se tornarán en monoproductoras y complementarias de las economías metropolitanas que las succionarán a través de los empréstitos, las concesiones y los bancos. Unas deberán producir cereales y carnes, otras bananas, café, cacao y azúcar, y también estarán aquellas que entregarán su cobre, su estaño y su hierro. Luego será el petróleo.

Mientras las costas y puertos de las raquíticas repúblicas crecían desproporcionadamente el interior latinoamericano se sumergía en el atraso, la miseria y el hambre. Los focos de cultura y desarrollo se apagarán, zonas ricas y prósperas por sus economías regionales se convertirán en zonas pauperizadas, grandes centros poblacionales se extinguirán por las migraciones internas, el artesanado desaparecerá derrotado por la importación de mercaderías extranjeras. El cuerpo de Nuestra América seguirá los pasos del héroe quechua Túpac Amaru. La dependencia pasará a ser nuestro peor mal y el neocolonialismo nuestro principal enemigo.

Decía Manuel Ugarte: “Supongamos que la América de origen español es un hombre. Cada república es un miembro, una articulación, una parte de él. La Argentina es una mano. La América Central es un pie. Yo no digo que porque se corte un pie deje de funcionar la mano. Pero afirmo que después de la amputación, el hombre se hallará menos ágil y que la mano misma, a pesar de no haber sido tocada, se sentirá disminuida con la ausencia de un miembro necesario para el equilibrio y la integridad del cuerpo. Una nación conquistadora nos puede ahogar sin contacto. Si le cortan al hombre el otro pie, si le apagan los ojos, si anulan sus recursos más eficaces, si lo reducen a un pobre tronco que se arrastra, ¿para qué servirá la mano indemne sino para tenderla al transeúnte pidiendo la limosna de la libertad?”


(1) Del artículo Bases del Pensamiento Latinoamericano Caribeño de Fernando R. Bossi.

jueves, 15 de marzo de 2007

LA REFUNDACION DE LA IDENTIDAD NACIONAL (Ernesto Jauretche)

Pensar el Bicentenario para refundar la Patria
Al leer estas páginas exhortando a pensar desde nosotros y hacer conciencia del Bicentenario de la Revolución de Mayo, algunos pregonarán que falta mucho para eso o que estamos proponiendo un escapismo, alegando que hay asuntos mucho más urgentes y necesarios de qué ocuparse.

Sin embargo, tanto el Bicentenario en que el multimedia Clarín nos viene aventajando con debates entre los conocidos prestigios repartidos por el establishment, como el que comprensiblemente ignoran las anquilosadas academias e insensatamente desconocen las instituciones culturales oficiales, empezó este mismo año.

No hace falta esperar al 2010 para pensar el Bicentenario: los sucesos de 1806 y 1807, la Reconquista y la Defensa de Buenos Aires entendidos como precursores de 1810, 1813 y 1816, remiten tan significativamente al presente que es previsible que los custodios de la herencia de Caseros y el golpe de Estado de 1955 los quieran empequeñecer. En este orden, la batalla cultural que necesariamente habrá de librarse para conceptualizar desde el pueblo la rememoración del Bicentenario será ardua y desigual.

Un patriotismo de símbolos e himnos y héroes congelados en el bronce pretenderá un análisis "objetivo" y truncado de ciertos hechos. Descarnará la conducta apasionada por el porvenir de la Patria de aquellos hombres, destacando el predominio de nobles e hidalgos eruditos lectores de Montesquieu, los extraerá del complejo contexto donde se conjugaban intereses trascendentes y, sobre todo, desdeñará maliciosamente el protagonismo de los desconocidos hombres y mujeres de la plebe.

No obstante, pocas veces se revela de manera tan evidente lo determinante que es para el trazado de los caminos de la historia la sublevación del subsuelo de la patria. Los acontecimientos de la Reconquista y la Defensa son una prueba más del acierto de una ley ya largamente probada de la política argentina y sudamericana: los grandes cambios suceden a la irrupción pacífica o violenta de movimientos políticos, sociales y culturales conscientes y dilatadamente procesados. No son los líderes los que crean los movimientos sociales; son esos movimientos los que cuando encuentran su liderazgo se convierten en sujetos revolucionarios. ¿Quiénes sino los estoicos y briosos mestizos, castas, negros, mulatos y criollos descendientes y herederos de las glorias calchaquíes, quechuas, aymaraes, guaraníes, charrúas, ranqueles, tehuelches y mapuches se atreverían a enfrentar a las fogueadas y temibles huestes británicas? ¿Qué otra explicación puede tener la impresionante derrota del ejército colonial más poderoso del planeta a manos de improvisados civiles mal armados?

La formación de las milicias populares autoconvocadas para la reconquista y defensa de la Ciudad ignominiosamente rendida al invasor británico tiene características políticas propias de un proceso insurreccional. Fue una gesta convocada por la necesidad de vencer las vacilaciones, deserciones y traiciones de los sectores dominantes de la época, que evoca una extensa saga de similares hechos históricos del siglo XVIII, entronca con el 17 de octubre de 1945 y el estallido de diciembre de 2001.

La Comisión de Investigaciones Reconquista 2006 de la provincia de Buenos Aires, entiende el rechazo a los invasores británicos del Río de la Plata en 1806 y 1807 como una gesta popular, donde tuvieron destacada participación milicias lugareñas que se formaron para defender el terruño donde vivían, además de su propia forma de vida, su religión y un orden político y social preexistente que, más allá de los cuestionamientos que podían hacerle los propios criollos, era preferido al que seguramente impondría el imperio sajón.

La acción de los gauchos y criollos pobres que se congregaron voluntariamente en Luján para combatir al invasor británico a las órdenes de Martín Rodríguez y Juan Martín de Pueyrredón primero y de Álzaga y Liniers después, fue una manifestación clara del vigor y la eficacia de la Nación en armas y dio origen al movimiento revolucionario: así, la semana de mayo de 1810 lejos de ser un punto de partida fue un lugar de llegada.

En nuestra conciencia política, el hecho decanta una experiencia: cuando la Nación está en peligro los pueblos acuden a sus reservas de coraje en la defensa de su proyecto de Patria, de su patrimonio, su cultura y sus valores.

Debemos rescatar, además, que la batalla contra el inglés convocó a luchar a hombres y mujeres que provenían de toda la extensión del Virreynato, desde el Río de la Plata a las tierras guaraníes, de la Banda Oriental, Cuyo y Tucumán hasta Chuquisaca y La Paz.

Es preciso entonces, también, resignificar culturalmente la Reconquista, mostrando la histórica solidaridad de los pueblos hermanos por encima de las disensiones políticas de las nacientes burguesías que balcanizaron Sudamérica, porque hoy los argentinos podemos volver a reconocemos como ciudadanos de la Patria Grande y compartir las tradiciones milenarias de aquel tronco común.

La rememoración del pasado debe ser entendida como una acción de proselitismo que conjuga lo histórico con lo político. El verdadero tiempo de la historia es el presente. Y hoy los argentinos nos hallamos comprometidos con la ínclita labor de recuperar para la Nación y el Pueblo las instituciones (principalmente el Estado en todos sus niveles), la soberanía política, la independencia económica y la justicia social.

En este marco contingente, la celebración de la victoria de los plebeyos sobre la cortesana y aristocrática clase dominante porteña y los invasores británicos deberá ser resignificada como una renovada conciencia de que la movilización popular volverá a hacer frente a cualquier intento reaccionario. Rememorar el Bicentenario será, así, un acto de refundación de la identidad nacional para lograr UNA NUEVA RECONQUISTA: la de un pueblo feliz en una gran Nación.

miércoles, 14 de marzo de 2007

DISCURSO DE LA MINISTRO DE DESARROLLO SOCIAL ALICIA KIRCHNER (Revista Evita octubre 2006)

Donde hay una necesidad nace un derecho

La compañera Alicia Kirchner, participó de una serie de “Encuentros de Formación”. El objetivo de los mismos: reflexionar sobre “La Construcción de un nuevo Proyecto Nacional”. A continuación, algunos fragmentos del discurso de cierre de los encuentros.
En la sede del Consejo Nacional del Partido Justicialista, en el marco de los “Encuentros de Formación” hacia “La Construcción de un nuevo Proyecto Nacional”, la Ministro de Desarrollo Social nacional Alicia Kirchner cerró las jornadas argumentando sobre el lugar que debe ocupar la política social en una Patria inclusiva. Aquí, síntesis del discurso pronunciado por la compañera.
“Todo trabajo político encierra en sí mismo un mensaje que tiene que ver con la mística, si no hay mística, si no hay compromiso con el otro no se puede avanzar en la construcción de un proyecto colectivo, de un proyecto nacional y popular como el que actualmente nos convoca.
“Para hablar de política social hay distintas maneras de hacerlo, hubo momentos en que se hablaba de un modo puramente técnico. La política es un camino hacia un proyecto popular o hacia un proyecto neoliberal, de hecho en las tres últimas décadas toda la política social estuvo atada a un proyecto neoliberal que nada tenía que ver con el ser persona, era solamente una mirada técnica. Tenemos políticas que hacen a la asistencia, a la emergencia, a la prevención o a la promoción, hasta ahora en las políticas sociales solo se caminaba por la asistencia, la emergencia y aisladamente en programas focalizados y como tales reduccionistas hacia lo que es prevención o promoción, el dueño de la historia no era la política sino el programa, de tal manera lo era que nos olvidamos que ese programa tenía la finalidad de atender a la gente, esto pasa cuando las miradas son de tipo reduccionista, cuando la técnica se pone por encima de un proyecto político. Lo que pasó en realidad es que usaron a la técnica, nos hablaron de la importancia de la técnica y de ser objetivos para negar en sí mismo el proyecto político, era una manera de hacer ideología con la técnica.
“Cuando nos hicimos cargo en el 2003 dijimos que teníamos que trabajar de una manera integral, hasta entonces de políticas integrales ni se hablaba, hoy todavía tenemos estamentos que siguen hablando de programa. Fue muy fuerte la cultura del programa, es más, fue vendida a través de distintos bancos con un gasto inmenso -se gastaba porque en ese caso no era inversión social- yo creo que no hay que hablar de gasto sino de inversión social. Todos conocemos los miles de programas que tenía el Ministerio de Desarrollo Social y los distintos ministerios, de hecho nuestro ministerio tenía 66 programas. Mucha gente se acostumbró a trabajar con una mirada focalizada en programas, pero tenemos que cambiar y pensar en un abordaje integral. Vamos a trabajar la red nacional de políticas sociales: Nación, provincias y municipios sumando esfuerzos.
“Microcréditos entra en la línea de asistencia y promoción, a mi la asistencia no me asusta, lo que si me asusta es el asistencialismo que termina en clientelismo. La asistencia se justifica porque “donde hay una necesidad nace un derecho” y realmente cuando se da asistencia con respeto dignifica, pero si te quedas en la asistencia solamente no sirve, hay que avanzar hacia la promoción de la persona.
“Pensamos microcréditos en la línea de la economía social, dijimos esto no es simplemente un programa de microcréditos, tenemos que apuntar a la asistencia primero, pero promoviendo a la persona para su desarrollo. Tomamos en cuenta los perfiles productivos, buscamos que dentro de la región se trabaje la economía social en el perfil productivo, la economía social generó 500.000 nuevos empleos, esto no mueve la aguja de la economía, pero la sacude bastante.
“Veamos estos datos que son para observarlos con atención: En diciembre del 2002 había un 58 % de pobreza y el último dato relevado por el INDEC nos da 33,8 %, y seguimos bajando, lo mismo pasa con la indigencia.
“Era necesario complementar la economía social con microcréditos y no teníamos norma ni regulación, con las organizaciones sociales y las provincias estuvimos trabajando para hacer jornadas y talleres de reflexión para encontrar la mejor manera de encarar el tema.
“El modelo neoliberal buscó ser aliviador, recordemos cuando decían “buscar los heridos que el modelo dejaba en el camino” esto significa que lo importante era asistir, se llegó a confundir políticas sociales con un plan de ingreso. Yo no digo que en el momento más crudo los planes de ingreso no hayan sido necesarios, pero habernos quedado en la política social del plan de ingreso no es bueno. Otros hablan de que hubiese sido importante generar una asignación por hijo universal, eso se podía hacer en pleno gobierno justicialista cuando no teníamos las desigualdades que trajo el modelo neoliberal , entonces sí era equitativa la distribución de una asignación por hijo. Hoy si pensamos de manera universal no podemos dar al empresario de mayores ingresos la misma asignación por hijo que a una familia de cartoneros, eso sería una injusticia en donde acentuaríamos, ante la presunta simpatía de un modelo universal, la desigualdad.
“Tenemos que trabajar en líneas diferenciadas vinculadas con la gente y no impuestas desde atrás de un escritorio, con la realidad de cara al territorio que es absolutamente diferente en todo el país. El microcrédito se suma a este desarrollo mirando la realidad regional y el perfil productivo de cada lugar. Buscamos desarrollo humano e igualdad como así también equidad territorial y acceso al crédito. Hoy el crédito sin garantías lo desarrollan las organizaciones sociales, pero lo hacen fundamentalmente en las provincias del centro y en el Gran Buenos Aires y muy incipientemente. Nos faltan las organizaciones del resto del país, tenemos que garantizarles el acceso al crédito a ellos también. La ley 26.117 es la que permite esto mismo y se va a implementar a partir del 1° de octubre. Necesitamos la experiencia de las organizaciones sociales, en lo que es la economía social, para que lleguen a ser también una organización de microcrédito.
“El 2005 es el año internacional del microcrédito, en el mundo hay organizaciones lucrativas y no lucrativas. No todas están vinculadas a la economía social, es decir con la producción de servicios y bienes para su posterior comercialización, hay muchos microcréditos destinados al consumo que no son los que nos interesan. Trabajamos con perfil productivo regional para dar sustento a la economía social por supuesto con organizaciones no lucrativas. Las organizaciones lucrativas también querían entrar, pero nosotros dijimos que no vamos a trabajar en el negocio financiero. En este momento hay 58 países en el mundo. 7.000 instituciones y 20 millones de beneficiarios en esta modalidad y pensamos que vamos a llegar a los 80 millones. La recuperación es muy alta porque se destruyeron muchas cosas, pero hay algunas que no pudieron destruir en nuestro Pueblo como la confianza en las redes sociales.
“El microcrédito se da sin garantía, la única garantía es la solidaria. Se cumple, el recupero es del 95 % porque es la palabra dada, es la confianza. Volvemos a recuperar el capital social, empezamos hablando de microcréditos y ahora lo hacemos de la importancia de los vínculos solidarios, de la importancia de promovernos en red, de la importancia de la articulación social. Es decir que esto no es un negocio financiero, nuestra política es la promoción, el microcrédito que brindamos busca generar patrimonio para que la gente se sienta incluida y a la vez se fortifiquen los valores humanos. No solamente tenemos que dar la oportunidad a la gente de tener su emprendimiento, sino fundamentalmente que no se especule con esa persona que esta luchando para salir de la situación social en la que se encuentra. Nosotros proponemos un crédito con un mínimo de intereses, mucho menor que la taza pasiva, simplemente para los gastos básicos administrativos. El resto lo financia un Estado que considera que esta metodología es de inversión social, entonces ayuda a la capacitación, a la asistencia técnica y todo lo que necesite la organización para poder cumplir con la gente.
“La cartera activa en la Argentina va a llegar a 19 millones, algunos dicen que a 24. Hoy se atiende de 20.000 a 25.000 beneficiarios, el crédito promedio aproximado es de $1.000 a través de 150 organizaciones, esto es lo que aportamos nosotros en esta etapa con apoyo del gobierno nacional. Esta suma representa doce salarios mínimos y lo hicimos así para que pueda incrementarse en función del movimiento del salario. Una vez que se devuelve el crédito se puede acceder nuevamente, si ese pequeño emprendimiento de gestión asociada tiene que seguir desarrollándose.
“Como dije al principio: En esto hay que tener mística y lo digo en cada lugar donde estoy. Solo el gobierno no puede, necesitamos la ayuda de todos, la ayuda creativa con sus aportes y sus ganas y desde la participación ir fortaleciendo el proyecto productivo, si queremos hablar de políticas de Estado, esta es la única manera de hacerlo. El país no se pone de pie sólo, el país se pone de pie con los argentinos, este país es nuestro y estuvimos años sin sentirlo como nuestro. Luchemos para poner de pie a la Argentina, es nuestra oportunidad, debemos aprovecharla trabajando con mística, amor y entrega por el otro. No tengamos miedo de poner el corazón si no ponemos el corazón las cosas no tienen calidad, no tienen fuerza.”

martes, 13 de marzo de 2007

KIRCHNER VINO A ESTABILIZAR ESTE PAÍS PARA ADELANTE (Emilio Pérsico, Revista Evita noviembre 2006)

La tarea central que vino a cumplir el presidente Kirchner en la Argentina es la de estabilizar este país para adelante. A lo largo de la historia Argentina hemos conseguido durante algunos momentos la Justicia Social, pero después de cada avance popular ha venido un desastre nacional y nosotros creemos que esto no tiene porque ser así forzosamente; en cambio, sostenemos que es posible estabilizar el país para adelante, estamos convencidos de la tarea.
Cuando el presidente Kirchner nos habla de un país en serio, cuando nos habla de una Patria para todos, nos está hablando de la idea de afianzar este país mirando hacia el futuro para no volver nunca más a retroceder. No está escrito en ningún lado que después de una primavera tiene que venir una tormenta. Si bien eso ya nos pasó: después de los años peronistas del ’45, irrumpió la “Libertadora”; después del retorno de Perón en el ’73, la genocida Dictadura militar que desapareció a 30 mil desaparecidos; y después de la recuperación de la democracia en el ’83, el neoliberalismo que empobreció a muchos compatriotas. Esto no nos tiene que volver a pasar. Vamos a poner todo el esfuerzo porque esta es nuestra oportunidad histórica, como generación, como espacio político y como militantes.
Creemos que es necesaria la unidad de todos los sectores del país, desde partes del radicalismo y el conjunto del peronismo, hasta las organizaciones sociales y sectores empresariales, todos tienen que colaborar en esta tarea. Porque hasta Perón, con toda la fuerza que tuvo en su momento el Movimiento Nacional, no pudo estabilizar el país. Si comparamos esa situación de poder con la que tenemos hoy, todavía estamos débiles: con el poder que hoy tenemos no estabilizamos el país para adelante y tarde o temprano nos van a pegar un palazo y nos van a sacar.
Por eso, para nosotros el problema central de la Argentina sigue siendo un problema de construcción de poder, un problema de organización popular, de construcción de las unidades necesarias para dar cada una de las batallas que nos permitan no retroceder más.
Esto es lo que viene construyendo el compañero presidente desde la Casa de Gobierno. El asumió y se transformó en un militante. Empezó a militar en la presidencia para construir poder popular. Todos los días nos convocaba al Salón Blanco a participar en actos con distintos sectores, en donde bajaba la línea de construir la unidad necesaria para producir el cambio.
En este marco creemos que hay dos grandes tareas que están íntimamente ligadas: la distribución del ingreso y el poder que podamos construir, ya que “a mayor poder popular, mayor distribución del ingreso” y “a mayor distribución del ingreso, mayor poder popular”. Estas dos tareas están unidas y no hay manera de separarlas.
Cuanto más avancemos en la organización popular más vamos a poder avanzar en la distribución del ingreso y de la misma manera cuanto más avancemos en la redistribución del ingreso más vamos a poder avanzar en la organización popular.
La redistribución del ingreso se hace desde el Estado, pero está en nosotros apoyar para que se haga efectiva. La reconstrucción del Movimiento Nacional es nuestra tarea, pero, al mismo tiempo, es el Estado quien debe bancar a las organizaciones sociales y políticas que avanzan en la construcción de un modelo diferente de organización política.
Creemos que a cada modelo económico le corresponde un modelo de organización política. Ambos modelos están ligados en la realidad: el modelo neoliberal de los `90, implementado en el plano económico, trajo un modelo neoconservador en la organización política. Como ejemplo, podemos ver lo que sucede en las provincias del norte argentino, donde venimos dando pelea a ese modelo neoconservador que transformó al militante en un puntero.
Si bien es cierto que el militante utiliza las mismas herramientas que el puntero: ¿Cuál es la diferencia entre el militante popular y el puntero? Mientras el militante utiliza esas herramientas para encuadrar al Pueblo, para darle poder a los sectores populares, el puntero las utiliza para beneficio propio, para conseguir clientes en una economía de mercado que también llegó a la política.
Si no transformamos duramente las estructuras políticas del país, no vamos a transformar a fondo las estructuras económicas y esto es el elemento central que trajo Kirchner a la política: unió la fuerza política del cambio con un modelo económico más justo.

lunes, 12 de marzo de 2007

ACTUALIZACIÓN POLÍTICA Y DOCTRINARIA PARA LA TOMA DEL PODER (J. D. Perón)

La formación de los cuadros para la conducción política

Lo que necesita nuestra juventud es organizarse.

En otras palabras, las masas no valen ni por el número ni por la capacidad de sus componentes, valen por la clase de dirigentes que tienen a su frente.

De ahí la importancia de los dirigentes de conducción y de los dirigentes de encuadramiento. Los de conducción se encargan de la conducción estratégica, y los de encuadramiento de la ejecución de la lucha táctica. Pero todo esto necesita una unidad de concepción y una unidad de acción. La unidad de concepción pertenece al comando estratégico y la unidad de acción pertenece a los comandos de la lucha táctica. Así debe ser, desde un punto de vista ideal, la organización de las fuerzas. Indudablemente que de la clase de conductor que se tenga depende en gran medida el éxito a que debe aspirarse.

Conducir es un arte, como la pintura o como la escultura, que tiene su técnica y que tiene su teoría. Con la teoría y la técnica se puede hacer un buen cuadro como se puede hacer una buena escultura. Indudablemente que si se quiere hacer una "cena de Leonardo" o una "Pietá" de Miguel Ángel sería necesario Leonardo o Miguel Ángel, porque la teoría y la técnica es la parte inerte del arte, la parte vital es el artista. De manera que siendo la conducción un arte es necesario preparar a un artista, dándole una técnica y dándole una teoría. La conducción política obedece a las mismas leyes que las demás artes, como consecuencia de que es también un arte. El conductor -esto lo digo yo con gran conocimiento de causa, porque yo políticamente soy un aficionado- mi profesión es la de conductor que eso es lo que he hecho y estudiado y trabajado toda mi vida. Naturalmente que dominando el arte de la conducción es más fácil conducir que ignorándolo.

Conducir no es mandar, conducir es persuadir

Ahora, el resto depende del "óleo sagrado de Samuel’ que hayamos recibido como artistas al nacer. Conducir, no es como muchos creen, mandar. Conducir es distinto a mandar. Mandar es obligar; conducir es persuadir, y al hombre siempre es mejor persuadirlo que obligarlo.

En la conducción política ésta es una regla que no se puede romper en ningún caso. Ahora, en la conducción política hay una serie de principios que conforman, diremos así, la teoría de la conducción, de la economía de fuerzas, la sorpresa, la continuidad del esfuerzo, en fin, un sinnúmero de principios que se realizan todos sobre un núcleo central, que es el principio de la economía de fuerza que dice que no se debe ser fuerte en todas partes para vencer políticamente; es suficiente ser más fuerte en el momento y en el lugar donde se produce la decisión. Todos los demás principios obedecen a este, diremos, principio nuclear; sirven a ese principio todos los demás. Porque en esto parece que -como la organización de todas las cosas- es nuclear. Es nuclear la organización de microcosmos y es también la del macrocosmos.

El estudio y la práctica

Bueno, en esto hay una similitud, la técnica de la conducción, bueno, la técnica tiene unas variantes tremendas que se adquieren mediante el estudio, pero también mediante la práctica. Un ejemplo suele aclararlo todo, como decía Napoleón. Por ejemplo, yo en la conducción, la técnica que he empleado siempre ha sido simple. Jamás en la conducción política hay que obligar a nadie. Hay que persuadir a todo el que se pueda para que hagan las cosas sin forzar los acontecimientos; es decir, cuando yo quería que se hiciera una cosa, ya me ocupaba de que un tercero lo tomara y me viniera a consultar a mí: "¿Se puede hacer esto?". Muy bien: la idea era inicialmente mía, pero claro, en esto satisfacía muchos deseos, muchas ambiciones. Siempre he pensado en este tipo de técnica de la conducción. Yo lo digo siempre que si Dios bajara todos los días a la tierra a resolver el problema planteado entre los hombres, ya le habríamos perdido el respeto. Y no habría faltado un tonto que quisiera reemplazarlo a Dios, porque el hombre es así. Entonces hay que copiar en esto a la naturaleza, que es en la naturaleza donde está inspirada esta técnica. Lo demás, bueno, los demás procedimientos son similares a esto. En política no hay nada directo, no hay nada violento, no hay nada que llegue a forzar la voluntad de los hombres, sino a promover esa voluntad, concebirla y lanzarla. El conductor político es un hombre que hace por reflejo lo que el pueblo quiere. El recibe la inspiración del pueblo, él la ejecuta y entonces pueden tener la absoluta seguridad que lo va a realizar mejor porque los pueblos difícilmente se equivocan.

Para conducir un pueblo la primera condición es que uno haya salido del pueblo. Que sienta y piense como el pueblo. Quien se dedica a la conducción debe ser profundamente humanista. El conductor siempre trabaja para los demás. Jamás para él. Hay que vivir junto a la masa, sentir sus emociones y entonces recién se podrá unir lo técnico a lo real; lo ideal a lo empírico.

Bien, la conducción política tiene un sinnúmero de características que llevan a comprenderla. La política no se aprende, la política se comprende, y solamente comprendiéndola es como es posible realizarla racionalmente. Decía el mariscal de Sajonia que él tenía una mula que le había acompañado en más de diez campañas, pero decía que la mula no sabía nada de estrategia. Lo peor es que él pensaba que muchos de los generales, que también lo habían acompañado, sabían lo mismo; hay hombres que toda su vida han hecho política, pero nunca la han comprendido. El éxito será siempre para éste que la haya comprendido, no para el otro que pretendió aprenderla. Porque la política es una sucesión de hechos concretos, en cada uno de los cuales las circunstancias varían diametralmente, hay cosas que son semejantes y que pueden dar inspiración, pero igual no hay nada.

En política nada hay igual

De manera que la experiencia está en comprender la política para ser más sabio en todas las ocasiones y no pretender aprenderla porque sabemos que la sucesión de hechos concretos y diferentes no dan enseñanza para ninguna ejecución política. Es decir, la juventud debe saber que para poder conducir han de prepararse en esto. La conducción por "amateur" no puede ser proficua en éxito. Es necesario dominar este arte. El que quiera ser dirigente y no domine el arte de la conducción, y bueno, no va a llegar nunca lejos. Por eso es difícil encontrar hombres que sean capaces en la conducción, porque esto no se aprende de otra manera que sometiéndose a una disciplina científica, que dé los grandes conocimientos necesarios para abarcar el panorama, con una sensibilidad que es indispensable y una imaginación sin la cual no vale nada ver las cosas. Entonces con sensibilidad o imaginación, ver, base para apreciar; apreciar, base para resolver; y resolver, base para actuar.

El deber de vencer es indispensable en la conducción. Aquel conductor que no sienta el deber de vencer, difícilmente va a vencer en cualquier acción. El que quiere conducir con éxito tiene que exponerse. El que quiera éxitos mediocres, que no se exponga nunca, y si no quiere cometer ningún error lo mejor es que nunca haga nada.

Conducción estratégica y conducción táctica

¿Cuál es la misión de la conducción estratégica y cuál el de la conducción táctica y cómo se articulan, general?

Bueno, eso es muy claro. Lo estratégico toma el conjunto de las operaciones. Yo en este momento soy el conductor estratégico; tengo cuatro misiones: mantener la unidad del Movimiento; mantener la unidad de doctrina; encargarme de las relaciones internacionales y revisar las grandes decisiones tácticas, que puedan tener influencia en la situación del conjunto. El comando estratégico maneja el conjunto, sin detallar. La conducción táctica maneja la lucha en el teatro de operaciones.

Por eso yo puedo ser el conductor estratégico a quince mil kilómetros; no podría ser el conductor táctico. El conductor táctico es el Consejo Superior que está allá, dirigiendo el conjunto de las operaciones de la lucha en el propio terreno de operaciones y él debe estar conectado con todas las fuerzas que accionan en cualquiera de los lugares y en cualquiera de las formas que esta acción táctica se realiza. Táctica es la lucha directa. Estrategia es la conducción de conjunto.

¿La lucha electoral es táctica o estratégica?

Bueno, la lucha electoral es táctica. Ahora la orientación de eso lo da la estrategia. No se puede decir cuando termina la estrategia y cuando termina la táctica, están ensambladas una contra otra y muchas veces, si no hay tiempo, y es necesario, la conducción táctica toma una medida estratégica y la consulta después con el Comando. Actúa a través de las directivas que él recibe del Comando Estratégico. Pero él actúa, él es el ejecutor de las decisiones estratégicas, el ejecutor en el teatro de operaciones donde no está el conductor estratégico.

Al mismo tiempo hay varios encuadramientos tácticos, digamos...

¡Ah, sí! Hay varios. Puede haber un comando general para manejar todo cuanto es posible, pero si no es posible eso, hay varios comandos tácticos que actúan por cuerdas separada". ¿Por qué? Por ejemplo, en la situación nuestra, en la lucha táctica que hemos sostenido: lo que pasa en Córdoba debe ser manejado por un conductor de Córdoba, porque no se puede manejar a 400 o 500 kilómetros. La lucha táctica hay que manejarla encima. En Tucumán, bueno, ellos tienen una misión, están realizando su misión táctica. Táctica es la lucha directa, estrategia es la conducción del conjunto.